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Noticias / Internacionalización

10 de noviembre de 2011

Su papá le dijo "hágale" y Camilo volvió con dos 

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• Camilo Valencia Gómez es ingeniero mecánico de EAFIT y de la École Nationale d'ingenieurs de Metz (Enim) en Francia.

• Su viaje fue posible gracias al convenio de doble titulación que sostiene la Institución con universidades francesas, alemanas y estadounidenses.

Un día Camilo Valencia Gómez llegó con una idea a su casa: irse a estudiar a Francia. Una vez comenzó a contarle la historia a sus papás, su padre lo interrumpió con una palabra que empezó a acortarle la distancia con Europa: "Hágale".

Y de esta forma, tras tener luz verde por parte de sus progenitores, el joven continuó con los trámites que lo llevaron, tiempo después, hasta el Viejo Continente, donde pudo vivir la experiencia de estar en otro país y de darle un valor agregado a su formación.

Hoy, Camilo Valencia Gómez es ingeniero mecánico de EAFIT y de la École Nationale d'ingenieurs de Metz (Enim) en Francia, título que ganó gracias al convenio de doble titulación que sostiene la Universidad con esta institución extranjera. Pero el haber llegado hasta allí no fue tan simple como suena, de hecho detrás de este logro hubo una convicción que, en todo momento, lo mantuvo en su idea.

¿Qué cómo empezó? Camilo presentó sus documentos a la Decanatura de Ingeniería, que se encarga de hacer las postulaciones a la universidad extranjera y de tramitar lo necesario para el viaje de sus alumnos. Mientras Enim, en Francia, hacía la selección, Camilo aprovechó para contarles a sus padres sobre la posibilidad de irse a territorio galo por dos años, lo que desembocó en el apoyo irrestricto de ambos. 

En agosto de 2008, sin conocer la decisión proveniente de Francia, pero con la certeza de ser seleccionado por su promedio y proceso en la carrera, este eafitense comenzó, con el apoyo económico de su familia, un curso intensivo de francés en la Alianza Francesa y otro de inglés en el Centro de Idiomas de la Universidad.

En febrero del siguiente año recibió la esperada noticia. Camilo era uno de los cinco seleccionados para el intercambio académico que le otorgaría la doble titulación. “Lo del viaje era un hecho y, por supuesto, en mi casa se pusieron muy contentos", cuenta el joven ingeniero.

 

Un viaje que cambia la vida

El vuelo Medellín-Bogotá-Madrid-París del 18 agosto de 2009 llegó más rápido de lo esperado, o por lo menos eso fue lo que experimentó Camilo. Al día siguiente estaba en la ciudad de Metz instalado en su cuarto de una residencia estudiantil y listo para iniciar sus estudios. Estaba muy cansado pero a la vez ansioso por darle rienda suelta a su sueño.

Los primeros seis meses de su estadía fueron de práctica profesional. La realizó en el Instituto PLM-Emin, un grupo de investigación de esta institución. Allí compartió con un brasileño y una estudiante de Túnez, con quienes se entendía, la mayor parte del tiempo, en inglés.

El segundo semestre fue solo de clases. “Algo que me llamó la atención fue que las 13 materias se dividían en tres partes cada una y con profesores diferentes. Una clase teórica en un auditorio con 74 alumnos, otra práctica en un salón de clase con 23 personas más y una última en un laboratorio con 12 estudiantes”, recuerda Camilo.

Otro aspecto que para él era nuevo fue el sistema de evaluación de los franceses, que califica de 0 a 20, pero se gana con 10. Además, sólo realizan un solo examen al final, lo que significa que cada profesor hace su evaluación y se suma con la de los demás.

Metz es una ciudad con un gran patrimonio arquitectónico medieval y con mucho para hacer. Cines, teatros y restaurantes son los preferidos de los citadinos y visitantes. “Salía con mis compañeros de la Universidad y con los amigos colombianos de la residencia donde vivía. Compartíamos la lavandería y la cocina, también debía hacer mis compras y cocinar”.

Él fue de los primeros becados en realizar este intercambio. La Universidad costeó el tiquete de ida y vuelta, incluso fue apoyado con un nuevo tiquete que utilizó un años después, tras volver a Colombia en sus vacaciones, tiempo en el que no contaría con la pensión estudiantil del gobierno francés y sería más costoso sostenerse allí.

Así fue como el 11 de septiembre de 2010 estaba volando hacia Francia para completar su doble titulación. Ecodiseño y polímeros fue su elección para esta segunda temporada, una especie de línea de énfasis en la que los estudiantes eligen una rama de su carrera, y durante todo ese semestre solo ven materias relacionadas con ese tema.

Por último, su proyecto de grado consistía en dar solución a un problema real dentro de una compañía, experiencia en la que el resultado fue destacado y reconocido por la empresa. "El grado fue muy bonito, fue en un auditorio de la ciudad con 200 graduandos y 1200 invitados, y duró cinco horas, fue muy distinto a las ceremonias en Colombia".

Hoy, después de su regreso al país, Camilo es un joven investigador de Colciencias y aprovecha sus conocimientos en el Laboratorio de Mecánica Aplicada con la orientación del docente Juan David Gómez Cataño. Además, es profesor de cátedra en la materia modelación computacional en el pregrado en Ingeniería Civil.

Y Camilo volvió lleno de experiencias y de conocimientos nuevos. El "hágale" de sus papás fue uno de sus principales alicientes a la hora de tomar una decisión que le valió dos títulos, el haber vivido en Francia y el ser un ejemplo para quienes han considerado empaparse de mundo.​​