Ocho líneas de investigación en salud mental emergentes con la pandemia

Enero 26, 2022

Las áreas abarcan temas que van desde el autocuidado, el comportamiento y el regreso a espacios como el laboral y escolar hasta análisis de los impactos causados por las ideas que promueven los movimientos antivacunas.

María Dilia Reyes, Colaboradora Revista Universidad EAFIT.

El COVID-19 no solo es, en sí mismo, un objeto de investigación. También puso sobre la mesa temas poco explorados e, incluso, muy poco pensados, en especial en salud mental. Su llegada reordenó y modificó la agenda de la ciencia a nivel mundial y abrió la puerta a análisis también desde las ciencias sociales.

“Cuando empezó la pandemia la pregunta era: ¿cómo esto nos va a afectar la salud mental? Este interrogante ha orientado investigaciones que se han ido haciendo de forma simultánea de acuerdo con las distintas etapas de esta emergencia sanitaria”, asegura Mariantonia Lemos Hoyos, doctora en Psicología, profesora e investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad EAFIT.

Pero ¿cuáles han sido los problemas en estos tiempos? De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe 2020: un año desafiante para la salud mental, “casi mil millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental. Cada 40 segundos, alguien muere por suicidio y ahora se reconoce que la depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre niños y adolescentes”.

En adición a esto, el reporte Salud mental en Colombia: una aproximación desde las estadísticas oficiales en el contexto de pandemia, del Departamento Nacional de Estadística (Dane), da cuenta de que en el país las mujeres reportaron más situaciones de cansancio, tristeza o dificultades para dormir y fue el sector de la población en el que hubo mayor tendencia a conversar con familiares y amistades sobre esos síntomas y a acudir a sus redes apoyo.

En contrapartida, los hombres presentaron más tasas de suicidio de manera sistemática en todos los grupos de edad y el segmento de 20 a 29 años fue en el que más se agruparon casos. De los suicidios reportados en Colombia durante el año 2020, un total de 654 casos, el 82,7% ocurrieron en hombres.

Por ello, han surgido estudios que abarcan temas relacionados con las ciencias del comportamiento, las nuevas formas de establecer relaciones interpersonales e impactos en el desarrollo cognitivo y profesional, entre otros. Además, tienen en cuenta segmentaciones como, por ejemplo, grupos poblacionales, países y género.

1. Los cambios en el comportamiento

A medida que ha ido avanzando la pandemia se han venido haciendo investigaciones que tienen como objeto estudiar la relación entre salud mental y comportamiento de las personas en los diferentes momentos de la emergencia sanitaria. Aquí, los Estudios del Comportamiento han sido clave.

En EAFIT, las investigaciones en este campo se adelantan alrededor de los temas referidos a la conducta, el lenguaje y las decisiones públicas, explica Adolfo Eslava Gómez, decano de la Escuela de Humanidades en su artículo Estudiar el comportamiento para transformar la sociedad de la edición 175 de esta misma revista.

Algunas investigaciones en el mundo han encontrado, de forma general, que las percepciones sobre el virus han cambiado con el tiempo, igual que los comportamientos. Por ejemplo, al principio de la contingencia las ideas sobre el coronavirus estaban relacionadas con el miedo y las personas tenían más prácticas de autocuidado. Asimismo, se halló que, pese a que ahora hay más adaptación, cuando surgen nuevas variantes, endurecimientos en las medidas de protección de cada país y asuntos relacionados con las vacunas, hay de nuevo modificaciones en las conductas.

“Los impactos en la salud mental y los comportamientos de quienes viven en un país que brinda subsidios en caso de que hayan perdido su empleo no son los mismos que tienen quienes están en países en los que las afectaciones económicas fueron devastadoras”, afirma Mariantonia Lemos. Adicionalmente, las investigaciones que se hacen en esta línea permiten que los gobiernos tomen decisiones a la hora de comunicar y promover actitudes de autocuidado.

De acuerdo con el Icare Study (una investigación a nivel mundial que nació para estudiar el COVID-19 y la salud mental, realizada por investigadores de diferentes países y liderado por el Montreal Behavioural Medicine Centre y del cual EAFIT hace parte), “la evolución de las políticas de salud pública basadas en el comportamiento se están implementando en todo el mundo. Sin embargo, la adherencia a las políticas de salud pública implica realizar cambios de comportamiento significativos que pueden conllevar importantes costos personales, sociales y económicos que pueden socavar su impacto”.

2. Back to: el regreso a donde estábamos antes

El colegio, la universidad y el trabajo, antes de la pandemia, eran comprendidos como espacios o entornos protectores, ya que en ellos las personas salían de su vida personal y familiar y convivían con otras que estaban haciendo sus mismas actividades: estudiando o trabajando.

No obstante, la pandemia sacó a la gente de esos espacios seguros e hizo que todas esas actividades se trasladaran al hogar, lo que hoy no es novedad, pero sí lo son las valoraciones positivas y negativas que se le está dando al retorno a esos entornos.

Una encuesta del Montreal Behavioural Medicine Centre indicó que, por ejemplo, para los canadienses, a pesar de que el regreso al colegio tiene efectos positivos en la salud mental de los niños por retomar su vida social y mejorar sus prácticas de aprendizaje, tienen miedo a que aumenten los casos por el contagio y ese ha venido siendo un motivo para no enviarlos a la escuela.

El miedo, en ese caso, es una respuesta normal al retorno, ya que las personas, así como estaban acostumbradas a esos espacios, ahora lo están a la casa. Ese es el denominado “síndrome de la cabaña”, término que se volvió popular para describir lo que ocurre con quienes ya no quieren salir de su hogar y volver a las rutinas de antes del confinamiento.

3. ¿Qué tan influenciable somos?

Los movimientos antivacunas en la última década han tomado fuerza. Incluso, las dudas sobre las vacunas (la renuencia o el rechazo) hacen parte de las 10 amenazas a la salud establecidas por la OMS. ¿Qué tiene que ver esto con salud mental?

“Estas corrientes plantean un gran interrogante: ¿qué tan influenciables somos?”, señala la profesora Mariantonia Lemos. Esta pregunta surge porque en estos grupos, que normalmente desvinculan la evidencia científica de sus planteamientos, no solo se traza la no-vacunación, sino que se promueve convencer a lo demás de su inconveniencia utilizando principalmente plataformas como las redes sociales.

En el artículo Predisposición para recibir la vacuna contra el COVID-19 en Paraguay: estudio exploratorio online, publicado en febrero de este año, se concluyó
que la principal razón de las personas encuestadas para no vacunarse fue la percepción de rapidez con la que se hicieron las vacunas y los efectos secundarios que puedan tener. Además, se sugirió que era necesario hacer campañas de comunicación en contra de las fake news. Pero esas conclusiones se pueden extrapolar fácilmente a otros lugares del mundo.

“Las vacunas contra el COVID-19 son seguras. Hay mitos como que son una improvisación, pero detrás de estas hay grandes esfuerzos de investigación. Desde su surgimiento en el siglo XVIII, las vacunas han traído beneficios para la humanidad y hoy se han creado de la mano de las nuevas tecnologías. Otro mito es que son peligrosas: la verdad es que producen inmunidad, previenen enfermedades o logran que den de forma leve, previenen más de 3 millones de muertes al año, tienen escasos eventos adversos y buscan la inmunidad colectiva”, explica el médico Marco González Agudelo, decano de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Él manifiesta que, si queremos terminar con la pandemia y evitar más muertes, es un acto de ética comunitaria la vacunación: es la forma de contribuir con la inmunidad colectiva y evitar complicaciones en nosotros mismos. También solicita a quienes tienen dudas buscar información con evidencia y ser cuidadosos con esta. “En febrero de 2021, en Google había 170 millones de publicaciones no técnicas sobre COVID-19 y vacunación, y en una base de datos rigurosa había 4.092 publicaciones técnicas. Eso significa que por cada 41.544 publicaciones no técnicas había una técnica”, anota el doctor González.

En esta línea aún hay pocos estudios, pero los que se están construyendo dan pistas de que habrá publicaciones sobre los efectos que puede producir en la salud mental la información proveniente de movimientos antivacunas. Por ahora, según la investigadora Lemos, queda otra pregunta: ¿cómo ayudamos a las personas para tener comportamientos positivos en salud?

4. Las nuevas formas de relación

El cierre de colegios, universidades, oficinas y sitios de encuentro generó impactos en la forma en la que las personas se relacionaban entre ellas y con su entorno,
y llevó a la creación de nuevas maneras de entablar relaciones, como los encuentros virtuales. Esto ocasionó un aumento en el tiempo invertido en un computador o en el celular y puso sobre la mesa un asunto: ¿cómo las personas empezaron a relacionarse con sus dispositivos?

El uso excesivo de equipos electrónicos puede generar “tecnoestrés”, que es el estrés producto de la utilización desacomedida de las tecnologías de la información y la comunicación. Este va de la mano de la “tecnofatiga” y su pronta identificación puede prevenir trastornos depresivos y ansiosos.

Además, la pandemia modificó las relaciones personales, no solo por no poder tener encuentros presenciales, sino por la convivencia familiar permanente, lo que puso en jaque numerosos vínculos sociales tradicionales.

“A raíz de la pandemia sucedió una especie de revolución vincular: hubo un primer momento en el cual saber que no podíamos ver a nadie generó un exceso de
vinculación virtual: videollamadas con la gente que antes veías. También, se empezó a hablar más con personas que antes se veían, pero no mantenían el diálogo cotidiano. La virtualidad pasó a ser primordial para estar conectado con el exterior y empezó a ser el único modo posible de comunicación”, explica la psicóloga Lorena Ruda en su texto Cómo la pandemia obligó a repensar las relaciones sociales, publicado por el medio Infobae.

Las condiciones en que se empezó a desarrollar el teletrabajo abieron otro campo de análisis que, aunque venía desde antes de la pandemia, se intensificó producto de su masificación repentina en esta emergencia.

5. Impactos en el desarrollo profesional y cognitivo

“Antes de la pandemia del COVID-19, el mundo ya estaba experimentando una crisis educativa. Y la crisis no estaba distribuida por igual: aquellos que viven en situación de mayor desventaja tienen un peor acceso a la escolaridad, mayores tasas de deserción escolar y mayores déficits de aprendizaje. La pandemia ya ha causado impactos profundos en la educación, desde el momento en que se cerraron las escuelas de todo el planeta en la mayor conmoción que hayamos experimentado de manera simultánea en nuestras vidas”, concluye el estudio COVID-19: Impacto en la educación y respuesta de política pública, realizado por el Grupo Banco Mundial.

De acuerdo con este, las consecuencias se presentan de forma diferencial según los grupos poblacionales, ya que no afecta en la misma medida a los niños (que reemplazaron los tableros por pantallas y que están alimentando su curva de aprendizaje) que a los adultos jóvenes que pueden estar terminando sus carreras profesionales. Sobre esta línea de investigación se ha avanzado en publicaciones y cuando se supere la pandemia surgirán más estudios en esta línea.

6. Secuelas del COVID-19 en la salud mental

En abril de 2021, la OMS agregó la salud mental en su guía para el manejo clínico del COVID-19. En ese documento recomendó brindar apoyo psicológico a pacientes con la enfermedad y establecerse vías de atención coordinadas a nivel nacional que puedan incluir a los proveedores de atención primaria –médicos
generales–, especialistas relevantes, profesionales de rehabilitación multidisciplinaria, salud mental, proveedores psicosociales y servicios de atención social.

Más allá de los impactos que puede tener el distanciamiento social, la incertidumbre por contraer la enfermedad y el confinamiento, el COVID-19 también trae consigo diversas consecuencias que afectan el bienestar mental. “Este virus apenas se está empezando a entender. Ya sabemos que no es solo una gripa y conocemos sobre sus secuelas físicas. Sin embargo, la evidencia muestra que hay personas a las que, después de haberlo tenido, les están dando ataques de pánico y cuadros de amnesia, por ejemplo”, manifiesta Mariantonia Lemos.

De acuerdo con la investigadora, de momento se están construyendo las investigaciones que estudian las secuelas en salud mental que deja esta enfermedad que, según el artículo Impacto de la COVID-19 sobre la salud mental de las personas, de José Hernández Rodríguez, miembro del Instituto Nacional de Endocrinología de Cuba, supera la depresión y ansiedad que se pueden producir por las medidas interpuestas por los gobiernos.

7. Los efectos de las normas sociales

Como parte del Icare Study se recopilaron datos para Colombia. Estos demostraron que conductas como el distanciamiento físico y el lavado de manos son más frecuentes en personas que reconocen su vulnerabilidad y que son conscientes de su salud y de las consecuencias del coronavirus. Ese sería un motivador para tener prácticas de autocuidado, así como cuidar del otro, lo cual se califica como un comportamiento prosocial.

En este caso, se da cuenta de modelos comportamentales que se adoptan analizando la cultura del país y permiten tomar decisiones para la contención del virus. Por ejemplo, en Colombia se promovieron campañas de comunicación en las que predominaban los mensajes de norma social, mientras en Inglaterra se construyeron basados en la rueda del cambio del comportamiento.

8. Investigaciones pos-COVID-19

Aunque aún la OMS no ha anunciado el cierre de la pandemia, la ciencia ya está conversando sobre los temas que abordarán las investigaciones cuando llegue ese momento. Algunas de ellas tratarán de responder cuestiones como: ¿qué seres son más resilientes que otros?

Asimismo, estudiarán los impactos cognitivos en niños, adolescentes y jóvenes, y ahondarán en los efectos del COVID-19 en la salud mental. Además, los pronósticos que surjan brindarán más temas de investigación a las ciencias sociales para solucionar, por ejemplo, cómo proteger la salud mental en situaciones de riesgo como las que generó esta enfermedad.

 

Investigaciones de EAFIT en salud mental

La Universidad, de la mano de investigadores de la Escuela de Humanidades y estudiantes miembros de semilleros, ha realizado seis investigaciones en esta materia. Los temas tienen que ver con los impactos que ha dejado el teletrabajo, la virtualidad en profesores universitarios, la teleasistencia en el bienestar, percepciones de la gente en las labores de teleasistencia, del propio COVID-19 en la salud mental y sobre los estereotipos sobre la salud mental afianzados o dejados en medio de la contingencia.

Un hallazgo interesante, entre los muchos encontrados, es que no hay diferencias significativas entre la experiencia de psicoasistencia presencial y virtual, pues para los pacientes lo más importante es que la consulta sea en un lugar íntimo y que haya custodia de los datos, escucha activa y buena conexión de internet.

Otra conclusión es que hay trastornos mentales más estigmatizados que otros, como la bipolaridad y la esquizofrenia, y hay unos que no porque las personas están más acostumbradas a escucharlos, como ocurre con la depresión y la ansiedad.

“Estos estudios son importantes porque la ciencia es un conocimiento confiable y una respuesta adecuada y pertinente para responder preguntas y mejorar la calidad de vida de las personas y de los propios sistemas de salud. Además, permiten tomar mejores decisiones en pro de la sociedad”, manifiesta Jonny Orejuela, jefe del Departamento de Psicología e investigador de la Universidad EAFIT.

 

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El cuidado, en el corazón de la ciencia

Enero 26, 2022

Un mundo pandémico, cabizbajo y lleno de temores, encontró en la ciencia a un aliado que le ayudara a salir de semejante crisis. Volcados al cuidado y a entender este momento, científicos y pensadores han aportado su conocimiento en la búsqueda de soluciones. ¿El reto para la humanidad? Dejar de pensar en el corto plazo.

Juan Carlos Luján, Colaborador Revista Universidad EAFIT.

En una entrevista con el diario El Mundo de España, Victoria Camps, catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, respondía así cuando se le preguntaba si habría que hacer del cuidado un objetivo político: “Tiene que ser un objetivo político para introducir mayor
bienestar para la sociedad, para hacer ver que una sociedad cuidadora, como se empieza a decir, es algo absolutamente fundamental en estos tiempos”.

¿Sociedad cuidadora? Ya fuera un concepto que viniera de tiempo atrás y que se haya hecho mucho más consciente con la pandemia del COVID-19, el tema es que, en este escenario de salida a esta contingencia, es también momento de que la ciencia plantee su aporte para que hoy pueda discutirse cómo, desde diferentes disciplinas, se dispone de diversas acciones transformadoras en beneficio del cuidado. En esta búsqueda es necesario que ciencia y cuidado se encuentren
y conversen, y la primera se ponga al servicio de la segunda.

La Unesco (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en un informe especial alrededor de la ciencia al servicio de la sociedad,
formulaba la siguiente reflexión: “La ciencia es la mayor empresa colectiva de la humanidad. Nos permite vivir más tiempo y mejor, cuida de nuestra salud, nos proporciona medicamentos que curan enfermedades y alivian dolores y sufrimientos, nos ayuda a conseguir agua para nuestras necesidades básicas –incluyendo la comida–, suministra energía y nos hace la vida más agradable, pues puede desempeñar un papel en el deporte, la música, el ocio y las últimas tecnologías en comunicaciones”.

La ciencia no está lejos, ni encerrada en papers o laboratorios, ni es exclusiva de una élite intelectual. Se encuentra en lo cotidiano y durante la crisis que comenzó
en la génesis de la pandemia, en 2020, ha estado aportando soluciones que involucran a la salud física y mental, la economía, el medio ambiente, la vida en las ciudades, los hábitos de higiene y en manifestaciones como el arte en todas sus dimensiones.

Una gran capacidad de respuesta

“La ciencia estuvo a la altura de la pandemia”, subraya Gabriel Mesa Nicholls, exgerente de la EPS Sura y asesor de EAFIT. En palabras de este médico, el COVID-19 ha hecho las veces de un gran maestro que le enseñó a la humanidad el valor de la vida, del momento, de la hora, de la potencia de la ciencia y de la hermosura de la existencia.

A su vez, Jorge Giraldo Ramírez, filósofo, profesor emérito de EAFIT y exdecano de su Escuela de Humanidades, percibe este momento como una oportunidad que debe convertir esa impresión –“la impresión tan brava de este golpe”, como llama a lo sorpresivo que fue la llegada de la pandemia– en un proceso más consciente en el que se pongan en práctica proyectos que tienen que ser de cambio.

El académico no ve tan claro que, efectivamente, esté la ciencia al servicio del cuidado. Por el contrario, recuerda que esta no es una sociedad que valore mucho a la ciencia y que más bien –hace poco más de medio siglo– buena
parte de ella dio un giro hacia la técnica, en un camino muy relacionado con el hacer, algo muy distinto a hacer ciencia.

Lo que sí ha hecho la ciencia es responder. En tan solo diez meses se logró que Pfizer y BioNtech llevaran su vacuna del concepto a la realidad, como lo ilustra BBC Mundo en una nota en la que se hace un comparativo con otras enfermedades en la historia. Para la hepatitis B se necesitó de 16 años desde la identificación del agente causal hasta la validación de la vacuna. El polio requirió de 47 años y la meningitis casi de un siglo. Esto para mencionar solo algunas.

El asunto es que antes pasaban décadas y, en muchos casos, aún no hay aprobación, pese a que son enfermedades que llevan decenas de años conviviendo con la humanidad. Esto es una muestra de lo avanzado de la tecnología y de cómo la ciencia actuó en beneficio del cuidado.

“En cuestión de meses ya el mundo tenía cientos de candidatos a vacunas. Todo esto es derivado de la capacidad de entender la ciencia y el funcionamiento de las estructuras que componen la vida. Podemos entender el milagro de la vida, maravillarnos ante el desarrollo y la evolución”, anota Gabriel Mesa.

Un mundo pandémico, cabizbajo y lleno de temores, encontró en la ciencia a un aliado que le ayudara a salir de semejante crisis. Volcados al cuidado y a entender este momento, científicos y pensadores han aportado su conocimiento en la búsqueda de soluciones.

El retorno a lo fundamental

En voz de Jorge Giraldo, lo que demostró el virus es que existe un bagaje muy grande en el tema científico y que, por fortuna –sobre todo en países como Estados Unidos, buena parte de Europa, recientemente China y Japón– se ha brindado a la ciencia gran trascendencia, de ahí las inversiones que hacen en investigación básica.

“Me ha parecido muy significativo que, en un tópico como la salud, para poner un caso, haya personas de sectores como la economía o el empresariado dedicados a su importancia”. En su libro El mundo de hoy, el periodista polaco Ryszards Kapuściński se refiere a un episodio vivido con los nómadas del Sahara y su lucha por sobrevivir en las complejas condiciones del desierto: “En aquellos lugares, si quiero sobrevivir, necesito adquirir unos conocimientos del todo diferentes. Tan solo sobrevivir”.

Esa vivencia está para ejemplificar como en situaciones extremas es necesario apuntar a lo práctico y lo diferente para encontrar respuestas oportunas, como se ha experimentado en esta pandemia.

En línea con lo práctico, el profesor e investigador Efrén Giraldo Quintero, adscrito al Departamento de Humanidades de EAFIT, considera que la actual contingencia ha generado un retorno a la función primaria de las cosas: “El saber médico había valorizado mucho la especialidad. Los médicos tendían a especializarse, entre otros asuntos, para devengar mejores salarios y para obtener un mejor reconocimiento social, pero el escenario de la pandemia lo que hizo fue poner en primer lugar, o como aspecto fundamental, las atenciones básicas. El cuidado primario, la atenciónde urgencias, la medicina general”.

Y agrega que también en la educación –con la crisis– se han valorizado aspectos primarios básicos que definen la tarea pedagógica: “Frente a una concepción de la educación centrada en la especialidad, en el conocimiento de punta, en la investigación y en lo más avanzado, lo que nos ha mostrado la pandemia es que lo que más nos hacía falta era lo más elemental: el contacto y la relación humana, el cuerpo, la mirada...”.

Mucho antes de que comenzara la pandemia, ya se asomaban cambios en diferentes ámbitos, los que, resulta obvio, tocan la vida cotidiana. La Cuarta Revolución Industrial exigía un análisis riguroso de aspectos como el mundo del trabajo, la educación, la economía, el medio ambiente y una
discusión ética alrededor de la biomedicina.

La mayoría de estos ítems se aceleraron por cuenta de este revolcón de la naturaleza y, como se ha visto, la realidad no volverá a ser la misma. ¿Retornarán en masa las personas a las oficinas, a sus lugares de estudio, a los escenarios deportivos o artísticos? En ese sentido sería interesante escuchar al profesor Efrén Giraldo cuando enfatiza que no es solo prioritario entender la importancia de la ciencia, sino el valor de algunas cuestiones humanas fundamentales.

¿Una prensa y unos gobiernos fake?

No es que haya mucha confianza alrededor. Gobiernos y medios de comunicación no gozan por estos tiempos de la credibilidad de antes, asociado esto a muchos factores, pero también a la incertidumbre. ¿Qué pasará hoy?, ¿se vienen nuevas medidas?, ¿a quién creerle?, ¿es cierto lo que me llegó al WhatsApp o vi en Twitter?

Las noticias falsas, también conocidas como fake news, abundan en redes y en dispositivos aúnmás por esta contingencia, y debido a su no identificación por parte de los cibernautas se pueden afectar procesos necesarios en la actualidad como
la vacunación, y la reactivación social y económica.

Otro punto importante es el modelo de negociode los medios, pues como lo anota el periodista chileno Patricio Contreras, en una nota publicada por el canal alemán DW, “las salas de redacción latinoamericanas ya venían arrastrando hace varios años distintas crisis: económica, del modelo
de negocio de los medios de comunicación, crisis de desconfianza como la que viene cuestionando al poder político o económico”.

A esto se le suma que la población también
desconfía de la información oficial y de las cifras que entregan los gobiernos, según una encuesta realizada por la firma Edelman en varias partes del mundo.

Una concepción ampliada del cuidado

Cuando se le da clic a la palabra “cuidado”, inevitablemente hoy se abren decenas de posibilidades. Dentro del nuevo alcance que está teniendo ese concepto se encuentra el medio ambiente y, ligado a él, el papel de la vida en comunidad.

Santiago Mejía Dugand, investigador sénior asociado al Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de EAFIT, resalta el rol de las ciudades durante la actual crisis sanitaria: “En las ciudades vive la gran mayoría de personas. Se estima que el 70 por ciento de los habitantes del planeta está en ellas y cada vez más tenemos lugares de estos habitados por más de 20 millones de seres humanos. Esta es, sin duda, una de las maneras más eficientes para vivir, pues así funcionaran en tiempos remotos como lugar de protección ante el ataque de los bárbaros, hoy son espacios en los que conviven la ciencia y la cultura, la tecnología y la economía. La verdad es que resulta muy costoso llevar los servicios a zonas despobladas o con población muy dispersa. Por esto, la entidad que llamamos ‘ciudad’ tiene muchos beneficios. Sin embargo, sabemos que también tiene muchos impactos”.

En palabras del académico, los actuales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en específico el número 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), le apuntan a contar con metas e indicadores enfocados en la sostenibilidad de una forma más integral y comprensiva. Aún así, lo ocurrido en la pandemia es una alerta hacia el presente y el futuro de la humanidad. “Estamos cruzando las fronteras, invadiendo los nuevos ecosistemas y permitiendo que esa interacción con el mundo silvestre sea cada vez más frecuente. Es por eso que muchas de las enfermedades que tenemos vienen de los animales domésticos y salvajes. Y se cree que este
último virus salió de unos animales”, especifica el profesor Mejía, quien resalta el papel de la ciencia.

“Compartir datos del virus, de la enfermedad, de los problemas, de las causas, de la transmisión y muy rápidamente estar encontrando una solución es importantísimo”, afirma Mejía. El asunto, según su parecer, es que los seres humanos que no piensan en el largo plazo probablemente olviden lo acontecido, la dimensión de cosas vividas a escala planetaria hace apenas unos meses, como los fuertes confinamientos que sufrieron alrededor de 3000 millones de personas en todo el mundo.

Las oportunidades de cara a este momento están a la vista: empleados que ahora pueden trabajar desde sus casas o desde una playa. Eso significará menos viajes y congestión, y un cambio de pensamiento. Esto en cuanto a la vida en las ciudades. El tema es que, como lo ilustra el investigador de Urbam, el cambio climático arremete, tanto que recuerda una caricatura en la que un nadador se encuentra ante varias olas, siendo la más pequeña la del COVID-19 y la más grande, de un tamaño colosal, la del cambio climático, lo que se hace más preocupante cuando los científicos hablan de “adaptación” en vez de “mitigación” a un fenómeno para el que las acciones no han sido suficientes.

Y aunque hubo disminución de emisiones a la atmósfera también se dio, como lo registran algunos reportes, un excesivo uso del plástico. Lo que sí es positivo es el traslado de un gran número de ciudadanos a apuestas de movilidad sostenible, tipo bicicletas o patinetas. El investigador sénior concluye diciendo que la invitación es a darle mucha validez al método científico y, de esa manera, tomar decisiones con base en evidencias.

Cambios en diversas direcciones

Sí, las ciencias le han apuntado al cuidado y a entender las nuevas realidades. Pero el asunto se hace más extenso. Sin tecnología sería imposible pensar hoy la educación y el trabajo, y de estos meses o años de crisis sanitaria llegarán nuevos aprendizajes, costumbres y hábitos que permanecerán quién sabe por cuánto tiempo entre diversos grupos humanos.

Retomando a Jorge Giraldo, sería fundamental pensar en lo prioritario de un nuevo contrato social, el que ve necesario pero difícil, por lo que analiza empezar a

desarrollar acciones desde lo local y lo regional, insistiendo en que, en Colombia, en el caso de Medellín, ya se tuvo una experiencia positiva cuando la ciudad se levantó luego del flagelo del narcotráfico.

Como lo compartió en una de sus columnas publicada en el diario El Colombiano, “un escenario muy malo ahora es que nos dediquemos a hacer lo posible cuando en una situación de crisis tan profunda como esta lo que hay que hacer es lo necesario, y hacer lo necesario implica mirar para lados distintos”.

La pandemia no se va aún. Lo que sí ha permitido entender es que, como lo aseveró a BBC Mundo Nicholas Christakis, sociólogo, médico y profesor de Ciencias Sociales y Naturales de la Universidad de Yale, y autor del libro La Flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos, los virus no son solamente un fenómeno biológico, son un fenómeno social.

La responsabilidad pasa entonces por mantener el cuidado en el corazón de la ciencia y tener presente, volviendo de nuevo sobre la catedrática Victoria Camps
(autora del ensayo Tiempos de cuidados) en su entrevista con El Mundo de España, que “a partir del reconocimiento del valor del cuidado como un valor no solo privado sino público, se derivan una serie de deberes”.

Mejor hacerle caso a la ciencia que no hacérselo, y mejor es también entender el cuidado ligado a las nuevas líneas de investigación que vieron la luz en medio de este agite de inicio de siglo en el que el ser humano debe salir fortalecido, así no pareciera. Ah, y dejar de pensar en el corto plazo.

Nuevas opciones de cuidado, en ayuda de los ciudadanos

La comunicadora social, periodista y psicóloga Liliana Vásquez Peláez, quien desde la televisión y la comunicación organizacional trabaja temas de comunicación educativa –y gracias a su doble rol profesional– tuvo la posibilidad, invitada por Teleantioquia, de liderar un programa de emergencia en salud y de psicología social denominado Salud para el alma.

“Allí activamos la psicología al servicio de la ciudadanía y de los televidentes. Esa fue una experiencia muy interesante porque fue de la mano con una estrategia
de atención psicológica telefónica, también llamada Salud para el alma –que lideró la Secretaría de Salud de Antioquia con la Universidad de Antioquia y LivinLab–, en la que se convocó a profesionales de la psicología voluntarios que quisieran ser parte de la estrategia”.

Inicialmente se buscaba tener una base de datos de profesionales que quisieran acompañar a las personas que llamaran a solicitar ayuda. “Lo mejor es que aparecieron cerca de 200 psicólogos de toda Antioquia, de todas las universidades, recién egresados y a punto de egresar, con mucha experiencia. Voluntarios todos”, reitera la comunicadora.

La profesional subraya lo emocionante que fue hablar con ellos, ubicados en varias subregiones del departamento. “Si resalto esto es porque había una necesidad de la psicología de cómo ayudarnos y creo que hubo un impulso inmediato de servir a la salud emocional y mental”.

Para Liliana Vásquez, dicho llamado fue como un acto natural de servicio de las ciencias humanas y de la propia Psicología. Ante todo lo vivido por la pandemia,
ella enfatiza en la necesidad de los gobiernos, de acá en adelante, de gestionar planes de acompañamiento en salud mental.

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Desde la antigüedad, las ciudades fueron lugares que permitían la protección ante el ataque de enemigos. Con la pandemia, el nuevo enemigo invisible obligó al confinamiento de más de 3000 millones de personas en todo el mundo. Foto: Róbinson Henao.
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inc​omprendido, da

(1) adjetivo. Que no ha sido debidamente comprendido.
(2) adjetivo. Dicho de una persona: Que no recibe el aprecio general de sus méritos. 
Sinónimo: marginado, arrinconado, raro, solitario.

Los fenómenos de la naturaleza, la magnitud del universo y de la vida misma, los lenguajes desconocidos, las emociones del otro. Lo que es imperceptible para los sentidos, el cambio... lo que está oculto, lo incomprendido.

Todo lo que no pasa por el filtro de nuestro conocimiento actual nos amenaza, nos da miedo. O también impulsa nuestra búsqueda de respuestas. Reconocer los límites de nuestra comprensión es el primer paso para descubrir y crear.

En el año 2019, la Universidad EAFIT fue el escenario de INCOMPRENDIDOS​, un proyecto de divulgación científica donde la física, la biología y el arte se pusieron al servicio del asombro y la experimentación. El resultado fue una muestra museográfica que capturó la atención de niños, estudiantes e investigadores por igual.

Gracias a la holografía, una técnica de generación de imágenes 3D, estudiantes de ingeniería física​ crearon representaciones de animales artrópodos —arañas, cangrejos, escolopendras, escarabajos, etc.— recolectados por estudiantes de Biología en Bahía Solano, Chocó.

Más allá de la exhibición, INCOMPRENDIDOS es un ejemplo de diálogo interdisciplinar y traza una línea para proyectos de investigación-creación en EAFIT.

En la presente edición de Descubre y Crea, nos atrevemos a retomar este concepto para explorar nuevas y persistentes incomprensiones en el mundo de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Comunicadores, estudiantes, investigadores y artistas, algunos de ellos estrenándose en prácticas de divulgación científica, fueron parte del equipo de trabajo que hicieron posible esta propuesta que desborda la publicación académica y el periodismo impreso.

Como resultado, hoy entregamos una publicación transmedia que aborda temas de interés general, desde una perspectiva que busca fomentar la curiosidad y el entretenimiento, con el uso de nuevos formatos y lenguajes, sin perder de vista el rigor científico y académico que como universidad nos caracteriza.

En suma, la presente edición de la Revista Universidad EAFIT Descubre y Crea, que encuentra sus raíces en los primeros ejercicios de difusión del pensamiento y el debate científico de la comunidad eafitense, continúa avanzando y ratifica nuestro propósito de cultivar la ciencia en el corazón de todos.

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Animales hace poco descubiertos

 Ilustración​: Raeioul raeioul@raeioul.com

Investigación e imágenes originales: Juan Fernando Díaz, Mariana Echeverri Diez, Sebastián Gómez Torres, Nicolás Pinel, Esteban Garzón Franco, Juan Camilo Arredondo, Esteban Domínguez Vargas, Camilo Flórez Valencia.

​Recopilación: Agustín Patiño apatino@eafit.edu.co​

Euthycaelus cunampia sp nov (macho)

 

Atelopus spurrelli

 

Marmosops chucha

 

Ptychoglossus sp nov Gymnophthalmidae

 

Pleurothallis sp nov Orchidaceae

 

Epidendrum sp nov Orchidaceae​
Cyclanthura sp nov Curculionidae

 

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​Al rescate de los saberes ancestrales en un paraíso selvático

​Los sonidos de la manigua, unidos a las rugientes olas del océano Pacífico, acompasan los pasos de negros e indígenas en su camino por rescatar el conocimiento propio. En ese proceso los acompañan investigadores de la Universidad EAFIT y de la Fundación ACUA.

Autor:  Por Juan Diego Restrepo E.

Foto: Ana María González Cotes, Juan Santoyo Sánchez, Marcela Gutiérrez Ardila.​ 

En las selvas chocoanas, los espíritus velan porque los hombres y mujeres que crearon en un pasado remoto no los olviden. Al ritmo de la música, los ancestros son estimulados para que actúen contra duras enfermedades, crudos inviernos y guerras interminables. La naturaleza provee toda clase de plantas que refinan la comunicación con aquellos que no pueden ver, pero que saben que están ahí, protegiéndolos.

Durante cientos de años, negros e indígenas se han aferrado a esas creencias para mantener la cohesión de sus comunidades, honrar los lugares sagrados, fortalecer sus labores agrícolas –así como la caza y la pesca–, conservar la naturaleza, atacar sus dolencias y proyectar el futuro.

Los mayores, sean curanderos en las comunidades negras, o jaibanás para los indígenas, tienen la responsabilidad de fortalecer su cosmogonía, preservar la identidad de sus pueblos y mantener el contacto con los seres superiores. Todo ello supone una sabiduría que ha pasado de generación en generación de manera oral, pero esa transmisión de conocimiento se ha ido debilitando con el paso del tiempo.

Y ese debilitamiento lo ha vivido el departamento del Chocó, una de las regiones con mayor biodiversidad de Colombia y el mundo, y habitado por comunidades étnicas desde hace varios siglos. De sus exuberantes bosques surgen corrientes cristalinas y abundantes que alimentan una rica flora y fauna, y nutren los océanos Atlántico y Pacífico. De sus aguas también se sirven las poblaciones ribereñas. Pero ese ecosistema que mantiene la vida está en riesgo.

En Nuquí, uno de los treinta y un municipios que conforman el Chocó, el decaimiento de los conocimientos ancestrales y el deterioro del medio ambiente es motivo de preocupación de líderes y lideresas de las comunidades. Sus reflexiones revelan el afán por evitar que todo quede en el olvido.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia porque se está olvidando entre nuestros jóvenes", afirma Gudiela Charampia Banuvi, indígena del pueblo Embera Dobidá –que significa “Gente del Río"– y gobernadora de la comunidad Villa Nueva. Su preocupación es compartida por el líder nativo Balbino Charampia Banuvi: “Hemos estado perdiendo nuestra cosmovisión, nuestro pensamiento propio".

Voceros de las comunidades negras también están preocupados por el deterioro de sus prácticas culturales ancestrales y del medio ambiente. “La tala de madera ha abundado", dice la lideresa y empresaria Ana Yadira Córdoba Mosquera. “Llegamos a tener el árbol de níspero en extinción".

Acércate a las historias ancestrales del municipio de Nuquí, Chocó, visitando el sitio web de la estrategia transmedia “Nuquí Vivo​”. 

 Un diagnóstico más amplio lo esboza Leyner Murillo Mosquera, líder local y exfuncionario de la Alcaldía de Nuquí: “Hay unos conocimientos tradicionales ancestrales en las dos etnias que habitan el territorio que, a través del tiempo, se han ido perdiendo, diluyendo, por la falta de interés de los jóvenes y de los mismos mayores por no pasar el conocimiento a las nuevas generaciones".

Las comunidades étnicas tienen el propósito común de rescatar todo aquello que representa su pasado y fortalece su identidad: El conocimiento de sus orígenes, la simbología de los animales, el poder curativo de las plantas, el valor de sus sitios sagrados y el conocimiento del territorio. Todo ello está en sus agendas de trabajo y en sus conversaciones cotidianas. Paso a paso, vuelven sobre su pasado, para hacerlo presente y futuro.

Tras los saberes del monte

 

Mira el Proyecto "Saberes de Monte" en Nuquí​, Chocó - Interpretación en Lengua de Señas Colombiana (LSC)​​

 

¿Qué tienen en común Gudiela, Balbino y Ana Yadira? Son líderes y lideresas formados como talleristas durante la ejecución del proyecto Saberes de Monte, una iniciativa de investigadores de la Universidad EAFIT y la Fundación ACUA, quienes se aliaron para ofrecerle a las comunidades indígenas y negras de Nuquí un acompañamiento en su camino al pasado para rescatar sus saberes y prácticas ancestrales, y dejarlos plasmados en documentos para no olvidarse de ellos y, por el contrario, fortalecerlos.

La idea del proyecto surgió en 2019 bajo dos circunstancias: de un lado, el interés de profundizar el concepto de bio-culturalidad, sobre el que estaba trabajando la investigadora Yulieth Hillón, de EAFIT, y que se basa en las relaciones humano-no humano; y de otro, de la importancia que tenía para las comunidades étnicas nuquiseñas mirar el monte en vez del mar, pues había la necesidad de conocer mejor esos territorios y definir cómo debería ser su ordenamiento y gobernanza.

“Se les preguntó a las autoridades étnicas, tanto afros como indígenas, sobre la posibilidad de hacer este proyecto y dijeron que sí", cuenta Hillón. Ese diálogo se dio previa conversación con Jaime Duarte, integrante de la Fundación ACUA, quien venía adelantando labores con las comunidades de Nuquí.

La autorización de las autoridades étnicas llevó a la investigadora de EAFIT a buscar los recursos necesarios para ejecutar el proyecto y logró que lo financiara el programa Laser Pulse, una organización estadounidense que recibe recursos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Todo estaba proyectado para que comenzara a finales de 2020, pero a inicios de marzo de ese año se tomaron las primeras medidas restrictivas para contener la expansión del virus covid-19. El mundo se encerró.

“A octubre de 2021 nos dijeron que sí y firmamos los documentos el 23 de diciembre de 2021 para empezar en enero de 2022", recuerda la investigadora de EAFIT. Pero surgió otra dificultad: el cambio de las autoridades étnicas, cuyos periodos de gobierno, en el caso indígena, están limitados a un año. “Había que esperar a que concluyeran esas elecciones para volver a hablar con ellas y refrendar la autorización inicial. Y si bien hubo que esperar a que discutieran internamente, al final dijeron que sí".

De esa manera se vincularon el Consejo Comunitario General Los Riscales y tres resguardos indígenas del pueblo Embera Dobidá que se encuentran en el municipio chocoano. “Las comunidades se apropiaron del proyecto y hablan de Saberes de Monte, sobre lo que hacemos todos. Esa es una forma de apropiación importante", dice Duarte, de la Fundación ACUA.

Este investigador destaca la participación de las comunidades étnicas en el proyecto y la vinculación de sus líderes y lideresas como talleristas en los procesos de formación promovidos por EAFIT y ACUA, todos ellos elegidos por sus propias comunidades: “Fue un gran acierto lo que hicimos con la escuela de formadores porque se han vuelto agentes de cambio en cada una de sus comunidades y se han apropiado del proyecto de la mejor forma posible".

Por su parte, Hillón, resalta el fortalecimiento de relaciones interétnicas que el proyecto ha propiciado, en especial con el territorio que habitan. “Ha sido interesante que las comunidades se pregunten por un territorio mucho más amplio y con más diversidad de la que piensan, y que deben pensarse colectivamente", subraya la investigadora de EAFIT y agrega como logros la participación de los niños, niñas, jóvenes y mujeres en este proceso. Todos ellos también han aprendido a mirar a Nuquí más allá del mar.

​Bajo mirada indígena

Gudiela es una de las talleristas formada por el proyecto Saberes de Monte. En sus reflexiones sobre cómo ha evolucionado esta iniciativa piensa en los avances que han logrado las comunidades del pueblo Embera Dobidá nuquiseñas en la formulación del Plan de Vida, un documento esencial para ellas, pues allí están registrados sus fundamentos cosmogónicos y principios de vida individuales y colectivos.

“Nosotros en el territorio nunca habíamos escrito un Plan de Vida", dice Gudiela. “Lo teníamos oral, en nuestra memoria, y carecíamos de apoyo para recoger la información y escribir". Balbino, quien también se formó como tallerista, ratifica lo dicho por la lideresa: “No teníamos una ayuda, quien nos diera la mano para empezar a trabajar en la construcción del Plan de Vida. Y fuera de eso, no contamos, por temas de costumbres y tradición, con una persona que lleve la relatoría".

Con el proyecto Saberes de Monte, los Embera Dobidá de Nuquí encontraron los socios ideales para adelantar la escritura del Plan de Vida y plasmar allí todo aquello que los identifica como comunidad. Tanto Gudiela como Balbino aseguran que con este proceso van a recuperar su memoria ancestral para tenerla viva en el territorio.

​Conoce la Exposición “Saberes de monte: Viaje al corazón de un territorio y su gente​​" en el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia", insiste Gudiela porque, según ella, asuntos como la medicina tradicional se está olvidando entre los jóvenes y desconocen qué plantas tienen en el monte. Por ello también los han involucrado en la construcción del Plan de Vida. “Es que el Plan de Vida para nosotros es importante para tener una resistencia en el territorio, es nuestra historia, la memoria ancestral, la cultura, nuestras propias leyes, la ley de origen".

“Con este proyecto –plantea Gudiela– les queremos dejar una huella a los niños en conservación de los peces, los árboles, la montaña y el agua".

Balbino, por su parte, hace un recuento de Saberes de Monte para reiterar la importancia de sus metas: “El proyecto está enfocado en un mejor conocimiento del territorio, los peces, los animales, las cuencas, los ríos, la biodiversidad, la cultura, la medicina tradicional, la cosmovisión, el pensamiento y gobierno propio, que hemos estado perdiendo. Eso es lo que se ha querido implementar para mantener y fortalecer esa tradición en nuestros territorios".​

Entre ojos negros

Yadira también se formó como tallerista y sus aprendizajes los considera una bendición. “He aprendido sobre el valor de nuestro territorio y de las costumbres ancestrales. Por falta de capacitación no sabíamos en qué territorio vivíamos y cuál era su importancia". Con lo aportado por Saberes de Monte hay situaciones en las comunidades negras que han comenzado a cambiar.

“La gente ya ha empezado a concientizarse", reconoce Yadira, quien además de tallerista es una empresaria del turismo. “Antes veíamos a Nuquí como un lugar donde se vive de la pesca y la agricultura, pero no sabíamos de la riqueza que tenemos ni de todos los daños que ocasionaba la tala de madera".

Las reflexiones sobre la gobernanza del territorio que conforma Los Riscales y las acciones que de allí se desprenden han fortalecido la autoridad del consejo comunitario. De acuerdo con Yadira, “los consejos comunitarios están sancionando la tala de árboles, hay multas, porque la gente antes entraba al monte, tumbaba madera y nadie le decía nada. Pero ahora si te ven cortando un árbol, el consejo comunitario interviene. Ya lo impiden porque la gente está informada, está capacitada, ya saben que si no hay arboles estaremos en problemas". Estas autoridades locales también han prohibido la caza de iguanas, guaguas, zaínos y tortugas para evitar su extinción.

Leyner, por su parte, destaca el método que se adoptó para generar confianza con las comunidades: “Ha sido un proyecto concertado con afros e indígenas. Le ha permitido a la gente participar y conocer cómo avanza, se le va devolviendo la información de cada paso que se da, y las comunidades son activas en la construcción del documento que se viene haciendo, lo revisan, dan sus opiniones. No es un proyecto que está de espaldas a las comunidades".

Ese método de acercamiento a las comunidades ha sido clave para el equipo de Saberes de Monte porque las comunidades han perdido la confianza en la ejecución de este tipo de proyectos, muchas veces impulsados por entidades del Estado y organizaciones no gubernamentales, pues nunca conocían los resultados de las investigaciones ni cuándo terminaban.

Leyner recuerda que se ha trabajado sobre temas relacionados con las aguas dulces, el bosque y el monte. “Ha sido muy bien recibido", insiste y explica que, ante la pérdida del conocimiento ancestral en las nuevas generaciones, el proyecto les permite a las comunidades “esa transmisión de conocimiento, sobre la riqueza que tiene este territorio, sobre todo lo ancestral".

Y sus objetivos van más allá: se trata también de fortalecer sus autoridades propias, representadas en el consejo comunitario, definir qué uso se le dará al territorio y cómo se va a proteger. “A partir de allí, las comunidades empiezan a buscar su propio desarrollo, teniendo por delante la conservación de un territorio que es de todos", afirma Leyner.

Saberes de Monte llegó en un momento fundamental para Los Riscales, pues sus autoridades están en proceso de actualizar el Plan de Etnodesarrollo, un documento que se ha convertido en la brújula que orienta las políticas propias de desarrollo, y que se escribió hace catorce años. “Anteriormente, los nuquiseños y nuquiseñas no tenían tanta oportunidad de formarse académicamente y eso hacía que los planes de desarrollo municipal casi siempre se hicieran a espaldas de las comunidades, lo que se puede evidenciar en los documentos de aquella época, donde se encontraban escritos nombres de otros municipios o departamentos, lo que indicaba que la ruta de desarrollo y planificación de nuestro municipio la hacían cortando y pegando de documentos que nada tenían que ver con nuestro territorio", expone Leyner.

“Hoy gracias a Dios –agrega– contamos con una gama muy amplia de profesionales comprometidos con el bienestar de sus comunidades y estas, a la vez, cada día exigen más y sobre todo del papel que desempeñan los consejos comunitarios y cabildos indígenas con respecto a lo que se proyecta en el territorio".

Junto con EAFIT y ACUA, en este consejo comunitario nuquiseño están fortaleciendo esa actualización, propiciando un mejor cruce de información para que corresponda con la realidad y esté en consonancia con el contexto del territorio. “El Plan de Etnodesarrollo es la guía para que las comunidades empiecen a caminar según sus objetivos propuestos sobre la conservación y el respeto por el territorio. Es un documento que clarifica la ruta hacia dónde las comunidades quieren ir", explica Leyner.

Los pasos que vienen

La investigadora Hillón plantea que en la etapa final del proyecto se sistematizó toda la información obtenida con el fin de escribir un conjunto de informes para las autoridades indígenas y negras, así como para las comunidades. El primer bloque de informes abarca una radiografía de cada una de las veintidós comunidades participantes en el proyecto; el segundo documento se centra en los desafíos y planes que tienen estas comunidades por resguardo y consejo comunitario; y el tercero es el documento final que abarca lo realizado durante los dos años de implementación y sus conclusiones más significativas.

Conoce los resultados del proyecto entregados a las comunidades de Nuquí visitando el sitio web “Saberes de Monte”.

“Se hizo una socialización para que las comunidades aprobaran cada uno de los veintidós documentos que les ayudarán a construir sus planes de vida y de etnodesarrollo, nada se publicó y nada se entregó hasta que la comunidad diera su aval. Se hizo una gira para presentar esos documentos, se recogió información adicional, y escuchamos qué les gustaba y qué no", expone la investigadora de EAFIT.

“También se diseñaron materiales pedagógicos para profesores y estudiantes de primaria", agrega Duarte, de ACUA. Ese kit pedagógico acerca a los niños y niñas a la diversidad biológica y cultural de Nuquí y a los saberes de los mayores, desde una perspectiva de intergeneracional y de género, con el objeto de que ellos sean los embajadores dentro de sus comunidades de la protección de su territorio.

Pero todo no termina allí. Las expectativas de indígenas y negros con el proyecto son altas, pues esperan seguir fortaleciéndose para transmitir ese conocimiento a sus comunidades. Tanto la Universidad EAFIT como la Fundación ACUA, así como las comunidades indígenas y negras en su autonomía, tienen nuevas herramientas para consolidar los Saberes de Monte y continuar avanzando en ese camino de conservar y consolidar el espíritu ancestral que gravita sobre Nuquí, un ecosistema que reclama mayor protección.​

Este artículo hace parte de una estrategia transmedia en la que participan estudiantes de la maestría en comunicación transmedia de EAFIT y el Laboratorio de Divulgación Científica de la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación para la divulgación y apropiación social del conocimiento del proyecto “Saberes de monte, diversidad, memoria y derechos bioculturales: mecanismos para la protección de la comun-unidad en Nuquí, Chocó”, liderado por la Escuela de Derecho y la Universidad de los niños EAFIT.

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​La alquimia del tiempo y la roca

EAFIT celebra 40 años del pregrado en geología participando en la mayor expedición paleontológica en la historia de Colombia

Autores:

Ángela Posada-Swafford. Periodista científica egresada del MIT Knight Fellowship.

Ilustración:

Camilo Montoya Castaño

cmonto41@eafit.edu.co​ 

Las mañanas aquí pueden ser frescas y acogedoras. A veces hasta se levanta una brisilla suave que anima a salir a campo. El engaño, no obstante, dura poco.

Llegan las 10:30 y es como si una mano in​visible encendiera un gran horno... 30, 35, 40 grados centígrados. El sol se cierne agresivo sobre el paisaje de cactus, arbustos y matorrales creciendo a parches sobre el suelo expuesto y los turupes de las cárcavas rojizas por las que alguna vez fluyó el agua. Un par de horas después la lengua se pega al paladar y desaparecen del morral los obligatorios dos litros de líquido.

Tal es la bienvenida del desierto de la Tatacoa, Huila, a los novatos que venimos a “fosilear" durante una semana de mayo junto a paleontólogos, geólogos, paleobiólogos y otros profesionales curtidos por experiencias de campo, de al menos diez instituciones nacionales e internacionales.

Se trata de la expedición paleontológica más grande que se haya dado en Colombia, y el contingente de EAFIT es el más numeroso.

Dos profesores investigadores, una estudiante de doc​torado, cuatro estudiantes de pregrado y cuatro miembros de un equipo de comunicaciones vienen a demostrar lo que afirma Carlos Jaramillo, geólogo y palinólogo del Smithsonian Tropical Research Institute, y líder de la expedición: que la paleontología en Colombia está sucediendo hoy en Medellín y que “EAFIT es donde está el centro de esa a​ctividad".

Para la muestra, un botón: el profesor Andrés Cárdenas Rozo extiende sobre el suelo un enorme mapa geológico que muestra detalladamente la estratigrafía de la zona, y que junto con el geólogo Camilo Montes de la Universidad del Norte y otros colegas, elaboraron en 2021.

El mapa es crucial para saber qué edades tienen las rocas a nuestro alrededor, dónde está cada estrato y dónde ir a buscar qué. Examinamos atentamente el colorido plano, y luego, con los ojos de la imaginación, escaneamos el terreno bajo nuestros pies. Capas y capas de fósiles y trozos de huesecillos anidados entre sedimentos antiquísimos se agolpan como capítulos de una enciclopedia esperando ser hallados, leídos e interpretados. 

Cada uno, un lapso de tiempo geológico con su propio glosario, sus propios organismos, sus propios secretos sobre la vida y el clima del pasado profundo del norte de Sudamérica.

Pero es el intervalo que transcurrió entre hace 16 y 11,6 millones de años, un período geológico conocido como el Mioceno medio, el que les roba el sueño a todos estos investigadores, que acarician el suelo con la mirada y le rompen la piel con sus martillos.

Después de todo, la Tatacoa es parte de La Venta, hasta ahora el lagerstätte, o repositorio de fósiles del Mioceno más rico y en mejor estado de preservación de los trópicos, en todo el mundo. Tanto así que se le honró oficialmente con su momento geológico distintivo, el “Laventense".

La Venta nos da una idea de cómo era la vida del norte de Sudamérica en ese entonces. No hay otro lugar ni remotamente parecido a este en términos de su capacidad para mostrarnos cómo fue ese momento, cómo era la fauna en la región antes de la oleada principal del Gran Intercambio Americano de criaturas, cuando América del Sur era una isla gigante completamente separada e independiente del resto de las Américas.

Los fósiles que se han venido sacando a la luz en este bosque desértico y caluroso del presente están permitiendo entender que hace 13 millones de años este era un lugar totalmente diferente.

Un paisaje más bien plano, compuesto por pantanos, lagos someros, ríos, planicies de inundación, todos interconectados entre sí, cuando aún no existían los Andes, ni el río Magdalena, el Amazonas o el Orinoco. Un ecosistema llamado “Pebas", aparentemente más de selva proto-amazónica que de otra cosa, donde convivía un alucinante número de especies totalmente distintas a las actuales.

Desde peces de agua dulce, incluyendo un género que era capaz de vivir bajo y sobre el agua porque tenía pulmones, hasta hermosas tortugas gigantes, una asombrosa variedad de especies de cocodrilos tanto terrestres –una verdadera rareza– como acuáticos, serpientes, armadillos, aves, crustáceos, gliptodontes, ungulados, marsupiales, roedores y más murciélagos y especies de monos del Nuevo Mundo que en cualquier región fósil de América del Sur.

Las damas de los xilópalos 

Lo que poco se ve por aquí son fósiles de plantas. Los pastos, el polen, o las grandes hojas de los árboles, brillan hasta ahora por su ausencia por razones que los frustrados expertos no acaban de comprender. Aunque en esta expedición se hallaron hojas de palmas y algunas hojitas de un tipo de helecho acuático llamado salvinia, en parches muy pequeños.

Las plantas son la base de un ecosistema. Las que nos hablan del clima, de la humedad del ambiente, del tamaño de los bosques, de la fauna que podían sostener. Es decir, sin ellas, la película está incompleta. Lo cual es irónico porque los paleobotánicos que las estudian son contados en la mano.

La Universidad EAFIT, a falta de una paleobotánica, cuenta con una profesora y tres estudiantes. Dos de ellas están de suerte, porque lo que sí abunda en la Tatacoa es su especialidad: las maderas fósiles.

Las inspectoras de estos bosques distantes son la profesora Camila Martínez Aguillón, bióloga especialista en la ecología evolutiva de plantas tropicales, y su estudiante de doctorado Diana Karen Pérez Lara, una bióloga que vino a EAFIT desde su natal México siguiendo su interés en estos hermosos trozos de leños mineralizados.

Las seguimos por el desierto de Tatacoa admirando su destreza para detectar visualmente los troncos. Las científicas han recibido ayuda de los pobladores locales, que demuestran cómo, al ojo no avezado, una madera puede parecer una roca cualquiera.

“Nosotros no tenemos que excavar para sacar las maderas, sino que las vamos encontrando en el suelo, y es como que le dicen a uno 'oye, recógeme, acá estoy'", dice Diana Karen agachándose al lado de un fragmento de fósil de vetas jaspeadas alineadas en una misma dirección.​

“¿Ves estos poritos?", añade acercando las narices a la lupa de geología sobre el trozo previamente humedecido para ver mejor el detalle.​

“En realidad son vasos, tubos. De entrada, me están diciendo que no solo es una madera fosilizada, sino que se trata de un árbol que producía flores. Una angiosperma. Los poritos son vasos que transportan el agua desde la raíz hasta las hojas. Eso es una innovación evolutiva dentro de las angiospermas. Y también una indicación de que probablemente el fósil está bien preservado".

Eso significa que la alquimia que reemplazó el tejido de este tronco con minerales comenzó hace millones de años cuando el árbol quedó cubierto por sedimentos llenos de sílice, que junto a la acción del agua, se fueron filtrando y sustituyendo cada célula de la madera.

En el laboratorio, las investigadoras cortan las muestras en láminas de 5 milímetros de espesor, para luego pulirlas manualmente con polvos abrasivos hasta reducirlas a un grosor de entre 60 y 100 micras, que permita pasar la luz para observarlas bajo el microscopio. Cuando la madera está bien fosilizada, es posible ver las células “como cuando el árbol estaba vivo".

Por eso el subyugante nombre de Xilópalo, por la combinación de palabras griegas 'madera' y 'piedra preciosa'. Pero los xilópalos de la Tatacoa son mucho más que joyas.

De hecho, según ambas científicas, las plantas nos dan información más confiable que los vertebrados porque los animales se mueven. “En cambio, ellas se tienen que quedar ahí. Entonces han desarrollado ciertas adaptaciones para poder tolerar el estrés ambiental", dice Diana Karen. “Las maderas específicamente nos pueden dar pistas de cómo eran la precipitación y la temperatura, o si había temporada seca o no, y cuánto duraba".

​Conoce la Exposición “Bosques del pasado: semillas que viajan en el tiempo​" en el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas. 

Los paleobotánicos miden los anillos de crecimiento –que en plantas tropicales son menos conspicuos por la ausencia de estaciones marcadas–, aunque quizás lo que más se mide en las maderas tropicales fósiles son el grosor y la cantidad de los vasos, o poros, por milímetro cuadrado.

La presencia de menos de 20 vasos gruesos por milímetro cuadrado en la muestra indica que esa madera vivió en un lugar donde había mucha agua, mientras que más de 80 vasos muy delgados anuncian que se trataba de un bosque seco.

“En tres géneros de maderas leguminosas reportadas previamente para La Venta, Goupioxylon, Leguminoxylon y Terminalioxylon, se ha visto que no tienen vasos muy grandes", explica Diana Karen. “Pero tampoco son vasos típicos de un lugar seco, como el bosque seco de la actualidad. Estos árboles del pasado tenían una disponibilidad de agua bastante aceptable, pero no extrema".

Lo cual suena muy interesante porque en los últimos años se ha estado debatiendo qué tan húmedo era realmente el ecosistema Pebas. “Se podría pensar que esta parte del sistema Pebas en el que hoy es la Tatacoa era un poco más seca de lo que se calcula –​propone la investigadora–​​ pero por ahora sólo tenemos los reportes de esos tres géneros que hemos hallado hasta el momento, entonces no podemos hacer esa afirmación. Necesitaríamos al menos otros 20 morfotipos".

Tiene sentido, añade, que en la Tatacoa haya tantas leguminosas, que a diferencia de lo que uno pudiera pensar no son endebles plantas verdes, sino que el grupo también incluye árboles leñosos como la acacia y el tamarindo. Porque se sabe que las leguminosas siempre han sido más abundantes en zonas calientes. “Y justamente en Tatacoa las tenemos por montones durante este óptimo climático del Mioceno, cuando las temperaturas y los niveles de dióxido de carbono eran altos".

Otra madera que les está hablando muy claro a las dos expertas es la Goupia, que hoy en día es un componente importante del Amazonas y que crece también a orillas del Magdalena. “Estas goupias nos cuentan acerca de la conexión que existía entre Amazonas y Tatacoa. Eran árboles de unos 20 a 30 metros de alto, con unos 100 centímetros de diámetro. Nos podrían llegar a indicar si se trataba de un bosque húmedo tropical, o bien un lugar altamente inundable".

 

​​Mira el documental “Bosques del Pasado".

El trópico es la clave​

Para la profesora Camila Martínez, una clave del estudio de las maderas fósiles está en la ubicación tropical de la Tatacoa.

“El registro fósil de las plantas se ha explorado muy poco en general en el planeta y en los trópicos aún menos. Entonces cada pequeño hallazgo que uno hace en esta región es un gran descubrimiento para la ciencia. En Colombia la investigación que se ha hecho en ese campo es mínima o casi nula".

La otra clave es estudiar las maderas modernas porque “para poder interpretar el registro fósil tenemos que entender muy bien cómo funcionan las plantas hoy en día".

El plan ahora es proveer material didáctico para los museos y otros espacios en el desierto visitados por turistas. Eso incluye montar una exhibición sobre maderas fósiles en el Museo de Historia Natural de La Tatacoa, en La Victoria, donde se vive la paleontología de avanzada de esta región.

El museo, dirigido por los hermanos Andrés y Rubén Vanegas –oriundos de La Victoria–, con ayuda del Smithsonian Institute en Panamá, guarda unos 3,000 fósiles hallados por ellos mismos con sus colaboradores y por paleontólogos como los de esta expedición.

Los especímenes están estupendamente bien preservados y van desde huesos sueltos hasta el cráneo perfecto de un mico, tortugas, purusaurios y enormes gaviales con mandíbulas y vertebras articuladas, para mencionar solo algunos.

El museo es también el sitio de reunión donde los cansados pero emocionados investigadores se reúnen cada noche a mostrar los tesoros recogidos ese día en campo, tesoros que se quedan aquí mismo. Otros más, colombianos y extranjeros venidos de otros países, prefieren pasar horas sentados en el bien equipado laboratorio examinando e identificando fósiles de sus especialidades con los que hasta ahora solo han podido soñar.

En medio de todos ellos está Diego Urueña, un joven estudiante de geología y paleontología nacido en La Victoria que desde pequeño se dejó seducir por los tesoros del museo y los que están enterrados a su alrededor. Entonces fue becado por EAFIT y otros patrocinadores, y está en Medellín, metido de cabeza entre fósiles.

Bien podrá terminar dedicado a los de su Tatacoa natal, o por qué no, seguir las huellas de ballenas o dinosaurios. Pero de lo que está seguro es del enorme impacto social que la paleontología profesional ha tenido en la vereda.

“Nadie en este pueblo pensaba que era posible de vivir de recoger piedras, que eso era una pérdida de tiempo", dice durante un recorrido guiado por el museo, que cada vez atrae a más turistas. “Pero cuando ven que a alguien de acá se le presenta una oportunidad de estudiar en una ciudad, ven que eso vale la pena. Y es importante para el desarrollo de la comunidad, ya que a través del museo ha habido más desarrollo económico".

 

Una semana de calor y polvo en La Victoria se hace corta a la luz de los fósiles, las conversaciones fascinantes y la camaradería que hay en las expediciones. También, con los planes para el futuro. Durante la última salida de la expedición, nos sorprende un maravilloso caparazón de tortuga. Ayudando a mover a la criatura de piedra había al menos dos familias, incluyendo una pequeña paleontóloga en ciernes, brocha en mano.

Todos ellos escucharon las conferencias nocturnas que dieron los expedicionarios en un auditorio. El pueblo entero acudió a la celebración de los 100 años de investigación paleontológica de La Tatacoa, con todo y torta de cumpleaños a los fósiles de la región.

Esos fósiles merecen todas las tortas de cumpleaños del mundo. Porque son mensajeros de ese Mioceno medio, ese período que resulta ser el mejor ​análogo disponible para nuestra futura Tierra bajo el cambio climático exacerbado por los humanos.

 

Este artículo hace parte de una estrategia transmedia del Laboratorio de Divulgación Científica de EAFIT para la divulgación y apropiación social de la Colección Paleobotánica de la Universidad EAFIT, administrada por la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingenierías.

 

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Pre-Textos, una “acupuntura pedagógica” para avanzar con imaginación y rigor

Autores:

Doris Sommer​

Profesora de Lenguas y Literaturas Romances, Estudios Africanos y Afroamericanos, Harvard University.

dsommer@fas.harvard.edu 

Victoria Eugenia Mena

Especialista en Innovación y Pedagogía Universitaria y profesora asociada de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

​victoriamena@gmail.com  

Vivimos un momento clave para el futuro de la educación a nivel nacional e internacional. Los bajos niveles de lectoescritura y de comprensión lectora atentan contra el desarrollo humano y la construcción de una paz sostenible. Las bajas tasas de alcance educativo representan una crisis que debemos abordar con imaginación y rigor. Sin imaginación, los patrones improductivos seguirán haciendo estragos en la escolarización, y sin rigor justificaremos la pérdidas cognitivas y sociales que conlleva el retroceso escolar.​

Pre-Textos es una apuesta para sanar este mal y avanzar. Eficaz y validada a lo largo de más de una década, esta metodología anima el deseo de aprender y logra altos niveles de avance intelectual.

Tenemos una herramienta sencilla, intuitiva, basada en prácticas populares y nutrida por el placer de explorar tanto las materias escolares como las relaciones interpersonales, lo cual fortalece la autoestima y mitiga problemas causados por la ansiedad y la depresión.

Hace unos veinte años, los finlandeses estaban desesperados con los resultados de sus pruebas PISA entre los más bajos del mundo. El país decidió c​​​ambiar la pedagogía de sus escuelas públicas primarias y secundarias y remplazar sus prácticas convencionales por otras interactivas y amables, semejantes a las de Pre-Textos. Con el modelo finlandés, esta metodología comparte los fundamentos de la pedagogía Montessori y los de la educación popular de Paulo Freire y Augusto Boal, entre otros.

Los beneficios para los estudiantes finlandeses se han atribuido a su identidad nórdica y a la inversión en los sueldos de los maestros. Sin embargo, es importante también tener en cuenta lo que han logrado modelos como Pre-Textos con un cambio en la “coreografía" escolar, incluso en ámbitos desfavorecidos como un asentamiento informal en Kenia.[1]

[1] Ver Una intervención de alfabetización artística para los síntomas de depresión y ansiedad de los adolescentes: resultados de un ensayo controlado aleatorio de Pre-Textos con adolescentes de Kenia. Original en inglés: Osborn, T.L., Ndetei, D.M., Sacco, P.L., Mutiso, V., Sommer, D. (2023). An arts-literacy intervention for adolescent depression and anxiety symptoms: outcomes of a randomised controlled trial of Pre-Texts with Kenyan adolescents. eClinicalMedicine 66: 102288. https://doi.org/10.1016/j.eclinm.2023.102288

"Describimos Pre-Textos como una 'acupuntura pedagógica' porque con la consigna 'haz arte de este texto' se activa toda una gama de facultades cognitivas, emocionales y cívicas. Este método representa un protocolo, no un contenido, ya que los textos son propuestos por los maestros desde la variedad de materias que se pueden trabajar".

Todos los campos de aprendizaje dependen de la lectura. Hasta en matemáticas, un problema se debe entender bien para empezar a manipular los números.

Pre-Textos invita a cualquier persona a facilitar una dinámica tan intelectualmente desafiante como entretenida. “Peca de sencilla", es la observación del rector de una universidad paraguaya frente a esta herramienta. Si el pecado se entiende como la falta de necesidad de expertos, se aprecia por qué los mismos expertos, ofendidos, suelen rechazar la propuesta, y por qué hace falta una decisión política.

Los contenidos de un texto son, a veces, técnicos. Pueden ser de cálculo, astrofísica, biología –campos que hemos abordado con la osadía y la humildad que caracterizan al artista y al emprendedor–.

Entonces, si nos preguntan ¿qué hacer para aumentar la comprensión de estos textos y campos del conocimiento?, respondemos: siguiendo el protocolo.

Primero, formamos un círculo y escuchamos el texto en voz alta mientras hacemos alguna manualidad. Luego, cada uno le hace preguntas al texto, las pone en común y juntos hacemos una interpretación creativa de él. Sometemos el texto a operaciones creativas y lúdicas, para así disfrutar la dinámica artística mientras dominamos la materia. 

El texto no proviene de la experiencia personal o particular del técnico, el especialista o el neófito. Es un objeto que se somete al escrutinio de todos, para abordarlo desde la ignorancia y para llegar a entenderlo en profundidad gracias al conjunto de los participantes.

Se comparte, se recicla, se lee y se interpreta múltiples veces hasta que quienes se enfrentan a él alcanzan altos niveles de comprensión y de pensamiento crítico.

El texto, como un textil, se compone de hebras que se pueden sacar y volver a tejer. También se pueden generar nudos y diseños y ver cómo se relacionan unos con otros para formar una urdimbre social, cultural y espacial que dé sentido al lenguaje y estreche lazos entre los intérpretes.

​Para resumir, ¿cómo hacemos para disfrutar un texto difícil? Pues lo leemos en voz alta, mientras nos ocupamos con una manualidad. Los neurólogos saben que las manualidades nos ayudan a concentrarnos. Por ejemplo, nos gusta dibujar y fabricar “libros a la cartonera", que son librillos con materiales reciclados. Otras veces cosemos, tejemos... Así entramos a un texto desafiante por gusto.

Además, promovemos la dinámica natural de los niños y las niñas, que es hacer preguntas, en lugar de decirles que no hagan tantas. Limitar las preguntas es contraproducente cuando se busca desarrollar la capacidad de pensar de manera crítica y de escuchar. Cada participante es un investigador, un interrogador del texto. Todas las preguntas se validan sin competir.

Cuando nos preguntaron sobre terapia psicológica en un congreso sobre justicia restaurativa escolar, respondimos con otra pregunta sobre el origen de la agresividad en los estudiantes. Una causa clara y poco reconocida es la competencia por lucir dentro del aula de clases.

Sentamos a los niños y a las niñas en filas militares y les hacemos competir por la única respuesta correcta. Alguien gana y los demás pierden. Después preguntamos por qué están deprimidos. ¿Qué enseñamos con esa dinámica, si no autoritarismo y agresividad?

Por eso, una de las diferencias fundamentales entre Pre-Textos y la educación convencional es que en la primera se sienta a los participantes en círculos: todo el mundo se mira, se habla y comparte el acto de mirarse los unos a los otros. Es la disposición espacial más ética, según Emmanuel Lévinas, ya que nos responsabiliza frente al otro.

Pensemos en cualquier sociedad tradicional y nos daremos cuenta de que “reunirnos" quiere decir formar un círculo, estar en la maloca. Si la gente no se mira, no hay comunicación, no hay paz sustentable. Cambiar una cosa tan básica y sencilla como la coreografía del aula es cambiar el mundo.

 

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Palabras que cruzan el charco

Autores:

Sara Zuluaga Correa

Amateur profesional en disciplinas dispersas. Estudiante de la maestría en Traducción Literaria de la Universidad de East Anglia y graduada del pregrado en Literatura de la Universidad EAFIT. Hace parte del colectivo de traducción Lenguas de agua.

​szulua29@eafit.edu.co

Maria José Galeano Agudelo

Profesional en literatura de la Universidad EAFIT y estudiante de la maestría en Traducción Literaria en la Universidad de East Anglia. Hace parte del colectivo de traducción Lenguas de agua.

​majo.galeano.agudelo@gmail.com 

​ Jorge Uribe Lozada

Doctor en Teoría de la Literatura, Universidade de Lisboa (Portugal). Profesor de la Escuela de Artes y Humanidades de EAFIT y coordinador del Semillero en Poética y Traducción del pregrado en Literatura.

jauribel@eafit.edu.co​​ 

Las metáforas nos ayudan a pensar en la traducción. Este oficio –que se beneficia del trabajo con herramientas digitales– corre el riesgo de perder su potencial formativo si se le equipara con el hacer de la máquina. 

La traducción literaria se resiste a la automatización porque las equivalencias apresuradas nos hacen perder de vista matices fundamentales del lenguaje literario. 

Este texto explora la riqueza del matiz en las palabras (notarán los colores utilizados) para hacer visible la labor creativa, inmersiva y ética que implica nadar entre lenguas.​

El discípulo

Cuando Narciso murió, la fuente de sus placeres dejó de ser un estanque de aguas dulces y se transformó en un estanque de lágrimas saladas, y las Oréades vinieron sollozando por el bosque para cantarle a la fuente y darle consuelo.

Y cuando vieron que la fuente ya no era un estanque de aguas dulces sino un estanque de lágrimas saladas, soltaron las trenzas de sus verdes cabellos y lloraron sobre la fuente diciéndole: “No nos sorprende que guardes este luto por Narciso, tan hermoso era."

“¿Acaso Narciso era hermoso?", dijo la fuente.

“¿Y quién debería saberlo mejor que tú?", respondieron las Oréades. “A nosotras ni siquiera nos miraba, fue a ti que él buscó, y recostado junto a tus orillas te miraba fijamente, y en el espejo de tus aguas veía su propia belleza reflejada."

Y la fuente respondió, “Pero yo amaba a Narciso porque cuando se recostaba junto a mis orillas y me miraba fijamente, en el espejo de sus ojos yo veía siempre el reflejo de mi propia belleza."

«La práctica hace al maestro», dicen. Pero antes de convertirse en uno, se es primero aprendiz… o discípulo, como propone Oscar Wilde (1854-1900) en este poema. Leemos el texto y no entendemos de inmediato a qué práctica se refiere, quién enseña, quién aprende y qué es lo que aprende. Pero «la práctica hace al maestro», dicen, así que seguimos practicando.

En el Semillero en Poética y Traducción de la Universidad EAFIT los reunimos cada semana a leer textos de literatura en otras lenguas y practicamos cómo traerlos a la nuestra. Leemos el poema de Wilde en su lengua y nos preguntamos si esa “pool"[1] es la misma en la que nadamos en español, si nuestra tarea es buscar su equivalente más literal:

 

Figura 1. (Falso) manuscrito de The Disciple, de Oscar Wilde.

 

When Narcissus died the pool of his pleasure…

Cuando Narciso murió, la piscina de sus placeres…

También nos dio risa leerlo. Seguro no estaría Wilde pensando en los calores de Santa Fe de Antioquia. Y seguro que alguien más, al traducir este poema a otro idioma, ya se habrá topado con una pregunta parecida. Fernando Pessoa (1888-1935), otro compañero recurrente de nuestros encuentros, tradujo en su tiempo este mismo texto al portugués, así que quisimos mirar en su versión del poema qué fue eso que él vio como equivalente:

Quando Narciso morreu, a fonte do seu prazer[2]

Cuando Narciso murió, la fuente de su placer

 

Figura 2. Manuscrito de la traducción de Pessoa de O Discípulo, Biblioteca Nacional de Portugal / Espólio 3: 94-7r y 94-8r.

 

​¡Ya va cogiendo más cuerpo de poema! ¿No creen? Aunque a nado de perrito, vamos avanzando. Cada palabra que se muestra nos lleva a cantidades de preguntas similares y la comparación con la versión de Pessoa hace de este proceso uno incluso más emocionante: su traducción al portugués se desborda en nuestra versión en español y sus decisiones salpican las nuestras.

Y eso de los cuerpos de agua parece que no nos abandona. En la traducción, el texto original con el que se trabaja se llama “texto fuente", pero recordar esta definición nos complica las cosas. Al usar una palabra para traducir a Wilde, porque la leímos en Pessoa, ¿estamos cambiando la fuente de nuestra traducción?

Hay quien piense que esto no es sino dar brazadas, que eso ​de 'traducir' no es tan difícil, que puede hacerlo cualquier Google Translate o Chat GPT. Decir eso sería mentir, la máquina solita no sabe nadar. Si no ¿para qué venimos todas las semanas al semillero?

Es que lo que nos interesa no es una foto de la piscina… la gracia está en ir a Santa Fe de Antioquia, ir incluso un poco más lejos y conocer el Puente de Occidente… ¿Parar en San Jerónimo[3] quizás? Pero volvamos a “El discípulo".

Es extraño lo que pasa en el poema, ¿sí vieron? Las Oréades, esas ninfas griegas, creen que la piscina fuente está triste porque ya no recibirá las visitas del beautiful​ hermoso Narciso, quien iba a mirarse en su superficie.

Atrás se escuchan otras voces decir:

Vyvyan: Triste como Wilde al ver que, en vez de mirar en su fuente poema, ¡nos fuimos más bien a chapucear con Pessoa!

Cyril: Triste como Pessoa que nunca pudo publicar sus traducciones de Wilde, más bien.

Pero esa fuente… ¡quién la ve! Dizque cuál Narciso beautiful belo hermoso. Lo mismo diría Pessoa, que cuál poema original, sabiendo que nos zambullimos más bien en sus aguas suaves, que para nosotros son dulces. Que cuál Discípulo, le preguntamos aún a Wilde. ¿Y cuál maestro? 

Seguimos conversando y nos parece muy curioso que la gente vaya a leer nuestra traducción del poema de Wilde y diga “es que Wilde dice fuente, Wilde​ dice hermoso …". Y es que sí, Wilde dice, pero dice en nuestras palabras, porque Wilde no escribió en español, ni se metió a la piscina en Santa Fe de Antioquia, y tal vez no podía imaginar que sería él la fuente de [nuestros] placeres.

Pero sabemos que tanto Wilde como Pessoa pasaban bueno escribiendo, que se demoraban en escoger un pronombre[4], tachaban una palabra y ponían otra que servía mejor al poema, que el uno leía al otro y hasta le “copiaba" cositas…

Él nunca lo hubiera reconocido. Obvio. Pessoa no era de esos.

–¿Y es que Wilde Narciso era belo hermoso? –seguro habría dicho.[5]

Pero, y entonces ¿para qué lo traducía?

[1] Ver el poema en la figura 1. Esta es una recreación nuestra. Una reproducción del original y la transcripción pueden verse entrando al sitio de la Morgan Library de Nueva York: https://www.themorgan.org/collection/oscar-wilde/manuscripts-letters/18.

[2]Ver figura 2. Este poema lo tradujo Pessoa más o menos en 1913, con veinticinco años, y poco después de comenzar a leer a Wilde. Su traducción nunca fue publicada. Quedó, como tantas otras cosas, guardada en su baúl para la celebridad póstuma.

[3] Fácil pensar en el pueblo que queda antes de Santa Fe de Antioquia, pero hay razones que vinculan este municipio con el histórico patrono de la traducción (pista: La Vulgata).

[4] En la versión manuscrita del poema original de Wilde (ver figura 1) vemos cómo tacha los artículos 'thee' y los convierte en los posesivos 'your/yours'.

[5] Wilde fue, sin duda, una de las fuentes más provechosas de la originalidad de Pessoa, valga la paradoja. Fernando leyó a Oscar, lo tradujo y escribió sobre él casi de forma obsesiva; en suma, lo admiró intensamente. Sobre la relación entre ellos véase el primer capítulo de la tesis doctoral Um drama da crítica: Oscar Wilde, Walter Pater e Matthew Arnold lidos por Fernando Pessoa (Universidade de Lisboa, 2014).​​

La fuente, el espejo y la mirada atenta

«La práctica hace al maestro», dicen. Y traducir es una práctica de insistentes aproximaciones. La traducción y la escritura, como oficios de la literatura, se comportan de manera similar. Ubicadas una frente a la otra, como dos espejos que se miran, es difícil decir quién es reflejo y quién reflejado. 

Decidimos traducir el poema The Disciple (Oscar Wilde, 1894) y O Discípulo (Pessoa, c. 1913) y hablar de ese proceso en este espacio –de esta manera tan del siglo XXI– precisamente porque nos interesa escenificar nuestro argumento:

Entendemos la traducción literaria como un proceso de aprendizaje que nos permite entrar en contacto con una lengua como código lingüístico, pero también en toda una tradición artística y cultural que se desborda siempre hacia otras tradiciones, otras artes y otras lenguas. Tradición, traducción, traición: no son lo mismo, pero nacieron en cunas vecinas.

Entendemos la traducción como un prisma [6] que nos permite observar cada variación como un matiz de color que aporta a un significado más grande producido en la combinación de varios colores. La unidad contiene multitudes.

Entendemos la traducción, sobre todo, como un proceso divertido, formativo y dialógico –colectivo al fin y al cabo– donde el valor está en la inmersión en el texto, en el trazado del cauce de influencias y genealogías de la escritura, en el recorrido de los afluentes que irrigan un texto.

Como Pessoa –como Narciso–, nos miramos en las palabras de Wilde como fuente para nuestro proceso de aprendizaje. Wilde, como Narciso también, vive ahora tanto en el español como en el portugués en la condición de reflejo y fuente.

Vyvyan: Triste que la traducción literaria se vea reducida a un ejercicio automatizado que solo pasa por una máquina…

Cyril: ¡Triste uno ir a Santa Fe de Antioquia y no meterse a la piscina!

Algo nos dice que a esa piscina sí se metió León de Greiff, quien también leyó a Wilde, y que en otra traducción vio una charca donde nosotros pusimos la fuente. O entonces, parado sobre el Puente de Occidente, estaría pensando en el río Cauca, al que llamó “Narciso añejo".

 

Figura 3. Imágenes de la Revista Panida, n° 3, 1915, Sala Patrimonial Biblioteca Luis Echavarría Villegas de EAFIT.

 

A continuación, se puede ver un ejemplo de lo que hacemos en el semillero:

Columna 1: el poema original de Oscar Wilde en inglés.

Columna 2: nuestra traducción al español.

Columna 3: la traducción de Fernando Pessoa al portugués.​

Columna 4: nuestra traducción de la versión de Pessoa al español.

Columna 5: la​ traducción​ de León de Greiff.

 

¿Qué variaciones identificas? ¿Cuáles te parecen que funcionan mejor? ¿Por qué? ¡Envíanos tus comentarios, ideas e impresiones al correo ​semilleropotra@eafit.edu.co!

 

[6]Una de las teorías que más nos ha calado en el semillero es la propuesta por Matthew Reynolds en Prismatic Translation (2019), de donde entendemos la traducción como un acto multiplicatorio y plural en el que “traducciones diferentes se hacen por diferentes personas que trabajan desde distintos lugares y temporalidades" (p. 3).

[7] “El discípulo" fue publicado en la revista Panida en 1915. La traducción en la revista no está atribuida, pero en favor de una hipótesis de autoría degreiffiana apelamos a su gusto por las aguas narcisas (cf. De Greiff, 2004, pp​. 624-625) o a la “Pequeña balada riente de los sapos en las charcas", además de que un libro de obras de Wilde, en inglés, hace parte de su biblioteca particular, conservada hoy en EAFIT. Agradecemos al poeta Matías Godoy por las referencias líricas.

 

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¿Por qué no he podido comprar una casa?

​​​*Para el desarrollo de este contenido se contó con la asesoría técnica de integrantes del Laboratorio Financiero de la Universidad EAFIT, del Semillero de Investigación en Bufete Financiero, y del economista y profesor de Economía Internacional, Germán Tabares.

Autores:

Miguel Orlando Alguero Montaño y Magíster en Estudios Políticos.

Hace 10 o 15 años, comprar una casa en Colombia no era fácil, pero tampoco era una tarea titánica. Ahora, el panorama ha cambiado drásticamente por el alza de precios.

En 2005, una familia de clase media en Bogotá, Medellín o Cali, en un estrato cuatro, pagaba unos 63 millones de pesos por un apartamento de 65 metros cuadrados.

Para 2015, esa misma familia, si quería estrenar un apartamento parecido, tenía que desembolsar cerca de 167 millones. O sea, en 10 años, el precio se multiplicó por 2,6.

Ahora, en 2024, un apartamento nuevo de ese estilo tiene un precio promedio de 326 millones. En otras palabras, ese apartamento de 63 millones de hace casi 20 años hoy cuesta 5 veces más.

Por eso, en Medellín, por ejemplo, las ventas de vivienda nueva han caído más del 25%, según la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) y La Lonja, gremio inmobiliario más grande del país.[1] Entonces, ¿qué está pasando?

No hay ca(s)a para tanta gente

El déficit habitacional en Colombia es alarmante. Según cifras de Camacol,[2] cada año se forman cerca de 380.000 hogares nuevos, pero solo se están construyendo alrededor de 74.400 viviendas al año.

Para cerrar esta brecha, se necesitarían construir aproximadamente 520.000 casas anuales en los próximos 10 años y al menos 305.600 en la actualidad.

En 2013, que fue uno de los mejores años para el sector, se construyeron 270.000 viviendas, lo que muestra la enorme diferencia entre lo que se necesita y lo que se está haciendo.

Este déficit equivale a unos 5,28 millones de hogares que no tienen una vivienda propia en Colombia, entre 2023 y 2024. De estos, alrededor de 1,3 millones necesitan una casa nueva para salir de la pobreza.[3]

Si se sigue a este ritmo, el mercado no alcanzará a cubrir ni el 30% de las viviendas necesarias. Y ya lo sabemos: a menor oferta, mayor precio. Sí, consecuencias de la escasez.

Todo está (muy) caro

Otro factor clave en esta problemática es el costo de financiar una vivienda. Las tasas de interés para créditos hipotecarios en Colombia están entre el 15% y el 20%efectivo anual, según la Superfinanciera.[4]

Es decir, si se adquiere un crédito de 100 millones de pesos con plazo de financiación de 15 años, al cabo del periodo se estaría pagando al menos 325 millones de pesos. Es decir, se desembolsaría tres veces el valor prestado, si no realiza ningún abono anticipado.

Otro factor que ha afectado los precios de las viviendas es el costo de los materiales de construcción, como argumenta Mateo Rivera, magíster en economía de la Universidad EAFIT. Por ejemplo, el cemento, el acero y otros materiales han subido de precio debido a la inflación y a la falta de suministros.

Es el aumento generalizado y sostenido de los precios. Cuando la inflación sube, el poder adquisitivo disminuye. O sea, con la misma cantidad de dinero se puede comprar menos cosas que antes: la plata rinde menos. Por ejemplo, si antes un botella de aceite de cocina costaba 8000 pesos y ahora tiene un precio de 12.000, se debe pagar 1.5 veces más por el mismo producto​.​

También los hábitos de consumo también han cambiado. Los jóvenes adultos colombianos “prefieren ahorrar o endeudarse para viajar o comprar cosas, antes que pensar en comprar una casa propia", como explica Juan Manuel Cruz, especialista en Derecho Urbano.

Este cambio de prioridades refleja una adaptación a las realidades económicas, donde comprar una vivienda se ve como un objetivo difícil de alcanzar.

Todo esto sin contar que la falta de empleo estable y bien remunerado en el país es un dolor que afecta a la población.

Por ejemplo, de cada 10 trabajadores colombianos, casi 6 lo hacen desde la informalidad: sin un contrato formal, y sin aportes a salud y pensión.[5] Además, cerca de la mitad de las personas ocupadas laboralmente en el país ganan menos de un salario mínimo.[6]

[1] Quiceno, J. (2024). La compra de vivienda nueva en Medellín cayó 25% y los arrendamientos aumentaron 27%. El Colombiano. https://bit.ly/462b4Dm

[2] Casas, R. (2024). El déficit habitacional se cerraría con construcción de cerca de 520.000 casas anuales. La República. https://bit.ly/4bCq3oV

[3] Estimación del Departamento Administrativo Nacional de Estadística.

[4] Sánchez, V. (2024). Conozca cuáles son las mejores tasas de interés para adquirir vivienda propia en 2024. La República. https://bit.ly/461QEKK

[5] Ministerio del Trabajo. (2023). Políticas de empleo del Gobierno Nacional mantienen en un dígito la tasa de desocupación. Ministerio del Trabajo. https://bit.ly/4cPSjFw

[6] Casas Lugo, R. (2023). Más de 2,2 millones de personas ganan un salario mínimo, 9,9% del personal ocupado. La República. https://bit.ly/3Y1b6cT

¿Somos (los) únicos?

Si se compara la situación de Colombia con la de países como Perú, Chile, México y Brasil, hay diferencias y similitudes.

En Chile el acceso a la vivienda ha mejorado gracias a políticas de subsidios para la compra de casa nueva por cinco años, con el fin de entregar 260 mil unidades hasta 2026. Esto, en medio de una economía que creció 2,3% en los primeros tres meses del 2024 y una tasa de empleo informal de solo 25% aproximadamente.[7]

En Perú y México, aunque también se enfrentan desafíos, las tasas de interés para créditos hipotecarios son más bajas, lo que facilita un poco el acceso a la vivienda.

En Brasil, la situación es más parecida a la de Colombia, con un déficit habitacional significativo de 6 millones de hogares y altos costos de financiamiento.

¿Y (ahora)?

Esta es una problemática global con especial repercusión en América Latina, donde se acentúa especialmente en las principales urbes. Entre 1970 y 2000, la población en las ciudades de la región aumentó en 240%.[8]

Además, una de cada cinco personas en esta parte del mundo vive en asentamientos informales[9] y se estima que se necesitarían más de 30 años de ahorro en los hogares latinoamericanos para adquirir una vivienda.[10]

Ante este panorama, se necesita una gestión territorial integral a través de políticas públicas y planes de ordenamiento que mejoren tanto la infraestructura urbana como rural, implementar financiamiento e incentivos para proyectos sostenibles, y enfocar la planificación urbana en comunidades inclusivas y resilientes para todos los colombianos.

[7] América Económica. (2023). Informalidad laboral en Chile se elevó al 27,5% durante el cuarto trimestre de 2023. América Económica. https://bit.ly/3Wh1HMR

[8] UN HABITAT. (2012). Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe. UN HABITAT.

[9] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2021). Las ciudades y la vivienda brindan una oportunidad para transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe hacia uno más inclusivo, igualitario y sostenible. CEPAL. https://bit.ly/3zGjG6A

[10] Daude, C., Fajardo, G., Brassiolo, P., Estrada, R., Goytia, C., Sanguinetti, P., … Vargas, J. (2017). Crecimiento urbano y acceso a oportunidades: un desafío para América Latina. CAF. https://bit.ly/3zFHjMF

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Inventar es creer a ciegas en el futuro del mundo

Autor: Stiver Peña Guzmán

Comunicador de Nodo EAFIT

spenag3@eafit.edu.co 

Quienes hacen ciencia para desarrollar tecnologías innovadoras trabajan con la convicción de que, en el futuro, las soluciones que movilizan sus investigaciones serán escuchadas y aplicadas para resolver los problemas del mundo.

Para muchos científicos innovadores, sus proyectos se parecen a la idea de un equilibrista que inicia su camino sabiendo que hay un puerto seguro del otro lado.

Sin embargo, el viaje no siempre es lineal y muchas veces la sociedad o el mercado no están preparados para aprovechar el conocimiento o los inventos que apasionan a los científicos.​

Melissa Londoño Ávila, jefa de Transferencia de Tecnología y Conocimiento de EAFIT, reconoce que muchas iniciativas de innovación perecen antes de que el mercado las acoja: "el valle de la muerte es ese abismo en el que muchos desarrollos científicos y tecnológicos caen, sin lograr financiamiento, a pesar de su inmenso potencial".

A veces no basta con investigar e idear soluciones.

Además de las habilidades científicas, hay otras que también son necesarias para transformar el futuro, habilidades que se acercan más a las de un emprendedor.

Aunque se muevan los cimientos

Juan Carlos Botero, doctor en estructuras y docente investigador de EAFIT, ha dedicado años al desarrollo de una plataforma de monitoreo sísmico automatizado para edificios y estructuras. Su objetivo es aprovechar sensores para medir las vibraciones del suelo y detectar riesgos y daños potenciales para las construcciones.

Pese al reconocimiento que ha obtenido en seminarios y congresos, su iniciativa ha encontrado obstáculos que no permiten su aplicación a nivel industrial.

"Buscamos determinar cómo se mueven los edificios e identificar en tiempo real si hay algún riesgo o daño que pueda comprometer su integridad", explica el investigador.

Su investigación lo ha llevado a proponer cambios en las normas de sismorresistencia en Colombia, esperando que estas modificaciones beneficien la implementación de su tecnología y protejan la vida de muchas personas.

Sin embargo, el desinterés del sector privado –el cual suele preferir las inversiones de rentabilidad inmediata– ha retrasado la adopción de su desarrollo. "Es frustrante ver cómo una tecnología que podría salvar vidas y proteger edificaciones no se implementa por no estar aún en la norma", comenta Botero.

Mientras un automóvil actual tiene en promedio ciento cincuenta sensores que ayudan a conservar la vida de quienes viajan en él, un apartamento típico colombiano, que es uno de los patrimonios más importantes para muchas familias, no tiene un solo sensor que pueda anticipar riesgos y evitar tragedias.

“En Colombia se encuentra uno de los 'nidos sísmicos' del mundo, regiones que tienen una gran concentración de actividad sísmica, es decir, lugares en donde tiembla mucho. Está ubicado el municipio de Los Santos, Santander, y para prevenir el riesgo, tanto el sector privado como el gobierno y la academia tienen la tarea de unir esfuerzos para innovar más en sismorresistencia".

​​—​ Juan Carlos Botero Palacio, docente investigador de EAFIT.

De científica a emprendedora

Laura Sierra Zapata, doctora en ingeniería y bioprocesos, docente investigadora de EAFIT y fundadora de Astrolab Biotecnología S.A.S., ha comenzado a ver cómo sus ideas son acogidas por el mercado. Sierra ha trabajado en soluciones de diagnóstico y tratamiento para los microbiomas humano y animal que permiten entender cómo funciona el cuerpo y ayudan a comprender cómo interactúan los microorganismos con él, cómo afectan la salud y cómo podemos intervenir de manera más eficaz para prevenir y tratar enfermedades.

"Tuve que aprender a vender mi idea, educar al consumidor y encontrar aliados estratégicos en laboratorios clínicos", explica Sierra, quien debe alternar su trabajo en el laboratorio con las responsabilidades de ser emprendedora y líder de un equipo de trabajo.

Así, tiene la mira puesta en el microscopio y los datos, pero también en las oportunidades de promoción de su portafolio de servicios basados en conocimiento.

“La medicina está tendiendo hacia una mayor promoción de la salud. Mi trabajo podría resultar en que el microbioma, que es la comunidad de microorganismos que viven en nuestro cuerpo, se convierta en un biomarcador de nuestro estado de salud. Esto podría ser una realidad en el futuro cercano a través del desarrollo de tecnologías de uso rutinario".

​​—​ Laura Sierra Zapata, docente investigadora de EAFIT y fundadora de Astrolab Biotecnología.

Laura Sierra ha logrado algo crucial: hacer que su conocimiento sea relevante y útil para el desarrollo de una tecnología accesible para un público amplio. Mes a mes ve el crecimiento en la demanda de sus productos y servicios, aunque reconoce que aún queda un largo camino por recorrer.

"Es un esfuerzo continuo de educación y promoción, pero cada vez más personas y médicos reconocen la importancia del microbioma en la salud", destaca.

El desafío de ser un científico emprendedor

No basta con esperar a que el mercado esté dispuesto a escuchar. Los científicos deben ir más allá de la investigación, la ideación de soluciones y la divulgación. Necesitan desarrollar habilidades ligadas al mundo del emprendimiento que les permitan llevar sus innovaciones al mercado y hacerlas accesibles para la sociedad.

Las historias de Juan Carlos Botero y Laura Sierra muestran cómo los científicos son pioneros que hacen preguntas que el mercado muchas veces no anticipa y, a veces, parecen querer eludir.

Los altos costos, la ausencia de normas que exijan su avance para el beneficio común y la actitud centrada en retornos rápidos a la inversión son desafíos que solo algunos científicos y emprendedores de base tecnológica se atreven a enfrentar.​

Conoce más ideas y experimentos que salen del laboratorio para convertirse en soluciones innovadoras para el futuro.

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