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29 de febrero de 2012

Y ya…
¡Y así surgió este libro!

Encuentros con la pregunta y Expediciones al conocimiento son las dos actividades centrales que desarrolla el programa de la Universidad de los Niños.


 

• La historia de cerca de siete años del programa de la Universidad de los Niños, sus orígenes, su propuesta pedagógica y proyección están resumidos en el libro Sin preguntas ¿para qué respuestas?


• En sus páginas aparece, además de la experiencia, los interrogantes e interpretaciones que le dan vida a esta iniciativa de EAFIT que ya suma más de 2.500 días de juegos y aprendizaje.

Sofía Encinales Mejía dice: “La vida surgió gracias a un montón de elementos que se unieron y formaron la primera partícula… ¡La vida surgió del agua!”.

La niña va más allá: “A partir de ahí, la evolución fue relativamente rápida… salieron unos seres… acuáticos. Un día un renacuajo llamado Simón decidió salir del agua, pues quería tocar la tierra, entonces ¡salió! Sentía la necesidad de respirar… y le salieron pulmones; luego quiso caminar, ¡le salieron pies! Y quiso reproducirse, salió a buscar a Simona y la puso en la tierra, luego se reprodujeron”.

Es su respuesta a la inquietud ¿cómo surgió la vida?, una de las tantas que se hacen los participantes del programa de la Universidad de los Niños que acaba de lanzar el libro Sin preguntas, ¿para qué respuestas?, y que recoge los siete años de esta iniciativa institucional, su propuesta pedagógica y su proyección.

Esta publicación, editada por la comunicadora social-periodista Ana Cristina Abad Restrepo, deja ver entre sus páginas signos y signos de interrogación de todos los colores.

“La pregunta es el punto de partida y la motivación para la investigación y el aprendizaje. Por este motivo, en la Universidad de los Niños nos interesa estimular al ser ‘preguntón’ que hay por naturaleza en cada participante”, dice Ana Cristina.

Por eso, los interrogantes de los niños son bienvenidos, son ellos los que dicen sobre qué quieren aprender y, frente a las respuestas, ellos tienen su propia interpretación, como la que hace Sofía al concluir su relato: “Y poco a poco, los hijos de los hijos de Simón y Simona se volvieron ¡monos! Y luego humanos (así fue con todas las especies) y ya… ¡Y así surgió la vida!”.

También letras y letras se cruzan en este material de consulta que expone los orígenes del programa, su propuesta pedagógica, los Encuentros con la pregunta, las Expediciones al conocimiento, los hallazgos, las conclusiones y las proyecciones.

Muestra, además, interrogantes como ¿cómo vuelan los aviones?, ¿por qué existe la música?, ¿por qué hay ricos y pobres?, ¿por qué existe el colegio?, ¿por qué existen las guerras?, que por qué esto, que por qué lo otro.

Como Sofía, otros niños se asoman en el libro con sus rostros de asombro, inquietud, fascinación, admiración. También los que, con esa misma mirada, ven el mundo, la misma de la valentía, la aventura, la diversión, la maravilla, el amor y la fantasía.

Fruto de un trabajo en equipo

Fue Ana Cristina quien, junto a su equipo de trabajo, comenzó en 2005 este viaje de acertijos y descubrimientos. Ella, uno de los principales timoneles de este proyecto, reconoce que son muchísimas las millas que faltan para que se agoten las miles y miles de preguntas que se les seguirán ocurriendo a los niños.

“Con esto, pretendemos dejar una memoria escrita de nuestra manera de acercarnos al conocimiento científico, y de transformar conceptos complejos en actividades que fomentan actitudes investigativas y de acercamiento al mundo que los rodea”, apunta la editora.

A su vez, agrega que el libro es el inicio de la construcción de un modelo que se irá afinando, y que permitirá replicar la experiencia y ampliar la cobertura.

“Nos concierne el pensamiento crítico y reflexivo. En ese sentido, le brindamos al niño y al joven la posibilidad de hacerle a la Universidad preguntas sin ningún prerrequisito, de acercarse a un conocimiento al que -en su calidad de estudiante de primaria o bachillerato- no tenía acceso”.

Para ella, el libro amplía y explica la metodología que se desarrolla en el programa. “Está la manera de cómo vamos llevando a los niños y jóvenes a un estado en el que aparece un deseo potente por conocer más allá de la obviedad, y así estimular la curiosidad y el asombro por el mundo que los rodea”.

En sí, la publicación, que tomó un año y medio en gestarse, es el resultado del trabajo de un equipo que se ha venido consolidando desde los inicios.

“Este es un verdadero tejido de muchas personas que han construido -a partir de la conversación, discusión, investigación, reflexión y estudio- cada una de las actividades y asuntos estructurales de la Universidad de los Niños”, concluye Ana Cristina.

La invitada al lanzamiento 
Tricia Jenkins, de la Universidad de Liverpool, fue la invitada, el viernes 24 de febrero, a la presentación del texto. Ella dictó la conferencia Inclusión social y educación, en la que centró su exposición en las ventajas de este tipo de iniciativas, relacionadas con universidades de los niños.

“Los niños tienen sueños, ¿y qué les enseñamos?”, se preguntó la experta durante su ponencia, en la que también se indagó por si es mejor enseñar o aprender, a lo que continuó con la reflexión de que el mundo está cambiando, tanto que puso como ejemplo el hecho de que cada 18 meses hay una generación nueva de tecnología.

La académica enfatizó en que los adultos son los protectores del planeta, que es el lugar en el que se escenificará el futuro de los hijos, no obstante reconoció que unos y otros se encuentran en un viaje de aprendizaje, pero de uno activo, que debe realizarse en la práctica y, en sus palabras, las universidades aprenden con la práctica. “Hay que cambiar la cultura de las universidades mediante la búsqueda de maneras de escuchar a los niños”.

Ya agregó: “Las universidades de los niños son un vehículo práctico para las instituciones de educación superior a pensar en el concepto de los niños como agentes de cambio”.

Tricia es la responsable del Centro Internacional para la Excelencia en Oportunidades Educativas de la Universidad de Liverpool (Inglaterra) y es la coordinadora del proyecto europeo SiS Catalyst: Los niños como agentes de cambio para la ciencia y la sociedad.