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4 de abril de 2013

Los sueños de Camilo suenan a
batuta y letras  

 

El estudiante del pregrado en Música iniciará su semestre de prácticas en la segunda mitad del año fuera del país.

 

• Camilo Arango Vélez, estudiante de Música de EAFIT, recibió la beca Mazda en la modalidad musical por un periodo de dos años, un estímulo económico que se otorga a quienes se destacan en el área.

• En la actualidad cursa séptimo semestre bajo la tutoría de la maestra Cecilia Espinosa Arango, directora de la Orquesta Sinfónica EAFIT, y espera hacer sus prácticas en el Conservatorio de Música de Liceu (Barcelona, España).

Empezó desde muy pequeño con la música. Probó con el canto, el violín y otros más, pero se dio cuenta de que lo suyo era la dirección orquestal, en parte por la complejidad que implica y las posibilidades de exploración que tiene, pero también porque sinceramente se aburre un poco estudiando el mismo instrumento a diario.

Es Camilo Arango Vélez, estudiante de séptimo semestre de Música, quien el año pasado fue reconocido con la beca Mazda para el arte y la ciencia, la misma que en su momento recibieron Andrés Orozco Estrada, actual director designado de la Orquesta Sinfónica de Houston (Estados Unidos), así como su actual maestra, Cecilia Espinosa Arango, pues busca premiar el talento y el compromiso académico.

Camilo no recuerda muy bien sus inicios, pero sabe que los conciertos a los que el abuelo lo llevaba de la mano y la recomendación de un amigo de la familia para su iniciación musical fueron fundamentales para convertirse en quien es hoy en día.

Su voz fue el camino de entrada al Colegio de Música de Medellín, que le permitió tener un “proceso transformador”, como él mismo lo llama, desde la cultura y el arte. Allí se formó de la mano de Raúl, Tita Maya y Marta Agudelo, y tuvo la oportunidad de participar en el coro y la banda de Cantoalegre.

Pero al mismo tiempo seguía con su interés por la escritura, por lo que optó por combinar estas dos pasiones luego de finalizar sus estudios secundarios, pues empezó el pregrado en Música en EAFIT y el de Letras: Filología Hispánica en la Universidad de Antioquia.

El énfasis en dirección orquestal inició desde entonces. “Creo que poder dirigir una orquesta es una de las cosas más completas que hay en el mundo. Es una actividad que involucra todos los aspectos de la inteligencia humana, desde los más racionales y concretos, hasta los más abstractos. Implica lo más técnico que es transformar tu cuerpo para que pueda comunicar, hasta encontrar el sentido de una obra y la intención de un compositor”, dice el estudiante.

Sus sueños

Con modestia, dice que tiene muchos sueños y deseos, pero los deja como tales porque sabe que cada uno de estos implica un trabajo que durará años y una serie de obstáculos que debe superar.

En el corto plazo espera realizar los trámites para iniciar su semestre de práctica en el Conservatorio de Música de Liceu, en Barcelona. Desea poder viajar en la segunda mitad del año para iniciar un proceso de intercambio con dicha institución, destacada por la calidad de sus docentes y la amplia trayectoria en su ámbito.

Entre sus aspiraciones están, las que dice, son las de muchos otros estudiantes de dirección. “Cómo no soñar con las grandes orquestas del mundo: Viena, Berlín, alguna de Estados Unidos”, comenta.

En cuanto a repertorio, sueña con la música del siglo XX: las sinfonías de Mahler, los ballets de Stravinski, pero también con un proyecto que se imagina como un ensamble de música contemporánea pequeña que estrene músicos vivos, música nueva de la segunda mitad de dicha centuria.

Su maestra, Cecilia Espinosa Arango, lo describe como un alumno inteligente, talentoso y comprometido, que ha visto crecer en la música y poco a poco afianzarse en la dirección.

“Hay ciertas personas que tenemos que vencer la timidez y eso es difícil a la hora de enfrentarse a un grupo de personas grandes como una orquesta. Él, poco a poco, ha ido venciéndola y cada vez se expresa mejor, eso es parte del crecimiento y desarrollo musical”, agrega la docente.

Tal vez por eso, sus directores preferidos se caracterizan por su trabajo silencioso. Por eso, admira a Sergiu Celibidache y Kurt Masur por su rigurosidad e intelecto; a Herbert von Karajan y Leonard Bernstein, por su grandeza; pero sobre todo a Semyon Bychkov, por “la hermosura” con que lleva la batuta.