El dulce sabor del cultivo de la paz

Mayo 2, 2023

La Universidad EAFIT hace parte de las instituciones que lideran el proyecto Efecto Cacao, mediante el cual se pretende mejorar la calidad de vidade cerca de 1.700 familias de cacaultores en cuatro regiones del país. Se espera una inversión de 35 millones de dólares, en dinero y especie, en tres componentes: productividad, asociatividad y emprendimiento, y social. Además, ha servido para la sustitución de cultivos de uso ilícito.

Colaborador​​: Juan Carlos Luján.

En leche o en agua, frío o caliente, en crema o en helado, en una chocolatina, en una bolita con algún dulce por dentro, dulce o amargo… Morderlo es experimentar la felicidad. Sí, todo ese sabor expandido por las papilas gustativas, segundos de una sensación de placer que o tranquiliza, o sana, o divierte, o activa. Este placer tiene nombre: el chocolate, el mismo cuyo origen se encuentra en el fruto del cacao, la planta originaria de América que se ha expandido a otros continentes y del que Colombia es uno de los principales productores en el mundo. El décimo para más señas.

Según cifras del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de noviembre de 2021, el año cacaotero de octubre de 2020 a septiembre de 2021 fue el más grande de toda la historia productiva del grano en Colombia con 70.205 toneladas producidas. En contraste, la Federación Nacional de Cacaoteros (Fedecacao), en comunicación emitida el 1 de noviembre de 2022, habló de un descenso en la producción por las intensas lluvias que han afectado al país. Esto entre octubre de 2021 y septiembre de 2022, con una baja del 10,6%.

Lo que sí muestran ambas cifras es una producción representativa que abarca a unos 15 departamentos, pero con un foco más activo en Santander, Antioquia, Arauca, Huila y Tolima.

Además, como lo muestran algunas cifras de Fedecacao en Colombia se han reemplazado con plantaciones de cacao por lo menos 25 mil hectáreas de cultivos ilícitos.

Y es ahí cuando es preciso referirse al proyecto Efecto Cacao, iniciativa en la que participan la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), Luker Chocolate, Fundación Luker, Enel-Emgesa, Fundación Saldarriaga Concha y la Universidad EAFIT.

Se trata de una alianza que desde finales de 2018 hasta hoy (finaliza en septiembre de 2023), ha fortalecido la cadena productiva del cacao, a su vez que ha contribuido a mejorar las condiciones de vida de los productores, sus familias y sus comunidades en cuatro departamentos: Antioquia, Córdoba, Huila y Nariño. En estos lugares se les ha dado vida a 71 iniciativas empresariales y ha intervenido 1.340 hectáreas de cacao a través de 20 asociaciones. ¡Sí, unas 1.700 familias han sido las beneficiadas!​.

Mujeres participantes del proyecto Efecto Cacao y que hacen parte de las 1.700 familias beneficiadas con esta iniciativa. 

“Este es un proyecto con un enfoque de desarrollo local desde el punto de vista social y económico que le apunta a mejorar la calidad de vida de las familias de los cacaocultores de estas zonas", explica la ingeniera administrativa Luz Marina Correa Zabala, consultora del proyecto.

“Estas zonas –agrega– tienen una característica común y es que han sido lugares expuestos históricamente a un alto conflicto de actores armados de diferentes orígenes y ha habido mucho desplazamiento y violencia, y poco de desarrollo en el territorio por estas disputas. Y claro, la población está en el medio. Buscamos que tengan un mejor nivel de ingresos".

Efecto Cacao hace presencia en los municipios de San Pedro de Urabá, Turbo, Necoclí, Apartadó y Cáceres (Antioquia); Puerto Libertador y Montelíbano (Córdoba); El Agrado, El Pital, Gigante, Hovo, Algeciras, Campo Alegre y Rivera (Huila); y Tumaco (Nariño). 

“En estas zonas el promedio de edad de los cacaocultores es de 60 años en adelante, lo que significa que hay que hacer mucho énfasis en la inclusión generacional para que este cultivo no se pierda porque es ancestral. Es también el cultivo de la paz porque se han sustituido muchos cultivos de coca", especifica la consultora.

Tal como lo explica esta especialista, es una lucha muy intensa en los territorios porque la coca les da la posibilidad de recibir dinero de inmediato, teniendo en cuenta que quienes controlan estos cultivos de uso ilícito manejan grandes sumas de dinero. No obstante, al hacer las cuentas en términos de rentabilidad, se encuentra que son muy similares, y si se trabaja un muy buen cultivo de cacao, este ofrece la posibilidad de tener un ingreso seguro por varios años.

​“En estas zonas el promedio de edad de los cacaocultores es de 60 años en adelante, lo que significa que hay que hacer mucho énfasis en la inclusión generacional para que este cultivo no se pierda porque es ancestral". Luz Marina Correa Zabala, consultora del proyecto.​

Reivindicación de la mujer

Este proyecto, cuya inversión asciende a los 35 millones de dólares –entre dinero y especie– cuenta con tres componentes: Productivo, de Asociatividad y Emprendimiento, y Social.

El Productivo se enfoca en mejorar la calidad de vida del cacaocultor y generar desarrollo social y económico en el territorio a través de mejorar la productividad en términos de volumen de producción y calidad del cacao. Cuando el proyecto inició, la estadística que se tenía del ingreso promedio del productor era de medio salario mínimo mensual legal vigente.

Además, el reto es poder ofertar un cacao fino y de aroma, que es el que finalmente se exporta, por lo que se busca pasar del cacao corriente al cacao con las características ya mencionadas. Este componente está apoyado por un ingeniero agrónomo, un tecnólogo agropecuario o un tecnólogo agrónomo que visitan a los productores en sus fincas.

Por su parte, la Universidad, a través de EAFIT Social, se encarga del componente de Asociatividad y Emprendimiento. “Allí acompañamos el fortalecimiento organizacional de las asociaciones o cooperativas que agrupan a los productores. Las empresas, por ejemplo, no le compran directamente al productor, sino que lo hacen a una organización. Entonces las acompañamos en este tema, pero también en el de desarrollo de los emprendimientos porque la idea es propender que tengan varias fuentes de ingresos para que las familias puedan solventarse en los momentos en los que no hay cosecha", afirma Correa.

El tercero, el componente Social, se enfoca más en la población y en su recuperación, sobre todo en la más afectada por las violencias. Dentro de esas violencias se encuentra, por ejemplo, la de género, teniendo en cuenta que son poblaciones que viven inmersas en una cultura machista, sumado a los grupos al margen de la ley, que alimentan mucho más esa situación, relegando el papel de la mujer a labores del hogar o de la atención del hombre.

Con Efecto Cacao viene un enfoque de recuperación, junto con los niños, los jóvenes y los adultos. A su vez, se trabajan temas de resiliencia, liderazgo, empoderamiento de los jóvenes y de la mujer, de preparar a los jóvenes para la vida laboral, y de mejorar las condiciones académicas de los programas de los colegios de estas zonas.

En línea con lo anterior, Mario Vargas Sáenz, director de EAFIT Social, afirma que la Universidad, en desarrollo de la iniciativa con los cacaocultores, ha acompañado procesos de formación de más de 500 mujeres. “Sabemos que más del 50% de todas las personas que participan en las asociaciones que acompañamos son mujeres", precisa.

De acuerdo con esta cifra, ningún componente podrá ser más importante, en proyectos de desarrollo rural o local, que el de fortalecimiento del tejido social, indica Vargas, y agrega que “identificar las capacidades de las

personas, fortalecer los vínculos de confianza y construir relaciones de sentido que trasciendan la productividad son fundamentales". Por ello resalta que la esencia del tejido social es la dignidad de sus pobladores: “Eso es parte del impacto que el Efecto Cacao está derramando en las diferentes zonas donde se encuentra".

Brindar con una taza de chocolate por la reivindicación de cientos de campesinos del país que encontraron un cultivo que les permitiera tener una forma digna de vivir y de construir sociedad es, en esencia, en lo que creyeron cinco instituciones y los resultados del proyecto pueden verse en la productividad y en las cerca de 1.340 hectáreas de cultivo intervenidas en los cuatro departamentos.

Y claro, hablamos de un producto que hace parte del diario vivir de los colombianos, quienes consumen por lo menos un kilo de cacao al año. ¡Ah!, pero es que también, en cualquier país del mundo donde se exporte el producto, estará presente la labor de unas familias que, a partir de resultados concretos, como fue la firma del Acuerdo de Paz en noviembre de 2016 entre el Estado colombiano y la extinta guerrilla de las Farc, tuvieron la posibilidad de sustituir un cultivo para uso ilegal por el de cacao, sin duda uno que les trajo un mejor sabor de boca, más dulce y que, igual que cuando se sorbe el último trago de chocolate, los llena de tranquilidad.​​ 

Voces del efecto cacao

Manuel Pérez Díaz

Representante legal de la Asociación  de Cacaoteros (San Pedro de Urabá)

“EAFIT nos brindó un apoyo significativo en el proyecto Efecto Cacao. En este tiempo nos han apoyado en la elaboración de bases de datos, talleres de gestión documental y aprendizajes sobre la implementación de la página web, entre otros. Con estos apoyos hemos podido tener avances importantes en nuestra organización".​

Jorge Luiz Vergara

Representante legal de Aspropisat (Tierradentro, Montelíbano, Córdoba)

“Uno de los logros más significativos es el empoderamiento a todos los integrantes de la junta directiva. Las capacitaciones nos han enriquecido mucho y hoy tenemos una capacidad instalada".

Marinella Prada Cortés

Aprocalg (Algeciras, Huila)

“EAFIT ha despertado en nosotros ese componente social y ha hecho que jóvenes quieran pertenecer a nuestra organización,  y que de esa forma ayuden en sus casas y en los campos a los cultivos. Ha sensibilizado a la juventud y vemos posible ese relevo generacional que necesitamos".

Enember Romero

Chocolate artesanal El abuelo Romero (Tierradentro, Córdoba)

“Yo trabajo en la transformación del cacao y el chocolate de mesa. Siento que ahora tenemos una base económica familiar. Nos han apoyado mucho en finanzas y mercadeo". 

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El reto de ser Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación

Mayo 2, 2022

Esa condición implica grandes desafíos para Medellín, que van desde nuevos diseños de gestión pública, fortalecimiento de alianzas público–privadas y herramientas de financiación, hasta hacer realidad un nuevo modelo de desarrollo basado en ciencia, tecnología e innovación, integral e incluyente, y con repercusiones de orden nacional.

Vicerrector de Ciencia, Tecnología e Innovación​​: Antonio Copete.

Colaboradora: Tatiana Guerrero.

Pocos ciudadanos probablemente conocen que, según la Constitución de Colombia, Medellín ostenta la calidad de Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación. Lo es desde el 14 de julio de 2021, fecha de adopción del Acto Legislativo 01, que la consagra como tal. ¿Qué significa esto para la ciudad y para Colombia? ¿Cuáles son las oportunidades que esta condición representa para el futuro de la capital antioqueña y del sector Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI) a nivel local, regional y nacional?

Como aporte a la discusión de estas y otras preguntas, la Universidad EAFIT fue sede del Foro Medellín Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación, que tuvo lugar el 9 de marzo de este año, y que contó con el apoyo del Comité Universidad-Empresa-Estado (CUEE) de Antioquia y del G8+ Universidades.

Ese evento se planteó como una discusión pluralista y con perspectiva de ciudad, pues el Distrito sólo tendrá éxito en la medida que sus ciudadanos y sus instituciones se apropien de él y aporten activamente en su construcción. Este artículo busca recoger hitos clave sobre el desarrollo del Distrito hasta el momento, así como algunas perspectivas expresadas por los especialistas que participaron en el Foro.

​​​​​Logro en contexto

A la declaratoria de Medellín como Distrito de CTeI en 2021, le siguió un trabajo normativo en el Congreso de la República que culminó con la adopción de la Ley 2286 el 12 de enero de 2023, que crea una estructura de gobernanza y entrega un conjunto de herramientas con miras a hacer efectiva la condición de Distrito de CTeI, algunas de los cuales destacamos aquí.

En primer lugar, se crea el Organismo Asesor del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación Distrital, que es la “instancia de asesoramiento a las autoridades del Distrito para la implementación del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación".

Esa instancia consta de un mínimo de doce (12) miembros, incluyendo representación de la academia. Está llamado a ser el órgano que emita recomendaciones a las autoridades distritales sobre estrategias y prioridades en materia de CTeI, vigile el funcionamiento del Distrito, y haga advertencias cuando sea necesario aplicar correctivos.

Otra de las herramientas establecidas, muy llamativa para las instituciones que desarrollan actividades de CTeI, serán las Zonas de Tratamiento Especial, en las que se buscará “fortalecer y facilitar el desarrollo de todo tipo de actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación".

Según lo reglamenten las autoridades distritales en cabeza del Concejo Distrital, en estas Zonas se podrían facilitar procesos que hoy dificultan el crecimiento de los emprendimientos de base científico-tecnológica o spin-offs, la utilización de equipos e insumos necesarios para llevar a cabo procesos de investigación y desarrollo tecnológico, y la formación de capital humano en todos sus niveles y su inserción en el entorno laboral, entre otras posibilidades.

Especialistas de diversos sectores sociales, políticos, académicos y económicos participaron en el foro convocado por EAFIT. 

Especialistas de diversos sectores sociales, políticos, académicos y económicos participaron en el foro convocado por EAFIT.

En cuanto a herramientas de tipo financiero, se destaca la creación del Fondo Distrital para la Financiación del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación, que puede recibir recursos de entidades del orden nacional, así como “recursos económicos públicos o privados, de cooperación internacional, donaciones u otras modalidades, para la financiación de programas y proyectos de interés científico, tecnológico y de innovación para el Distrito".

Otros instrumentos de este tipo incluyen los estímulos tributarios para empresas de base tecnológica instaladas en el Distrito, la nueva Estampilla Pro-Innovación y el acceso directo a recursos de cooperación internacional. 

Al mismo tiempo, sobre estos estímulos, el profesor y director de Desarrollo Económico y Social de ProAntioquia, Alejandro Torres, advierte que “los incentivos tributarios son importantes pero no son definitivos al final del día. Si no están acompañados de un ecosistema real de CTeI, terminan siendo accesorios, y pueden terminar erosionando el presupuesto del Distrito".

Es importante también crear consciencia sobre las implicaciones de este proceso de construcción en el nivel nacional. El vicerrector de CTeI Antonio Copete apunta que “Antioquia da ejemplo sobre lo que se podría y se debería hacer en el resto del país en desarrollo de capacidades en CTeI", y el viceministro de Conocimiento, Innovación y Productividad de Minciencias, Sergio Cristancho, agrega que “el Distrito sería un escenario ideal como sand-box regulatorio, en el que se podrían explorar y probar muchas políticas a nivel nacional".​ 

“Somos Distrito porqu​e Medellín es una fuente fructífera de creatividad, emprendimiento y patentamiento. En las aulas, en los grupos de investigación, en las empresas hay una apuesta seria por la innovación". David Hernández, vicerrector  de Extensión U de Antioquia​​

​Aspiraciones y desafíos 

Existen múltiples aspiraciones y desafíos de acuerdo con lo expresado por los panelistas del Foro del Distrito de CTeI, y que se pueden abordar a través de los ejes Academia, Empresa, Estado y Sociedad.​

Para el Estado, representado en el encuentro académico por la Alcaldía y el Concejo Distrital, una parte importante de sus responsabilidades se centran en el desarrollo e implementación de la política distrital de CTeI, la reglamentación de las herramientas que contempla la Ley 2286, y la generación de las condiciones que el Distrito requiere a través de marcos de política como el de innovación transformativa.

Al respecto, Santiago Echavarría, director del Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia (CTA), destaca la importancia de acompañar esas políticas de largo plazo con planes de CTeI que se renueven cada tres o cuatro años, y que contengan metas e indicadores muy claros, que se midan constantemente.

Desde la Academia, el Vicerrector de Extensión de la Universidad de Antioquia, David Hernández, enfatiza la discusión social aplicada sobre la discusión jurídica: “Somos Distrito porque Medellín es una fuente fructífera de creatividad, emprendimiento y patentamiento". Y agrega que las universidades han cumplido un rol fundamental en el desarrollo de esta vocación.

Hernández resalta la importancia de las universidades en la educación precedente, es decir, en la asesoría a instituciones educativas para incentivar la creatividad y la innovación desde las edades más tempranas.

Desde el punto de vista empresarial, Yaneth Londoño, CEO de la firma textil Offcorss, y Catalina Isaza, creadora de la spin-off de dispositivos médicos Innmetec, coinciden en resaltar la importancia de los impactos del Distrito en el desarrollo de talento humano, y en el fortalecimiento de conexiones en el ecosistema de Medellín, entre emprendedores, las grandes empresas, la universidad y el Estado.

Londoño subraya la importancia de los incentivos fiscales para las pequeñas y medianas empresas, que enfrentan muchas dificultades a la hora de invertir en innovación y mejoramiento de la productividad, y asegura que el sector textil puede hacer grandes innovaciones en temas como el desarrollo de fibras y nuevos materiales que se pueden potenciar a través de las herramientas del Distrito.

Por último, como voz de la sociedad civil organizada, Javier Márquez, cofundador de la Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila, expresa sus preocupaciones por las crisis de tipo social y ambiental que afronta el Distrito, y hace un llamado a tener una visión integral del territorio, para que sus instrumentos beneficien y sean aprovechados por sectores sociales como las comunidades étnicas y campesinas que son parte integral de la ciudad.

El establecimiento del Distrito y sus herramientas abren una ventana de oportunidad para una transformación real basada en la ciencia, la tecnología y la innovación. Está en manos de todos como ciudadanos y como instituciones asumir la responsabilidad de aprovecharla, y que se convierta en un modelo de desarrollo innovador para todo el país.

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Las ciencias y las artes en tiempos de incertidumbre

Marzo 22, 2021

Integrantes de los 128 semilleros de investigación construyeron el Manifiesto por las ciencias y las artes en el que plasmaron declaraciones sobre su papel en tiempos de incertidumbre. Una reflexión de quienes se inician en el campo de la investigación.

María Dilia Rosa Reyes Torres, Colaboradora.

"¿Qué nos quedó de la pandemia? Eso nos preguntamos los miembros del semillero del cual hago parte. A partir de ese interrogante empezamos a reflexionar –asegura Estefanía Barreneche Molina, estudiante de noveno semestre de Ingeniería de Diseño de Producto y coordinadora del Semillero de Investigación de Innovación y Emprendimiento–. Algunos respondieron ‘esperanza’, otros ‘trabajo colaborativo y en comunidad’, que fueron claves para nosotros, pues eso nos permitió renacer en medio del confinamiento. Alrededor de esas palabras estuvimos pensando”.

Ese proceso se convirtió en una gran lluvia de ideas en la que los aportes iban cayendo y fluyendo con la intensidad de las lluvias que se precipitan sobre el Pacífico colombiano. Gracias a la inspiración de los estudiantes fueron adquiriendo forma mientras se escuchaban en un proceso de cocreación que se desarrolló en encuentros virtuales.

La discusión se fue nutriendo con la guía de otros interrogantes “profundos”, como los califica Barreneche: por qué son importantes las ciencias y las artes en tiempos de incertidumbre, y tres palabras que debían describir sobre por qué hacían parte de un semillero de investigación.

“Les propusimos esas dos preguntas a los estudiantes para tener un espacio de reflexión con el fin de conocer cuáles eran sus perspectivas individuales y colectivas sobre el papel de las ciencias y de las artes en un futuro caracterizado por la incertidumbre”, afirma Sara Vélez Zapata, líder de la Oficina de Planeación y Descubrimiento Formativo de la Vicerrectoría de Descubrimiento y Creación, quien tiene a su cargo el programa de semilleros de investigación de la Universidad EAFIT.

Así, llegaron a unas afirmaciones poderosas que invitan a la comunidad eafitense a seguir imaginando el futuro desde la Universidad; por ejemplo: “El arte nos invita a imaginar futuros posibles, un futuro en el que la vida florece. Y la ciencia nos da las herramientas y el conocimiento para construir ese futuro. Lo que nos une es la esperanza y el trabajo colaborativo en comunidad”.

Afirmaciones como las anteriores fueron compiladas por Alejandra Vidal Ramírez, profesora coordinadora del semillero mencionado, quien luego de escuchar cuidadosamente a los estudiantes reunió sus aportes en una sola declaración que es una de las que se encuentran plasmadas en el Manifiesto por las ciencias y las artes.

"Dan esencia a la vida"

El manifiesto contiene una serie de declaraciones que formularon los estudiantes de pregrado y posgrado que hacen parte de los semilleros de EAFIT. En estos espacios de investigación hay registrados un total de 1.714 estudiantes.

Su propósito es “visibilizar la voz de semilleristas y compartir qué es lo que los motiva a ser parte de estos grupos académicos y conectar eso con las perspectivas de futuro. La idea se inspiró en manifiestos que ha hecho la Universidad de los Niños EAFIT y en el documento Descubrimiento y creación para el futuro, un ejercicio de reflexión y conversación con investigadores de EAFIT y expertos que fue movilizado por la Vicerrectoría”, comenta Sara Vélez.

Las preguntas orientadoras se enviaron a los semilleristas que comenzaron su reflexión en reuniones virtuales. Las respuestas fueron sistematizadas y en ese punto se encontraron patrones que fueron útiles y cobraron importancia a la hora de construir el manifiesto, el cual fue presentado el 20 de octubre del año anterior en el lanzamiento de la Feria de Semilleros de Investigación “Sembrando interacciones”.

Los semilleros se articulan con los pregrados y posgrados, en tanto su trabajo se desarrolla de acuerdo con los intereses que les surgen a los estudiantes en su proceso de formación académica. Foto: Róbinson Henao.

 

En ese espacio, que fue exclusivo para los semilleristas, se generaron conversaciones en las que se recibieron comentarios que se añadieron a la versión final del documento, que se encuentra disponible en el Repositorio Institucional de la Universidad.

“Los geólogos somos como los médicos de la Tierra y si queremos hacer una buena práctica con lo que tenemos en este momento en la superficie, tenemos que mirar su historia clínica primero. Esas escalas de tiempo corresponden a dicho propósito”.

De acuerdo con la Sara Vélez, la comunidad eafitense ha brindado una excelente acogida al manifiesto, lo que se evidencia “primero, en el reconocimiento del papel de los semilleros de investigación en la Universidad; segundo, en una celebración y felicitación por visibilizar las voces de los estudiantes; y tercero, por la invitación a imaginar el futuro desde las ciencias y las artes”.

Lo anterior va de la mano con que estas declaraciones son coherentes con uno de los propósitos de la Vicerrectoría que busca una mirada más amplia de la investigación, en la que se tengan en cuentan los procesos creativos. De hecho, este documento no se escribió en forma de carta abierta, por ejemplo, porque no tiene un destinatario específico ni un formato que le haga perder vigencia: busca permanecer vivo y visibilizar las declaraciones de los semilleristas.

Varios semilleros desean hacer sus propias declaraciones de futuro, lo cual amplía la reflexión propuesta por el manifiesto y lo convierte en un documento vivo.

"Nos permiten soñar, crear e imaginar"

Las 50 voces de semilleristas que se unieron en el manifiesto también describieron sus experiencias en estos espacios de investigación formativa y confluyeron en el asombro, la curiosidad, el conocimiento, la experimentación y “la pasión que nos caracteriza, ya que somos personas con vocación de investigación y de aprender cada día más”, indica Carlos Castaño Restrepo, estudiante de Ingeniería Mecánica e integrante del Semillero de Investigación en Mantenimiento (Sime).

Para él, dicho manifiesto es una construcción conjunta en la que se compartieron experiencias y conocimientos. De forma similar lo define Tomás Ramírez Restrepo, estudiante de la Maestría en Ingeniería e integrante del semillero SiSIT, quien asegura que “entre el arte y la ciencia hay sinergia: hay obras de arte que se inspiran en la ciencia y hay parte de esta que se inspira en el arte.

Por eso no concibo que sean mundos aislados, ambos se complementan”. Los dos hacen parte de ese amplio grupo de estudiantes que identifican problemáticas y desarrollan proyectos para plantear alternativas de solución en el marco de las Agendas de Conocimiento de la Universidad, como se plasma en el documento, en el que también escribieron que la colaboración, el trabajo en equipo y el servicio los motivan a ser parte de estas comunidades de aprendizajes.

"Guían el pensamiento"

“Cuando terminamos este ejercicio, que fue muy motivador, nos escribieron desde varios semilleros diciéndonos que querían hacer sus propios mani - fiestos y esto también lo convierte en un documento vivo, puesto que amplía la reflexión y continúa alimentándose luego de su lectura”, afirma Sara Vélez.

Este fue el caso del semillero de Estefanía Barreneche, quien en repre - sentación de sus compañeros cuenta que les surgió la idea de declarar sus propios principios básicos, aquellos que los rigen, como la importancia de formarse como líderes, preocuparse o interesarse por el otro, mantener el diá - logo permanente, el trabajo en equipo y la búsqueda constante de propósitos.

“El manifiesto influyó en mi vida personal porque con esta palabra también me encontré en un curso del pregrado –concluye Barreneche–.

Entonces hice declaraciones para mi vida: la principal, no me permito hacer cosas que me hagan sentir frustrada… soy apasionada”.

 

Los integrantes de los semilleros se unen para identificar problemáticas y proponer alternativas de solución. Foto: Róbinson Henao.

 

Diez frases del manifiesto que dan esperanza
  1. Las ciencias y las artes son herramientas que le permiten al ser humano vislumbrar la realidad tal cual como es y son herramientas que disipan la incertidumbre.
  2. Ellas nos permiten concentrarnos en problemas más grandes que nosotros mismos y observar que hacemos parte de un todo.
  3. Las ciencias y las artes son motivo de inspiración y desarrollo y, en tiempos de incertidumbre, son la brújula que dan claridad y norte al camino.
  4. Descubrirnos cada día, a través de la investigación y la exploración, qué es importante para crecer personal, profesional y académicamente.
  5. Nos permiten soñar, crear e imaginar sin límites para encontrar otras posibilidades.
  6. La ciencia y el arte son fundamentales para la supervivencia porque nos permiten conocer, crear, construir, expresar, dar y compartir.
  7. Son importantes para reconocer las mejores maneras de conducir nuestras sociedades hacia un bienestar común, eficiente, sostenible y responsable.
  8. La ciencia le permite al ser humano modelar y predecir lo que sucede, y el arte expresar lo que percibe.
  9. Guían el pensamiento, a través de la razón y la curiosidad, y de la reflexión que permite el arte para sosegar el alma.
  10. El arte es la mejor herramienta para conectarnos y crear lazos con otros.
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Proyectos en Educación 4.0 para revolucionar las mentes

Marzo 22, 2021

Cuatro investigaciones de la Universidad EAFIT contribuyen al fortalecimiento de la formación virtual.
Al presentar los resultados, sus profesores líderes demuestran la importancia de unir pedagogía, tecnología y creatividad.

 

Paola Andrea Cardona Tobón, Colaboradora.

Hablan con pasión de sus proyectos y, aunque lo hagan en tono pausado, sus mentes van a mil revoluciones. Son profesores e investigadores que vienen trabajando en pensar cómo hacer del aprendizaje una experiencia cercana, amena, actual, que enamore a los estudiantes tanto como ellos lo están de las tecnologías al servicio de la educación.

Uno de ellos es el profesor Pedro Vicente Esteban Duarte, adscrito al Departamento de Ciencias Matemáticas, quien recuerda que sus primeros alumnos, hace más de tres décadas, le enseñaron a escuchar y a darse el tiempo para dialogar. Desde entonces, aseguró, los momentos más valiosos son aquellos en los que pueden “crear juntos”.

Y qué palabras más sugestivas: “crear juntos” en un mundo como el actual que vive en constante transformación, que ofrece tantas posibilidades, que invita a caminar por las rutas de la innovación, que plantea salones sin barreras, abiertos, que pueden generarse en el mundo virtual o real de un colegio, una universidad, una biblioteca o en casa.

Un período histórico que abre puertas físicas y digitales para generar conexiones inéditas entre maestros y estudiantes. Pero no se trata solo de avances tecnológicos, de capitalizar lo que puedan aportar las aplicaciones, las plataformas o los entornos colaborativos basados en la lúdica. La clave está en los modelos pedagógicos generados a partir de ellos. Así lo creen los investigadores de los proyectos de Educación 4.0 de EAFIT que, con sus desarrollos, están realizando aportes para una mejor educación virtual.

Procesos educativos sustentandos en datos

La llamada Cuarta Revolución Industrial llegó con transformaciones de la mano de tecnologías de la información, internet de las cosas, inteligencia artificial, impresión 3D, big data, realidad virtual y aumentada, y robótica, entre otros. Ese movimiento global impulsado desde los procesos industriales se ha expandido a otras áreas como la educación, donde está ayudando a mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Con Educación 4.0 se vive una revolución marcada por la forma de adquirir y difundir el conocimiento, con un aprendizaje flexible en función de las necesidades e intereses del entorno, personalizado, al ritmo de cada alumno; un aprendizaje con realimentación constante, a partir del análisis de datos e información.

Que los estudiantes interactúen de manera práctica con las herramientas tecnológicas es indispensable en este modelo, pero las tecnologías deben facilitar una transición pedagógica que, para Helmuth Trefftz Gómez, director del Laboratorio de Realidad Virtual de EAFIT, “es lo más importante, entendiendo que los estudiantes llegan hoy con grandes habilidades digitales con las cuales se sienten muy cómodos y que deben motivar a los docentes a evolucionar de la tiza y el tablero”.

Los investigadores líderes de esos proyectos explican a continuación el trabajo adelantado y sus logros. Tres iniciativas fueron financiadas por el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación y promovidas por la Gobernación de Antioquia con fondos del Sistema General de Regalías. Se orientan al fortalecimiento de la educación virtual en la región, por lo que sus desarrollos apoyarán la labor de entidades educativas desde básica hasta superior, como la Institución Universitaria Digital de Antioquia.

Los desarrollos tecnológicos se hicieron en el Laboratorio de Realidad Virtual de la Universidad EAFIT. Foto Róbinson Henao

 

Procesos educativos sustentandos en datos

El profesor y sus alumnos se ponen sus visores de realidad virtual. De repente, ya no están en el salón ni en su casa, aparecen en un espacio virtual que comparten y en donde cada uno tiene un avatar o personaje que lo representa.

Cuando el profe introduce una ecuación, la superficie correspondiente toma forma, con un tamaño similar al de una cancha de baloncesto.

Pueden caminar por ella, verla desde diferentes ángulos y comprender el espacio en tres dimensiones, todo eso mientras reciben la explicación, de manera práctica, de conceptos que sin esta herramienta serían abstractos y posiblemente más complejos de entender.

Es la asignatura Cálculo de Varias Variables, de Pedro Vicente Esteban Duarte, profesor del Departamento de Ciencias Matemáticas.

Las primeras semillas de la investigación Realidad mixta para apoyo de la educación a distancia se sembraron hace 14 años.

Helmuth Trefftz Gómez, director del Laboratorio de Realidad Virtual y profesor del Departamento de Informática y Sistemas, comenzó a pensar en usar realidad virtual y realidad aumentada para enseñar esa materia que ofrecía Pedro Vicente.

Trefftz Gómez recuerda con humor que para lograr la realidad aumentada en 2006 usaban un visor de realidad virtual y con cinta de enmascarar le anexaban una cámara de computador, y así combinaban las dos imágenes, la real con la virtual: “Casi que cada uno se tenía que inventar su propia forma de hacer las cosas. La tecnología ha cambiado mucho en los últimos años, se ha vuelto más barata y mucho más poderosa. Entonces quisimos, con Pedro Vicente, revisitar la idea de trabajar estos temas en la materia, y realmente nos fue muy bien”.

Usan tecnologías de bajo costo, con respecto a otras, y gran potencial interactivo. En realidad aumentada emplean sus celulares para correr la aplicación. Cuando el profesor introduce una ecuación, la superficie correspondiente hace presencia en los móviles, proyectada encima de una superficie plana, más o menos del tamaño de un tablero grande de parqués. La recorren, se acercan o se alejan para verla desde cualquier punto de vista; para señalar, utilizan un “apuntador láser” virtual.

El piloto lo adelantaron con alumnos del profesor Pedro Vicente. “Llegábamos al salón con un montón de visores. Les hacíamos preguntas para ver qué tanta claridad tenían sobre algunos conceptos. Pedro les ponía unas experiencias diseñadas por él muy cuidadosamente, para que entendieran los conceptos. Después volvíamos a hacerles las preguntas para ver si habían mejorado su comprensión”, explica Trefftz Gómez. Efectivamente, el entendimiento de los conceptos había mejorado. El alto nivel de motivación de los estudiantes fue otro gran logro. Helmuth comenta que hay materias que pueden generar cierto temor, pero con estas herramientas se asumen diferente. “El aprendizaje se facilita cuando uno disfruta lo que está haciendo”, dice.

También en la enseñanza de la física

Además del proyecto, ejecutado con Minciencias, otro de los desarrollos que adelanta el Laboratorio de Realidad Virtual de EAFIT, y que ha sido probado de manera remota, es una aplicación de realidad virtual y realidad aumentada para la enseñanza de la física.

Para ello se unieron con Roberto Enrique Lorduy Gómez, profesor del Departamento de Ciencias Físicas. Y, de nuevo, resultó una clase para nada tradicional: esta vez, aplicando física, se busca enseñar el tiro parabólico de una manera más interactiva. Los alumnos usan las fórmulas que ven en clase con el docente para controlar un cañón y una diana, su objetivo es calcular dónde caerá cada bala.

Ambas aplicaciones se pueden usar de manera remota, un asunto que cobra importancia cuando la presencialidad es difícil. Aunque, “lo que hemos visto con Pedro en los quince o más años que llevamos trabajando juntos es que la tecnología sola no hace la diferencia: es la tecnología de la mano de un enfoque pedagógico apropiado”, concluye Trefftz Gómez.

La educación se enfrenta hoy más que nunca a retos en los cuales es fundamental reinventarse y proponer nuevas metodologías.

Sistema de recomendación para navegar en 30 millones de contenidos digitales

Un profesor de primaria no tendrá que invertir tantas horas de su tiempo buscando en Internet actividades y contenidos para sorprender a su grupo.

Un estudiante universitario no se perderá en un océano de temas, sin saber cuál es el más adecuado, actual y confiable.

Con una plataforma creada por ingenieros de EAFIT, los docentes seleccionarán los contenidos para cada curso académico y los alumnos recibirán sugerencias de acuerdo con las dinámicas de la clase.

El objetivo del proyecto Contenidos de aprendizaje inteligentes a través del uso de herramientas de big data, analítica avanzada e inteligencia artificial era desarrollar una plataforma que recogiera alrededor de 30 millones de contenidos para usarse en temas educativos.

Profesor explicando en clase y varios estudiantes con las gafas de realidad virtual.

Foto: Róbinson Henao

 

Edwin Montoya Múnera, profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas, líder de la investigación e integrante del grupo Giditic, explica que “con esos 30 millones de contenidos creamos un sistema de recomendación que permite a los estudiantes y profesores recibir sugerencias de contenidos similares o de contexto con base en lo que esté empleando en este momento en el curso”.

Por ejemplo, si están en una unidad académica llamada reino vegetal, en un nivel básico de ciencias naturales, con las palabras clave el sistema busca entre esos millones de contenidos y sugiere sus hallazgos, compartiéndolos en la misma plataforma de aprendizaje. Se creó una especie de mano derecha para profesores y alumnos.

Debido al volumen de información, las tecnologías claves para recoger contenidos y que los cursos se mantengan actualizados son big data, analítica avanzada e inteligencia artificial.

“Una de las características de la Educación 4.0 es que está centrada en el estudiante. Se busca adecuar los procesos de aprendizaje y este proyecto está en esa línea porque el poder recomendar recursos y contenido educativo a cada perfil y estilo de aprendizaje es fundamental”, manifiesta José Lisandro Aguilar Castro, docente coinvestigador, quien destaca que una de las ventajas de esta herramienta es la personalización del proceso de aprendizaje.

Los docentes realizaron una prueba piloto de la plataforma con sus propios estudiantes. Los comentarios fueron muy favorables, asegura Edwin Montoya, pues uno de los dilemas actuales es encontrar buena información abierta en internet: “Aún así, hay que destacar que es importante cómo los docentes motivan a que los alumnos usen estos materiales y fomentan el espíritu investigativo”.

Además, la propuesta es importante porque en tiempos de pandemia se requiere cada vez más de bibliotecas digitales con lo último que se ha publicado de las temáticas, pero fáciles de encontrar y utilizar por todos los actores del sistema educativo

Emociones, audio y video

Hay otro asunto que parece sacado de la ciencia ficción: cómo incorporar las emociones en el proceso de recomendación. Es decir, cómo recomendar recursos de aprendizaje explorando las emociones de los estudiantes para adecuar lo que se le ofrecerá en función del estímulo emocional. José Lisandro Aguilar dice que existen muy pocos de estos sistemas, en especial en el ámbito educativo.

Y adelantan otros desarrollos futuros que tienen que ver con sugerir contenidos en audio y video. “Son líneas de investigación en las cuales creamos diferentes prototipos que nos permiten una divulgación en ámbitos científicos”, afirma el profesor Edwin.

Montoya enfatiza en que “el estudiante lo que hace tradicionalmente es buscar en internet; ahora, con este sistema, le van a llegar recomendaciones relacionadas con lo que necesita. El principal beneficio es mantener actualizado cualquier curso que use el sistema, proceso que ya no va a depender de un humano pues el propio sistema empieza a aprender de los últimos desarrollos y se actualiza él mismo”.

Identificar las características del estudiante y del contexto que inciden en su proceso educativo da pistas para apoyarlo y sugerirle condiciones más favorables según su estilo de aprendizaje.

Resolver problemas y retos como una colonia de hormigas

Planeta Giant. La Colonia Hormicon, habitada por una comunidad de hormigas mutantes, los Formícidos, que tienen los secretos de la inteligencia colectiva para solucionar retos o problemas sociales, te guiará por un camino en el que podrás adquirir los poderes de su éxito como especie…

No es una película de dibujos animados, es la introducción del proyecto Desarrollo de un gestor de inteligencia colectiva y un marco de trabajo para el aprendizaje a través de la resolución colaborativa de problemas en entornos educativos transmediales. Su objetivo es fortalecer la educación virtual en Antioquia utilizando un campus virtual que se basa en inteligencia colectiva y que permite aprender, de forma lúdica, a resolver problemas de manera colaborativa.

“El asunto era cómo reconocer que todos tenemos habilidades y conocimientos que son útiles para que aprendamos y podamos darle solución a problemas de nuestro entorno, de tal forma que ese aprendizaje sea realmente significativo. Hablamos de un aprendizaje que resuelve problemas reales que tienen las personas que participan en el proceso educativo”, explica María Isabel Villa Montoya, investigadora principal, doctora en Contenidos de Comunicación en la era Digital y coordinadora del MediaLab EAFIT.

El proyecto trabajó con un equipo interdisciplinar que vinculó a ingenieros, sociólogos, diseñadores, educadores y comunicadores: “Esto es una gran opción para pensar la educación a futuro de manera muy ambiciosa, proyectando que podemos llegar muy lejos cuando trabajamos desde áreas tan variadas”.

“Diseñamos –continúa– un paso a paso en el cual los estudiantes, cumpliendo con una metodología, pueden resolver un problema y aportar desde su conocimiento y experiencia a esa resolución. Partimos de una corriente de aprendizaje fundamentada en retos. Esa es la base del aparato metodológico, pero fue concebida y diseñada por el equipo”.

Pensaron en interacciones o momentos de validación y testeo del software que utilizarían. Para revisar la metodología crearon un Mooc (Massive Online Open Courses o cursos online masivos y abiertos) llamado Inteligencia colectiva, conceptos, herramientas y aplicaciones para la educación virtual, al que asistieron docentes universitarios, de educación básica y secundaria, y se inscribieron 168 estudiantes de siete departamentos.

Esto fue fundamental para evaluar la manera en la que las herramientas se adaptaban a las necesidades de los usuarios y sus características demográficas, habilidades y competencias digitales. Con los resultados de esa prueba piloto empezaron el diseño del gestor de inteligencia colectiva con Único Digital, empresa aliada que aportó el conocimiento de desarrollo técnico de la plataforma. Con ella moldearon el software y crearon una micro certificación en Diseño Digital que tuvo 113 inscritos y que también funcionó como validación del trabajo.

Luis Alejandro Cárdenas Franco, uno de los coinvestigadores y jefe del pregrado en Comunicación Social, resalta el haber podido realizar un proyecto con evaluación directa de usuarios en una plataforma funcional. El trabajo se hizo con personas de diferentes regiones de Colombia; aunque remoto, les permitió acompañar a docentes y estudiantes, y establecer una metodología “que estamos trabajando con Giant, en la cual hemos identificado unos pasos que vamos a seguir desarrollando en relación con el tema de educación virtual”, concluye Cárdenas.

estudiantes en proceso educativo da pistas.

Identificar las características del estudiante y del contexto que inciden en su proceso educativo da pistas para apoyarlo y sugerirle condiciones más favorables según su estilo de aprendizaje.

Foto: Cortesía del proyecto

 

Resolver problemas y retos como una colonia de hormigas

¿Qué pasaría si un profesor pudiera tener a la mano información sobre cuánto tiempo permanece un estudiante en un contenido, desde qué dispositivo se conecta, a qué nivel de ruido está expuesto, cómo son sus condiciones de luz o si se desplaza físicamente cuando estudia un tema?

“Acceder a ciertos datos como esos, que permitan entenderlo a él y a su contexto, es una gran ayuda porque en la virtualidad se presentan situaciones que retan aún más que las que ocurren en un salón de clase”, asegura Marta Silvia Tabares Betancur, profesora investigadora del Departamento de Informática y Sistemas.

Durante el proceso de aprendizaje, todo docente se pregunta por qué falla el estudiante en las evaluaciones: “Entonces –continúa la profesora Marta Silvia–, el profesor entra a analizar y encuentra que hay afectaciones por el lugar donde estudia o descubre que se queda cinco horas en un contenido y ahí el resultado adquiere sentido. Así que lo realimenta, le hace comparaciones con otros contenidos o con otras estrategias para mejorar su entorno porque tiene diseñada la dinámica pedagógica para lograrlo, basada en lo que indican esos datos”.

Pensando en las potencialidades que ofrece la llamada Educación 4.0, un equipo de investigación liderado por la profesora Tabares Betancur, en conjunto con la empresa Lantia, se preguntó cómo podían aportar a una solución. Así surgió el proyecto Omnicanalidad para la educación, el cual lleva a una “pedagogía basada en la analítica”.

La profesora argumenta que “como maestros, no podemos pensar solamente en dar un tema. Hay que decir cómo podríamos evolucionar e impactar al estudiante y cómo a partir de los datos que me están entregando las aplicaciones se puede regenerar el conocimiento y el proceso de aprendizaje”.

Uso de analítica avanzada

¿Todos los días, las personas usan sus teléfonos celulares. El comercio capitaliza este hecho y facilita a sus usuarios experiencias de compra sin ir a una tienda física, abriendo múltiples canales. La educación también puede aprovechar esta tecnología para analizar cómo ciertas variables influyen en el desarrollo académico de una persona.

El asunto no es nuevo, aclara la profesora Marta Silvia, desde hace años una corriente de investigadores asiáticos viene trabajando en ello con dispositivos móviles para enseñar en colegios teniendo en cuenta los contextos de aprendizaje.

En el proyecto de Omnicanalidad pensaron en realimentar al estudiante desde un escenario de “micro aprendizaje”, el cual trata de crear una forma pedagógica de entender el proceso de aprendizaje en un contexto consciente; además, se aprende de un tema específico, con contenidos cortos y evaluaciones.

El piloto lo implementaron la profesora Marta y la también docente Paola Vallejo Correa con sus grupos del segundo semestre de 2020. Definieron que trabajarían con una forma de micro aprendizaje abierto. ¿Cómo actúa el estudiante en ese ambiente de micro aprendizaje? ¿Cuáles son las variables del contexto o los contenidos que tienen mayor incidencia en su nota? Esas fueron dos de las preguntas que se formularon para responder desde modelos de analítica avanzada.

Paola Vallejo Correa destaca que identificar cuáles son las características del estudiante y el contexto que influye en su proceso da pistas para apoyarlo o sugerirle cuáles son las condiciones más favorables en función de su estilo de aprendizaje o de los resultados que ha obtenido. Como parte del trabajo crearon una aplicación web a la que se puede ingresar desde un navegador para permitir a los estudiantes acceder a ciertos contenidos y evaluarse por medio de pruebas cortas.

Para el proyecto fue valioso poder captar información, analizarla y empezar a construir las conclusiones, con un módulo de realimentación que le informa al alumno cómo progresa. “Hay mucho por explorar en este sentido”, opina la profesora Tabares Betancur, quien afirma que “es posible aportar a diferentes asignaturas y temáticas, inclusive desde la primaria”.

Explica con emoción que hacerle ver al estudiante que donde está trabajando hay ruido que afecta su concentración o que cuando haga una evaluación automáticamente se le diga en qué ha avanzado y en qué debe reforzar para recuperarse, lo llevará a otro nivel y hará que se sienta acompañado en todo su proceso.

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El valor social de las organizaciones, bajo el análisis de Bien Plus

Mayo 2, 2022

Atender la inquietud de uno de los grandes grupos del sector comercial del país llevó a varios investigadores de la Universidad EAFIT a crear un método de medición y gestión del impacto que este tipo de empresas tiene en la sociedad. El propósito ahora es aplicarlo a diversas instituciones.

Colaborador: Juan Diego Restrepo E.

Medir el impacto en la sociedad es una aspiración que tienen aquellas organizaciones que ven más allá de las simples transacciones de compraventa de servicios y productos. Para aquellos que tienen claro ese objetivo, los balances de pérdidas y ganancias no son suficientes para expresar sus resultados, sobre todo cuando tienen programas que le añaden valor a sus labores.

¿Cuánto aportan socialmente aquellas iniciativas que impulsan las organizaciones, relacionadas con la nutrición infantil, la formación de los jóvenes y el comercio sostenible, por reseñar algunas de ellas? ¿Y cómo se reflejan ese tipo de intervenciones en su reputación y sostenibilidad?

Preguntas como esas gravitaban alrededor del Grupo Éxito, un conglomerado del sector comercial de grandes superficies que tiene entre su portafolio varios programas que promueve entre empleados, proveedores y clientes. Se trata con ello de generar nuevas oportunidades y de aportar al crecimiento del país.

Para resolver esas dudas, el grupo empresarial, bajo el liderazgo de su gerente general, Pablo Montoya Dávila, buscó respuestas en la Universidad EAFIT. Su propósito era que investigadores de diversas disciplinas les ayudaran a medir los impactos, tanto positivos como negativos, de sus iniciativas sociales con el fin de mejorar procesos y ser más asertivos en sus decisiones.

​"¿Cuál es el retorno para la sociedad de las iniciativas sociales y ambientales de la compañía y en cuáles estratégicamente deberían enfocarse?".

De esa búsqueda surgió Bien Plus (o Bien+), un modelo de medición del valor del bien público de las organizaciones creado por diez investigadores de diferentes áreas del conocimiento en su proceso de darle respuestas claras a las preguntas que tenían en el Grupo Éxito sobre sus iniciativas sociales.

La pregunta de la que partieron fue la siguiente: ¿cuáles el retorno para la sociedad de las iniciativas sociales y ambientales de la compañía y en cuáles estratégicamente deberían enfocarse? Para responderla, se conformó un grupo interdisciplinario integrado por profesores y estudiantes asistentes de los programas de Administración y Economía, liderados por el profesor emérito, Jesús Botero, y la jefe de la Maestría en Sostenibilidad, María Alejandra Gonzalez-Perez, y comenzó a trabajar bajo un proyecto cofinanciado por el Grupo Éxito y la universidad.

Las inquietudes de este conglomerado comercial reflejan la importancia que ha cobrado el concepto de sostenibilidad empresarial y sus iniciativas de cara a la sociedad, que el Grupo Éxito promueve a través de iniciativas que generan valor, “con el propósito de nutrir de oportunidades a Colombia a través de la promoción del crecimiento económico, el desarrollo social y la protección ambiental", se lee en su sitio web.

Dada esa especial relevancia, se creó la necesidad de medir los impactos de las iniciativas que promueven para identificar no solo qué se está haciendo bien o mal, sino aquello que esté dando un mejor valor público para optimizar sus procesos y ampliar sus beneficios.

El grupo de trabajo –cuenta Mery Tamayo, profesora e investigadora del área de Mercados y Estrategia Financiera– se articuló con el equipo de Sostenibilidad del Grupo Éxito y se inició un proceso de diseño de la investigación, seguido por la recolección de datos primarios con las diferentes áreas de esa organización, para responder las preguntas que se habían planteado.

Poco a poco se fue consolidando el proceso de investigación y la creación del modelo de medición y gestión Bien Plus, que se define como “un modelo de medición del valor público generado por las organizaciones como un instrumento de evaluación y orientación de la estrategia de sostenibilidad".

Después de varios meses de trabajo, se lograron resolver varias de las inquietudes del Grupo Éxito y sus hallazgos se le presentaron a la junta directiva. Ahora, se plantea avanzar en una segunda fase del proyecto, en la que se deben abordar nuevas mediciones y fortalecer el equipo investigador.

 

“Los resultados de esta investigación tienen el potencial de promover la gestión sostenible y permitir usar criterios de valor social al elegir, negociar, aliarse o favorecer a determinados socios o programas", resume un documento de presentación de Bien Plus.

“Hasta ahora no se ha aplicado a otras empresas, pero esa es la intención que tiene la universidad. En la medida que se aplique a más organizaciones, se valida más el método y se pueden hacer comparaciones". Mery Tamayo, profesora e investigadora  del área de Mercados y Estrategia  Financiera de EAFIT.​

​Nuevos h​orizontes

Los resultados alcanzados por el grupo de investigadores de Bien Plus fueron entregados al Grupo Éxito, pero el método desarrollado quedó bajo la tutela de EAFIT. Su adaptabilidad a diferentes contextos lo hace versátil y susceptible de ser aplicado “en diferentes países, pues al aplicar datos y estadísticas macroeconómicas de cada país con las particularidades de cada organización, permite obtener unos resultados más precisos", se lee en uno de los documentos del proyecto.

Es un modelo de medición y de gestión que se fortalecerá con nuevas aplicaciones, y que, de generalizarse, permitirá consolidar un marco de referencia integral para el análisis del impacto que una organización tiene sobre la sociedad y la naturaleza. “Hasta ahora no se ha aplicado a otras empresas –agrega la investigadora Tamayo– pero esa es la intención que tiene la universidad. En la medida que se aplique a más organizaciones, se valida más el método y se pueden hacer comparaciones".

Adicional a su proyección empresarial, Bien Plus se ha convertido en un aporte valioso de EAFIT en otros aspectos, de acuerdo con informes que resumen el proyecto: "Ha vinculado conocimientos interdisciplinarios, ha fomentado la formación de investigadores jóvenes en el equipo de trabajo y busca consolidar una comunidad académica en la región, pues ha realizado algunas discusiones sobre el tema con pares académicos de algunas universidades públicas y privadas".

Hay una fuerte expectativa por seguir desarrollando este modelo. “Si la universidad lograra hacer este trabajo más sistemático, tendría mucho valor", resalta Tamayo. “Es un ejercicio muy bonito: es aplicar la academia a temas empresariales; es una cuestión multidisciplinar; es un desarrollo de una metodología en una universidad que puede ayudar a las empresas; y porque podríamos hacerlo más universal".

Por ahora, desde EAFIT se trabaja en lograr la patente de Bien Plus y, además, se reflexiona internamente en el grupo de investigación en qué tendrían que hacer para volverse más eficientes y ofrecerla a más organizaciones para contribuir en la optimización de sus iniciativas y ayudarles a priorizar cuáles serían los programas que les generaría más rentabilidad y reconocimiento social.

En resumen, se plantea en uno de sus informes que este modelo de evaluación “constituye una apuesta innovadora desde la academia [y] permite evidenciar la contribución integral y social de las organizaciones, su rol como promotoras del desarrollo, y los efectos reales de sus actividades de ciudadanía corporativa".

Bien Plus adquirió notoriedad en agosto del año pasado tras ser reconocido por Proantioquia con el galardón Nicanor Restrepo Santamaría que se le otorga a todos aquellos grupos y organizaciones que realizan aportes significativos al desarrollo y a la transformación de la sociedad. Esa distinción se le otorgó a Jesús Botero, Maria Alejandra Gonzalez-Perez, Mery Patricia Tamayo Plata, Luz Maria Rivas Montoya, Sandra Constanza Gaitán Riaño, Henry Daniel Puerta Álvarez, Mario Enrique Vargas Saénz, Maria Camila Vargas de la Hoz, Isaac Hurtado Rivera y Carlos Felipe Munera Alzate.

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Una apuesta por la ciencia al servicio de las comunidades

Marzo 22, 2021

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento.
La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la
cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

 

Agustín Patiño Orozco, Colaborador.

La viceministra de Talento y Apropiación Social del Conocimiento, Sonia Esperanza Monroy Varela, lo deja claro desde el comienzo: “Cuando uno habla de apropiación, en general, se está hablando de uso, de aplicar algo, de hacerlo propio. La apropiación social del conocimiento va mucho más allá de la divulgación científica, es un concepto asociado al uso y la aplicación de conocimientos científicos y tecnológicos. Las preguntas son: ¿cómo estamos aplicando el conocimiento que generamos? Y, ¿cómo estamos poniendo a dialogar diferentes formas de generar conocimiento?”.

Durante el primer año de actividades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias, antes Colciencias), el Gobierno Nacional avanzó en la elaboración de un primer borrador de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que enmarcaría el diseño de programas y estrategias científicas para Colombia en la próxima década,

En esa línea, en el primer semestre de 2020 Minciencias puso a consideración de los diferentes actores del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (SNCTI) los lineamientos de otra política que subyace a esa: la de apropiación social de conocimiento. Con ella se busca, según la viceministra Monroy, “fortalecer una cultura científica incluyente que valore y gestione el conocimiento, y propicie el diálogo de saberes para mejorar la calidad de vida de los colombianos”.

Para ella, esto representa definir una línea para el país: “Es una apuesta por el diálogo de saberes y el intercambio entre diversos actores sociales, de forma que se generen nuevos conocimientos que puedan ser utilizados en la solución de problemáticas locales, regionales y nacionales. En eso queremos hacer la diferencia”.

En diálogo con la Revista Universidad EAFIT, la funcionaria explicó cómo se están diseñando estas políticas públicas, sus elementos centrales y las acciones de Minciencias en la línea de fortalecer la cultura científica en el país. En el V Encuentro de Investigadores de EAFIT, celebrado el 16 de febrero de 2021, la viceministra presentó igualmente estas ideas a la comunidad científica de la Institución.

Mujer hablando en un microfono, en un entorno de trabajo.

Viceministra Sonia Monroy. Foto: Róbinson Henao

 

La apropiación social del conocimiento es uno de los ejes de la propuesta de Política Nacional de Ciencia, Tecnología en Innovación. De hecho, Minciencias viene construyendo una política pública específica para este tema. ¿Qué nos lleva como país a apostarle a la apropiación social como concepto clave del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Llevamos una década bajo el marco de la Estrategia Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, lo que nos ha permitido ser líderes latinoamericanos en el diseño de políticas en torno a este concepto. Sin embargo, el diagnóstico al que hemos llegado es que en nuestro país tenemos bajos niveles de apropiación social del conocimiento, el cual entendemos como un proceso que involucra gestión, producción y aplicación de conocimiento convocando al diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

Desde este viceministerio buscamos construir una nueva política pública que incluya a todos los actores del sistema de ciencia y tecnología, que promueva el fortalecimiento de capacidades regionales en ciencia, tecnología e innovación, de tal manera que diversas comunidades sean capaces de aplicar conocimientos científicos y generar proyectos de investigación y acción participativa en los que trabajen junto a investigadores y científicos para solucionar retos específicos locales. El diseño de esta nueva política de apropiación social del conocimiento inicia con la formulación de los lineamientos para la misma, los cuales fueron puestos a consideración de todos los actores del sistema a través de una consulta pública virtual en los meses de mayo y junio de 2020.

Recibimos muchos comentarios de universidades, empresas y asociaciones de la sociedad civil, y esos insumos nos permitieron revisar los lineamientos en mesas de trabajo internas de Minciencias y con diversos actores de la academia y el sector empresarial. En octubre logramos obtener el documento que consagra la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, el cual esperamos formalizar y finalmente publicar en 2021”.

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento. La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

¿Cómo se estructura esa política nacional sobre apropiación social del conocimiento?

“Desarrolla cinco líneas estratégicas que enmarcan, en primer lugar, los procesos de apropiación social de conocimiento y el trabajo con comunidades; segundo, los espacios para generar apropiación, donde se propicia el intercambio entre los actores del sistema a través de mesas de trabajo, simposios, eventos científicos, diálogo de saberes, entre otros; en tercer lugar están las capacidades para la apropiación, esto implica el monitoreo, mapeo de experiencias y la cualificación de prácticas en apropiación en torno a ciencia, tecnología e innovación; también está la investigación con enfoque de apropiación, donde ampliamos y damos mayor ponderación a los productos de apropiación social del conocimiento dentro del sistema de medición de grupos de investigación de Minciencias.

Por último, está el tema de gestión para descentralizar la apropiación. Ahí es importante el papel de las universidades que, además de generar nuevos conocimientos, los pueden difundir y apropiar junto a diversas comunidades a través de proyectos de investigación, extensión y proyección social; y, por su puesto, a través de sus programas académicos”

Colombia tiene bajos niveles de inversión en ciencia, tecnología e innovación y los recursos para apropiación social del conocimiento pueden no ser la prioridad, ¿cómo promover la apropiación en los proyectos de investigación?

“Minciencias lidera dos programas específicos para promover procesos de apropiación social del conocimiento y trabajo con comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas.

Uno de ellos es Ideas para el cambio y el otro es A ciencia cierta. Durante 2020, A ciencia cierta destinó recursos por 2.700 millones de pesos en 30 comunidades del país.

Aunque estamos hablando de proyectos pequeños, son ejemplo de cómo una comunidad, trabajando en conjunto con investigadores y científicos, puede integrar conocimientos de diversa índole y logra aplicarlos en la solución de un problema específico.

Hombre con tapabocas en un quiosco hablando con varias personas que se encuentran sentadas.

Foto: Róbinson Henao

 

Por otro lado, cada vez más los procesos de apropiación social del conocimiento son un requisito para acceder a la inversión pública en ciencia y tecnología, de forma que, además de generar conocimiento, hay un incentivo para que los investigadores desarrollen productos de apropiación en sus proyectos. Además, estos productos han incrementado su importancia relativa en nuestro modelo de medición de grupos de investigación. De esta manera, buscamos priorizar recursos para apropiación social del conocimiento y disminuir las brechas regionales en capacidades de ciencia y tecnología”.

¿Cuáles han sido los aprendizajes del primer año de gestión de Minciencias?

“El ministerio tiene dos viceministerios: el de Conocimiento, Innovación y Productividad, y el de Talento y Apropiación Social del Conocimiento. Quisimos que la arquitectura institucional reflejara, por un lado, los temas de investigación y generación de nuevos conocimientos y, por otro, todo lo relacionado con formación de capital humano, desarrollo de capacidades regionales y apropiación social del conocimiento.

Durante 2020 trabajamos sobre la hoja de ruta establecida por la Misión de Sabios a finales de 2019. Sus recomendaciones fueron a corto, mediano y largo plazo, así que en el primer año de Minciencias priorizamos dos recomendaciones: una que tiene que ver con gobernanza del SNCTI, y otra que tiene que ver con la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Frente a la primera recomendación, desarrollamos un proyecto de decreto de gobernanza del SNCTI, el cual sometimos a un proceso de diálogo y retroalimentación con los actores del sistema y se encuentra en revisión por parte de Función Pública y el área jurídica de la Presidencia de la República.

Con este decreto se crearía un Concejo Nacional de Política de Ciencia, Tecnología e Innovación para orientar nuestras políticas públicas en esas materias con perspectiva a largo plazo de los desarrollos científicos y tecnológicos. También se crearía el Consejo Científico, conformado por 10 científicos asesores del Gobierno Nacional para la toma de decisiones basadas en la evidencia y el conocimiento científico. También modificaría a los consejos departamentales de ciencia, tecnología e innovación que son presididos por los gobernadores y tienen un papel importante en identificar y priorizar las necesidades de cada región en esas áreas.

En cuanto a la política nacional, Minciencias, junto a Planeación Nacional, desarrolló un borrador de documento Conpes que esperamos poner en discusión con todos los actores del sistema en 2021 y así consolidar nuestra apuesta de país en materia científica y tecnológica a 2030”.

¿Cómo fue el proceso de conversación con los actores de SNCTI para la elaboración de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Para construir el borrador contábamos con insumos importantes: el libro de la Misión de Sabios; los planes estratégicos de cada uno de los 13 programas nacionales de ciencia y tecnología; y el Libro Verde 2030 “Política Nacional de Ciencia e Innovación para el Desarrollo Sostenible”.

Además, hay que tener en cuenta que desde 2020 Colombia es miembro formal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), y eso nos permite acceder a las tendencias en estas áreas de los 37 países miembros. Teniendo en cuenta lo anterior, y por su alcance, decidimos formular la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030 como un documento Conpes.

Esto nos permitió involucrar a todos los ministerios, puesto que todos los sectores sociales necesitan de la ciencia, la tecnología y la innovación, pero es Minciencias quien tiene la función primordial de coordinación interministerial, regional y sectorial en estas materias en el país.

Después de construir el borrador de este documento Conpes, realizamos 15 diálogos para poner esta política en consideración de todos los actores del sistema. Realizamos mesas de trabajo en cada una de las seis regiones en las que el país está dividido según el Sistema General de Regalías, y que contaron con la participación de universidades, empresas, asociaciones de la sociedad civil y entidades públicas locales. También realizamos diálogos con niños, niñas y adolescentes, representantes del sector empresarial, exintegrantes de la Misión de Sabios y exdirectores de Colciencias, entre otros”.

A grandes rasgos, ¿en qué consiste la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030?

"Esta es una política con enfoque incluyente y diferencial, dado que somos un país de regiones y que existen grandes brechas en materia de capacidades para la ciencia y la tecnología entre unas regiones y otras. Por esa razón, la política presenta un plan de acción en seis ejes:

Generación de conocimiento, donde hablamos de los proyectos de investigación y de la infraestructura tecnológica que se requiere para generar nuevos conocimientos.

Formación de capital humano: ahí tenemos en cuenta la promoción de vocaciones científicas en niños, niñas y adolescentes, y cómo articular toda la cadena, desde esos niños que sueñan con ser científicos hasta los investigadores que buscan desarrollar estancias posdoctorales, pasando por los jóvenes investigadores y los estudiantes de pregrado, maestría y doctorado. Además de la formación, está el tema de inserción laboral de ese capital humano.

El uso del conocimiento, donde hablamos de las condiciones para innovar y emprender, de la trasferencia de conocimiento entre universidades y sector productivo, de las nuevas tecnologías y la Cuarta Revolución Industrial.

Apropiación social del conocimiento que tiene que ver con cómo hacer una ciencia más inclusiva, que genere impacto social y que promueva una cultura científica y tecnológica. Ahí hablamos de la comunicación pública de la ciencia, de cómo acercar la ciencia al ciudadano; y hablamos de apropiación social, entendida como un proceso de gestión, valoración y aplicación del conocimiento, donde se busca integrar las diversas formas de conocimiento, incluyendo los ancestrales y tradicionales, y cómo entran en un diálogo de saberes con los conocimientos científicos y empíricos.

La gobernanza, donde promovemos el proyecto de decreto que ya mencioné.

6.Financiación de la ciencia y la tecnología: este gobierno se puso la meta para 2022 de duplicar la inversión en ciencia y tecnología con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) acercándonos a niveles del 1,5%. Sin embargo, esa meta no es fácil de cumplir. El presupuesto es insuficiente para todas las necesidades que tenemos, así que urge definir otras estrategias para estimular esa inversión”.

¿Qué estrategias se han planteado para empezar a acercarnos a los niveles de inversión pública y privada en ciencia y tecnología de los países de la Ocde que están alrededor del 2% del PIB?

“Este tema hace parte de las conversaciones con Planeación Nacional, pero por lo pronto sabemos que no vamos a cumplir la meta de duplicar nuestra inversión a 2022 si no hacemos algo desde ya.

Entre las estrategias que hemos contemplado está hacer uso de inversiones en el marco de gasto de mediano plazo; y también ver cómo los otros ministerios, con los rubros que tienen destinados para investigación, se puedan enlazar con las estrategias lideradas por Minciencias. También está el tema de cooperación internacional, es decir, cómo promover el desarrollo de proyectos conjuntos con otros países donde nosotros ponemos recursos, pero ellos también.

Un aspecto clave son las alianzas público-privadas, donde el Estado jalona recursos del sector privado para investigación. También está el porcentaje de regalías y todo lo relacionado con la banca multilateral. Pero, más allá de duplicar la inversión en ciencia y tecnología en el corto plazo, la meta del Gobierno es lograr un financiamiento sostenible de todo el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación”.

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Investigación para potenciar el aprendizaje responsable y colaborativo

Septiembre 10, 2020

La Línea en Informática Educativa fue pionera en la investigación académica en EAFIT
desde 1989, cuando se creó. Hoy, su foco está en los avances teóricos y prácticos en el
campo de las Ciencias del Aprendizaje.


Paula Andrea Álvarez Patiño, Colaboradora

El mundo se ha transformado. La tecnología, las fuerzas de la globalización, la movilidad, las emergencias ambientales y de salud en todo el planeta han impulsado este cambio. En ese marco, la educación tiene que prepararse para un futuro distinto en el que la colaboración y la interculturalidad son fundamentales.

El aprendizaje personalizado dejó de ser un término de moda aplicable solo a cierto tipo de estudiantes para convertirse en un factor que le permitirá a cada alumno descubrir y desarrollar sus talentos.

Ese aprendizaje personalizado significa entonces que ya no se agrupará a los estudiantes en clases integradas por personas que están dentro de un estricto orden de edad, sino que se promoverán y desarrollarán los intereses individuales.

De esta forma, un plan de estudios deberá estar conformado, además de las áreas conocidas –como lenguaje, matemáticas y ciencias–, por otras que impulsen la creatividad, como artes y deportes, y otras que fomenten el pensamiento emprendedor.

Las clases tampoco serán iguales a lo que hoy se concibe como “asistir a clase”, pues ya no se trata de llegar a un salón, sentarse y escuchar al profesor dictar su materia durante un tiempo determinado. Y el docente no se constituirá en ese ser omnipotente que todo lo sabe y es experto en su área, el que tiene todas las respuestas bajo la manga.

“Ya el foco no es si yo como docente enseño muy bien y tengo grandes técnicas o dinámicas sofisticadas, porque resulta que al final no estoy logrando el objetivo que el estudiante aprenda: ahora se trata de poner todo en términos del alumno. Y entonces yo, en mi papel de docente, tengo que entender cuáles son los procesos que sigue un estudiante para facilitarle su proceso de aprendizaje. Mirándolo así es un cambio radical cuando se habla hoy de las Ciencias del Aprendizaje”, explica Juan Guillermo Lalinde Pulido, profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas y coordinador del Centro de Computación Científica Apolo en EAFIT.

Lalinde agrega que cuando se habla de “aprendizaje” se está cambiando el centro; ahora el foco pasa a estar en el estudiante. El problema ya no es cómo se explican y utilizan las herramientas pedagógicas –indiferente de qué hará el otro con ellas– sino tratar de entender cómo el estudiante está  estructurando  los  conceptos y desarrollando comprensión para, a partir de eso, ver cómo se le apoya en un proceso de aprendizaje que lo está poniendo a él como actor central.

Todas estas realidades son, a su vez, un campo fértil para la investigación y el desarrollo de nuevo conocimiento que  permita  transformar  las  prácticas  pedagógicas  y  metodológicas en la formación de niños y jóvenes, de cara a las nuevas dinámicas del mundo.

Tres estudiantes en un computador.

Los modelos pedagógicos se centran en el aprendizaje de los estudiantes
Foto: Róbinson Henao

 

Constructivismo, una de sus bases

Por definición, las Ciencias del Aprendizaje son aquellas metodologías, tecnologías, investigaciones y adelantos científicos que sirven de apoyo al proceso de enseñanza y aprendizaje formal e informal.

Así mismo, constituyen un campo interdisciplinar con elementos de la educación, la psicología, las ciencias cognitivas, la informática, la inteligencia artificial y las neurociencias.

Y  una  de  sus  bases  es  el  constructivismo,  una  perspectiva  general  que  dirige  la  atención  hacia  dos  aspectos cruciales del aprendizaje: los factores sociales y los culturales.

Es un modelo pedagógico en el que los individuos son constructores de su propio aprendizaje, de la comprensión y de darle sentido a la información; todo esto por medio de la estructuración de sus capacidades cognitivas mediante la interpretación de sus experiencias.

Es así como los docentes deben brindar a sus pupilos las facilidades para crear sus propios conceptos con base en textos y experiencias. No se trata de enseñar bajo la modalidad clásica de pararse frente a un grupo de aprendices a impartir conocimiento, sino más bien proporcionar  el  material  con  el  que  los  alumnos  se  comprometen de forma activa con el aprendizaje. Las actividades ahora se constituyen por estos elementos:

La observación.
El acopio de contenido.
La generación y comprobación de hipótesis.
El trabajo colaborativo.

Un ejemplo de este último –el colaborativo– lo explica Gloria Álvarez, doctora en Educación de la Universidad de Salamanca y docente de la Universidad  Pontificia  Bolivariana en Medellín: “Un docente prepara algunas temáticas para darle a sus estudiantes un panorama global del curso que están a punto de comenzar, pero deja que sean esos alumnos quienes terminen de construir el curso. Cada estudiante debe responder por un contenido pero, a su vez, todos los contenidos deben ser coherentes con el objetivo general de ese grupo y ese curso”.

De esta forma se construye entre todo el grupo un hiperdocumento en donde también participa el docente, pero el estudiante lo configura con su propuesta. A lo largo del curso se debe evaluar en forma constante cuál de las propuestas tiene más afinidad a los objetivos. Esto significa que hay que hacer seguimiento y trabajar de forma permanente durante todo el itinerario.

Cada curso, entonces, se vuelve inédito, único y diferente.“Yo la llamaría una estrategia coherente en términos de trabajo colaborativo porque haces tu trabajo, pero debes seguir el hilo de los demás. En medio de la dinámica se hace una revisión de pares para verificar estructuras, contenidos y estrategias”, agrega la investigadora.

Una de las bases de las Ciencias del Aprendizaje es el constructivismo, un modelo pedagógico en el que los individuos son constructores de su propio conocimiento.

La importancia del trabajo en equipo

En este proceso los estudiantes adquieren conocimiento, formulan  conceptos,  construyen  hipótesis  que  se  complementan y modifican gracias a la interacción de las opiniones, percepciones e ideas de todos los miembros del equipo. De esta forma se construye el aprendizaje en la medida que cada uno aporta desde sus propias experiencias y procesos cognitivos para el logro de una meta común.Hay que comprender que los seres humanos no son islas, todos conforman una parte vital para el funcionamiento orgánico de la sociedad.

El aprendizaje no es simplemente el saber mucho o el conocerlo todo, sino que también es la puesta en práctica y la influencia que dichos conocimientos causan en el entorno y en la forma incluso de relacionarse para crecer con los demás.

Estudiantes, a cambiar su postura

El estudiante asume ahora un nuevo reto y es entender que se está formando en un mundo laboral que no sabe cómo va a ser, así que debe tener una fundamentación sólida sobre las bases de su profesión, las ciencias y el conocimiento humano para abordar de manera autónoma los cambios que afectan la vida cotidiana.

Eso quiere decir que ese estudiante debe ser el primer crítico y evaluador de su proceso. “Esto implica que la posición del estudiante, frente a su formación, es de responsabilidad. Ahora se trata de cuestionarse, ¿cómo me estoy preparando para ese mundo cambiante que evoluciona todos los días y del que aún no se tiene claridad en cómo será a futuro?”, explica el profesor Juan Guillermo Lalinde.

Y complementa: “El estudiante debe entender que la formación es un medio para su desarrollo personal, pero que  él  tiene  una  responsabilidad  muy  grande  en  ese  sentido. Desde la academia lo acompañamos con tutorías, talleres o prácticas, pero es él quien realmente tiene que asumir la responsabilidad de su formación”.

Un grupos de estudiantes en un salon haciendo un trabajo en equipo.

Las Ciencias del Aprendizaje hacen parte de un área emergente constituida, como otros campos, de forma interdisciplinaria.
Foto: Róbinson Henao

 

EAFIT de cara a estas nuevas metodologías

En la Universidad hay un par de aspectos fundamentales: la calidad del cuerpo profesoral y el apoyo institucional que reciben por medio de la Vicerrectoría de Aprendizaje y su Centro para la Excelencia en el Aprendizaje EXA, antes conocido como Proyecto 50.

En general, la característica predominante de los profesores de EAFIT es su fuerte compromiso con su labor, su capacidad para entender que, a partir de la innovación y la creatividad pueden transformar los procesos educativos.

El segundo punto está relacionado con el soporte institucional que tienen y que apareció con gran fuerza con la creación de Proyecto 50 en el marco de la celebración de los 50 años de la Universidad.

Esa iniciativa evolucionó casi una década después hacia lo que hoy es el Centro para la Excelencia en el Aprendizaje EXA que consolidó las experiencias que existían como EAFIT Virtual, el Centro Multimedial y todo el conocimiento en formación profesoral para beneficiar el objeto misional más grande que tiene la Institución y es la formación de profesionales, magísteres o doctores que con su accionar van a transformar la sociedad.

De igual forma, el reconocimiento a la función docente se evidencia con los cambios en la estructura organizacional que  permitieron  la  creación  de  la  Vicerrectoría  de  Aprendizaje, decisión que reflejó una decidida orientación institucional hacia el aprendizaje más que hacia los procesos de enseñanza.

En este sentido, existen numerosas iniciativas renovadoras en EAFIT, entre las que se destacan el proyecto Kratos y los semilleros de investigación. Ambas estrategias permiten que los alumnos adquieran competencias prácticas que les  proporcionan herramientas y relacionamiento para desempeñar su labor profesional con éxito.

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Tres promesas cumplidas c​on biotecnología criolla

Mayo 2, 2023

Microalgas para capturar CO2, bacterias para salvar la producción de banano y un proyecto para mejorar la producción de caucho son tres grandes apuestas incubadas en los laboratorios de la Universidad EAFIT.

Colaborador: Pablo Correa.

El vino, el pan y la cerveza son tres de los ejemplos más cotidianos, antiguos, exquisitos, de la creatividad humana para manipular organismos vivos con el objetivo de crear o modificar algún producto. En una palabra, tres ejemplos de lo que hoy pomposamente llamamos “biotecnología".

Pero esos primeros ancestros nuestros que d​​ominaron la fermentación con bacterias quedarían boquiabiertos de lo lejos que han llegado sus sucesores en esta ciencia: vacunas con RNAm, alimentos transgénicos, bacterias para producir insulina, microorganismos para descontaminar aguas, tratamientos contra el cáncer y la lista sigue creciendo día tras día.

“La biotecnología tiene el potencial de alterar muchos aspectos de la vida humana y los transformará de formas que no podemos imaginar", pronosticaban el año pasado los editores de la revista Nature Biotechnology.

Y eso es, justamente, lo que desde hace más de una década intentan hacer varios grupos de investigación en la Universidad EAFIT: descubrir e imaginar usos de la biotecnología para solucionar problemas en nuestro país.

Tres de los proyectos más exitosos incubados en los laboratorios de EAFIT dejan varias enseñanzas para seguir apostando por la biotecnología nacional. Se trata de la producción de algas para capturar CO2, el uso de bacterias como agentes biológicos contra el hongo Sigatoka, que afecta la fruta del banano, y la producción de un mejor caucho natural en el Bajo Cauca antioqueño.

Las tres apuestas comparten algunos rasgos: se trata de esfuerzos de investigación enfocados en problemas reales e importantes para la economía nacional. También se han planteado como proyectos de mediano y largo plazo que no quedan estancados en la publicación de resultados, sino que aspiran dar el salto de las pruebas pilotos al escalamiento industrial.

Además, han aglomerado a investigadores de distintos niveles, desde pregrado hasta doctorados, bajo la tutela de investigadores de primer nivel, y cuentan con la participación directa de la industria y las comunidades involucradas.

Estos proyectos de EAFIT están demostrando que la biotecnología en Colombia puede ser un motor de desarrollo y una herramienta eficaz para solucionar problemas con fines sociales y ambientales.​

Microalgas para luchar contra el cambio climático

La industria cementera en el mundo es una de las mayores responsables del calentamiento global al aportar cerca del 10% del dióxido de carbono. Preocupados por encontrar formas de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, representantes de Argos, la mayor empresa de este sector en Colombia, se acercaron a EAFIT en 2009 en busca de ayuda.

Fue así como se comenzó a tejer una cadena de investigaciones que se han entrelazado para responder al reto utilizando microalgas. El primer paso consistió en identificar la especie con la que trabajarían. Las microalgas no solo crecen hasta 10 veces más rápido que una planta terrestre, sino que pueden ser hasta 50 veces más eficientes fijando CO2. El siguiente paso consistió en construir los primeros bioreactores, donde crecerían y harían su trabajo las microalgas. Gracias a que estos microorganismos acumulan lípidos en su interior es posible procesarlos mediante procesos químicos para convertirlos en biocombustibles.

La investigadora Valeska Villegas (derecha) en labores de análisis sobre la Sigatoka Negra. Foto: Róbinson Henao

Tras demostrar que el proceso era viable, se construyó una primera planta experimental en la ciudad de Cartagena. Aquí apareció un reto mayor: aunque se había demostrado la viabilidad del proceso, el modelo financiero no era viable. Los costos de producción de microalgas rondaban los $210 por kilogramo y un barril del biocrudos producido sobrepasaba los USD 88.

Investigadores de la Universidad de Antioquia se sumaron al proyecto para buscar puntos de optimización y, finalmente, pudieron demostrar que podían reducir el precio por barril a USD 38, además de mejorar la calidad del biocrudo. En este punto, la empresa estatal Ecopetrol ya ha mostrado su interés, se logró una patente del procedimiento y ganaron el Premio Alejandro Ángel Escobar en la categoría ambiental. 

Alex Sáez Vega, investigador de EAFIT, explica que, como el uso de microalgas para captura de CO2 no es rentable por sí mismo, “la idea es sacar todas las ventajas posibles de esa biomasa para balancear la ecuación económica". Por esto, además de biocombustibles, están haciendo ensayos para usar las microalgas como trampas de material particulado en las ciudades y también como biofertilizantes. 

​Bacteria para proteger la industria bananera

Hace 15 años, la Universidad EAFIT, la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), el Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano) y la empresa Forbio sellaron un convenio para enfrentar juntos uno de los problemas que más atormenta a los bananeros: la Sigatoka Negra, la enfermedad más destructiva y de mayor valor económico en los cultivos de banano y plátano, causada por el hongo Mycosphaerella fijiensis. Se estima que puede reducir hasta en un 50% el peso del racimo y causar pérdidas del 100% de la producción, debido al deterioro en la calidad.

“Es una enfermedad que se controla con muchos fungicidas, lo que aumenta los costos de producción. Además, los bananeros estaban preocupados por las crecientes prohibiciones para el uso de esos fungicidas", cuenta Valeska Villegas, investigadora principal del proyecto y quien ha guiado toda una red de colaboradores y científicos en busca de alternativas biológicas para controlar la Sigatoka Negra.

El primer paso fue salir en busca de bacterias presentes en los cultivos de banano y que manifestaran alguna actividad antifúngica. En esa tarea aislaron más de 1.500 bacterias de las raíces y hojas de las plantas, y mediante un proceso de bioprospección identificaron las de mayor potencial.

Finalmente, el ADN de la bacteria con mayor potencial (Bacillus subtilis EA-CB0015) fue secuenciado y se identificaron las moléculas que producía. Uno de esos compuestos (Fengycin C) se constituyó en la base de un nuevo bioproducto que combate la enfermedad. En las pruebas de campo se comparó su efectividad frente a fungicidas como el Clorotalonil y Mancozeb, dos de los más populares entre los bananeros, y se demostró que eran equivalentes.

Curiosamente, los mayores obstáculos para la profesora Villegas no han estado del lado de la ciencia, sino de la burocracia legal, que ha implicado una alta inversión de tiempo para lograr registros, autorizaciones y patentes. La empresa Forbio ya comenzó el escalamiento de la producción.

“La biotecnología tiene el potencial de alterar muchos aspectos de la vida humana y los transformará de formas que no podemos imaginar". ​Mejor caucho, mejor futuro comunitario.

En el Bajo Cauca antioqueño, más de 1.200 familias dependen de la producción y comercialización de caucho natural. Sus cultivos se extienden por más de 4.300 hectáreas. Pero tanto la Asociación de Cultivadores de Caucho (Asculticaucho), en el municipio Tarazá, como los encargados de la planta de producción Rubbercorp, en Caucasia, tenían claro cuando se acercaron a la Universidad EAFIT que su permanencia en un mundo tan competitivo dependía de elevar la calidad del caucho producido, así como los procesos industriales asociados.

Ahí entraron en escena varios investigadores de EAFIT: algunos se concentraron en el diagnóstico y las técnicas para el sangrado del árbol de látex, así como en el uso de estimulantes para aumentar la producción; mientras otros investigaron formas de mejorar la deshidratación y coagulación del caucho usando elementos y especies locales con el fin de facilitar su transporte.

El profesor Carlos Rodríguez Arroyave y otros colegas concentraron esfuerzos en mejorar el proceso industrial para elevar la calidad de las láminas producidas y, además, hacerlas menos alergénicas.​

Grupo de caucheros en los laboratorios de la Universidad EAFIT. Foto: Róbinson Henao

Elizabeth Rendón, coinvestigadora, aclara que un componente fundamental de todo el proyecto ha sido apostar por la transferencia de conocimiento de la academia hacia las comunidades: “Estamos hablando de un conocimiento complejo y queríamos cerrar la brecha, así que trabajamos con cultivadores y rayadores y desarrollar una manera más efectiva de transferir conocimiento".
Otro proceso que ayudaron a mejorar fue el aprovechamiento de los residuos del látex de caucho centrifugado de la planta Rubbercorp. Este material, en el que se pierde entre el 4% y el 10% del caucho recolectado por los productores, se convirtió en la materia prima de nuevas láminas mediante un proceso de coagulación y secado. 

“Obtuvimos un caucho terminado de altas especificaciones técnicas en cuanto alto índice de elasticidad, con menores cantidades de proteínas, nitrógeno, cenizas y volátiles. Un producto que tiene altas probabilidades de uso", comenta Rodríguez.

Adicional a todo ello, se está trabajando en la implementación de un horno con energía solar para el secado del caucho.​​​

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Los quinces de la Universidad de los Niños

Septiembre 10, 2020

Este año 2020 es de celebración para el programa de EAFIT que busca la apropiación social
del conocimiento científico en niños, jóvenes y mediadores educativos.


Andrés Felipe Giraldo Cerón, Colaborador.

Cuando se le pregunta a Ana María Londoño por la Universidad de los Niños (Uniños EAFIT), no duda en responder emocionada: “Es un proyecto providencial e imposible”.

Para explicar su punto, la jefa de  este programa de EAFIT pone un ejemplo: “Uniños parece irreal, ¿cuándo logramos que los doctores de la Universidad se sienten a hablar con los niños? Pero ¡sucede! Así como cuando logramos construir un Manifiesto por la Verdad  con  niños  para entregárselo a los comisionados y antiguos actores armados. Son 15 años de situaciones improbables diarias”.

Este año 2020, Uniños cumple 15 años como una de las más importantes apuestas de la Universidad EAFIT por la apropiación social del conocimiento científico  en  niños,  jóvenes  y  mediadores.

A lo largo de este tiempo ha ampliado y perfeccionado su oferta, ha tejido redes con investigadores, organizaciones y pares, y ha obtenido reconocimientos como el premio de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe (RedPop).

Pero, sobre todo, ha cambiado las vidas de cientos de niñas, niños y jóvenes. Ana María Londoño explica el alcance de los logros del programa y cómo cumplen una función vital de la Universidad: “Crear preguntas y ser un Este año 2020 es de celebración para el programa de EAFIT que busca la apropiación social del conocimiento científico en niños, jóvenes y mediadores educativos.laboratorio de innovación educativa y en apropiación social del conocimiento científico.  Hemos  experimentado,  nos hemos equivocado y aprendido gracias a un público muy exigente que reclama calidad todo el tiempo”.

Los futuros científicos

Aunque en sus inicios Uniños EAFIT se enfocó en niñas, niños y jóvenes, su oferta se ha expandido. Para Londoño, esta evolución se ha dado de manera orgánica  y  ha  servido  para  abrir  la  Institución: “No somos un programa de educación, pero caminamos en esa línea delgada que hay entre la apropiación social del conocimiento y la educación”.

¿Qué le deparará el futuro a Uniños? Para su jefa, cada vez se entiende más a qué se refiere la Universidad EAFIT cuando propone la investigación formativa como un proceso que empieza con los niños y termina en un grupo de investigación, en el que todos los eslabones de la cadena aportan conocimiento y forman públicos.

“En ese escenario, el programa funciona como engranaje y motor”, afirma.En  cuanto  a  los  retos  futuros,  asegura  que  la  Universidad  de  los  Niños debe pensar en los problemas de equidad de género en la ciencia y continuar trabajando para explorar nuevas  formas  de  comunicar  el  conocimiento.

Una mujer dandole dulces en la mano a niños

La decisión de construir hidroeléctricas de gran tamaño es cada vez más las comunidades y los problemas de orden público. Foto: Róbinson Henao

 

“Cumplir  15  años  no  es  lograr  lo  que se propuso en el año uno: es un presente continuo. Seguimos insis-tiendo en que la pregunta tiene un lugar importante en la sociedad, que las universidades deben abrirse a la sociedad, los investigadores pueden formarse para comunicar su conoci-miento y los maestros implementar didácticas cautivadoras en el aula para conversar sobre ciencia con sus estu-diantes”, concluye.

“Los investigadores pueden formarse para comunicar su conocimiento,  los maestros pueden implementar didácticas cautivadoras para conversar sobre ciencia con sus estudiantes”. Ana María Londoño, jefa de Uniños.

Las cifras de un programa exitoso

3217

Niñas y niños que han participado en las 3 etapas de la Universidad de los Niños, donde se ofrecen en promedio 640 cupos por año.

214

Jóvenes que han hecho parte de Proyectos de Ciencia, etapa de formación en investigación con 6 años de existencia.

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1522

Maestros escolares que han participado en diferentes estrategias de formación docente de la Universidad de los Niños.

181

Investigadores asesores que han acompañado los talleres de este programa de apropiación social del conocimiento de la Universidad EAFIT.

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537

Estudiantes de pregrado que se han formado en metodologías de educación y comunicación de la ciencia para acompañar a Uniños EAFIT.

357

Es el total de talleres diseñados y desarrollados a lo largo de la existencia de la Universidad de los Niños EAFIT.

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390

Instituciones educativas que se han vinculado al programa.

50

Proyectos se han diseñado y desarrollado en Medellín y Antioquia con la metodología de Uniños EAFIT.

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48

Ponencias y artículos de investigación publicados.

2

Libros publicados.

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Semilleros presentan resultados de sus proyectoss

Enero 26, 2022

Más de 1700 estudiantes hacen parte de los 128 semilleros de investigación que tiene la Universidad EAFIT. Esta es una muestra de los proyectos desarrollados durante el año 2021.

Revista Universidad EAFIT.

Análisis a un prototipo de motor cohete

El semillero de investigación en Cohetería y Propulsión realizó pruebas de carácter analítico que permitieron identificar cómo interactúa la combustión al entrar en relación con cada uno de los elementos que hacen parte de un prototipo de motor cohete.

“El motor cohete es el sistema que transforma la energía calórica en energía cinética, producto de una reacción química en una cámara de combustión –explica el semillero–.

En dicha reacción se generan gases que son expulsados por la tobera, es decir, un dispositivo que acelera el flujo de estos y que son los responsables de generar el empuje necesario para que el cohete se impulse en sentido contrario a los gases de combustión”.

El análisis fue necesario para tener un mayor conocimiento de los diferentes fenómenos involucrados en ese proceso y responder una pregunta clave: ¿la cámara de combustión soportará la presión máxima interna?

Para ello, utilizaron una herramienta de cálculo computacional conocida como FEM que permitió simular condiciones de presión interna y verificar que su comportamiento esté dentro de los límites establecidos por el factor de seguridad de diseño relativo a las propiedades mecánicas del tubo motor.

Lo que sigue es probar el motor cohete. Para ello realizarán dos experimentos que permitirán entender el desempeño termoquímico y mecánico del motor, y comparar con los cálculos analíticos y numéricos ya realizados. En el proyecto participan los estudiantes Simón Emilio Suárez y Juan Pablo González, de Ingeniería Física; y Pedro Gómez Bedoya, Juan José Arrubla y Juan Camilo Isaza, de Ingeniería Mecánica. Son orientados por los profesores Francisco Javier Botero y Juan Sebastián Rodríguez.

Un motor cohete está sometido a diferentes fenómenos que obligan a su estudio exhaustivo por medio de pruebas. Foto Shutterstock.

Estrategias pedagógicas para impulsar el emprendimiento

Dos investigaciones relacionadas con la educación realizó el semillero de investigación en Innovación y Emprendimiento, bajo la orientación de la profesora Alejandra Vidal.

La primera examinó el uso de los juegos formativos en la enseñanza de los cursos de emprendimiento, a partir del diseño de un instrumento que permitió conocer la percepción de los estudiantes sobre el fortalecimiento de ciertas habilidades y/o la apropiación de conceptos claves de esta área.

“Descubrimos que el juego fue más efectivo para mantener concentrados y participativos a los alumnos, circunstancia de vital importancia para el aprendizaje. Prefirieron el juego en vez de participar en una conferencia de emprendedores”.

Fue realizada por los estudiantes Ana Isabel Arenas, de Comunicación Social; Paulina Botero, de Negocios Internacionales; Isabella Echeverri, de Ingeniería Matemática, y Jhon Michael Ramírez, de Mercadeo.

Esta es la cartilla producto de comunicación de la ciencia de este semillero.

 

La segunda tiene que ver con herramientas de aprendizaje exitosas para mejorar la experiencia de los estudiantes en las clases virtuales. Esta investigación cualitativa incluyó encuestas a estudiantes indagando por las actividades que más habían contribuido a su aprendizaje durante la virtualidad y entrevistas en profundidad a 37 docentes.

De ahí nació un producto de comunicación de la ciencia: la guía Conectados que presenta consejos, guías de actividades y plataformas virtuales para mejorar las dinámicas de una clase.

El proyecto fue realizado por los estudiantes Santiago Torres y Sofía Jaraba, de Administración de Negocios; Miguel Sosa, de Ingeniería de Sistemas; Valentina Carvajal, de Ingeniería Civil; Estefanía Barreneche y Valentina Tobón, de Ingeniería de Diseño de Producto.

Robot cartesiano para agricultura de precisión

El semillero de investigación en Agroindustria investiga y construye una plataforma robótica para el sector agrícola que ha llamado AgriculBot. Este robot permite automatizar el cuidado de algún cultivo en sus primeras fases. Gracias a él, es posible obtener el espectro en radiancia de los ejemplares del cultivo analizados en sus estados iniciales de desarrollo.

Esto último es lo más interesante para el semillero, pues permite recopilar, para luego analizar, cuál es la respuesta espectral del cultivo ante ciertas deficiencias nutricionales o la incidencia de algún patógeno.

“Al trabajar la llamada ‘agricultura de precisión’, soportada en herramientas como la visión artificial basada en sistemas de captura multiespectrales, se abren las puertas a analizar y entender un mundo que va mucho más allá del espectro visible, logrando adquirir información de importancia para el cuidado, clasificación y control de crecimiento de los cultivos que normalmente no está al alcance inmediato”, explica el semillero.

El proyecto sigue en curso mediante la implementación de mejoras al sistema de captura de imágenes, por ejemplo con la adaptación de un sistema de iluminación a medida de las necesidades y de la misma plataforma.

El semillero está conformado por el egresado de Ingeniería de Producción Juan José Bedoya, los estudiantes del mismo pregrado Felipe López, Isabel Cristina Ramírez, Manuel David Restrepo, Susana Tilano Flórez y Samuel Vásquez, y la estudiante de Ingeniería Física Manuela Ramos. Es coordinado por los profesores Alejandro Marulanda y Carlos Mario Echeverry.

Mejores colegios: las condiciones socioeconómicas y el desempeño escolar

Aunque el sector educativo colombiano genera gran cantidad de información, esta no siempre se utiliza de manera eficiente por los tomadores de decisiones para mejorar el sistema y el aprendizaje de los estudiantes.

Por ejemplo, a pesar de que es bien sabido que las condiciones socioeconómicas están altamente relacionadas con el desempeño escolar, las clasificaciones de los colegios se suelen basar en promedios simples de los puntajes obtenidos por los estudiantes en pruebas estandarizadas, sin diferenciar el efecto de las condiciones socioeconómicas, lo que resulta problemático porque conduce a una aproximación sesgada del valor agregado de los establecimientos educativos. El estudiante Alejandro Arenas, de Economía, orientado por los profesores Santiago Bohórquez y Mónica Patricia Ospina, desarrolló una herramienta de consulta que permite a cualquier persona mirar el o los colegios de su interés, para compararlos y tomar decisiones a partir de un panorama más completo y preciso de la calidad.

 

Grupo de investigación al cual está adscrito el semillero: Estudios en Economía y Empresa, de la Escuela de Economía y Finanzas.

 

Esa herramienta es una visualización de datos que incluye indicadores sobre el desempeño relativo de los colegios, la distribución de sus estudiantes y su progreso en el tiempo, con base tanto en los puntajes ajustados como en los originales. El proyecto hace parte del semillero de investigación de Estudiantes de Economía (SIEDE).

La inteligencia artificial ayudaría a la descongestión judicial

El semillero de Derecho Procesal estudió cómo los sistemas expertos y el machine learning, tecnologías asociadas a la inteligencia artificial, podrían apoyar a la administración de justicia en el trámite de procesos judiciales, en especial en los llamados procesos ejecutivos, que son aquellos encaminados a garantizar un derecho que el demandante ya tiene reconocido.

Con la investigación se concluyó que “atendiendo la necesidad de descongestionar los juzgados y brindar decisiones acertadas, sistemas implementados con base en la inteligencia artificial brindarían un apoyo a los jueces, ya que los procesos ejecutivos son los que en mayor proporción se adelantan en Colombia. De esa forma, se optimizarían los tiempos utilizados en su quehacer diario, obteniendo mejores resultados para una adecuada y pronta administración de justicia”.

La propuesta, dicen los investigadores, no busca desplazar la autoridad del juez ni su poder de decisión: “Estos sistemas deben respetar la esencia de la función jurisdiccional y los principios del Derecho Procesal, pero bien podrán ser una herramienta que apoyaría al juez en el cumplimiento de su actividad, en especial en lo relativo a los procesos ejecutivos”.

El estudio lo hicieron los estudiantes Andrés Hurtado, Carmen Gómez, Carolina Londoño, Ricardo Zuluaga, Carolina Trujillo, Juan Pablo Jaramillo, Ana Isabel Vélez, Carolina Cortés, Manuela Posada y Alejandro Castaño, bajo la orientación de los profesores José David Posada y Eugenio David Andrés Prieto.

Conocer y fortalecer hábitos en la comunidad eafitense

La pandemia y los confinamientos cambiaron la forma de vivir, impactando los hábitos que se tenían. El semillero Psicosalud adelanta el proyecto Conozcamos y fortalezcamos hábitos en la comunidad eafitense que quiere identificar hábitos para diseñar estrategias orientadas a la modificación de aquellos que son más nocivos. Para esto realizó entrevistas y encuestas a
estudiantes, profesores y administrativos.

Se encontró que en los tres grupos los cambios más significativos se concentraron en la alimentación, la actividad física y el autocuidado mental: en los administrativos se alteró el sueño, mientras que en estudiantes y profesores hubo mayor variación en el autocuidado físico. El 49% de los profesores reportó tener muchas ocupaciones que no les permitieron una buena alimentación ni un correcto autocuidado físico. Además, no realizaron actividad física debido a muchas responsabilidades (56%) y al cambio de rutina (50%).

 

Foto: Pixabay.

Asimismo, un 56% dijo no saber cómo establecer hábitos de autocuidado mental (56%). En los estudiantes se encontró que las ocupaciones impidieron cambiar hábitos de alimentación (47%), actividad física (62%) autocuidado físico (48%) y autocuidado mental (54%). También, las responsabilidades obstaculizaron los hábitos de autocuidado mental (46%) y de actividad física (56%).

Además, comentaron no saber cómo adquirir hábitos de autocuidado mental (53%) ni de alimentación (50%). Para los administrativos, sus ocupaciones no les permitieron hacer cambios en su actividad física (56%) y tuvieron problemas de sueño (48%).

El proyecto es orientado por la profesora Mariantonia Lemos y ejecutado por los estudiantes Angélica Lopera, María Alejandra Duarte, Carla Maldonado, Natalia Aguilar, de Psicología; Susana Torres y Henlly Cifuentes, de la maestría en Estudios del Comportamiento; Evelyn Corrales, egresada de Negocios Internacionales, y Catalina Gaviria, estudiante externa.

La inteligencia artificial ayudaría a la descongestión judicial

Las empresas de transporte público de pasajeros requieren aumentar sus ingresos, mejorar la calidad del servicio y reducir los costos de operación y mantenimiento. La investigación Integración de las políticas de mantenimiento y operación para la toma de decisiones en un sistema inteligente de transporte busca identificar la información necesaria para el sector que puede ser recogida y procesada con tecnología de sistemas inteligentes de transporte.

Además, desarrollar un sistema de apoyo para la toma de decisiones que ayude a considerar diferentes escenarios y resultados, apoyando la gestión de la operación y el mantenimiento en esas estructuras de transporte. El proyecto es de los semilleros de investigación en Mantenimiento (SIME) y en Sistemas Inteligentes de Transporte (SiSIT), integrados por estudiantes de pregrado, posgrado, egresados y profesores.

Los estudiantes investigadores son: de Ingeniería Mecánica, Carlos Andrés Castaño, Martín Rosendahl, Nafer Lizarazo, Alejandro López, Sebastián Castiblanco, Jorge Páez, Fernando Pereira, Sebastián Ibarra, Armando Pérez, Felipe Acosta y Kevin Giraldo; de Ingeniería Civil, Johana Puerta; de Ingeniería Matemática, Myllee Mosquera; de la especialización en Mantenimiento Industrial, Marco Navas, Andrés Rojas y Sebastián Cañas; y de la maestría en Ingeniería, Tomás Ramírez y Carlos Jiménez. Los profesores coordinadores son Gustavo Adolfo Villegas, Leidy Marcela Dueñas y Mauricio Toro.

Estudio de la técnica holografía digital

Durante sus nueve años de recorrido, el semillero de Holografía se ha destacado nacional e internacionalmente por desarrollar proyectos relacionados con la holografía analógica. Esta es una técnica que permite registrar la información tridimensional de los objetos en un material fotosensible.

Este año incursionó en el estudio de la denominada holografía digital, dado su progreso y aplicación en campos como la medicina y la biología. Esta técnica permite hacer el registro y reconstrucción numérica (por medios computacionales) de objetos físicos, lo cual posibilita recuperar información tanto de amplitud (intensidad) y fase (forma, textura) del objeto estudiado.

Su proyecto actual consiste en el montaje y registro de un holograma digital a color empleando fuentes de iluminación monocromáticas, con el objetivo de introducir en el semillero fundamentos y herramientas elementales de la holografía digital: desde la configuración de montaje óptico, pasando por el registro a través de sensores CCD hasta la reconstrucción numérica del holograma registrado en equipos de cómputo.

De esa forma se apropian los conceptos computacionales involucrados en esta técnica para su uso en proyectos posteriores orientados a aplicaciones específicas.

El semillero es coordinado por el profesor Carlos Alejandro Trujillo y está conformado por los estudiantes de Ingeniería Física Tomás Vélez, Isabella Gómez, Cristian Lopera, José Hernán Ortiz y Sofía Obando, y por la estudiante de la maestría en Física Aplicada María Josef Lopera.

Los semilleros de investigación representan un eslabón fundamental en el proceso de investigación formativa dentro de la Universidad EAFIT.

Un índice para medir el incumplimiento de la deuda pública

El alto nivel de endeudamiento por parte de los gobiernos es probablemente una consecuencia de las bajas tasas de interés reales observadas en las últimas décadas en las economías y el incremento en la liquidez inyectada en el mercado por parte de los principales bancos centrales del mundo.

Estos altos niveles de deuda soberana incrementan la probabilidad de la ocurrencia de crisis financieras y económicas, debido a que es más complicado refinanciar la deuda y las políticas fiscales se hacen menos efectivas.

“Nuestra investigación propone la estimación de un índice de incumplimiento soberano que mida la probabilidad de que el gobierno no pueda cumplir con sus obligaciones financieras”, explica el semillero Bufete Financiero.

Para eso, identificaron y analizaron las variables financieras y económicas relacionadas con el riesgo de crédito del gobierno. Luego utilizaron un algoritmo de inteligencia artificial para estimar las probabilidades de incumplimiento de la deuda.

“Al usar la mayor cantidad de información disponible, las técnicas computaciones de machine learning permiten estimar dichas probabilidades de forma más acertada que con otras metodologías tradicionales de predicción”, aseguran los investigadores.

Igualmente, destacan que “el índice de incumplimiento brinda información para el diseño de la política monetaria y la medición y regulación del riesgo, al arrojar luz sobre los efectos de las acciones de política monetaria en Colombia sobre el riesgo de incumplimiento del gobierno y la posibilidad de incumplimientos generalizados en los países en desarrollo que podrían desestabilizar la economía global”.

El trabajo es de los estudiantes Juan Pablo Galeano, de Finanzas, y Luis Enrique Mena, de Economía, quienes estuvieron dirigidos por las profesoras Lina Marcela Cortés y Stephanía Mosquera.

La toma de decisiones en la relación profesor-estudiante

La estudiante Carolina Valle, de Psicología, bajo la tutoría del profesor Horacio Manrique Tisnés, estudió cómo es la toma de decisiones en los distintos modos de interacción que se pueden dar entre un profesor y sus estudiantes: individuales, interindividuales y transindividuales.

Ellos explican así su trabajo, el cual se realizó dentro del semillero Método Analítico y Toma de Decisiones: “Nuestra investigación fue de índole analítica y hermenéutica. Hallamos pocos estudios sobre la toma de decisiones en la interacción profesor-estudiante y ninguno ha estudiado el tema desde una perspectiva individual, interindividual y transindividual. Evidenciamos cierta falta de interés investigativo en relación con la participación del otro en la toma de decisiones en esa interacción y sus posibles repercusiones en los implicados y el medio. Emprendimos una construcción teórico-reflexiva sobre los conceptos centrales de la investigación. De aquí surge una propuesta práctica que implica la consideración por el otro en la toma de decisiones en la interacción profesor-estudiante. En ella es importante ser conscientes de los efectos que lo elegido tiene en los partícipes, así como de los posibles efectos formativos y transformativos que pueda llegar a tener”.

 

En el rastreo documental se encontraron pocos estudios referidos a la toma de decisiones en la interacción profesor-estudiante. Foto: Juan Gonzalo Betancur.

Análisis a modelos centrados en el servicio y consumo responsable

El semillero en Estudios de Mercadeo (Smart) investigó cómo empresas manufactureras del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y de Bogotá avanzaron en el proceso conocido como “servitización”, es decir, cómo cambiaron de un modelo de negocio centrado en el producto a un modelo centrado en el servicio.

“La principal implicación teórica de este estudio se encuentra en el aporte que se realiza al conocimiento del proceso de servitización, el cual ha sido poco estudiado en Colombia y en Latinoamérica”, afirma el semillero.

Entre las implicaciones prácticas está que los hallazgos pueden ser del interés para los sectores manufacturero y académico, pues aportan conocimientos teórico-prácticos a partir de estudios de los principales autores del mundo sobre la servitización. Asimismo, a las prácticas empresariales que incrementan la competitividad, la sostenibilidad y las relaciones con los clientes.

Los estudiantes que realizaron el trabajo fueron Carolina Duque y Mateo Gómez, de la maestría en Mercadeo; Diandra Escobar y Laura Villanueva, de Negocios internacionales, y Mariana Vélez, de Ingeniería de Diseño de Producto. Fueron acompañados por los profesores María Claudia Mejía y Mauricio Bejarano.

Del mismo modo, el semillero realizó la investigación Influencia del consumo socialmente responsable en la intención de compra hacia productos cosméticos, en la que trabajaron los estudiantes Ana Isabel Arenas e Isabela Picón, de Comunicación Social; Sara Jiménez, de Mercadeo, y Lina Tatiana Sánchez, del MBA, dirigidos por los profesores María Claudia Mejía y Ana María Ortega.

Cómo la pandemia introdujo cambios en los procesos de auditoríal

La auditoría externa, como muchas otras actividades profesionales en el mundo, cambió y renovó sus prácticas a causa de las restricciones derivadas por la pandemia del COVID-19. Por ello, el semillero de investigación en Control, Auditoria y Riesgos trabaja en identificar esos cambios ocasionados por la pandemia desde la mirada de las firmas de auditoría.

Al finalizar, se habrán identificado transformaciones que pudieron afectar la calidad de los trabajos de auditoria, así como también prácticas que fueron adoptadas en el marco de esta contingencia y que podrían seguirse implementando en las acciones futuras de la auditoria externa.

El proyecto contempla entrevistas a auditores senior, socios y líderes de equipos de auditoria de empresas de diferente tamaño para establecer como las mismas han respondido a la oferta tecnológica y la digitalización de procesos antes y después de la pandemia.

En esta iniciativa participan los estudiantes Jonathan David Armijo, María Camila Pérez, Sandra Milena Hoyos, Alejandra Gutiérrez, María Salomé Mafla y Pablo Emilio Fonseca, de Contaduría Pública, quienes son dirigidos por el profesor Diego Armando Jurado.

Influencia de la personalización política en las elecciones

Para comprender más el efecto que tiene un líder en la movilización electoral de un determinado partido político, el semillero de investigación en Partidos Políticos y Elecciones trabaja en el diseño de una medida cuantitativa que valore el impacto personal de ese líder en una organización de ese tipo.

“Planteamos el Índice de Personalización Partidista (IPP), el cual analiza los votos por candidato respecto a los votos que obtuvo su partido en un determinado distrito electoral –manifiesta el semillero–. Que sean personalidades quienes logren movilizar más votos que el propio partido al que pertenecen es una demostración de la existencia y fuerza de un tipo de liderazgo personal”.

Aparte del conocimiento de esa realidad, se busca ofrecer una interpretación que suscite la reflexión de los ciudadanos sobre su papel al votar, pues “podemos ayudar a que los candidatos opten por avales de partidos con los que se identifican por su programa y principios, en lugar que el aval sea un cálculo estratégico de los partidos”.

 

El estudio del semillero evalúa lo ocurrido en las elecciones para Congreso de la República. Foto: Juan Gonzalo Betancur.

 

Del mismo modo, entender que si los ciudadanos dejan de votar se promueve que ciertos municipios sean de poco interés para los partidos, lo que facilita que una persona logre el control de los pocos votos que existen: “Con eso disminuye la posibilidad de que los diferentes intereses y voces de una comunidad logren la representación en los espacios de decisión política”. En el trabajo participan las estudiantes Miranda Guerra y Sara Sofía Arcila, del pregrado en Ciencias Políticas, bajo la dirección de la profesora Adriana Ramírez.

Hacer periodismo en cómic y con cámaras de 360 grados

El semillero de investigación y creación en Narrativas Periodísticas explora dos formas emergentes que adquiere hoy el relato informativo o de no ficción. En un primer proyecto, realiza testimonios periodísticos con víctimas y victimarios del conflicto armado colombiano experimentando en la producción de videos con imágenes de 360 grados.

El trabajo emplea dos elementos que al unirse se abren camino en el periodismo actual: el trabajo de reportería y composición narrativa del testimonio periodístico, y las posibilidades que brindan las imágenes de 360 grados.

Aquí participan los estudiantes Laura Restrepo, Marianna Sigalotti, Simón Felipe Barrera y Jossi Esteban Barboza, de Comunicación Social, así como Sofía Castellanos, de Ciencias Políticas.

Del mismo modo, el semillero diseña, investiga y realiza un cómic periodístico interactivo, iniciativa que surgió de sus diálogos con el grupo directivo de Saberes de Vida.

Este proyecto consiste en la realización de un reportaje en formato de cómic que se publicará en una plataforma digital que permite la interactividad del lector. El reportaje gira en torno a la historia de Alimentos Casai, un caso exitoso de innovación empresarial y social que tiene como empleados a víctimas y victimarios del conflicto armado.

En este proyecto trabajan las estudiantes Camila Bettin, Natalia Andrea Martínez, María Victoria Avendaño, Isabel Cristina Zapata, Eloísa Barriga y Juanita Donato, todas de Comunicación Social.

Los dos proyectos son orientados por los profesores Carlos Mario Correa, Alfonso Buitrago y Juan Gonzalo Betancur.

Aspecto del cómic periodístico titulado La audacia instintiva de un emprendedor. Foto: Cortesía del proyecto.

 

Más y mejores datos para entender sistemas de montaña complejos

Preguntas del tipo ¿cómo se comparan las tasas de erosión de largo plazo con las tasas de erosión en el corto plazo?, ¿cómo son esas tasas de erosión en áreas de conservación y áreas de actividades industriales del tipo agroindustria y/o minería?, hacen parte de la investigación de Santiago Noriega Londoño, estudiante del Doctorado en Ciencias de la Tierra, de EAFIT, integrante del semillero en Geología Regional y Geoquímica.

El proyecto plantea la necesidad de cambiar el paradigma actual de las Ciencias de la Tierra (de las que hacen parte la Geología, Hidrología y Meteorología, entre otras), en particular en el campo de la geomorfología aplicada.

“La geomorfología cuantitativa aparece como una importante área de las Ciencias de la Tierra, relativamente nueva en Colombia, que permite aplicar el  conocimiento adquirido en la resolución de problemas concretos en sistemas de montaña complejos como los Andes del Norte, en especial en proyectos de desarrollo de infraestructura, desarrollo urbano, gestión del riesgo, patrimonio geológico y geoconservación en el territorio nacional”, afirma Santiago Noriega.

Dentro de los retos está el enfocar los esfuerzos a la producción de datos cuantitativos de alta calidad y a diferentes escalas espaciotemporales, permitiendo una valoración más integral de las relaciones de magnitud y frecuencia de los procesos naturales que puedan afectar las actividades humanas.

Para ello, se exploró un conjunto variado de herramientas y técnicas analíticas que abren caminos a la interdisciplinariedad y que buscan concentrar los esfuerzos académicos y gubernamentales hacia un mejor entendimiento del medio natural, así como optimizar la gestión del riesgo y la planeación del territorio.

El proyecto es dirigido por los profesores María Isabel Marín y Sergio Andrés Restrepo.

 

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