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Noticias / Opinión

La ingenua obsesión con China

Por Santiago Sosa Noreña, Estudiante de Negocios Internacionales y
Representante estudiantil ante el Consejo Académico

Todo parece apuntar a China: la opinión de los expertos, los medios de comunicación, los esfuerzos gremiales, los miedos de la decadencia de Occidente. Existe una ingenua obsesión con el comercio y la inversión china. ¿Pero, qué tan sana o enfermiza es esta obsesión?

Desde hace algunos años, muchos han afirmado que China será la siguiente superpotencia mundial, que será los nuevos Estados Unidos, que todo el mundo hablará en mandarín. “Miren las cifras –dicen ellos– es la segunda economía del mundo y el país más poblado, y hay más personas que hablan mandarín que inglés”.

En primer lugar, sí, es la segunda economía del mundo en tamaño, pero gran parte de eso se ha creado por multinacionales e inversión extranjera que aprovechan la mano de obra barata y tienen una gran paciencia para lidiar cultural y burocráticamente con China.

Segundo, India pronto superará a China como el país más poblado, aunque ello no sea necesariamente positivo, y gran parte de su población no está activa en la economía global. Además, esta nación pronto se convertirá en un país con más población vieja que joven, lo que puede llevar a crisis de pensiones.

Tercero, ¿todo el mundo hablará mandarín? Es poco probable: el inglés es un idioma tan fácil de aprender y tan pero tan pragmático que difícilmente se preferiría comerciar en el mandarín, que lleva muchos años aprenderlo para alcanzar un nivel básico. Además, no todos los chinos hablan mandarín.

Cuarto, China no será el nuevo Estados Unidos. Es improbable que algún país (o conjunto de países) supere militarmente a esta nación ni que Europa y América del Norte se vuelvan poco importantes en la economía mundial. Si bien el poderío económico mundial se desplaza hacia Asia-Pacífico, hay muchos actores muy poderosos y muchos otros emergentes que tendrán algo de esa torta.

Si se revisa el comercio, se ve que América Latina es una fuente de recursos que alimenta la locomotora económica de los chinos. De vuelta a la dependencia en exportaciones de commodities, que por cierto benefician a muy pocos.

¿Y qué del daño ambiental? La economía china no es la más amigable con el medio ambiente. ¿Y qué de los derechos humanos? América Latina se esfuerza por mejorar su gestión en la defensa de los mismos mientras China recibe una bajísima calificación en derechos humanos por el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

América Latina y el Caribe tiene cerca de 500 millones de habitantes, un poco menos de la mitad de China, con quienes las relaciones son más compatibles por historia común, idioma (incluso con las pequeñas barreras que suponen el inglés, el francés y el portugués) y cultura. Colombia no es prioridad de China, así como tampoco es prioridad de Estados Unidos, pero en nuestra región hay una gran cantidad de potencial económico inexplorado, empezando por los vecinos.

Sí, es bueno que se estudie China. Quienes estén fascinados por su cultura e historia tienen grandes facilidades, así como aquellos que tienen oportunidades de negocio específicas. Es importante conocer la situación de esta nación en el orden mundial, y mucho más la de Asia-Pacífico en conjunto, pero no puede haber una obsesión ingenua con ideas de una nueva superpotencia global que nos va a engullir a todos inevitablemente.​