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Noticias / Institucional-Academia

21 de noviembre de 2012

Oratoria ‘made in Japan’​​

 

El concurso de oratoria de japonés tiene una tradición de 22 años. En Medellín también existe un evento similar creado en 2011 y cada vez cuenta con más participación.

• Tres estudiantes del programa de lengua oriental en EAFIT obtuvieron los primeros lugares en sus respectivas categorías, en el vigésimo segundo Concurso de Oratoria de la Lengua Japonesa.

• En el evento, que se realizó en Cali en octubre, participaron cerca de 50 alumnos de diversas regiones del país. La Asociación Colombo Japonesa, entidad que organizó el concurso designó a japoneses nativos como jurados.

Aunque tiene ojos rasgados y pronuncia la "l" en vez de la "r" cuando habla en español, Kaori Hatano no es tan japonesa como parece. Al menos eso piensa Juan Miguel Elejalde García, uno de sus alumnos del séptimo nivel de japonés en EAFIT, quien quedó como campeón 2012 en el vigésimo segundo Concurso de Oratoria de la Lengua Japonesa, gracias a un discurso que se inspiró en ella.

Faltaba tan solo una semana para viajar a Cali, donde tuvo lugar el evento el 20 de octubre, cuando Juan Miguel decidió cambiar el texto con el que iba a participar porque sintió que por fin le había llegado la inspiración.

Así que después de practicar todos los días y de superar los temores de no cumplir los requisitos de tiempo establecidos, fue la intervención que más divirtió a los jurados y la que le dio el título principal.

Pero en el concurso, que reunió a por lo menos 50 estudiantes de japonés de todo el país, esta no fue la única distinción que se llevó EAFIT. Andrés Felipe González Ramírez, de séptimo nivel, fue el ganador de la segunda categoría, en la que participaron personas con nivel intermedio; y Andrea Suescún Ocampo fue la mejor entre los más avanzados.

El primero habló de sus expectativas de vida y recordó su infancia, mientras que Andrea hizo una comparación entre los fantasmas colombianos y los japoneses.  “Son muy diferentes, los de ellos no son malos y se presentan en muchas formas. La idea surgió porque fui la presentadora de un desfile sobre este tema que realizamos en la semana japonesa”, comenta la joven que va para el nivel 13.

El concurso, organizado por la Asociación Colombo Japonesa y patrocinado por la Fundación Japón, la Embajada de Japón en Colombia, la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (Jica) y la Asociación de Empresas Japonesas en Colombia (Mokuyoukai), tenía como reglas principales presentar una composición propia, no tener ascendencia japonesa de primera generación, no haber vivido más de cinco meses en la isla oriental y estudiar en un instituto de japonés reconocido.

La calidad y la ingeniosidad del discurso, además de la precisión y la pronunciación, fueron los criterios de calificación que sirvieron al jurado, conformado por japoneses nativos, para otorgar los premios. 

El aprendizaje del japonés

Los tres estudiantes coinciden en que el japonés no es un idioma tan complicado como parece, aunque Andrea dice que su principal dificultad son los kanjis, uno de los tres sistemas de escritura que lo componen y que están conformados por ideogramas.
 
“La cultura me gusta mucho. Todo lo que he visto y el estilo de vida, aparte vi esos gráficos raros y me interesé”, dice Andrés.

Por su parte, Juan Miguel es un enamorado de los idiomas y espera presentarse el próximo año a la beca de pregrado que ofrece el Gobierno japonés.

Aunque no son muchos los que se deciden por este idioma, los pocos que entran son “muy juiciosos”, como dice la profesora Kaori, formadora de estos estudiantes. Para ella lo más importante es que es una lengua de elección personal, que cada alumno elige por su gusto propio y no como una imposición de sus padres o una necesidad global.

Esta docente llegó a Medellín desde hace tres años y desde entonces dicta clases de japonés en EAFIT. En la actualidad, cuenta con un poco menos de 50 alumnos distribuidos en cinco grupos.

Ya había venido antes a Colombia por trabajo y dice que regresó para quedarse porque una vez en su país natal no dejó de soñarlo. En ese momento concluyó que estaba “enamorada” de la gente y la cultura colombiana.

Pero no sólo se dedica a enseñar su lengua materna, ella coordina y hace parte de diversas actividades que un grupo de inquietos por la cultura japonesa hacen en la ciudad para difundir este idioma. ​​