David Vélez compartió en EAFIT sus reflexiones sobre educación, liderazgo y tecnología
La educación, en especial en temas de tecnología, y el liderazgo son los puntos de apalancamiento social más fuertes, según reflexionó el cofundador y CEO de Nubank en un encuentro el 23 de septiembre en EAFIT.
El empresario tuvo una conversación con la rectora Claudia Restrepo presenciada por una audiencia que primero le escuchó historias y recomendaciones, y luego lo espero para estrecharle la mano, darle un abrazo y tomarse selfis.

David Vélez insistió en la conversación en EAFIT en que los días están contados, el reloj sigue, y debemos aprovechar el tiempo para invertir las oportunidades en algo que tenga sentido. “Que lástima el desperdicio de una vida”. Foto Róbinson Henao.
El silencio del público, las miradas concentradas en el escenario y las reacciones a sus respuestas daban cuenta de un público cautivo. Si estaban ahí, en el Parque Los Guayabos de EAFIT, sin duda era porque querían escucharlo, y quedó más claro ante las condiciones climáticas ese viernes 23 de septiembre. El encuentro con David Vélez, cofundador y CEO de Nubank, empezó a las 3:00 de la tarde, todavía en medio de un aguacero que subió el nivel de alertas del Siata y en la que ese sistema registró la descarga de 364 rayos.
El empresario hizo cálido el ambiente desde el comienzo y se conectó con los asistentes con esas primeras palabras en las que les dijo, sonriendo, que estaba recordando que él también era eafitense, que de niño había hecho su primer curso de programación en una de las ofertas de verano de la U.
A sus 40 años volvió a la Institución para conversar sobre educación, liderazgo y tecnología con Claudia Restrepo Montoya, rectora de EAFIT. Previamente, en la mañana de ese mismo viernes, David estuvo visitando el municipio Jardín (Antioquia), donde degustó los emprendimientos de un grupo de paisanos alrededor del café y el chocolate.
Esos emprendedores, los niños y la banda del pueblo que lo recibieron en Jardín, dijo, le ofrecen esos momentos en los que ve el mundo de una manera diferente. En los que acariciar la pasión y el deseo de superación de las personas no solamente lo motiva, también lo hace pensar en todo lo que podrían hacer si tuvieran oportunidades.
Ahí, en la necesidad de crear esas oportunidades, toma sentido que la conversación en EAFIT se haya titulado Educación, liderazgo y tecnología, asuntos que abordó desde sus propias experiencias, quizás extensas para un hombre que, como le reconoció la Rectora, tiene la habilidad de estar constantemente reflexionando.
El empleado y el emprendedor
¿Por qué estaba tan feliz? Ese es el tipo de preguntas que se hace David Vélez. Se la formuló hace algunos años después de estar trabajando en una compañía en la que se sentía extremamente motivado. La respuesta que encontró al porqué fueron las primeras notas que tomaron los emprendedores y empresarios presentes en la conversación en EAFIT.
Todo en esa empresa había sido diferente desde el comienzo. La primera entrevista para el cargo al que era candidato se la hizo quien sería su propio jefe . Fueron 45 minutos de una conversación que parecía más una indagación sobre su psicología y filosofía. La mayor parte de la charla giró alrededor de cómo se enfrentaba al mundo y tomaba decisiones.
También fue raro para él la primera vez que allí le preguntaron en una junta, ya siendo parte del equipo, qué pensaba sobre un asunto en particular. “Casi me muero del miedo, pero me sirvió para estar preparado para la próxima vez que me preguntaran”.
Nota 1: Comprendió que eso, que más que empleados las personas en una compañía se sientan socios, además de la autonomía y tener unos valores claros, es vital para el éxito de la empresa.
“Los valores en una empresa se establecen en los primeros seis meses y con los primeros 10 empleados”. Con esa consciencia sobre la importancia de la fortaleza de una cultura de valores fundó Nubank. Aunque al principio no todos fueron aciertos (Ver Nota 3).
En la tarea que cumplía como empleado de una compañía de indagar posibilidades de inversión en Latinoamérica, David Vélez debía tener cercanía y conocimiento de la banca en Brasil. Pasó dos años entre San Francisco y Sao Pablo. Dos años en los que el conocimiento de esa banca le destelló a la respuesta que estuvo esperando 30 años a la pregunta sobre cómo emprender.
“Estaba operando a un 80 por ciento de mi capacidad y quería encontrar un problema para dedicarle el 110 por ciento. Quería que fuera uno grande y escogí un banco porque me parecía lo más complicado de lograr. Las posibilidades de éxito eran muy bajas, pero la motivación muy alta. ¿Un colombiano creando una plataforma digital de servicios financieros en Brasil? Las posibilidades de fallar eran muchas, pero por si fracasaba habría fracasado intentando algo grande”.
La motivación de fondo, explicó David, es que alcanzando su meta podría generar un gran impacto por el aporte que eso haría a la resolución de un problema: la dificultad para acceder a la banca que tiene gran parte de la población y los costos que deben asumir las personas bancarizadas.
Cuando empezó a hablar de su idea de crear en Brasil una plataforma financiera que no tuviera sucursales físicas lo que más escuchó es que era imposible. Lo fueron cargando con argumentos que él se empeñó en desmontar. Ejemplos, razón: otros lo intentaron y fracasaron; respuesta: cuando lo intentaron el internet no estaba extendido en Brasil. Razón: el sistema que regula no lo permitirá; respuesta: preguntar al sistema y encontrar que le dijeron “bienvenido, necesitamos más competencia”.
Las razones para no hacerlo venían principalmente de personas con mucha experiencia a quienes, justamente, “la experiencia se les había convertido en una carga”. En este punto de la conversación David se expresó utilizando un concepto recurrente en el budismo zen y las artes marciales acerca de que en la mente de un principiante hay muchas posibilidades, y en la del experto hay pocas.
Nota 2: Comprobó que la ingenuidad hace posible cuestionar los argumentos. Tener la menta del niño hace posible tener la cabeza llena de preguntas y encontrar oportunidades, aunque el panorama sea complicado. Es un aliciente para la innovación.
Incluso en Nubank, una empresa joven, contó, se puede llegar a sentir cierta complacencia con la manera en la que habitualmente se hacen las cosas. Por eso cuando David Vélez contrata a alguien siempre le pide que cuestione, que pregunte por qué las cosas se hacen de cierta manera y no de otra. Son preguntas que él mismo se sigue haciendo y que lo llevaron a identificar uno de los errores que cometieron al inicio.
Nota 3: Al fundar Nubank hubo un desbalance. Necesitaban personas que tuvieran la cabeza llena de preguntas, pero también otras que tuvieran respuestas, con experiencia, porque aunque es difícil de olvidar décadas de experiencia, hay gente experimentada capaz de hacerse preguntas, de cuestionarse. Ese balance es necesario para no reinventar la rueda.
Quedarse a vivir en una misma forma de hacer las cosas es de alguna manera instalarse en la comodidad de no cuestionar, de no preguntar, de cargar con la experiencia, de callar al niño. “¿Cómo no quedarse en lo más fácil?, le preguntó Claudia Restrepo. En la respuesta -ojo a la Nota 4- hubo un llamado de atención a los emprendedores latinoamericanos.
Luego de esos dos años viajando a Latinoamérica buscando posibilidades de inversión, David, muy a su pesar, llegó a una conclusión: en la región no había emprendimientos interesantes. La mayoría de los que encontraron estaban copiando start-ups de Estados Unidos en Latinoamérica.
Nota 4: “Latinoamérica tiene miles de problemas. Estamos llenos. ¿Por qué copiar las soluciones a problemas extranjeros?”, se preguntó David Vélez para luego decir que el emprendedor está llamado a ser el gran solucionar, el protagonista en los dilemas que tiene la sociedad.
Liderazgo con foco
Si no se hubiera dedicado a resolver problemas del mercado financiero, le preguntaron desde el público en la conversación, ¿a cuál problema de alto impacto prestaría atención? Sin duda, dijo, a otros que también afectan mucho a la gente como los que tienen que ver con educación, salud o las telecomunicaciones, sector que, considera, tiene condiciones muy similares a las que vio en la banca.
Actualmente, no obstante, el problema al que se enfrenta David es priorizar problemas. Desde que él y su esposa, Mariel Reyes, anunciaron que van a donar parte de su dinero a causas filantrópicas, asumieron un reto. Tratan de identificar cuáles son los puntos en los que se pueden detonar acciones con mayor impacto en la sociedad. La respuesta que han encontrado hasta ahora son la educación y el liderazgo.
“En Nubank todo el mundo es líder. Detrás del liderazgo hay una visión de que todos somos protagonistas, nadie es una víctima. Existen muchas organizaciones en las que los dueños, los gerentes y los que toman decisiones están por un lado, y los empleados, los que no toman decisiones, están por otro. Eso hace que se construya una cultura de la victimización, de que soy la víctima del ingeniero que no me trae los datos, de que no me den los sistemas que necesito, de que mi jefe que no me da el entrenamiento que requiero. Lo que queremos es que todo el mundo se sienta responsable, dueño, y tenga la capacidad de solucionar problemas”.
Nota 5: David se pregunta hace varios meses por el punto de mayor apalancamiento en la sociedad, cuál es el punto en el sistema con mayor impacto social por dólar invertido. “Una de las respuestas, después de pensarlo mucho, es el liderazgo. Un líder logra cambiar a la comunidad. Una persona con liderazgo logra tener un impacto significativamente mayor al de la mayoría de las personas”, explicó.
Educación y tecnología
Hay tres certezas en cuanto a la tecnología, por lo menos desde lo que compartió el empresario. Una es que los efectos de la tecnología en la manera en que consumimos bienes y servicios se mantendrán. Otra es que la tecnología será la palanca para reinventar todos los negocios, especialmente en este lado del contiente. La tercera es que la innovación que incide en la tecnología “puede surgir de cualquier lugar y de cualquier persona”.
Esa triada, explicó, se ha convertido en un gran desafío para las organizaciones. Hace unos años, comentó, nadie se hubiera imaginado que dos de las más grandes compañías de hospedajes y transportes no tendrían ni hoteles ni autos, refiriéndose a Airbnb y Uber. Eso se logró gracias al desafío constante y a la creación de fricción.
Sobre el llamado que hace a que la educación propicie ese tipo de fricciones y de cambios, la rectora Claudia le pidió más ampliación. La respuesta inició con una pregunta “¿Cuál es el cuello de botella de nuestro crecimiento en Nubank? No es la oportunidad de mercado. No es el capital. Es el talento, y ese es el gran desafío en Latinoamérica”, le respondió.
Nota 6: Hay muy pocos programadores en el mercado laboral y David Vélez no comprende el porqué eso no queda claro en quienes se gradúan de los colegios. Para él no se trata de un problema de oferta, porque la hay, está en la demanda.
Resolver problemas a través de la tecnología es una ecuación que, lo tiene claro, es incompleta si las personas no están en el centro. “La tecnología por sí sola no tiene ninguna aplicación, la meta es la persona que tiene ese dolor”. Entre las buenas noticias y recomendaciones que compartió David en relación con la creación de tecnología está el cambio en la estructura y la cultura de las organizaciones en comparación con las del pasado.
Nota 7: “Las organizaciones tradicionales eran sumamente jerárquicas, en las que el jefe tenía todas las respuestas. Decía ‘vamos para allá’ y todo el mundo iba para allá, casi como un ejército. Estaban optimizadas para la ejecución y la creatividad no era tan importante, era más importante la eficiencia. Ese tipo de organización no funciona cuando queremos un ambiente de creación, donde la innovación es más importante. Para eso se requieren sistemas organizacionales mucho más horizontales, donde no existen esas jerarquías, donde el jefe no tiene todas las respuestas y su responsabilidad es identificar gente que se va a sentir increíblemente motivada a crear la solución que, muchas veces, no es realmente la predecible”.
Hay que hacerlo ya
Una de las frases de cabecera de David Vélez la pronunció el ‘rey del acero’ en Estados Unidos, el magnate Andrew Carnegie, quien hasta el último día de su vida, falleció el 11 de agosto de 1919, hizo honor a sus palabras “quien muere rico, muere desgraciado”. Al millonario la historia lo sigue reconociendo por sus donaciones para la construcción de escuelas y bibliotecas que aún existen en diferentes países.
David tiene más presente la obra del señor Carnegie ahora que tomó la decisión de destinar lo que ha ganado a causas filantrópicas, para hacer ya, en vida y no esperar a estar retirado y sin energías, lo que cree que debe hacer con el dinero. En una perspectiva amplia esa decisión no se aleja mucho de lo que ha pretentido con Nubank: resolver problemas y crear impacto.
Pero hay otras motivaciones, cuatro específicamente, que compartió en una carta publicada el 11 de agosto de 2021 a las que volvió a referirse en EAFIT.
Nota 8: Primero: Todos tenemos un final y nadie se lleva nada. El que muere rico, muere en desgracia. Segundo: Todos tenemos un límite de consumo, no necesitamos mucho para vivir. “Nadie puede calzar dos pares de zapatos al mismo tiempo”. Tercero: La intención de crear una cultura familiar en la que sus cuatro hizos no tengan una vida demasiado fácil y deban luchar por lo que quieren. Cuarto: Salir a la calle y ver todos los problemas que necesitan ser resueltos ya, ahora.
Otro de los inspiradores para pensar en esos cuatro elementos es el empresario irlandés-estadounidense Chuck Feeney quien, también inspirado por el ejemplo de Andrew Carnegie, se prometió donar todo su dinero en vida, una meta que logró en el año 2020 cuando terminó de donar a diversas causas, en muchas ocasiones en secreto, los ocho mil millones de dólares de su fortuna.
Feeney, quien tiene entre sus pocas posesiones un reloj que compró en 15 dólares y no tiene casa ni automovil, es el protagonista de uno de los libros que recomendó el empresario colombiano durante su intervención, The Billionaire Who Wasn't: How Chuck Feeney Secretly Made and Gave Away a Fortune, en el que se narra que una de las inspiraciones de este filántropo de 91 años es el ensayo Riqueza, también conocido como El evangelio de la riqueza, de Carnegie.
¿Y libros de negocios? David no los lee, dijo. No le gustan. Su preferido y relído varias veces es de literatura, Cien años de soledad, y está cautivado leyendo sobre el Bitcoin (The Bitcoin Standard: The Decentralized Alternative to Central Banking). ¿Empresarios que lo inspiren? Chuck Feeney, por su filantropía y deseos de darlo todo en vida; Jeff Bezos, en especial por la importancia que le da Amazon a sus clientes; Reed Hastings, cofundador de Netflix por la cultura de la autonomía con responsabilidad que tiene esa compañía; y Walt Disney, por la experiencia mágica que ofrece a sus audiencias.
Con la recomendación de lecturas y personajes se completó la conversación. No faltó nada. Como dijo Claudia Restrepo, fue un lujo de encuentro en el que la audiencia se llevó de la voz de uno de los empresarios más exitosos del mundo recomendaciones sobre qué hacer y qué no hacer en un negocio, pero también las visiones de un hombre conectado con el tiempo que vive la humanidad y, sobre todo, con la vocación, la urgencia y el hambre de querer aportar soluciones.
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Última actualización
Mayo 16, 2025