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Ludopatía: la apuesta es salir del juego

Como una enfermedad silenciosa se puede definir la adicción al juego que padeció Pedro por más de 20 años. El primer paso para la cura está en el ludópata, afirman los expertos. En la foto: Yaromir Muñoz, el profesor que estudia el tema del juego patológico.

• Pedro Gómez, jugador patológico en recuperación, vivió momentos difíciles debido a las apuestas desmedidas. Ahora ayuda a otros con su misma condición.

• En el país no se tienen cifras claras sobre esta enfermedad, asegura Yaromir Muñoz, profesor de Psicología que trabaja e investiga acerca de este tema.

A Pedro Gómez, a quien se le ha cambiado su nombre en este artículo para proteger su identidad, le tocó vender su apartamento para salir de algunas de sus deudas de juego. Luego, tuvo la suerte que no lo acompañó en sus apuestas y ahora se recupera.

“Pude salir de ahí gracias a Dios. Jugué durante más de 20 años. Todo comenzó con apuestas sin presión psicológica. Pero, llegó un momento en que empecé a sentir ansiedad por la retribución económica que no conseguía”, cuenta el hombre, quien ayuda a otros en su misma condición, y está a punto de estrenar una nueva casa para él y su familia.

De esta forma comenzó el padecimiento de Pedro. La ludopatía, una enfermedad silenciosa, progresiva, incurable y mortal, como él mismo la define, se apoderó de su vida. Y es que, según este jugador en recuperación, existe tan solo una línea invisible entre el juego social y el que se define como patológico.

Casos como este se presentan a diario en Colombia y en el mundo. Sin embargo, en el país no existen herramientas directas para hacer un cálculo de la población ludópata, como lo explica Yaromir Muñoz Molina, docente de la Escuela de Administración de EAFIT y experto en esta condición.

“En Colombia no podemos calcular el número de jugadores patológicos. Además, en Medellín no existen instituciones que traten este tipo de adicción, por lo que la gente con esta patología se siente sola”, explica.

Para el docente, lo anterior obedece, en cierta medida, a que la enfermedad, en el caso colombiano, es relativamente nueva, ya que la apertura hacia los sitios especializados en apuestas se dio apenas hace 10 años.

“Hay una tradición a las apuestas en el país, pero esto no quiere decir que seamos propensos a la patología. Por ejemplo, en el carriel del antioqueño era común ver elementos de azar, pero la ludopatía se alcanza solo cuando se pasa la frontera de lo lúdico y la persona desborda su capacidad de apuesta”, dice el profesor.

Socialización, un camino para prevenir

Como precisa el docente eafitense, la ludopatía se reconoce por los cambios en los patrones de comportamiento del individuo: llegadas tarde, diferente manejo del dinero, pérdida de objetos en la casa, entre otros.

Pedro, por ejemplo, empezó jugando en una máquina tragamonedas, luego frecuentó sitios especializados en apuestas y cada vez más iba perdiendo su capacidad para controlar el dinero.

“Empecé a quedarme sólo con los pasajes y luego sin ellos. Salía muy tarde de apostar y me tocaba caminar solo por el centro de la ciudad para llegar a la casa. Entonces, me tocaba decir mentiras para que mi familia no se diera cuenta. Hasta llegué a anhelar que me atracaran para tener una excusa”, recuerda.

Más adelante, comenzó a pagar sus deudas con tarjetas de crédito y a gastarse el dinero adicional que recibía. Todo esto, dice, se le convirtió en un elefante blanco.

“Es así como la gente no se da cuenta que caen en la enfermedad y también se presentan episodios de denegación –no acepta su condición-. Esto hace muy difícil tratar la patología”, señala el psicólogo Yaromir, quien es profesor del pregrado en Psicología.

Para el académico es necesario socializar en Colombia el discurso sobre la ludopatía como una forma de prevenirla, y así definir cómo el jugador patológico puede llegar a ser un problema.

“Hace aproximadamente dos años me reúno con un grupo que compartía las mismas vivencias que yo sobre el juego. Allí me dicen que la recuperación depende de mí, ya que si hago una apuesta vuelvo a caer. A los 15 días de estar asistiendo, mis hijas me decían que era un hombre nuevo”, relata Pedro.

De esta forma, Pedro y los dos grupos de ayuda a los que pertenece en el momento se han convertido en un faro para las personas en Medellín que decidan tratarse. Y con consejos como no cargar dinero, no hacer la primera apuesta del día, no entrar a casinos, aislarse de personas jugadoras y asistir al mayor número de reuniones, acompañan a los jugadores en recuperación.

“Al grupo nunca ha llegado un ganador. Siempre llegan perdedores que necesitan recuperar su vida más que su dinero. Jugadores: busquen ayuda. Me di cuenta que solo no podía, pero sí era yo el que debía dar el primer paso”, concluye.

¿Busca ayuda? Las personas interesadas en contactar este tipo de ayuda pueden encontrar información en el teléfono (57)(4) 2505059 o en el correo jugadoresanonimosmedellin@gmail.com.