Los nuevos nacionalismos y los movimientos antiglobalización parecen abrirse paso en el mundo, apoyados en la preocupación ciudadana por una supuesta pérdida de identidad o por el evidente aumento de la desigualdad entre los países y entre las personas.
Para Gina María Giraldo Hernández, docente de la Universidad EAFIT y doctora en Ética y Democracia de la Universidad de Valencia (España), ese hecho es totalmente explicable si se interpreta de manera equivocada el propósito de la globalización.
Precisamente, en su tesis doctoral –El origen de la gobernanza global y su propósito: la justicia social–, dirigida por los filósofos españoles Adela Cortina Orts y Juan Carlos Siurana Aparisi, la eafitense plantea configurar una gobernanza global ante los retos que impone la globalización en aspectos de justicia y democracia.
En su investigación, la autora Gina Giraldo “propone no mirar hacia atrás, buscando rescatar respuestas antiguas, sino descubrir nuevas maneras para regular nuestra vida colectiva global, sin que la participación democrática y la deliberación racional se pierdan o disminuyan”, reseña en su informe Maria Fernanda Henriques, profesora de la Universidad de Évora (Portugal) e integrante del Tribunal evaluador de la tesis doctoral, quien destaca la novedad y oportunidad del trabajo y lo considera a la vez teórico y programático.
Tras agradecer la propuesta hecha en la tesis, la profesora Maria Fernanda Henriques advierte: “Aunque se trata de una utopía, es una aportación fundamental para reflexionar sobre los problemas y dilemas que nuestra vida colectiva está viviendo actualmente”.
“La ventaja de las utopías –asegura la abogada Gina Giraldo– es que son aspiraciones que uno espera que se conviertan algún día en realidad. Soy una optimista extrema y aunque sé que es muy difícil, no significa que hay que renunciar a hacer el esfuerzo. Sé que los esfuerzos de concertación son muy complejos, que cuando hay intereses políticos es muy difícil llegar a acuerdos, pero eso no significa desfallecer en la esperanza. Es muy difícil, pero tampoco es imposible”.
“El propósito de la gobernanza global es garantizar la justicia social”: Gina Giraldo.
Democratizar la globalización
En su tesis, Gina Giraldo, profesora del Departamento de Organización y Gerencia de EAFIT, insiste en que la gobernanza propuesta no busca eliminar la globalización, sino democratizarla y hacer que un mayor número de ciudadanos se beneficie de sus ventajas.
Para la profesora, la gobernanza tiene en cuenta la presencia de instituciones gubernamentales y también de los mecanismos informales y no gubernamentales para la toma de decisiones. Además, en lugar de pretender sustituir los gobiernos nacionales por un gobierno supranacional, se concentra en generar un nuevo mecanismo para definir reglas de juego y para la toma de decisiones.
El propósito es garantizar “mayores niveles de democracia, donde el ciudadano no se limite a hacer escuchar su voz a través de la democracia representativa, sino que se apoye en la democracia deliberativa para que, en vez de perder poder y protagonismo, el ciudadano sea protagonista en el escenario mundial”, explica Gina Giraldo, magíster en Administración (MBA) de EAFIT.
En este contexto, la gobernanza global no significa tener un gobierno mundial, es decir, se trata de una concertación porque los Estados tienen soberanía y son los países los que toman las decisiones.
En esos procesos de concertación la gobernanza global propuesta implica pensar en los intereses universales y no en los intereses nacionales. En otras palabras, que haya mayor nivel de solidaridad entre los países para que la globalización no sea solo económica como hasta ahora.
“El Estado tiene que cumplir un papel muy importante de seguir protegiendo y defendiendo los intereses de sus nacionales, pero también tiene que integrar los intereses del mundo, es decir, los intereses de los ciudadanos de los otros Estados. Eso hace que cobre importancia la necesidad de concertación entre los países y mayor nivel de solidaridad para que la globalización no solo sea económica”, afirma la investigadora Gina Giraldo.
No obstante, señala la profesora, la globalización no es democrática porque las decisiones las toman también quienes no han sido elegidos de manera democrática, por ejemplo, las corporaciones que influyen en la vida de las personas y determinan qué se consume, dónde y a cuál precio. En resumen, todas las decisiones de los seres humanos están mediadas por la economía y por las empresas que no han sido elegidas en ningún proceso democrático.
Ante este panorama, indica la docente del Departamento de Organización y Gerencia de EAFIT, “se debe globalizar la democracia en el sentido de buscar cómo las decisiones que se toman en nombre de los ciudadanos, que en este momento las toma de manera prioritaria la economía, las tomen quienes representan a los ciudadanos”.
La tesis doctoral adecua la ética del discurso a un modo de gobernanza global que se preocupa por superar las desigualdades entre personas y entre naciones: Maria Fernanda Henriques.
Construir justicia global
Además de garantizar la democracia, la MBA de EAFIT también reflexiona sobre el propósito de la globalización y se apoya en conceptos de Adela Cortina, Amartya Sen, Thomas Pogge, Charles Beitz y Jesús Conill, quienes parten de los derechos humanos en el planeta para abogar por garantizar una justicia global y no solo nacional o internacional.
En esta línea, afirma Amartya Sen –en palabras retomadas en la tesis de la investigadora Gina Giraldo–, en el mundo actual “quedan muy pocos no vecinos” y “ningún análisis se puede reducir a los límites de un país porque somos interdependientes y, por tanto, el planeta es nuestro hogar”.
Con esta idea –manifiesta la profesora Maria Fernanda Henriques– la tesis de Giraldo configura “la idea de una gobernanza global que pueda inscribirse en el horizonte de la justicia social”.
Desde esta perspectiva, la base de la globalización con justicia social sería la ética pública cordial de la que habla la filósofa española Adela Cortina –catedrática de ética y filosofía política de la Universidad de Valencia– porque los Estados y la sociedad civil, “de la que hacen parte empresas transnacionales, son responsables de la justicia”.
De lo que se trata es que la gobernanza propicie la justicia social y un elemento fundamental de esta, tal como lo propone Amartya Sen, es que nadie defina por el ciudadano qué es lo que es prioritario para él, sino que por sí mismo sea quien decida qué considera prioritario en su vida según las capacidades que quiere desarrollar y las prioridades que establezca.
El momento ético
La docente portuguesa Maria Fernanda Henriques resalta otro aporte de la tesis doctoral de la eafitense: el concepto del segundo momento de la globalización, es decir, su momento ético, llamado así por el filósofo alemán Karl-Otto Apel, para quien después de la globalización financiera era necesario pensar una ética a la misma escala global.
El trabajo de Gina Giraldo, acota la profesora portuguesa, lo hace de manera sistemática, al adecuar la ética del discurso –tal y como Adela Cortina la transforma y desarrolla– a un modo de gobernanza global que se preocupa por superar las desigualdades entre personas y entre naciones con el fin de lograr la profundización de la democracia y la participación de las personas afectadas en la toma de decisiones.
En este sentido, la investigadora eafitense considera que hay que humanizar la globalización, es decir, que quienes asumen directrices de carácter mundial rindan cuentas a los ciudadanos de manera voluntaria y lo hagan en una instancia que represente a los ciudadanos, por ejemplo, un parlamento mundial en donde se avale y reflexione sobre las decisiones y las consecuencias de estas.
El reto es que todos los ciudadanos de la Tierra logren la protección de sus derechos económicos, sociales y culturales: Gina Giraldo.
Luchar por mínimos de justicia
El reto es que todos los ciudadanos de la Tierra logren la protección de sus derechos económicos, sociales y culturales, es “luchar por los mínimos de justicia que la ciudadanía social cosmopolita exige”, expresa la profesora Gina Giraldo al citar a Adela Cortina.
Lo justo para esta filósofa española es que todas las personas gocen de alimento, vivienda, educación, atención en tiempos de vulnerabilidad, libertad de expresarse, formarse su conciencia y orientar su vida de manera personal. También incluye consuelo, esperanza, sentido y cariño, bienes gratuitos que no se pueden exigir como derechos, que se comparten por abundancia de corazón.
Combinar capacidades tangibles con capacidades intangibles, considera Adela Cortina, permite reflejar mejor las expectativas propias de los seres humanos, quienes aspiran a tener bienestar físico y emocional.
En conclusión, puntualiza la doctora Gina Giraldo, “el propósito de la gobernanza global es garantizar la justicia social. Para lograrlo, es necesario que todas las instituciones que participan en la instancia mundial de poder respalden la protección del interés general, lo que ocurriría si propician la distribución equitativa de los bienes públicos globales y atienden con celeridad los asuntos y problemas de alcance mundial. También les debe ser prioritaria la promoción de la vigencia planetaria de los derechos humanos y estimular el desarrollo de capacidades de todos los ciudadanos del mundo, para que puedan decidir libremente qué hacer con sus vidas”.
La base de la globalización con justicia social sería la ética pública cordial de la que habla la filósofa española Adela Cortina.
Gobernanza y conyuntura
Ante fenómenos como el del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, la profesora Gina Giraldo advierte que el poder en el mundo se ha socializado un poco y frente a la propuesta de usar la fuerza para resolver problemas sociales y por razones humanitarias, la gobernanza global aparece como un espacio de concertación.
“El poder se vuelve múltiple y ya no se concentra en una nación”, manifiesta Gina Giraldo, doctora en Ética y Democracia de la Universidad de Valencia (España), tras explicar que a través de la conformación de grupos como el G-20 –principal espacio de deliberación política y económica del mundo–, de alguna manera se busca una cierta representatividad en el ámbito mundial para defender los intereses de las diferentes regiones.
La investigadora eafitense considera que hay que rescatar ese avance y es normal que los países quieran defender a sus nacionales porque, aunque no se comparta, esa es su función.
Tampoco se trata de defender un gobierno único porque, además de totalitario, sería una manera de interpretación exclusiva del mundo, un retroceso en términos democráticos para volver a una dictadura mundial, que es lo más antidemocrático y lo que se propone es democratizar la globalización.
Una dictadura mundial tomaría una decisión a nombre de todos los demás ciudadanos y lo que se requiere son procesos de concertación plural. Por eso, no se habla de gobierno sino de gobernanza, que significa que los actores no tradicionales participan en la definición de las reglas de juego.
Investigadores
Gina María Giraldo Hernández
Abogada, Universidad de Antioquia; magíster en Administración (MBA), Universidad EAFIT, y doctora en Ética y Democracia, Universidad de Valencia (España). Es profesora del Departamento de Organización y Gerencia de la Escuela de Administración, de la Universidad EAFIT. Fue directora del Inurbe, entidad estatal desaparecida que hacía proyectos de vivienda de interés social en los que se sumaba el ahorro individual programado de las familias con la inversión municipal, departamental y nacional. La experiencia y la academia le han permitido ir más allá de los diagnósticos de necesidades y la vulnerabilidad para reconocer que hay diferentes actores sociales que pueden participar en las soluciones.
Adela Cortina Orts
Filósofa y doctora en Filosofía de la Universidad de Valencia (España), donde es catedrática de ética y filosofía política. Es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España, siendo la primera mujer que ingresa en esta institución desde su fundación en 1857. Como becaria del Deutscher Akademischer Austauschdienst y de la Alexander von Humboldt-Stiftung profundizó estudios en las universidades de Múnich y Fráncfort. En esta última universidad trabajó con Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas, creadores de la ética del discurso. Ha sido profesora visitante en las universidades de Notre Dame (USA) y Cambridge (UK). Es la directora académica de la Fundación para la ética de los negocios y de las organizaciones (Étnor). En reiteradas ocasiones ha formado parte del Jurado de los Premios Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y de Ciencias Sociales.
Juan Carlos Siurana Aparisi
Filósofo y doctor en Ética y Democracia de la Universidad de Valencia (España), donde es profesor de filosofía moral y director del Grupo de Investigación en Bioética. Es doctor europeo en Filosofía con una tesis sobre la aplicación de la ética del discurso de Karl-Otto Apel al problema de las voluntades anticipadas. Realizó estudios de posgrado en la Universidad de Fráncfort (Alemania) con una beca del DAAD y estancias breves en centros de ética del Reino Unido, Estados Unidos, Italia, Alemania, Francia, Bélgica, Dinamarca y Uruguay. Es investigador de la Fundación para la ética de los negocios y de las organizaciones (Étnor). Ha sido miembro del Comité de Bioética Asistencial del Hospital Clínico de Valencia.