Lo que quiero con este texto es analizar la problemática social de México e indagar por los antecedentes relacionados con el narcotráfico, pues solo así podré explicar el fenómeno de colombianización por el que atraviesa esta nación.
Pero esta tarea requiere de hallar un común denominador que me permita relacionar a Colombia y México con un tema, de sobra, rebatido: las drogas, el conflicto social y el paramilitarismo.
El narcotráfico ha dejado una cicatriz en la existencia de la humanidad. Su dinámica se puede resumir en el cultivo, producción, distribución, venta y consumo de drogas alucinógenas en las calles o esquinas de las ciudades de todo el mundo.
Esto no para allí. El modus operandi del narcotráfico se asemeja a una línea de ensamblaje, en la que cada miembro de dicha operación cumple con una función específica. Los beneficios de esta práctica ilegal (en la mayoría de los países) resulta ser muy provechosa económicamente para los grandes carteles mundiales.
En Colombia, el fenómeno del narcotráfico ha permeado todas las esferas de la sociedad: lo político, lo social, lo económico y lo cultural, tanto que la intervención de países como Estados Unidos (con el bautizado Plan Colombia) no se hizo esperar para combatir a los grupos armados ilegales, llámese guerrillas o paramilitares.
México y los Estados Unidos comparten una de las fronteras terrestres más extensas del mundo y al igual que esto también comparten cuestiones como el medio ambiente, migración, comercio, dentro de lo que se encuentra el tráfico de estupefacientes, un asunto que ya está en la agenda política en la relación México-Estados Unidos.
Si bien, tanto en Colombia como en México este proceso de paramilitarismo se ha desarrollado bajo contextos y situaciones diferentes, en el caso colombiano (y ahora en el mexicano), el narcotráfico ha sido motivo y perfecta excusa de la aparición de grupos al margen de la ley, quienes buscan enriquecerse a costillas de toda clase de delitos, tales como el micro tráfico, extorsión, robos, secuestros, sobornos y desplazamientos forzosos, entre otros.
Estos actos vandálicos tienen presencia tanto en zonas urbanas como rurales y azotan principalmente a la población civil en áreas vulnerables, teniendo como epicentro zonas de bajos recursos económicos.
Colombia y México comparten muchos factores que hacen pensar en una colombianización mexicana. Aun así, considero que la causa de esta réplica se debe estudiar detenidamente, pues es muy probable que lo ya vivido en Colombia se repita con mayor fuerza en México. Seguramente después de analizar lo que nos une en el tema con el país norteamericano puede servir para trabajar conjuntamente en la lucha contra toda manifestación de este conflicto y, así, garantizar la equidad, la tranquilidad y la estabilidad de ambos países.
Será, pues, cuestión de trabajo conjunto y, sobre todo, de unión para salir adelante.