Una mancha blanca proyectada en una pantalla puede ser una imagen difusa para un adulto, pero a los ojos de un niño puede parecerse a una nube de algodón, simular la leche en polvo, recrear la arena de la playa o tomar la forma de la nieve.
Con esa invitación a imaginar, atreverse a lanzar ideas y dar una mirada alternativa sobre las figuras surgidas de lo abstracto (una pared de granito desenfocada), 240 estudiantes de la Universidad de los Niños EAFIT empezaron un día de exploración a partir de los sentidos en el taller ¿De dónde surge la imaginación?, realizado el 19 de octubre de 2018.
Sí, de los sentidos, porque la segunda invitación fue, justamente, a experimentar y describir las sensaciones producidas en cada espacio: las zonas de bambúes, la casa de los gatos, el lago de los peces o la biblioteca.
Mundo interior y exterior
Andrés Miguel Vásquez Ochoa, docente del Departamento de Psicología de la Universidad EAFIT, explica que el taller se trabajó desde las sensaciones, debido a que en la actualidad hay un abordaje muy marcado hacia lo cerebral. Perspectiva que, sin embargo, puede atribuir las causas solo a lo neurológico.
Por eso, para evitar que los participantes cayeran en funcionalismos, el docente de psicología les recalcó “mucho sobre el cuerpo porque en este están los receptores. Fue muy importante integrar las sensaciones y que dijeran si tenían frío, calor, tristeza, felicidad, es decir, explorar las emociones como parte de la vivencia del mundo”.
De esta manera, se trabajaron los conceptos de mundo interior y mundo exterior, como un encuentro del que surge la imaginación a partir de referentes como el objeto transicional, planteado por Donald Woods Winnicott, psicoanalista, psiquiatra y pediatra que analizó el oso de peluche o la cobija usada por los niños para calmar la ausencia de la madre.
El taller también partió de la noción de los fenómenos transicionales que –manifiesta el psicólogo Andrés Vásquez– se relacionan con la interacción entre ese universo interior y exterior que mediante la imaginación conduce al juego y, posteriormente, al trabajo en la adultez.
“Estamos en el mundo con el cerebro, pero como este hace parte del cuerpo hay que tener una vivencia sensorial”: Andrés Vásquez.
Ensayo y error
“Otro elemento muy importante en el que enfatizamos fue el error, muy satanizado en una sociedad donde todo tiene que ser perfecto. La idea era mostrarles que no hay manera de equivocarse porque el aprendizaje se basa en el ensayo y el error, y de eso se trata la experimentación”, apunta el psicólogo.
El taller también buscó potenciar el trabajo en equipo como una manera de hacer frente al individualismo y que los niños vieran la importancia de sumar sus aportes no solo para crear, sino en el logro de resultados.
No obstante, además de ser concebido desde la psicología, el encuentro tuvo un componente de creación artística, como herramienta para motivar a los niños, con materiales como papel, lápiz y crayolas, y técnicas como el frottage, es decir, frotar un lápiz sobre una hoja encima de un objeto para revelar su textura.
“El arte es una manera alternativa de ver las cosas y también alimenta la ciencia, ya que en esa mirada diferente está la imaginación y eso es lo que mueve al ser humano y la cultura”, indica el docente de psicología sobre estas actividades que también se pueden hacer con los niños desde la casa.
“Desde el nacimiento estamos influenciados por el arte. Este hace parte de nuestra esencia como ser humanos”: Andrés Vásquez.
Metodología
La primera etapa que viven los participantes en la Universidad de los Niños se denomina Encuentros con la pregunta, realizada durante su primer año en el programa.
A lo largo del año se realizan seis talleres en esta etapa. En el primero se les da la bienvenida y busca que ellos conozcan EAFIT y la Universidad de los Niños para que se familiaricen con lo que sigue. Luego se realizan cinco talleres una vez al mes, puntualiza Carolina Arango Hurtado, asistente de contenidos de este programa.
Cada taller tiene por título una pregunta formulada por estudiantes que transitaron por la Universidad de los Niños y dejada como regalo para que las siguientes cohortes la respondan con la ayuda de los investigadores de EAFIT o, en algunos casos, también se recurre a profesores externos.
Algunos talleres responden a cuestiones como: ¿De dónde surgen los colores?, explicado desde la óptica; ¿por qué las personas son diferentes?, desde la antropología y la psicología; ¿por qué las flores tienen olor?, desde la biología y la química, y ¿cómo se produce el fuego?, abordado con el acompañamiento de un bombero de la Universidad.
“En este caso tuvimos la pregunta ¿De dónde surge la imaginación?, que podemos responder, por ejemplo, desde la neurología, pero decidimos abordarla desde la psicología y el arte”, comenta Carolina Arango.
Desde la psicología –indica la asistente de contenidos de la Universidad de los Niños EAFIT– porque habla de un mundo interior que cada uno ha construido desde su experiencia y que es completamente distinto, y un mundo exterior que los llena de estímulos y pueden imaginar otras cosas. Por otra parte, “el arte nos dice que imaginar no surge de un chispazo, sino de la creación, entonces les propusimos un ejercicio exploratorio por el campus desde diferentes temáticas”, acota.
Experiencias a través del campus
En el primer momento de la actividad, llamado conversaciones iniciales, los niños conocieron al investigador. Además, respondieron preguntas generales sobre el tema para recoger sus saberes, con la premisa de que todas sus respuestas eran válidas dentro de la imaginación.
Acto seguido, divididos en grupos, recorrieron lugares altos y con animales donde abundan las plantas o se aprecia la luz y la sombra, o espacios concurridos para recoger muestras.
Samara Figueroa Noreña, estudiante de la I.E. Monseñor Víctor Wiedemann, recolectó plantas y cipselas de diente de león –penachos plumosos que, con ayuda del viento, dispersan el fruto–, que ella describe como “pelusas con las que se hace el polvo pica pica”, liberadas por el aire y encontradas en el suelo.
Otros niños como Alejandro Vélez Sánchez, estudiante de la I.E. Escuela Normal Superior de Medellín, disfrutaron el entorno de los peces, los gatos y las ardillas, mientras que Isabella Holguín Giraldo, estudiante del Colegio San José de Las Vegas, encontró frutos, flores, calcó “sentimientos” o texturas de árboles y descubrió, a través del juego, cosas que aún no había aprendido en el colegio.
A Mariana González Vélez, estudiante de la I.E. Monseñor Víctor Wiedemann, el encuentro le produjo felicidad, alegría y amor porque le gusta mucho la naturaleza, mientras que Samuel Foronda Gómez, estudiante de la misma institución, experimentó sensaciones como frío y alegría durante su visita al Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas.
“Como ellos están en un proceso de crecimiento y muchos no experimentan ni expresan las sensaciones, con esta actividad buscamos que las exterioricen no solo con palabras, sino que las escriban, algo que es más fácil para ellos”, afirma Sebastián Mosquera Mosquera, tallerista de la Universidad de los Niños EAFIT.
Valentina Valencia Ospina, estudiante del Colegio Teresiano, desplegó la imaginación, aprendió muchas cosas sobre la naturaleza y describió el auto electrosolar Kratos como una nave espacial con la que viajaron a Bélgica para un concurso de naves del Sol. “De esta experiencia aprendimos que nunca está mal lo que nos imaginamos porque la imaginación no solo se siente en la cabeza, sino en el cuerpo”, manifiesta.
Sin límites para imaginar
En este ejercicio de exploración son los mismos participantes quienes ponen a volar la imaginación y nada es incorrecto, expresa Marilid Orozco Grajales, tallerista de la Universidad de los Niños EAFIT, para quien lo importante es que ellos abran la mente y “no se cierren en que una planta es solo eso, sino que puedan estar en contacto con cada una de sus partes. Ellos simplemente se imaginan un montón de historias y no tienen un límite, como sucede con un adulto, quien ve todo imposible”.
Al final, con todos esos objetos encontrados –texturas, semillas, flores, totumos, musgo, piedras y papeles– junto con los dibujos y textos inspirados en su travesía por el campus, crearon un gran mapa a manera de colaje ubicado en el primer piso del Centro Argos, como resultado de una construcción colectiva.
La jornada cerró con un momento de conclusiones para hablar sobre lo importante del ejercicio realizado y sobre los aprendizajes para llevar a casa y, claro, para resolver y formular sus nuevas preguntas sobre la imaginación.
“El aprendizaje no es estático. No todos aprendemos de la misma manera, sino que a partir de un estímulo cada uno se lleva lo que interiorice”: Carolina Arango.