Hay una fundación que dona abrazos de poder
Viviana Otálvaro Guzmán creó una isla donde nacen abrazadores que han ayudado a cerca de 2000 personas que se encuentran en alguna situación de crisis.
La idea de la ingeniera de diseño de producto de EAFIT permite que los abrazados se conecten emocionalmente y ofrece empleo a mujeres con necesidades socio-económicas especiales.

Es mágico y simple. Lo hacen incluso los animales y está en actos tan naturales como amamantar. Lo entienden prácticamente en todo el mundo y es un gesto tan simple como poderoso. Es el abrazo, la esencia de Bonga, quien nació en un bosque húmedo, se camufla entre los árboles y se mimetiza con las hojas y en el sonido de los pájaros. Su piel es de color escondite y tiene el poder de recordar con un abrazo a las personas que no se pueden ver, pero se sienten cerca.
Bonga es uno de los abrazadores de la familia que creó Viviana Otálvaro Guzmán, ingeniera de diseño de producto de EAFIT, en la que también están Cumbia, Maco y Tollo, seres que comparten la acción sencilla y asombrosa de comunicar con la emoción, con el amor.
Viven en la Isla de los Abrazadores desde donde han partido -gracias a donaciones- cerca de 2000 de esos abrazadores para hacer compañía a niños con enfermedades cardiacas, adultos en pabellones de oncología, personas en situación de calle y cualquiera que quiera o necesite sentir la fuerza sanadora de un abrazo. “Los abrazos aumentan el nivel de oxitocina en la sangre, crean una sensación de bienestar, ayudan a dormir mejor. Un abrazo genera confianza y nos ayuda a conectarnos con los demás”, asegura Viviana, directora de la fundación la Isla de los Abrazadores.
Los abrazadores tienen cuerpos simples, sin ojos ni nariz, con brazos largos y ya los conocen en lugares como Casa de la Chinca, Fundación Mamá Yolanda, Clínica Cardiovascular y San Vicente Fundación.
El convencimiento de que un muñeco de trapo tiene un poder regenerador tiene origen en creer. En creer, tal como cuenta Viviana, en que el diseño puede mejorar la condición de las personas, de hacer conexiones emocionales. Así lo creyó ella cuando diseñó el primer abrazador para mantener contacto con su novio que se quedó en Argentina cuando ella regresó a Colombia después de cursar una especialización.
Así lo creyó cuando se presentó a la competencia de ideas que organiza la institución alemana The Do School, en donde obtuvo una beca para ampliar sus estudios. Allá se encontró con estudiantes provenientes de culturas y países muy diversos y todos entendieron la fortaleza de su idea. Esa universalidad, más el carácter social de la propuesta la llevaron a estar entre las mejores 20 de las 900 iniciativas participantes.
El poder de la sencillez
Los abrazadores no solo son sencillos para que cualquier persona se identifique fácilmente con ellos o puedan proyectar a alguien en sus formas. También lo son para que la labor de armarlos, coserlos y rellenarlos se pueda hacer casi de manera artesanal y por cualquier persona.
En este caso las tejedoras de la Isla de los Abrazos son 11 mujeres de los barrios Altos de la Torre y Robledo La Huerta, varias de ellas desplazadas de Dabeiba (Antioquia). De costura en costura algunas de ellas han logrado ampliar o modificar sus viviendas –solo una tiene casa de ladrillo– o cumplir el sueño de conocer el mar. Así se va cumpliendo la idea que tiene Viviana de liderar un emprendimiento que genere capital social y aporte a una distribución justa de los ingresos.
En el grupo está Carolina Cortez Pérez, 32 años, cuatro hijos, quien prefiere empezar con los abrazadores por el corazón. Es lo que les pega primero al cuerpo para seguir armando el resto de las partes hasta llegar al momento de rellenarlos para darles la forma y el diseño. El relleno son semillas de alverjas, lentejas y cerezas para que cuando el abrazador deje de existir se convierta en una siembra, se mantenga el significado.
En la Isla de los Abrazadores todo está lleno de sentido. Mientras Bonga ayuda a recordar a personas que no se pueden ver, Cumbia tiene el don de ayudar a dejar ir, “enseña a través de su amor al mar y al viento, como las cosas fluyen, pasan, cómo el cambio es la única constante y como dejar fluir”. Macu guarda un trozo de sol en su corazón y puede hacer arcoíris con la lluvia y las nubes grises para enseñar que “las crisis pueden ser oportunidades”. Tollo “es el abrazador amarillo brillante, se descubre a sí mismo a partir del encuentro con el otro. Desde sus diferencias comprende que son iguales y este descubrir lo realiza desde el sentir con el corazón como el único elemento necesario”.
Hasta el momento hay cerca de 2000 personas que han recibido abrazadores, todo gracias a un modelo solidario que tiene la fundación. Los interesados pueden comparar un abrazador, o comprar dos y donar uno. El juguete donado llega a dar abrazos a hospitales, hogares de adopción o fundaciones que trabajan con personas en situación de calle.
Viviana cuenta que las entregas son encuentros mágicos en los que participan psicólogos, trabajadores sociales y profesionales de la salud que quedan sorprendidos con los efectos que tiene el obsequio.
Cada abrazador va acompañado de un libro para trabajar la educación emocional y acciones que ayudan a superar traumas, ver las crisis como oportunidades y dejar ir resentimientos. La idea que tiene Viviana es seguir reuniendo los recursos para donar abrazadores y, al mismo tiempo, dar empleo a las tejedoras de la Isla. La información sobre las donaciones se puede consultar en http://huggerisland.com/es
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Alejandro Gómez Valencia Periodista
Área de Información y Prensa EAFIT
Teléfono: 574 2619500 ext. 9931
Correo electrónico:jgomez97@eafit.edu.co
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Última actualización
Diciembre 18, 2024