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Noticias / Empresarismo

15 de marzo de 2012

Y Catalina tuvo una idea

 

Catalina (izquierda) se graduó en 2005. Su trabajo de grado consistió en montar el plan de negocio de Compañía de Ideas.

• Desde que estaba en sexto semestre en el pregrado en Ingeniería de Diseño de Producto, Catalina Hoyos Duque supo que su camino era el emprendimiento. Hoy tiene una empresa de ocho años consolidada y reconocida en el mercado.​

• Compañía de Ideas, el nombre de su empresa, se encarga de diseñar y materializar espacios comerciales que van desde una panadería, una discoteca, hasta consultorios médicos que cumplen con las especificaciones técnicas.

Los que hayan visitado La Tapa, un gastrobar ubicado en la Calle de la Buena Mesa; o Alma, una discoteca del parque Lleras, pueden percatarse que la iluminación, los acabados, la distribución del espacio y la decoración tienen un aire que los une, un sello corporativo que, según sus servicios, invitan a entrar y disfrutar de estos lugares.

Y lo mismo pasa con las peluquerías, panaderías, pizzerías, consultorios, clínicas o restaurantes que han pasado por las manos de Compañía de Ideas, una empresa que nació como una propuesta estudiantil del pregrado en Ingeniería de Diseño de Producto y que, con ocho años en el mercado, ha diseñado y materializado los sueños de sus clientes.

La gestora de esta compañía de ideas es Catalina Hoyos Duque, que en su época de estudiante era una inquieta por el diseño y la construcción de objetos. “Cada vez que iniciaba un semestre emprendíamos un proyecto nuevo y debía buscar la mejor manera de conseguir materiales, de hacer moldes y de tener los mejores acabados”, cuenta.

En ese momento, sus conocimientos adquiridos en la academia y la herencia familiar que le había enseñado el camino del emprendimiento, fueron suficientes para tomar la decisión, en el año 2000, de montar un negocio que ofreciera el servicio de diseño de espacios.

Pero otras inquietudes y pasiones se fueron tejiendo a lo largo del desarrollo esta propuesta. Una de estas fue la necesidad de ofrecer un servicio integral, que no solo contemplara el diseño, sino la construcción y entrega a satisfacción de los mismos.

“Antes de hacer la práctica solo pensaba en vender diseño. Pero, después de trabajar en Bogotá, en una empresa con un portafolio de servicios similar al que hoy tiene mi empresa, vi que era posible materializarlos y, así no vender solo intangibles. Esa era una mejor idea de negocio”.

Y la puso en marcha. En 2005 presentó esta propuesta como trabajo de grado. Armó el plan de negocio de su compañía con las herramientas y conocimientos que adquirió en algunas de las materias de la carrera orientadas al empresarismo. Así comenzó a incursionar en un mercado que aún es nuevo y que, como afirma esta empresaria, es difícil de valorar en Colombia.

“¿Será que si voy a conseguir clientes?, ¿cómo cobro por un servicio intangible?, ¿cómo mido y comparo mi oferta si no hay parámetros en el mercado? Eso era en lo que más pensaba al comienzo”, dice.

Las respuestas fueron llegando. Consiguió los proveedores para cada uno de los pasos que involucraban la construcción, armado y decorado de los espacios, así como las piezas gráficas que estarían asociadas a los servicios y productos del lugar, según la imagen corporativa del cliente. Lo demás era cuestión de garantizar que todo el proyecto estaría listo para la fecha acordada.

“Buscar estas personas de confianza para mi empresa, cautivar clientes, escuchar sus necesidades y proponerles una solución, me llevó a darme cuenta de que montar empresa consiste en saber gestionar”, afirma esta ingeniera, que con el tiempo ha sabido conformar un equipo de trabajo idóneo y que se percata de que cada detalle sea un éxito.

Y como valor agregado, Compañía de Ideas ofrece asesoría técnica para los montajes, con el fin de que lo que se construye esté ajustado a las normas de seguridad y salud que les exigen a los establecimientos públicos.

Un estilo de vida

De sus días en EAFIT recuerda los retos que implicaba cada proyecto que debía ejecutar, y extraña tener el tiempo de analizar e investigar las cosas con más profundidad, porque, en sus palabras, cuando una persona se dedica a su empresa le toca actuar con más velocidad.

Ahora como independiente y después de muchos años de conocer diversos sectores y de sentarse en la mesa con clientes de diferentes zonas de la ciudad, con distintas miradas comerciales y con públicos cada vez más exigentes, Catalina puede decir que la decisión de ser empresario es un estilo de vida.

“Ser independiente requiere un compromiso permanente y demanda mucho tiempo, sobre todo al inicio, pero de igual forma esto es un asunto de pasión”, comenta la ingeniera.

Sin embargo, a Catalina le gusta el contacto con la academia, y hoy disfruta de una empresa consolidada que ya le permite tener un poco más de tiempo libre y le brinda la necesidad, todos los días, de crecer y crear ideas que hagan realidad los sueños de quienes la buscan.​​