• Los profesores de EAFIT Hugo López Castaño y Gustavo Canavire Bacarreza analizan los efectos del empleo informal en Colombia, cuya tasa es del 48 por ciento.
• Algunas de las consecuencias económicas de las familias, debido a los bajos ingresos, son no poder acceder al sistema de pensiones y de salud.
En Colombia el empleo informal urbano representa cerca del 48 por ciento del empleo total, una de las cifras más altas de América Latina -escalafón que ocupa con Bolivia y Nicaragua- lo que trae consecuencias para la economía del país así como efectos sobre el bienestar de los hogares, tal como lo advierte Hugo López Castaño, docente de la Escuela de Economía y Finanzas de EAFIT, y exgerente de la sucursal del Banco de la República en Medellín.
Este es uno de los temas abordados en la Escuela, que este año recibió por parte del Ministerio de Educación Nacional la aprobación para ofrecer, a partir del primer semestre de 2016, el doctorado en Economía, cuyas líneas de investigación son: mercados financieros, finanzas corporativas, políticas públicas, macroeconomía, economía espacial y organización industrial.
Acorde con esas líneas, el profesor López, quien se ha dedicado al estudio del empleo en Colombia, enuncia las medidas para contrarrestar los efectos de la informalidad, un problema laboral que, según él, se corrige de dos maneras: con un crecimiento económico rápido y con un crecimiento rápido del empleo moderno, es decir, del empleo asalariado.
Ese crecimiento rápido está en cuestión debido a un periodo de desaceleración mundial, y es muy difícil tratar de formalizar a las firmas informales, porque si tuvieran que pagar todo lo exigido por la ley los costos les aumentarían en más del 35 o 40 por ciento, y por lo tanto no lo harán.
"Necesitamos entonces crear empleo bueno. Para ello debemos crecer y tomar medidas salariales y de capacitación. Nosotros hemos subido el mínimo real creyendo que le ayudamos a los pobres y en realidad lo que hemos fomentado es que el empleo poco educado formal no crezca y que se dispare la informalidad", expresa López.
En el largo plazo, asegura que ha habido también una sustitución, dado que el mínimo ha subido se ha generado un cambio técnico, por lo que las empresas utilizan cada vez más profesionales y menos bachilleres.
De esa forma, se busca tratar de educarlos para que pasen de ser no educados a ser trabajadores con algún grado de estudios superiores que puedan ser asimilados en el mercado.
Aunque ese es un buen sistema, el profesor advierte que se ha escogido una vía complicada: para aumentar la educación superior se está recurriendo al sistema de subsidios, de modo que la posibilidad de ampliar el acceso a la educación superior de las personas con bajos recursos es más difícil, costosa y lenta por esa vía.
Efectos
De acuerdo con Gustavo Canavire Bacarreza, director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras (Cief) de EAFIT, el mercado informal en Colombia, al igual que en América Latina, tiene un problema estructural y es que se mantiene estable durante muchos años, y si bien hay fluctuaciones estas son pequeñas y las reducciones no son tan grandes.
Lo preocupante, para López Castaño, es que esas pequeñas unidades suelen evadir las obligaciones laborales, dado que pagan estas por debajo del salario mínimo, no cotizan a pensiones ni a salud por sus empleados, cotizan a las cajas de compensación familiar solo en una pequeña proporción, y no pagan cesantías ni otros impuestos.
En el caso rural, advierte que el empleo asalariado representa apenas el 18 o 20 por ciento, y el otro porcentaje corresponde a empleo no asalariado, del que hacen parte los campesinos parcelarios que no tienen patrón, están desprotegidos en materia de pensiones, y tienen salarios que están por debajo del salario mínimo en un 60 por ciento.
"El año pasado crecimos al 4,6 por ciento y este año estamos creciendo en los dos primeros trimestres alrededor del 3 por ciento, y el impacto de esa desaceleración en las zonas rurales ha sido una disminución del empleo asalariado y un aumento en el empleo no asalariado no remunerado", indica López Castaño.
En el caso rural, menciona que las familias campesinas procedieron a retirar del mercado laboral una parte de los ayudantes familiares, porque no aportan ingresos y su productividad es muy baja, mientras que los demás - campesinos parcelarios, empleados de servicio doméstico, peones y otros trabajadores aumentaron, y el impacto de esta crisis es un empobrecimiento de las familias rurales.
"En el caso urbano hay una situación diferente. En el primer semestre del año el empleo formal se redujo, pero en el tercer trimestre paradójicamente se recuperó. La informalidad que había subido comenzó a bajar hacia septiembre y el desempleo a subir", asegura el docente.
Lo anterior se explica debido a que la inflación se ha disparado. Por ejemplo, los datos de octubre marcan una inflación cercana al 5,8 por ciento, una cifra que no se tenía hace mucho tiempo, lo que ha afectado los salarios de la gente de más bajos recursos, que está regida por el mínimo, y que corresponde a los trabajadores poco educados.
La caída en los salarios ha fomentado que las empresas utilicen trabajadores poco educados, al ser más baratos, y ese empleo formal poco educado está creciendo a tasas cercanas al 10 por ciento, lo que, según el profesor, explica el alza del empleo formal en el trimestre terminado en septiembre.
Por su parte, el empleo con alguna educación superior ha bajado, aunque el profesor considera que será un resultado temporal, que variará cuando se empiece a discutir el salario mínimo. "Creo que este va a subir radicalmente el año entrante y eso va a desestimular la creación de empleo formal simple poco educado", menciona.
Según Canavire, este tipo de mercado está asociado con baja calidad del empleo, bajas capacidades y bajos niveles de capital humano y de protección social, lo que hace que los trabajadores del sector informal se vean afectados por choques externos que pueden ser tal vez no tan fuertes para la gente que trabaja en el sector formal.
En el contexto de la informalidad, López señala que los trabajadores no podrán pensionarse, debido a que por los bajos ingresos no pueden cotizar. Otro de los impactos para el sistema económico es que se debe subsidiar la salud de estos empleados, a través del Sisben, al no tener la posibilidad de pagar.
"El país tendrá que pensar en el largo plazo cómo va a hacer para modernizar el empleo, porque el empleo malo no sirve. Es un problema que no hemos abordado como debe ser y que nos seguirá atormentando porque, en el caso de las ciudades, casi la mitad de los empleados trabajan en el sector informal", añade.
Con respecto a los potenciales efectos sobre el bienestar de los hogares, Gustavo Canavire apunta que estos se reflejan en que, al no acceder al sistema de seguridad, las familias tendrán deficiencias en términos de salud. Así mismo, el mercado informal, por lo general, tiene salarios mucho más bajos que el sector formal, lo que hace que se vaya perpetuando la pobreza.