Oportunidades y debilidades para el campo colombiano

Septiembre 10, 2020

Jorge Enrique Bedoya Vizcaya. Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).

Colombia puede convertirse en una potencia en producción agropecuaria porque tiene muchas condiciones favorables para lograrlo. Para empezar, la frontera agrícola del país es de 40 millones de hectáreas de las cuales solo se están utilizando siete, es decir, posee un potencial muy importante representado en buena cantidad y calidad de tierras y aguas.

Una de las ventajas que tenemos, y que de pronto puede sonar demasiado holística, si se permite la expresión, es la resiliencia del pueblo colombiano. El campo fue tal vez el sector más afectado por la violencia debido a medio siglo de conflicto armado, al terrorismo, presencia del narcotráfico, de bandas criminales...

Y a pesar de eso, tiene una producción que, en muchos casos, es competitiva en el ámbito internacional, pero que igualmente ha demostrado liderazgo para llegar a la mesa de los colombianos.

Eso se debe a la tenacidad de la gente, por lo que yo apelo a esa primera característica como una de las mayores ventajas del país. Lo segundo es que tenemos dos costas, más de cinco puertos marítimos grandes, una infraestructura de aeropuertos en la que hemos avanzado, por lo que ahí está una opción enorme de llegar a los mercados internacionales. Tercero, la democracia colombiana es vibrante, obviamente con los problemas que todos conocemos; pero es un sistema que respeta el derecho a la propiedad privada y eso facilita la inversión nacional y la presencia de la inversión extranjera.

Tenemos muchas dificultades, pero menciono las más críticas y están en lo que en la SAC hemos llamado “la deficiencia de los bienes públicos rurales”. Una de las restricciones más complejas es la falta de carreteras: el país tiene 175.000 kilómetros de vías terciarias para esos 40 millones de hectáreas y solo el 10 % está en buen estado. Esa falta de comunicación entre lo rural y urbano, si no se resuelve, va a ser un cuello de botella que siempre tendremos como lastre.

Otro punto es la conectividad de internet y la señal de telefonía celular para dispositivos inteligentes porque hoy, más que nunca, debemos impulsar para que lleguen la educación, la telemedicina, las nuevas tecnologías que apoyan la producción agropecuaria...

En conjunto, esos factores son clave para permitir la buena calidad de vida de los habitantes rurales. El momento actual ha permitido que el mundo urbano esté dando una mayor importancia a lo que pasa en la ruralidad.

En ese marco, las univesidades, junto a otras entidades como el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y los gremios de la producción pueden jugar un papel interesante en el empeño de impulsar el campo colombiano a niveles superiores.

La educación puede fortalecer a quienes trabajan en el campo, a los emprendedores nuevos y futuros, en tanto la investigación científica conduce a la mejora de tecnologías para que podamos hacer un campo más productivo y rentable.

Otro problema es la alta tasa de informalidad laboral, una restricción que se puede volver una oportunidad: la mano de obra de la ruralidad se ha envejecido, los jóvenes se han ido para las ciudades y la tasa de informalidad laboral es del 86 %. Esto último tiene solución en una serie de reformas sencillas que requieren la decisión política por parte del Estado. Si se resuelven estos cuellos de botella, sumados a la resiliencia mencionada y a las fortalezas institucionales, podemos dar un impulso fuerte.

En este marco, todos los subsectores agropecuarios tienen una gran oportunidad porque Colombia tiene una clase media emergente y eso significa que consume productos de mayor valor agregado. Asimismo, nuestra ubicación  en  el  trópico  permite  la  producción de muchos alimentos y frutas que son una maravilla no solo para el mercado doméstico sino para el internacional. Y en este último, con los acuerdos comerciales que hemos negociado, hay oportunidades para todos los sectores de la producción agropecuaria.

El mercado interno como lo conocemos en Colombia, donde la fruta, los hortalizas y las proteínas de origen animal son principales en la dieta alimentaria, representa oportunidades y nichos de mercado a los que se les puede apostar en función de las regiones con vocación productiva. Eso redundará en la generación de empleo, bienestar, divisas por vía de las exportaciones y una mejor nutrición para nuestra población.

Frente a los temas de la seguridad jurídica de la propiedad rural tenemos un proyecto de ley que trabajamos con el gobierno anterior y que este gobierno adoptó. Es el proyecto de Ley de Tierras que, sin embargo, no ha sido discutido por el Congreso de la República: la Comisión Quinta del Senado lo dejó morir en el período previo al comienzo del nuevo gobierno y hasta el momento no se ha movido.

Esa ley daría claridad jurídica en relación con temas como la expropiación de tierras, la claridad para los ocupantes de buena fe y la extinción del derecho de dominio por inexplotación, por mencionar algunos puntos álgidos. Pero el país también debe trabajar en los sistemas de titulación de tierras y en la identificación de los baldíos de la Nación.

De ese modo, además de ir de la mano de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, se permitirá que campesinos sin tierra se vuelvan propietarios y, por esa misma vía, tener una ley de crédito que favorezca a la ruralidad en su conjunto. Si juntamos todas las posibilidades y potencialidades, el campo dará un salto muy importante porque es un territorio promisorio para el desarrollo.

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“Colombia entró en la era de la transición energética”

Septiembre 10, 2020

Carlos Gustavo Cano Sanz, exministro de Minas y Energía, asegura que más rápido
de lo que se cree el país tendrá las condiciones óptimas para desarrollar una importante
industria de energías alternativas como la solar y la eólica.

Javier Arboleda García, Colaborador.

Ante el creciente consumo de energía y la necesidad de una producción más limpia y menos contaminante, el país se propone generar en los próximos cuatro años 2250 megavatios de energías renovables o no convencionales. Eso equivale a lo que producirá la central hidroeléctica Hidroituango y 20 veces lo que consume al año una ciudad como Villavicencio.

El asunto implicará que el país pase de producir 50 megavatios de energías renovables en el año 2019 a esos 2250, lo que representará un salto importante en la meta de contar con el 10 % de este tipo de energías en el Sistema Interconectado Nacional.

Para hacer un comparativo del rumbo que está tomando esta transición energética en el ámbito global, Naciones Unidas estima que en el año 2050 el 87 % de la energía que consumirá el mundo será de fuentes renovables.

Para algunos, las condiciones actuales del sistema energético del país hacen que esa meta del 10 % pueda parecer improbable, pero el exministro de Minas y Energía Carlos Gustavo Cano Sanz sostiene que las ventajas comparativas del país permitirán que esa cifra se supere con creces.

Colombia consume cada año unos 70.000 megavatios de energía y espera, según la demanda, que esta cifra tenga un incremento del 2 % anual en la próxima década. El exministro Cano Sanz, economista de la Universidad de los Andes, con maestría en economía de la Universidad Lancaster, de Inglaterra, e integrante del Consejo Superior de la Universidad EAFIT, plantea en esta entrevista que Colombia superará sin problema la meta trazada:

¿Cuál es hoy el panorama energético en el país?

“Colombia, como buena parte del mundo, entró en la era de la transición energética. El país tiene una industria petrolera solvente y fuerte. Ecopetrol es la empresa más grande del país y ha empezado a dar pasos hacia las energías alternativas". "Además, la última subasta convocada por el Ministerio de Minas y Energía (contrato para garantizar suministro de energía al país) le asegura a Colombia que en el año 2022 habrá una generación, por esa vía, de 2250 megavatios de energías renovables. Eso es el equivalente, por ejemplo, a lo que producirá Hidroituango, calculado en 2400 megavatios”.

¿Cómo ha sido ese crecimiento de Colombia?

“En los últimos tres años la generación de energías alternativas, en especial la solar, representó más del 50 %. Son señales que demuestran que el país va en el camino de la renovación, hecho que contribuirá a mitigar los efectos del cambio climático”.

Foto: de Róbinson Henao

La decisión de construir hidroeléctricas de gran tamaño es cada vez más. Foto: Róbinson Henao

 

La magnitud de la propuesta

Con la subasta de energías renovables a la que hace alusión el exministro Cano, realizada a principios de 2019, el Ministerio de Minas y Energía asignó esa cuota de generación a ocho proyectos en los que participarán siete empresas generadoras y 22 comercializadoras.

Esos proyectos, de los cuales cinco son de energía eólica y tres solares, demandarán una inversión cercana a 2200 millones de dólares, dice el Gobierno Nacional, mucha de ella de inversión extranjera, pues en los ganadores de la subasta hay compañías foráneas.

La incidencia de la subasta y la de otros 215 proyectos que se ejecutan en diversas partes del país diversificará la matriz eléctrica, ayudará a mitigar los efectos del cambio climático, evitará vulnerabilidades como el Fenómeno El Niño y permitirá llegar a la meta del 10 % de producción de energías renovables, anunció la ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez.

Y aunque Colombia apenas entra en la onda de esa transición, debido a las exigencias y preferencias de los consumidores que ahora piden modos más limpios de producción, solo es superado en Latinoamércia, en proyectos e infraestructura, por países como Brasil, Chile, Costa Rica y México, según un informe de WWF (World Wide Fund for Nature – Fondo Mundial para la Naturaleza), una de las organizaciones más prestigiosas del mundo en la lucha por la conservación ambiental.

Esta organización no gubernamental recogió diez mil firmas para pedirle al Gobierno Nacional de Colombia que establezca un objetivo ambicioso de energías renovables a 2030 y defina  una estrategia que le permita alcanzarlo, más allá de lo que se planteó con la subasta.

“En el año 2025 empezará el declive progresivo del uso de la gasolina, por la fuerza de la producción eléctrica”.
Carlos Gustavo Cano Sanz, exministro de Minas y Energía.

Un asunto de sostenibilidad ambiental
Exministro Cano Sanz, ¿por qué es necesaria esa transición?

“Porque nos deja el bus: tenemos que estar en consonancia con los nuevos tiempos y, sobre todo, con las exigencias y preferencias de los consumidores. Ahora son mucho más conscientes sobre la protección ambiental, la sostenibilidad y, muy especialmente, sobre la necesidad de mitigar los efectos del cambio climático. La sostenibilidad es importante porque las energías alternativas son el eje transversal de los llamados 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por Naciones Unidas”.

¿Qué pasará en la industria colombiana?

“Las energías alternativas permitirán, en principio, la digitalización de los procesos productivos, de bienes y servicios, lo que ahorrará mucho en el consumo de energías de otro tipo”.

¿Qué ventajas comparativas tiene Colombia para utilizar las energías solar y eólica?

“Tiene muchas en la solar, por su ubicación privilegiada en el planeta, donde la producción de ese tipo de energía es más directa y abundante que en otros lugares del mundo. Ya comenzamos, no solo con la subasta que mencioné sino con proyectos como el que emprendió Ecopetrol en el departamento del Meta”.

Iniciativas potenciales y actuales

De acuerdo con la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), unidad administrativa especial adscrita al Ministerio de Minas y Energía, Colombia cuenta con la suficiente materia prima para el desarrollo de las energías renovables.

“Los recursos disponibles, como una irradiación solar promedio de 194 W/m2  (energía emitida por el sol en forma de radiación electromagnética) para el territorio nacional (por encima del promedio mundial), vientos de velocidades medias en el orden de los 9 metros por segundo (a 80 metros de altura) en La Guajira, y potenciales energéticos del orden de 450.000 terajoules (TJ-sistema internacional utilizado para medir energía, trabajo y calor) por año, en residuos de biomasa, representan un atractivo importante comparados con los de países ubicados en otras latitudes del planeta”, destaca la UPME.

¿Qué falta para impulsar esta industria?}

“Que Colombia profundice en la legislación relativa a la tributación ambiental, es decir, que imponga impuestos a las emisiones de gases de efecto invernadero y establezca una buena tabla de compensaciones para impulsar esa transición”.

Por ahora, la Ley 1715 de 2014 promueve y ofrece incentivos para incursionar en el desarrollo de energías de carácter limpio y amigable con el medio ambiente. Este marco regulatorio también exonera del pago de aranceles a quienes importen equipos para el montaje de plantas solares u otras de energías no convencionales, como la eólica.

Transformación del parque automotor
Ahora bien, otro aspecto fundamental de cara a mejorar la calidad del aire tiene que ver con la incorporación de vehículos eléctricos. ¿Cómo será la transición energética en ese campo?

"En el más largo plazo habrá una transición fundamental en la movilidad, es decir, en vehículos y aeronaves. Entre 2017 y 2018 el crecimiento de vehículos eléctricos en el mundo fue del 63 %, con China a la cabeza (de dos millones de vehículos eléctricos que se produjeron el año 2018 en el mundo, el 56 % provino de ese país). La cifra aún es pequeña frente al parque automotor mundial, de 93 millones de vehículos, pero el crecimiento eléctrico seguirá aumentando al punto que en 2035 habrá 100 millones de unidades, superior al que hoy consume gasolina”.

¿Cómo se dará la transición del vehículo de gasolina, diesel o gas al eléctrico?

“Hay un pico importante: el año 2025, que es mañana. Para esa fecha empezará el declive progresivo del uso de la gasolina, por la fuerza de la producción eléctrica. Esto no implica que desaparecerá el petróleo sino que se utilice mejor en la industria petroquímica”.

Los avances de Medellín

En el ámbito colombiano, Medellín es un ejemplo en este tema: a finales del año 2019 la ciudad adquirió 64 buses padrones eléctricos chinos que de inmediato integró al servicio público de transporte. Cada vehículo tiene capacidad para 80 pasajeros y una autonomía de 300 kilómetros. Además, la capital antioqueña cuenta con un plan de incorporación de 1500 taxis eléctricos, de los cuales 200 empezarán a rodar en los próximos meses.

El consumo de combustibles fósiles es el principal productor de material particulado (conocido como PM 2.5 –por sus siglas en inglés–) y de dióxido de carbono (CO2), mayores contaminantes de la atmósfera. De acuerdo con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, autoridad ambiental en la región, en la sola contaminación del aire en Medellín hay una responsabilidad directa de los carros y motos, pues generan el 80 % de las partículas 2.5, el 74 % de CO2, el 99 % de
las emisiones de metano y el 80 % de las de oxígeno nitroso.

Finalmente, exministro Carlos Gustavo Cano, ¿considera usted que Colombia podría llegar a crear un tipo de generación de energías alternativas para grandes plataformas industriales y comerciales?

“Sin duda alguna, pero todo a su tiempo. Estamos avanzando en la adquisición y desarrollo de la tecnología, pero el gran reto es el almacenamiento, es decir, cómo diseñar baterías, pequeñas y gigantes, para ese almacenamiento. Si miramos cómo empezamos y cómo estamos hoy, nos damos cuenta de los pasos importantes que hemos dado y del ritmo acelerado con que esa industria viene creciendo”.

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Movilidad urbana sostenible: ciudades benignas

Septiembre 10, 2020

Alejandro Álvarez Vanegas. Profesor de Ingeniería de Procesos – Coordinador del Núcleo de Formación Institucional de EAFIT en Cultura Ambiental.

En el reporte de la Conferencia de Estocolmo, en 1972, se lee que “el hombre [el ser humano] es a la vez obra y artífice del medio ambiente que lo rodea, el cual le da el sustento material y le brinda la oportunidad de desarrollarse intelectual, moral, social y espiritualmente”.

La muestra por excelencia de nuestra condición de artífices del medio ambiente que nos rodea es la ciudad. Y es desde las ciudades que la humanidad debe generar las soluciones más contundentes para enfrentar la actual crisis ecológica y lograr un desarrollo sostenible.

En otras palabras, en el ámbito urbano deben materializarse pasos valientes hacia una sociedad en la que la búsqueda de una vida digna y de buena calidad (para todas las personas) se dé en armonía con la naturaleza. Esto no solo por el valor intrínseco que tienen las otras especies y el planeta en general, sino también porque, siendo los seres humanos naturaleza misma, al destruirla irremediablemente nos destruimos.

Uno de los temas más relevantes que pueden tratarse desde la convergencia entre ciudades y sostenibilidad es la movilidad. Y aunque no cabe duda de que la infraestructura y las tecnologías disponibles para el transporte juegan un papel determinante en la sostenibilidad urbana, estas no lo abarcan todo: el comportamiento de quienes ocupamos las ciudades (el hábito como forma de habitar) es también un asunto que vale la pena analizar, a pesar de que de manera usual se pone en un segundo plano. O precisamente debido a ello.

Y no hay que dar muchas vueltas para llegar a una lista de cambios de comportamiento fundamentales para una movilidad sostenible: se trata, en lo esencial, de desmotorizar la cotidianidad y de valorar más las alternativas colectivas.

Los motores son máquinas asombrosas que, sin duda, han posibilitado el alcance de una mejor calidad de vida y, claramente, sería un sinsentido pretender renunciar por completo a ellos. Pero es igualmente claro que la movilidad urbana ha llegado a unos niveles dañinos de dependencia del motor.

Asimismo, es comprensible que se opte por las alternativas privadas pero, de nuevo, el exceso ha conducido a una hiperindividualización en la movilidad que, sobre todo combinada con la adicción al motor, es problemática (tanto como pronunciar la palabra hiperindividualización).

Se necesita una ciudadanía dispuesta a caminar, a montar en bicicleta y a usar el transporte colectivo; personas que, si usan el carro, traten de compartirlo. Caminar o usar la bicicleta son formas de movilizarse que cuentan con la gran ventaja de que no se gasta combustible y, además, producen un placer adicional: como es nuestro propio esfuerzo el que nos lleva de un punto a otro, hay una sensación marcada de satisfacción y orgullo.

Y a ello se le suma el disfrute de evitar los trancones, de sentir la ciudad en forma más directa, de entenderse como parte de ella.Existen  razones  de  índole  ética  para realizar los cambios de comportamiento en la movilidad (en general, para propender por un estilo de vida sostenible), pues se trata del cuidado de la vida.

No hay que hacer más que mirar la cantidad de muertes asociadas a la mala calidad del aire o los impactos del cambio climático (ambos problemas derivados en gran medida de la piromanía global) para concluir que debemos reorientar la forma en que nos movilizamos.

En ocasiones tiende a confundirse la mitigación del abuso del carro particular –que es necesaria– con la eliminación de su uso –que es imposible–. Dejar el carro un día a la semana en la casa. Hacer teletrabajo de vez en cuando. Ir en bus o en metro y luego caminar. Todo suma: cualquier paso que se dé es una contribución importante y se puede avanzar de manera gradual, cada quien yendo hasta donde le sea posible, según su situación particular.

No hay que renunciar a todas las comodidades, pero sí es imprescindible reflexionar sobre el esfuerzo personal que podemos hacer.

Por último, si bien el esfuerzo personal es importante, para lograr adquirir y mantener los hábitos de una movilidad sostenible necesitamos también estrategias eentornos capaces de inspirarlos y permitirnos practicarlos. Se unen entonces los comportamientos y el asunto de la infraestructura. Caminar, montar en bici o tomar el bus: ninguno de estos debería ser un acto heroico.

Nuestras ciudades deberían estar diseñadas para ello, pero hay que aceptar que en la actualidad en Colombia ese no es el caso. Por eso la inversión en infraestructura debe ser coherente con los principios de la movilidad sostenible, tanto para reformar lo existente como para construir lo nuevo.

Mediante la inversión en educación e infraestructura sostenibles tenemos la posibilidad de hacer emerger un círculo virtuoso: entre más gente opte por la desmotorización y la mitigación de la hiperindividualización, menos contaminación, ruido y ocupación del espacio tendremos; lo que conducirá a un entorno urbano más amigable y atractivo, a una ciudad más capaz de invitar a más gente a conectarse de manera más cercana con la ciudad y a optar por lo colectivo... Y así sucesivamente.

No se pueden aplazar los esfuerzos personales e institucionales para humanizar las ciudades, entendiendo la humanización como una derivación de dos acepciones de humanidad: conjunto de personas, por un lado, y benignidad o afabilidad, por el otro. Las ciudades deben ser benignas, afables, más para las personas que para los motores.

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Covid-19: ¿Escondernos o enfrentarlo?

Septiembre 10, 2020

Diego F. Villanueva-Mejía. Investigador sénior, profesor titular y jefe del Departamento de Ciencias Biológicas, Universidad EAFIT.

A pesar de estar lejos de alcanzar las cifras de la pandemia más grave que afectó a la población humana (causada por el virus H1N1 en 1918, 500 millones de personas infectadas y 50 millones de muertos), es claro que el Coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2), agente etiológico de la enfermedad por Coronavirus 2019 (COVID-19), puso al mundo contra las cuerdas.

Para empezar, es bueno saber que los coronavirus (CoV) son una amplia familia de virus (conformada por cuatro géneros: alphacoronavirus, betacoronavirus, gamacoronavirus y deltacoronavirus) que han coexistido con nosotros durante mucho tiempo, infectando animales y humanos, y desarrollandoenfermedades que  pueden causar diversas afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, afectando sistemas entérico, respiratorio, renal y neurológico.

Con 5'467.945 personas infectadas y 344.731 decesos a nivel mundial (datos a mayo 25 de 2020 y contando), el SARS-CoV-2 aparece como el agente causal del brote epidemiológico más fuerte del siglo XXI (insisto en eso: el más fuerte), pues antes habíamos sufrido otros dos eventos zoonóticos gracias a los beta-CoV, causando fuertes brotes epidemiológicos: SARS-CoV (2002-2003) que emergió de un murciélago (8000 personas infectadas, 800 muertes); MERS-CoV (2012), que emergió de un camello, descubierto en Arabia Saudita y que aún permanece endémico en el Medio Oriente (2494 infecciones, 858 muertes y contando).

Esto, sin considerar las demás epidemias ocasionadas por otros microorganismos patogénicos. Saturados de información (y cuantiosa desinformación), en estos momentos la invitación es a mirar hacia adelante y sacar las mejores lecciones personales y colectivas para sobrevivir y sacar adelante nuestra especie. ¿Cuál es el camino para ello? La respuesta es sencilla: la ciencia.

Muestra de lo anterior son las 3068 publicaciones registradas en Scopus y las 11210 que aparecen en Web of Science (información a mayo 25 de 2020 referente a SARS-CoV-2 y covid-19), generadas en solo cinco meses, que sientan las bases para encontrar mejores técnicas diagnósticas, posibles curas a la enfermedad y entender cómo podemos recuperarnos como especie.

No obstante, aunque encontremos una cura (vacunas y medicamentos correctivos) que nos permita llegar a la “normalidad”, debemos ser cautos, racionales y obrar en consecuencia con las decisiones basadas en la ciencia y no en el pánico o la incertidumbre.

No podemos ocultar el sol con un dedo: como Homo sapiens, quedarnos resguardados en casa y escondernos de un organismo microscópico que existirá  con  nosotros por mucho tiempo es imposible.

Ahora tenemos el reto de sacar adelante nuestras actividades económicas, y todas en general, a la vez de prepararnos para coexistir (humanos y SARS-CoV-2),  anticipando nuevas olas de contagio que nos llevarán seguramente a cuarentenas intermitentes, en razón a que el virus ha llegado para quedarse: este y otros más.

Es prudente conocer que la mayoría de los virus humanos emergentes se originan en mamíferos salvajes. Análisis exhaustivos de las asociaciones conocidas entre virus y mamíferos han determinado que los roedores, y en especial los murciélagos, albergan una proporción significativamente mayor de zoonosis.

Sin el objetivo de satanizar a estos animales (por su importancia en el control de poblaciones de insectos, en la polinización, la dispersión de semillas y la fertilización del suelo), hoy concierne mencionar que los murciélagos son reservorios y vectores de una gran cantidad de infecciones virales zoonóticas, incluidas el SARS, MERS, los filovirus Ébola y Marburg, los lissavirus, los virus Hendra y Nipah, entre otros, por lo que comprender los impulsores de la transmisión viral  interespecífica es una importante prioridad de investigación científica en biodiversidad y salud pública no solo hoy, ¡en adelante!

Entonces, ¿seguirnos exponiendo al SARS-CoV-2? Es lo ideal, pero con mesura. Hemos estado y seguiremos expuestos eventos de infección por virus, incluso de la familia de los coronavirus.

Pero hasta eso es bueno en tiempos de crisis como los que atravesamos en la actualidad, pues hay reportes científicos de la inmunidad natural preexistente en humanos no infectados, ni expuestos al nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), todo ello gracias a la reactividad inmune entre coronavirus humanos (HCoV) que se propagan estacionalmente y que proporcionan protección cruzada, aunque transitoria, contra la infección con distintos tipos de HCoV.

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¿Qué supone la inconstitucionalidad de las normas que crearon el MinCiencias?

Enero 26, 2022

Cristian Andrés Díaz. Profesor de Derecho Administrativo, Universidad EAFIT.

Hace algunos meses, la Corte Constitucional declaró “inexequible con efectos diferidos a dos legislaturas completas, contadas a partir del 20 de julio de 2021, la Ley 1951 del 24 de enero de 2019, ‘por medio de la cual se crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, se fortalece el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y se dictan otras disposiciones’.”

Del mismo modo, declaró inexequibles los artículos 125 y 126 de la Ley 1955 de 2019, “por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”. Esta decisión judicial se adoptó en la Sentencia C-047, con ponencia del magistrado Antonio José Lizarazo Ocampo y fue anunciada en comunicado del 4 de marzo de 2021.

La Ley 1951 del 24 de enero de 2019 había creado el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, ordenando su entrada en funcionamiento dentro del año siguiente y asignándole la función principal de impulsar la participación de la comunidad científica para incrementar el nivel de la investigación científica y social, así como el desarrollo tecnológico de las instituciones de educación superior, los centros de investigación, los parques industriales y las empresas. Así mismo, la mencionada ley indicó que esta nueva entidad gubernamental no podía generar gastos generales o de personal adicionales a los que tenía presupuestado el Departamento de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias).

Posteriormente, se promulgó la Ley 1955 del 25 de mayo de 2019 que expidió el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 y complementó –en los artículos 125 y 126– aspectos asociados a la estructura y competencias del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que no habían quedado definidos en su ley de creación.

La Ley 1951 de 2019 fue demandada ante la Corte Constitucional que, a su vez, integró al proceso los artículos 125 y 126 de la Ley 1955 de 2019, por guardar relación con la fusión, la denominación y los objetivos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. En la demanda se argumentó que: i) se infringió el artículo 154 de la Constitución, que establece que los proyectos de ley dirigidos a crear, suprimir o fusionar ministerios solo pueden ser presentados por el Gobierno Nacional, y esto no fue lo que sucedió en el caso analizado; y ii) se contravino el artículo 150, numeral 7, de la Constitución, por no establecerse en la ley la estructura del Ministerio que se creó.

La Corte Constitucional acogió estos argumentos indicando que “no es posible adoptar medidas que no correspondan a la función de planeación y que no tengan por finalidad impulsar el cumplimiento del Plan para el correspondiente período presidencial”. En tal sentido, precisó que no era viable subsanar a través de la ley del Plan Nacional de Desarrollo los vacíos relacionados con la estructura del Ministerio porque dicho asunto debía determinarse a partir del procedimiento democrático previsto en la Constitución.

Es más, para la Corte, los artículos 125 y 126 de la Ley 1955 de 2019 ni siquiera subsanaron el vacío en la estructura del Ministerio, pues se limitaron “a otorgarle al Gobierno facultades que la propia Constitución le confería para modificar la estructura de los ministerios, pero no para determinarla (artículo 189.16 de la Constitución)”.

Ahora bien, ¿qué implica que la Corte Constitucional haya declarado inexequibles las disposiciones normativas por las cuales se había creado el Ministerio? ¿Significa que desde la expedición de la Sentencia C-047 de 2021 dicho Ministerio desapareció?

De conformidad con el artículo 45 de la Ley 270 de 1996, “las sentencias que profiera la Corte Constitucional sobre los actos sujetos a su control en los
términos del artículo 241 de la Constitución Política, tienen efectos hacia el futuro a menos que la Corte resuelva lo contrario”. Usualmente, estos efectos se producen desde el mismo momento en el que se publica la sentencia, de manera que, si declara inexequible una norma, esta queda expulsada inmediatamente del ordenamiento jurídico. Sin embargo, tanto el artículo al que se ha hecho referencia, como la jurisprudencia constitucional reconocen la potestad de la Corte de modular los efectos de sus fallos, es decir, de establecer desde qué momento se producen tales efectos y en qué sentido.

Pues bien, con la Sentencia C-047 de 2021, “la inexequibilidad se declaró con efectos diferidos a dos legislaturas completas, contadas a partir del 20 de julio de 2021”. Según la Corte, “la medida del diferimiento se adoptó al tener en cuenta la necesidad de no afectar la continuidad en el cumplimiento de las finalidades constitucionales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en los términos del artículo 70 de la Constitución, y los derechos de las personas vinculadas a la entidad y a los programas y proyectos que desarrolla en materia de ciencia, tecnología e innovación”.

Esto significa que con la decisión de la Corte Constitucional el Ministerio no desapareció. Más aún, puede seguir ejerciendo sus funciones. Pero el Congreso de la República cuenta con dos legislaturas, contadas a partir del 20 de julio de este año, para regular de manera completa la estructura de dicho Ministerio, pues una vez cumplidas aquellas, tanto la Ley 1951 de 2019 –que lo creó– como los artículos 125 y 126 de la Ley 1955 de 2019 –que complementaron sus funciones–, saldrán del ordenamiento jurídico y quedará sin fundamento normativo tal Ministerio.

Según el artículo 138 de la Constitución, una “legislatura” se conforma por dos períodos legislativos: el primero va del 20 de julio al 16 de diciembre y el segundo del 16 de marzo al 20 de junio. De acuerdo con lo anterior, el plazo para que el Congreso subsane los defectos en la estructura del Ministerio, siguiendo el trámite legislativo adecuado, vence el 20 de junio de 2023. Hasta esa fecha, dicho Ministerio puede continuar desarrollando sus actividades.

A pesar de que con el plazo concedido por la Corte Constitucional para remediar la situación el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación conserva temporalmente su vigencia y operatividad, un tema estratégico del Estado, como lo es la creación de un ministerio, debería contar con un procedimiento legislativo adecuado y tener claramente definida su estructura desde el momento de su concepción.

Debe recordarse que los ministerios y los departamentos administrativos, como órganos del Gobierno Nacional, cumplen funciones cruciales para la concreción de las políticas públicas. En tal sentido, la creación, modificación y supresión de aquellos debe obedecer a un razonable ejercicio de planeación y no a decisiones improvisadas.

La sentencia de la Corte Constitucional también es un llamado a que se respete el principio democrático en la creación de los órganos del Estado. El Congreso de la República no puede renunciar a su competencia para establecer la estructura de un ministerio, encomendando este asunto al Gobierno Nacional, pues ello no garantiza el grado óptimo de deliberación y afecta la legitimidad de este tipo de decisiones.

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Las revistas y el periodismo científico

Enero 26, 2022

Heiner Mercado Percia. Editor de la revista Co-herencia.

Las revistas multidisciplinarias o generalistas editadas por universidades colombianas, como Revista Científica de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Revista Universidad Católica Luis Amigó, Revista de Investigaciones de la Universidad del Quindío, Revista de la Universidad Nacional o la Revista Universidad EAFIT, surgieron como medios que centralizaban la publicación de artículos científicos dedicados a la exposición de los resultados de investigaciones en diferentes disciplinas desarrollados por los grupos y programas de estas instituciones.

Algunas mantienen ese espíritu, otras desaparecieron, pero desde hace unos años unas cuantas, como la Revista Universidad EAFIT, se transformaron en publicaciones de divulgación científica adoptando las prácticas propias del periodismo científico.

Esa transformación fue motivada seguramente por razones como el surgimiento de otras revistas más especializadas editadas por escuelas o facultades que terminaron compitiendo por la publicación de artículos, las cambiantes exigencias de Publindex en materia de cumplimiento de criterios de calidad y castigos a la endogamia, problemas en la continuidad, interrupciones o demoras frecuentes en la publicación de nuevas ediciones que hacían que se incumpliera la periodicidad definida, la dificultad para atraer artículos de autores de otras instituciones, bajos niveles de uso (consulta, citación, etc.) causados por la dificultad de proyectar una unidad e identidad temática, entre otros.

En el caso de esta revista de la Universidad EAFIT, los cambios acordes con ese giro hacia el periodismo científico aparecen en la edición 161 de enero-junio de 2013. El exrector Juan Luis Mejía indicaba en el editorial de dicha edición una “nueva vocación” de la publicación que se insertaba en el marco de un nuevo impulso hacia el mejoramiento de las revistas de la universidad, pero además servía para presentar, en un lenguaje mucho más claro y visual gracias al trabajo mancomunado entre periodistas e investigadores, los resultados de las investigaciones realizadas por los integrantes de los diferentes grupos de la Institución y su impacto social.

En esa misma línea, se han creado también nuevas publicaciones en otras instituciones de educación superior del país, como es el caso de Intellecta de la Universidad del Norte, Revista Divulgación Científica de la Universidad del Rosario o Pesquisa Javeriana. No hay duda de que este giro hacia el periodismo científico ha sido positivo. Ha abierto la posibilidad de que se promueva el diálogo entre investigadores y comunicadores, que se impulse el ejercicio de la divulgación del conocimiento científico como tarea complementaria a la investigación misma y a la escritura de artículos o papers dirigidos a especialistas y, sobre todo, a que se amplíe el número de lectores. Sin embargo, algunos aspectos del periodismo científico deben explotarse de una manera mucho más sistemática para lograr acercar en mayor medida la ciencia a la sociedad.

El periodismo científico tiene como objetivo informar, explicar y analizar hechos científicos y tecnológicos. Contextualiza y llena de sentido los proyectos, los modos de proceder en las investigaciones, los resultados y las aplicaciones de los nuevos conocimientos, conceptos e instrumentos. Suele señalarse que el periodista científico cumple un papel de mediador entre el científico y el público en general a través de su esfuerzo por traducir ese lenguaje técnico complejo en uno mucho más claro sin que se pierda el rigor.

Pero, también, el periodismo científico cumple una tarea muy importante para la sociedad y para la ciencia misma puesto que posibilita discusiones críticas en torno a las contribuciones reales que traen para la sociedad las investigaciones, los nuevos hallazgos científicos y las aplicaciones tecnológicas; está atento para denunciar con propiedad y con la autonomía suficiente posibles malas prácticas, fraudes, manipulaciones y conocimiento erróneo o pseudocientífico. Para ello, no se puede dejar de lado la búsqueda y comparación de fuentes, el trabajo de campo y una reportería rigurosa.

El trabajo del periodista científico aprovecha los diferentes medios (impresos, televisivos, radiales y digitales) que contribuyen eficazmente a la divulgación de los nuevos hallazgos, pero también debe estar muy cerca de la actividad que realizan los editores de las revistas científicas tradicionales para estar al tanto de los procesos de evaluación y del impacto que han tenido los estudios que se están cubriendo.

Creo que la implementación de algunas herramientas del periodismo científico en la revista de la Universidad EAFIT es un acierto, en primer lugar, porque nos permite ver de cerca lo que están haciendo los investigadores; en segundo lugar, porque puede contribuir a que se reconozca que la labor editorial produce conocimientos y prácticas que rara vez son aprovechadas para otras actividades misionales; y, por último, abre la posibilidad de que se promuevan discusiones amplias sobre los nuevos hallazgos científicos en momentos como este, de pandemia, en donde más se necesita que la sociedad tenga al alcance información precisa, verdadera y, sobre todo, estructurada bajo los más estrictos lineamientos éticos.

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Cuidar la memoria, la verdad y la justicia reparadora

Enero 22, 2022

Gloria María Gallego. Profesora de la Escuela de Derecho, coordinadora del área de Teorías del Derecho.

Hay un cambio cultural en la valoración del pasado. Estamos en la época de la memoria, como categoría ética, filosófica y política, para denunciar y resistir contra el horror. Es el triunfo de las víctimas que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto y que erigieron algo tan modesto como la memoria en un potencial de oposición y en una semilla para nuevos aprendizajes en la construcción de barreras morales contra la violencia.

Los que regresaron de los campos de concentración sintieron que volvían más del mundo de los muertos que del mundo de los vivos sin saber muy bien cómo sobrevivieron a esa fábrica de atrocidades: “Convivíamos codo a codo con la muerte, y no era posible dejar de preguntarse si uno sería el próximo cadáver que llevaran al crematorio”. La meta era salir con vida de aquella barrera de muros, alambradas, cámaras de gas y hornos crematorios para hablarle al mundo del destino de la muchedumbre innumerable de quienes “sufren y se arrastran en una opaca soledad íntima, y en soledad mueren o desaparecen, sin dejar rastros en la memoria de nadie”. Los sobrevivientes se convirtieron en testigos por delegación y asumieron el deber de narrar para anular todo proyecto de negación y ocultación del pasado.

Dar testimonio, registrar la barbarie, negar justificación a los actos inhumanos de los perpetradores es una forma última de justicia. La memoria es un conocimiento surgido de los testigos supervivientes del horror que con el poder de la palabra (hablada o escrita) comunican a otros los materiales de la experiencia vivida. Va más allá del recuerdo, la vivencia o emoción personal y los sentimientos que los recuerdos suscitan, y se convierte en un modo específico de conocimiento que, apoyándose en los casos individuales, subraya la universalidad del horror, destaca las luchas de seres humanos por sobrevivir y por su dignidad, y advierte sobre el futuro.

Tras tantas décadas de guerra interna, nuestro país vive la era de la memoria, de la verdad y de la justicia reparadora, como elementos imprescindibles para la paz y la reconciliación, y como tributo último a millones de víctimas de secuestro, asesinato selectivo, desaparición forzada, violencia sexual, desplazamiento forzado, tortura, masacre, reclutamiento forzado. Memoria por tantas vidas destruidas, libertades anuladas, proyectos frustrados, daños, sufrimientos y traumas. La realidad no es solo lo existente; es también lo suprimido, lo que está ausente, lo que quedó truncado.

La memoria, como modo específico de conocimiento, trasciende las emociones subjetivas y negativas que atan al pasado (tristeza, furia, odio, resentimiento, deseo de venganza) y –siguiendo a Todorov– pasa de la lectura literal del hecho a la lectura ejemplar, es decir, el acontecimiento recuperado ya no es leído de manera calcada y puntual, sino que sirve de modelo para ilustrar sobre situaciones similares con un sentido superador y constructivo, de apertura al presente y al futuro en procura de evitar el sufrimiento humano y de la conformación de una sociedad más justa y pacífica.

Todo acto de memoria tiene significación ética, pues obliga a inscribir los hechos acontecidos y las experiencias de inhumanidad colectiva en el marco histórico pasado y reciente, conserva la información, honra a las víctimas, se opone a la negación de los crímenes por parte de los perpetradores por simple falta de conocimiento.

No se trata solo del pasado, ella entraña un carácter de porvenir: es un ejercicio que, desde la sabiduría de la experiencia de lo acontecido y desde ideales de convivencia civil, se transmite y retransmite para ayudar a leer los hechos y su línea de desarrollo, de tal manera que pueda extraerse una indicación, un ejemplo, una enseñanza que puedan alumbrar lo que sucede y anticipar lo que podría llegar a suceder, para que las atrocidades de ayer no retornen en circunstancias
más o menos parecidas.

Las víctimas nunca más pueden ser el precio a pagar en la búsqueda de fines políticos y modelos de orden social. Las divergencias, los intereses contrapuestos,
las distintas representaciones del orden social y las tensiones deben tramitarse por medio de la palabra, el debate público, la política, la democracia como arte del acuerdo desde todo aquello que se tiene en común, más allá de lo que separa.

Referencias

Nanette Blitz, Sobreviví al Holocausto. El conmovedor relato de una amiga de Ana Frank, 1ª. ed., Bogotá, Taller de Edición Roca, 2016, p. 59.

Primo Levi, Si esto es un hombre, 6.ª reimp., Barcelona, Muchnik Editores, 2005, p. 153.

Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria, 1ª. ed., Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 2008.

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Medellín debe reenfocar su política contra grupos delictivos

Marzo 22, 2021

Si bien la política criminal contra bandas y combos ha dado frutos, es hora de reenfocarla, mejorarla
y adecuarla a la realidad actual. Investigadores aseguran que es la forma de acabar con el llamado
“gobierno criminal”, fenómeno que ocurre en sectores afectados por la acción de grupos armados.

 

Javier Arboleda García, Colaborador.

En las tres últimas décadas, desde que era considerada la ciudad más violenta del mundo hasta hoy, Medellín ha diseñado y desarrollado una serie de políticas públicas para atacar los fenómenos violentos y generar bienestar y respuestas a las necesidades de las comunidades que los sufren.

Ello le ha dado no solo un reconocimiento internacional, sino que ha permitido fortalecer su gobernabilidad. Un ejemplo es lo siguiente: en 1992, la ciudad tenía una tasa de homicidios de 350 casos por cada 100.000 habitantes y la de 2019 mostró 24 casos por cada 100.000 habitantes.

Aun así, la investigación “Gobierno criminal en Medellín: panorama general del fenómeno y evidencia empírica sobre cómo enfrentarlo”, realizada desde 2016 por Innovations for Poverty Action (IPA), la Universidad de Chicago y la Universidad EAFIT muestra que hoy esas políticas públicas no tienen el impacto esperado y deben reenfocarse y mejorarse.

Para sustentar la tesis, la investigación se basa en un elocuente dato: aún hoy en la ciudad existen entre 15 y 20 grandes bandas armadas que, a su vez, controlan el accionar delictivo de unos 350 combos y que ese accionar va más allá de actividades como el microtráfico, la extorsión, el hurto y el control de los llamados “pagadiarios” o “gota o gota”.

“Hay que entender mejor cómo esto evoluciona en el tiempo, para focalizar otro tipo de políticas. Creo que lo primero que debe hacer el Estado, en particular la Alcaldía de Medellín, es medir mejor esos fenómenos”, dice el profesor Santiago Tobón Zapata, uno de los directores de la investigación, quien dirige el Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de EAFIT.

Advierte que se trata de un problema serio, grave, que ocurre hace tiempo y sobre el cual existe la evidencia anecdótica de cómo se manifiesta en muchas partes del territorio, “pero indudablemente nos falta medirlo mejor, de forma más sistemática, frecuente y completa”.

En Medellín existen entre 15 y 20 grandes bandas armadas que controlan a unos 350 combos. Foto: Róbinson Henao

 

Delincuentes que ocupan el papel del Estado

El también profesor de EAFIT Gustavo Duncan Cruz, del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas –otro de los directores de la investigación–, explica que las estructuras criminales de Medellín, como ocurre en muchas ciudades del mundo, generan altos porcentajes de violencia y corrompen diferentes niveles de la política y la administración pública.

Pero lo más grave, advierte el académico, es que ejercen funciones similares a las de los Estados, como resolver disputas y problemas comunitarios, imponer reglas de comportamiento, prestar seguridad, administrar justicia y cobrar “impuestos”.

A esas actividades se les conoce como “gobierno criminal”. El problema es que, tal cual funciona ese gobierno criminal en Medellín, no va en contravía del gobierno estatal sino que, todo lo contrario, a veces lo complementa, se nutre de él o se convierte en el espejo para fortalecer su presencia, en especial en territorios con mayor ausencia de institucionalidad, afirma Duncan.

La gente demanda servicios de gobierno, resolver su problema con el vecino y, en muchos contextos, se acerca a la solución más rápida, ágil, contundente y efectiva, y cuando el Estado es incapaz de hacerlo, acude a otros actores de la vida social.

En algunos contextos, esos actores son la administración de un edificio o un líder comunitario y, en otros más extremos, los integrantes de los combos armados, agrega el profesor Tobón Zapata, quien está adscrito al Departamento de Economía de EAFIT.

Finanzas del crimen organizado

La investigación no se queda en la explicación simplista según la cual las grandes bandas criminales son proveedoras mayoristas de droga a combos de menor tamaño para que estos la vendan al detal. O que suelen concentrarse en extorsiones a grandes negocios y rutas de buses, mientras los combos extorsionan a pequeños establecimientos comerciales de barrio y, en ocasiones, a los hogares.

Ahora, unas y otros tienen una diversificada estructura de ingresos que incluye servicios prestados a la industria del narcotráfico, como el sicariato, el cobro de deudas y la protección de rutas de transporte de estupefacientes. Además, imponen multas por mal comportamiento o definen el loteo de predios y el arriendo de bienes para actividades criminales.

Ante esta realidad, la investigación sugiere recomendaciones para enfrentar con éxito ese fenómeno. Ellas son fruto también de los resultados de una encuesta realizada a finales de 2019 en 4.868 hogares y 2.109 negocios de estratos 1, 2, 3 y 4, de 224 barrios de Medellín y 8 de Bello e Itagüí. Algunos de los resultados de esa encuesta son sorprendentes y van en contra de lo que muchas personas e instituciones suponían, según lo revelan las siguientes conclusiones:

Los niveles de gobierno criminal varían mucho a lo largo de la ciudad y en algunos barrios los combos son la autoridad.

El gobierno criminal está correlacionado con la extorsión y los préstamos de dinero conocidos como “gota a gota”. Esto sugiere que la extracción de rentas ilegales es uno de los motivos por los que los combos “gobiernan”.

Los niveles reales de gobierno criminal y de otros fenómenos asociados como la extorsión son mucho más altos que los estimados por las autoridades.

Contrario a lo esperado, incrementar el gobierno del Estado puede aumentar el gobierno criminal
La encuesta reflejó que, pese a que el Estado llega a esas comunidades con una batería de asistencia social, en muchos barrios el combo es mucho más activo en relación con la provisión de diferentes servicios de gobierno.

“En otras palabras, aquellos barrios en donde los combos ejercen más funciones de gobierno son también los barrios en donde la gente se siente más satisfecha y confía más en ellos”, es decir, según la investigación, los ciudadanos ven a los combos como un complemento del Estado porque actúan como intermediarios entre la comunidad y el mismo Estado.

Tal cual funciona el gobierno criminal en Medellín, no va en contravía del gobierno estatal: a veces lo complementa, se nutre de él o se convierte en el espejo para fortalecer su presencia, afirma el profesor Gustavo Duncan.

Cómo reducir el gobierno criminal

Ante estas evidencias, la investigación plantea, como lo expresa el profesor Tobón Zapata, algunos pasos para reducir el gobierno criminal mediante el aumento del gobierno del Estado. Uno de ellos, tal vez el principal y el que debe aplicarse en el futuro inmediato, es hacer más encuestas para conocer mejor el fenómeno, pero con un nivel de representatividad más detallado del barrio y no tanto de la comuna.

En ese sentido, la investigación les plantea un reto importante a quienes diseñan políticas públicas y es que si van a llegar a estas comunidades es porque deben hacerlo con la certeza de que su presencia solucionará sus problemas y no aumentará la decepción y desconfianza de los ciudadanos.

“Es posible que el aumento del gobierno del Estado incremente las oportunidades para que los combos ejerzan funciones de gobierno. Esto puede ocurrir cuando el Estado se concentra en aumentar el ejercicio de algunas funciones y deja otras de lado”, dice una conclusión de la investigación.

Esas otras funciones pueden terminar convirtiéndose en un nicho para que los combos ejerzan o desarrollen ventajas comparativas, “tales como aquellas relacionadas con su conocimiento de las comunidades y su presencia constante en el territorio”, precisa otra conclusión”.

Cuatro recomendaciones

Para los docentes, el mayor logro de la investigación y de los datos arrojados en la encuesta es que les permite no solo hacer las siguientes cuatro recomendaciones, sino ofrecer la experiencia del grupo académico para su implementación:

No volver a implementar la “intervención microterritorial” bajo el esquema previamente utilizado: o no se debe abordar con intervenciones que no sean capaces de suministrar bienes y servicios en la misma medida en la que la llegada de dichas intervenciones aumenta las expectativas de los ciudadanos.

Poner en marcha un proceso para diseñar y ejecutar intervenciones innovadoras dirigidas a enfrentar el gobierno criminal, la extorsión y otros fenómenos asociados con el crimen organizado.

Realizar mediciones anuales sistemáticas sobre la fuerza y la influencia de los grupos de crimen organizado.

Promover evaluaciones de impacto de las intervenciones contra el crimen organizado.

Retos para el Gobierno

Para el profesor Tobón Zapata, la investigación sugiere dos para el gobierno, en especial, el municipal. El primero, tener más capacidad para llegar a los territorios: “No puede siempre repetirse la misma fórmula de los gestores comunitarios o enlaces territoriales” porque requiere, con prontitud, aplicar un sistema más eficiente para llevarle soluciones a la gente.

Y el segundo, el fortalecimiento urgente de las inspecciones de Policía y las comisarías de familia, la cara más cercana del Estado a las comunidades en los territorios. “Estos despachos adolecen de muchos profesionales con el perfil y la actitud adecuados para resolver la cantidad de trámites que siguen en sus anaqueles”, concluye el académico.

¿Cómo evaluar el impacto del "gobierno criminal"?

Considerando que están desactualizadas las mediciones sobre cómo las acciones de los grupos criminales afectan la vida cotidiana, los investigadores aconsejan:

¿Qué medir?

Presencia y existencia de las actividades de grupos de crimen organizado en el territorio.

Provisión de grupos de crimen organizado, de bienes y servicios relacionados con la resolución de problemas comunitarios cotidianos.

Provisión de actores estatales, como las alcaldías y la Policía Nacional, de bienes y servicios relacionados con la resolución de problemas comunitarios cotidianos.

Legitimidad de los grupos de crimen organizado entre los ciudadanos.

Legitimidad de las organizaciones del Estado entre los ciudadanos.

Montos que pagan los ciudadanos en las extorsiones, así sean por aquellas funciones simples como la resolución de conflictos o la seguridad.

Alcances reales de los llamados “pagadiarios” o “gota a gota”.

Ubicación de los llamados mercado de la droga o plazas de vicio, de modo que se pueda saber precios y cantidades.

Con qué otras rentas legales cuentan las estructuras criminales en mercados de bienes legales.

Reclutamiento, uso y vinculación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes a los grupos de crimen organizado.

¿Cómo hacerlo?

La investigación sugiere que las mediciones de estos fenómenos se realicen mínimo cada año y por barrios, en Medellín, Bello e Itagüí.

Frente a la realización de las encuestas, recomienda no recoger ningún dato personal, usar técnicas de sondeo cuando las personas no quieran responder, recordarles a los encuestados el carácter anónimo de la encuesta antes de las preguntas sensibles y utilizar cuestionarios cortos.

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La bioética narrativa como cuidado de sí

Enero 26, 2022

Tomás Domingo Tomaralla. Profesor titular de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

La bioética es una disciplina nueva, nace en los años setenta del siglo pasado, y busca responder y afrontar aquellos problemas que tienen que ver con el nacer, con el morir, con el cómo vivimos, etc. Se desarrolló debido, sobre todo, a los avances tecnológicos y a una preocupación por la investigación científico-técnica que parecía poner en peligro la propia vida del ser humano. Pretendía, y pretende, ser una disciplina puente entre las ciencias médico-biológicas y las humanidades. Parece que nos preocupamos exclusivamente por la dimensión biológica y nos olvidamos de “lo más humano”, lo biográfico. Desarrollamos estrategias cada vez más sofisticadas de curación y olvidábamos, en parte, estrategias y prácticas de cuidado y atención.

La bioética nace con una pretensión cuidadora: cuidar lo humano en su vulnerabilidad y en su complejidad, aunque pronto se convirtió en un método de toma de decisiones basado en principios que había que aplicar en diferentes situaciones, es decir, se protocolizó, y se convirtió en herramienta en comités de ética (en hospitales, etc.) y una forma determinada (principialista) de pensar y afrontar las incertidumbres. Lo que no está mal, pero quizás es insuficiente. En esta tesitura
algunos empezamos a hablar de bioética “narrativa”, no para descartar los métodos habituales de hacer bioética sino para destacar, resaltar y recordar lo que creemos que es esencial en el quehacer bioético ya desde sus orígenes: el cuidado de lo humano.

La bioética, así entendida, es una reflexión biológica que cuenta con los saberes que hablan de la vida (biológicos, médicos, etc.) y biográfica, que subrayan que los seres humanos somos seres de sentido y que la enfermedad, el miedo, la vida, no es asunto solo de moléculas, sino también de palabras. Necesitamos curación, sí, por supuesto, pero también cuidado.

Si la bioética se define como una ética de la vida, y la vida es de principio a fin narración, la bioética no tiene más remedio que contar con las narraciones si quiere dar cuenta verdaderamente de los que somos. La narración es una forma de atender lo humano, lo humano en su enclave biográfico.

El objetivo último de la reflexión filosófica, de la ética, y por tanto también de la bioética, es que seamos capaces de vivir desde nosotros mismos, que desarrollemos nuestras potencialidades, ser aquello que podemos ser. Pero, claro, esto es en muchas ocasiones difícil y complejo, pues a veces no sabemos muy bien lo que queremos, cambiamos, además vivimos con otros –somos  muchos y diversos–, y también nuestras acciones se convierten en peligrosas para nosotros mismos y para otros (pensemos en el riesgo al que sometemos constantemente al planeta). Aquí viene la ética, la bioética, a ayudarnos, y aquí viene también la narración a “socorrernos” en esta tarea de cuidado de nosotros mismos. ¡Somos seres de cuidado! Y nos ayuda la narración haciéndonos ver y sentir cosas que sin ella no seríamos capaces de ver y sentir. Nos ayuda a conocernos mejor, a conocer a los otros y el mundo en que vivimos. Solo desde el relato tiene sentido una tarea de cuidado. ¿Cómo vamos a cuidar si no conocemos lo que hay que cuidar? Cuidar a un ser humano no es solo curar físicamente sino también cuidar biográficamente. Superar una enfermedad, o aprender a afrontarla, sufrirla, significa ser capaces de seguir haciendo nuestra vida, de contarnos nuestra vida.

La narración puede cuidarnos al ofrecernos sentido, al ayudarnos a ver las cosas de otra manera, a pensar mejor, a pensarnos mejor. Tomarnos en serio la narración ha llevado a que hablemos de una medicina narrativa y de una deliberación (de problemas bioéticos) narrativa. Buscamos una vida plena, madura, autónoma, es decir, responsable. Y “cuidado” es otra forma de decir “responsabilidad”. Cuidar es atender, acoger, procurar, preocuparse, mirar hacia aquello que requiere nuestra atención. A esto apunta la bioética narrativa.

Y, ¿cuál es el objeto de este cuidado que define a la bioética? Se trata básicamente del “cuidado de sí”. Pero hemos de darnos cuenta de que el “sí mismo”, el sí, es cualquier persona. Recogiendo el aprendizaje de filósofos como Michel Foucault o Paul Ricoeur diría que hemos de desarrollar un “cuidado de sí” (Foucault) en su amplitud de sentido (Ricoeur): cuidar de uno mismo, cuidar de los otros y cuidar de las instituciones e, incluso, añadiría yo, cuidar del planeta. El cuidado se realiza como “cuidado del yo” (y no es egoísmo), “preocupación” por los otros –próximos y lejanos–, cuidado por las instituciones en que nos movemos y el cuidado del planeta. Y todo ello se hace de múltiples formas, pero siempre en entornos narrativos. Somos historias y hemos de cuidar cómo nos contamos, qué relato hacemos de nosotros mismos. Estamos y somos entramados y entrelazados unos con otros, vivimos en urdimbre comunitaria. Nuestra identidad, de cada uno, de nuestras instituciones, es una identidad narrativa.

Cuidar nuestras historias es cuidarnos a nosotros mismos, cuidar nuestras relaciones, cuidar nuestras instituciones y cuidar nuestro planeta. La experiencia
del cuidado pide muchas cosas, pero sobre todo palabras, gestos, comunicación, es decir, intercambio de experiencias y esto nos lo da el relato. La experiencia
del “cuidar” (tanto como donadores de cuidado como receptores) es siempre decir algo así como “¡déjame que te cuente, pues tú cuentas para mí!”.

Cuidar pasa necesariamente por contarnos. Termino citando a Ortega y Gasset, un filósofo que llegó a enunciar que necesitamos una nueva forma de razón, de pensar y la llamó razón vital, razón histórica, razón narrativa e, incluso, razón cordial. Cordialidad es otra forma de decir radicalmente cuidar. Decía: “Para comprender algo humano es preciso contar una historia. Este hombre, esta nación, hace tal cosa y es así porque antes hizo otra y fue de otro modo. La vida solo se vuelve un poco transparente ante la razón histórica”. Seguimos contando, cuéntenlo. Lo que cuenta es cuestión de cuentos. Y una cosa, ¡cuídense!, es decir, no dejen de contar.

Referencia

Tomás Domingo Moratalla, Lydia Feito Grande, Bioética narrativa, 2ª edición, Escolar, Madrid, 2020; Bioética narrativa aplicada, Escolar, Madrid, 2020.

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Energética 2030, en busca de futuro

Mayo 2, 2022

Durante cuatro años, cerca de 300 investigadoras e investigadores se integraron a esta alianza para hacer realidad el sueño de ofrecer alternativas viables de transición energética en un mundo agobiado por los efectos del cambio climático​​. Y no quieren parar, pues el reto es inmenso y las soluciones no dan espera.

Colaborador: Juan Diego Restrepo E.

Ataviado con su vestimenta tradicional, Asdrubal Torres, líder indígena del pueblo arhuaco, llegó al Auditorio Fundadores de la Universidad EAFIT en busca de conocimientos y contactos sobre nuevas maneras de producir energía para la comunidad de Nabusimake, asentada en la cara oriental de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Era la mañana del 30 noviembre de 2022 y en el Fundadores se concentraban investigadoras e investigadores de diferentes ciencias aplicadas que tenían un interés común: la transición energética, un tema sobre el cual Torres tenía grandes expectativas.

Todos estaban en aquel auditorio porque ese día, y los dos siguientes, se realizaría el Encuentro Nacional Energética 2030, un evento en el que se presentaban los resultados de cuatro años de investigación interinstitucional y de concreción de proyectos que le apuntan a ofrecer soluciones para enfrentar los efectos del cambio climático.

Definida como “la iniciativa científica más grande de la historia de la ciencia" en el país, Energética 2030 recibió en mayo de 2018 apoyo de Colciencias (hoy Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación), y partir de allí se constituyó un equipo de 300 investigadoras e investigadores de ocho universidades colombianas, cuatro empresas del sector eléctrico nacional y 12 centros de educación superior del exterior. 

El líder indígena Asdrubal Torres al momento de inscribirse para participar del evento.

En esa apreciación coincidió José Ignacio Marulanda, docente de la Universidad EAFIT y director del proyecto Construcción Sostenible. A su juicio, Energética 2030 es más que un conjunto de proyectos: “Es el escenario de una verdadera alianza donde nos conocimos una cantidad de actores. Somos investigadores muy atomizados y en esta alianza había apoyo por todos lados, colaboraciones y sinergias".

Y no fue fácil lograr lo que los investigadores Ortega y Marulanda destacan. Las labores propuestas se vieron afectadas por el avance de la pandemia generada por la covid-19. En el segundo año de actividades se cerraron los laboratorios, se dificultaron las importaciones de insumos y se encarecieron los procesos. Pero el trabajo no se detuvo. “Nos dedicamos a lo que podíamos hacer en pandemia: diseños, documentación", recordó Marulanda. 

El fortalecimiento de la colaboración y la superación de obstáculos genera una reflexión sobre el papel del Estado en la búsqueda de nuevas opciones de transición y eficiencia energética. A juicio de este investigador, es “necesario integrar fuerzas y apuntar para el mismo lado".

En la conversación con el líder indígena, Younes amplió esa apreciación: “Toda la ciencia tiene que ser ciencia para la ciudadanía porque los procesos de transición energética son para y con la ciudadanía, si no, no funcionan. Se puede hacer el mejor desarrollo tecnológico, pensar los mejores métodos o herramientas o tecnologías de transición energética, pero ¿quién las usa?".

El vicerrector Younes dirige el Laboratorio de Co-creación, uno de los 11 proyectos que hace parte de Energética 2030. En su diálogo con Torres, reiteró que la transición energética no es un fin, “es un medio para generar bienestar en las comunidades".

¿Y ese enfoque cómo se articula con inquietudes como las planteadas por el líder arhuaco? Al respecto, Younes planteó una ruta de trabajo: “Lo primero que hay que hacer es ir a hablar con el pueblo Arhuaco. Nosotros no tenemos que ir a decirles cómo tienen que hacer las cosas, porque ellos tienen mucho que enseñarnos. Entonces, a partir de ahí, generamos estrategias que sean respetuosas con los saberes ancestrales y que generen bienestar a la comunidad, pero se tienen que apropiar y eso solo se hace con la comunidad".

Sus palabras fueron escuchadas por Camilo Younes, vicerrector de investigación de la Universidad Nacional de Colombia en su sede de Manizales, quien minutos antes de encontrarse con Torres había afirmado en su intervención en el primer foro del evento que “Energética 2030 es ciencia para la ciudadanía".

La pregunta es: ¿cómo vamos a seguir? Todo avanza rápidamente, hemos vivido cambios importantes, eso va a seguir sucediendo y tenemos que estar preparados para todo lo que viene". María Noemí Arboleda,  gerente general de XM.​​​

La colaboración, clave

En las entrelíneas de ese diálogo entre Torres y Younes subyace un aspecto que marcó las dinámicas de trabajo alrededor de Energética 2030: la colaboración. Así lo destaca Santiago Ortega, investigador de la Universidad EIA y director del proyecto Análisis de escenarios y definición de estrategias futuras.

“El balance más importante y más fuerte de Energética 2030 es el tema de la colaboración. Nosotros trabajábamos muy en nicho, a veces colaborábamos los unos con los otros, pero nunca tuvimos un proceso de colaboración a tan gran escala, tan potente y tan armónico desde el principio", planteó el académico.

Y recordó lo que ocurrió hace cinco años, cuando se estaba empezando a diseñar y formular este proyecto: hubo un clic entre todos aquellos que confluyeron en esa iniciativa, se evidenció que los investigadores empujaban para el mismo lado y se concluyó que en vez de competir era necesario cooperar.

“Cuatro años después se recogen los frutos de esa cooperación, de ese trabajo conjunto, de esa confianza tan grande construida entre todos. Este ecosistema, académicamente, nos cambió la vida a muchos investigadores", aseveró Ortega.

Serena, una lancha que funciona con energía solar, resultado del proyecto Movilidad Eléctrica. 

Esta alianza concibió once proyectos de alto impacto enfocados en la transición energética, invirtiendo en ello cerca de 37 mil millones de pesos, de los cuales el Gobierno nacional, a través de Minciencias, aportó por lo menos 18 mil millones de pesos.

Por eso Torres estaba en aquel auditorio, tenía claro que allí podría encontrar los contactos pertinentes que le ayudaran a pensar y aplicar un proyecto de energía solar que beneficiara a los pobladores de Nabusimake, considerada la ciudad sagrada del pueblo arhuaco.

“Me interesa muchísimo hacer una alianza con la comunidad y poder capacitarnos, desarrollarnos, sabemos que todo se basa en la educación y la información. Una cosa es querer, pero detrás de todo eso hay que aprender las cosas", afirmó Torres. 

La transición energética está en la agenda del actual Gobierno nacional y más allá de las polémicas que suscita, la integración con la universidad y la empresa es esencial para “no estar a tientas y tomar decisiones apresuradas", planteó Marulanda.

Después de cuatro años de arduo trabajo, esta iniciativa interinstitucional ahora busca futuro con la experiencia alcanzada. Para Marulanda, el horizonte es promisorio, siempre y cuando “empecemos desde ahora".

Y uno de esos horizontes más inmediatos es el nuevo plan nacional de desarrollo, actualmente en discusión en el Congreso de la República. De acuerdo con Sergio Cristancho, viceministro de Conocimiento, Innovación y Productividad, esta alianza aporta elementos para ese debate en dos sentidos: “Por un lado, los avances logrados en materia de transformación energética por un ecosistema como Energética 2030 se constituyen en un insumo fundamental para la hoja de ruta que se está elaborando por parte del Ministerio de Minas y Energía para la transición energética del país".

A su juicio, la idea con los desarrollos que surgieron a partir de investigaciones realizadas durante estos cuatro años es que comiencen a tener aplicaciones concretas, “sobre todo desde la transición energética justa y a mirar cómo esas adaptaciones tecnológicas se pueden hacer para que impacten comunidades tradicionalmente con inequidades y que puedan generar alternativas de desarrollo económico y social".

Y de otro lado, según el funcionario, también aporta desde el punto de vista de la metodología: “La metodología de ecosistemas demuestra con este tipo de resultados ser muy buena para lograr la articulación de universidad, empresa, Estado y sociedad, de cara a resolver otros desafíos más allá de la transición energética".

​​​​​​​​​En busca de futuro

María Noemí Arboleda, gerente general de la firma XM, operadora del Sistema Interconectado y administradora del mercado de energía mayorista del país, celebró los resultados logrados: “Es una contribución demasiado importante para la industria", aseguró en el foro Colombia hacia la transición energética: ruta, capacidades, avances y retos, que abrió la presentación del balance de esta alianza interinstitucional.

Esta filial del holding estatal Interconexión Eléctrica S.A. (ISA) es una de las cuatro empresas aliadas de Energética 2030. Su participación fue clave en por lo menos cuatro de los proyectos desarrollados por esta alianza

Arboleda reconoció que aún falta camino por recorrer en la transición energética del país, pero insistió en la importancia de lo realizado, sobre todo en la formulación de proyectos y formación de nuevos investigadores: “Pero no es para quedarnos ahí. La pregunta es: ¿cómo vamos a seguir? Todo avanza rápidamente, hemos vivido cambios importantes, eso va a seguir sucediendo y tenemos que estar preparados para todo lo que viene". 

El Encuentro Nacional Energética 2030 contó con la participación de representantes del Estado, la academia, la industria y la sociedad civil.

Con respecto a la sostenibilidad, el viceministro Cristancho aseguró que muy probablemente en este gobierno salgan convocatorias públicas, abiertas y competitivas, que son mecanismos de los cuales dispone el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para financiar este tipo de proyectos.

Para Jairo Espinosa Oviedo, director científico de Energética 2030, el esfuerzo de concentrar a 300 investigadoras e investigadores implicó una tarea de confianza entre todos y generó la capacidad de soñar: “Para aunar las voluntades es fundamental que los retos sean grandes y el de la transición energética para atender el reto climático es inmenso. Justo eso hizo que todos comenzáramos a pensar en grande". 

El progreso alcanzado en estos cuatro años se ha convertido en el motor para llegar con soluciones concretas no solo al 2030, como se lo propuso esta alianza, sino al 2050, año en el que se prevé que concluya la transición energética en el mundo.

La continuidad de Energética 2030 está ligada a políticas de Estado, asunto que el director científico lo considera fundamental: “Esta es una iniciativa que comienza en el gobierno Santos, continua en el de Duque y lo estamos cerrando en el gobierno Petro. Si pensamos en completar esa transición a 2050, estamos hablando de 28 años y siete gobiernos. Es por ello que aquí es importante la coherencia como Estado y que se planteen recursos que permitan generar esa continuidad".

Espinosa agregó que el momento es importante porque “estamos involucrados en una sociedad que necesita un cambio y que está mirando hacia la ciencia como la generadora de respuestas".

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