Tal como se encuentra registrado en el
Talmud, el libro sagrado sobre las leyes, las tradiciones, las costumbres y las historias judías, en el año 115 una ola gigantesca, producida por un sismo marítimo, irrumpió en lo que hoy es el territorio de Israel y devastó la ciudad romana de Cesarea Marítima.
En 2003, un equipo de investigadores descubrió los depósitos y los sedimentos de un tsunami sumergidos en las costas de este país y, gracias a sus estudios, llegaron a la conclusión de que coincidían con la catástrofe sucedida cientos de siglos atrás.
Una de las integrantes de aquel grupo de expedicionarios era Gloria Inés López Cadavid, una geóloga de la Universidad EAFIT que tuvo como principal tarea identificar, clasificar y determinar la edad de este tsunami a partir de los granos de arena encontrados.
La egresada participó en la investigación mientras realizaba sus estudios de doctorado en Geocronología en la Universidad de McMaster, en Canadá, y afirma que fue una total satisfacción personal y profesional hacer parte de este descubrimiento.
“Era la primera vez que se encontraban depósitos de tsunamis sumergidos en el mar. Para encontrarlos tuvimos que bucear y construir trincheras bajo el agua. Fue un hallazgo muy importante, pues hasta ese momento se pensaba que estos sedimentos solo se encontraban en las zonas costeras”, expresa la geóloga.
Cuando ocurre un siniestro de este tipo, ya sea por un movimiento telúrico en el océano, por deslizamientos gigantescos, meteoritos o erupciones volcánicas, diversos sedimentos de arenas y organismos son transportados por la ola y depositados en la plataforma continental.
Justamente, el trabajo de Gloria es estudiar estos asientos de arena y, dependiendo de la cantidad, la periodicidad de los depósitos, el tipo de grano, su mineralogía y otra serie de variables, determinar su edad o, como se dice en el contexto de la geología, poder datarlos.
Estos estudios, según explica la eafitense, permiten establecer modelos de recurrencia o estimaciones aproximadas de cuándo podría presentarse un nuevo fenómeno natural de este tipo o un evento tectónico.
“Yo me especialicé, precisamente, en datar tsunamis; e identificarlos con base en su cantidad, en la periodicidad de los sedimentos, en el tipo de grano, o en su mineralogía, especialmente en los lagos costeros”.
Algunos proyectos
Esta pasión la ha llevado a participar en diversas investigaciones por países como Canadá, Chile y México. En este último se encuentra realizando búsquedas de sedimentos en su costa pacífica en asocio con científicos de la Universidad Nacional Autónoma de este país.
Así mismo, viaja de manera constante a Israel para dedicarse a uno de sus proyectos más ambiciosos: la diferenciación y la caracterización de los depósitos de tsunamis y de huracanes.
“Estos dos fenómenos son confundidos frecuentemente, pero aunque ambos provienen del mar, cada uno de ellos es diferente. Tradicionalmente se han usado herramientas para diferenciar sus depósitos, como pruebas biológicas, de flora o de minerales, lo que pretendo con mi investigación es sumar una más”, manifiesta.
Cuando los granos de cuarzo y feldespato son enterrados debido a la acción de algún sedimento capturan los electrones producidos por la emisión de la radiación ambiental natural. Al ser expuestos a la luz por erosión, movimiento de aguas o recolección de muestras, los electrones escapan, emitiendo una señal lumínica.
Según la geóloga, la intensidad de esa señal, sumada a experimentos, medidas y ecuaciones, puede arrojar información sobre su edad y procedencia.
Gloria, quien en la actualidad es ciudadana canadiense, realiza esta investigación gracias al apoyo de la fundación Azrieli; y comparte los resultados parciales de esta y de otros trabajos anteriores a través de publicaciones científicas, congresos y ponencias internacionales.
Una curiosidad que se volvió profesión
Esta eafitense descubrió su gusto por la geología desde niña, cuando empezó a preguntar qué era un valle, a dónde iban los ríos, por qué sucedían los desastres naturales, o qué había en los océanos. Esa curiosidad la trajo a EAFIT, en 1988, para cursar uno de los pregrados más jóvenes de la Universidad en ese entonces.
“Éramos pocos alumnos, nos conocíamos todos, pasábamos todo el día juntos en la Universidad. Fueron los seis años más felices y gratos de mi vida como estudiante”, recuerda.
Para esta egresada, uno de los aspectos que más destaca de su pregrado es que siempre encontró una fusión integral de teoría, práctica en laboratorios y trabajo de campo en cada uno de los cursos del plan de estudios. Y le satisface saber que esta fortaleza aún se mantiene.
“Esa integración de elementos me motivó a amar la academia y la investigación. Porque además de mi trabajo, también me desempeño como docente”.
Su tesis de grado, sobre la evolución costera en el delta del río San Juan, en el pacífico colombiano, ratificó que su pasión se encaminaba hacia la geología costera y marina. De aquel entonces recuerda el apoyo y la compañía del docente Iván Darío Correa, quien siempre la impulsó a seguir con sus proyectos.
“Mi formación en EAFIT me dejó un gran sentido de la dedicación pero, sobre todo, un compromiso con mis colegas, con la profesión y conmigo misma. A hacer las cosas con pasión”.
Desde su graduación también se ha vinculado a proyectos de datación, ciencias del mar y luminiscencia con algunos docentes del Departamento de Geología. Ese contacto todavía permanece y, aunque vive lejos, espera regresar en un futuro al país y fortalecerlo.