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Noticias / Opinión

15 de agosto de 2012
Las opiniones publicadas en esta sección son responsabilidad de cada columnista, y no representan necesariamente el pensamiento y la visión de la Universidad EAFIT.

Aflojar el cinturón no es la solución

 Sara Arango Franco 
Por Sara Arango Franco, estudiante 
de último semestre de Ingeniería Matemática y Sara Palacio Gaviria, egresada de Comunicación Social y estudiante de octavo semestre de Ciencias Políticas




En EAFIT ¿sabemos 

que para transformar el mundo primero hay que preservarlo? Nos hacemos esta pregunta porque dos realidades diferentes parecen coexistir: por un lado, se usan palabras llamativas, con un mensaje contundente que se presenta en vallas y letreros; y por el otro, las decisiones, tanto de estudiantes, como de profesores y nos atreveríamos a decir que también de directivos (no podemos asegurar a quién o quiénes se refieren cuando hablan de EAFIT), parecieran demostrar lo contrario en la cotidianidad.

Sabemos que, dadas las condiciones de deforestación, ​

sobrepoblación, contaminación y emisión de gases de efecto invernadero en el planeta, corremos peligro: perder ciudades enteras gracias al elevamiento del nivel del mar –entre ellas posiblemente Cartagena-, padecer hambre, carecer de agua potable, sufrir de enfermedades causadas por la calidad del aire, presenciar desastres naturales, entre otras. Esto se hace al tiempo que destruimos aquello que decimos querer preservar y transformar.

Con todo esto vamos hacia un solo lado: se sabe que alrededor del 50 por ciento de emisiones de dióxido de carbono en el mundo se asocian al transporte. En Medellín, solo un 13 por ciento de los viajes diarios se hacen en carro y en un 16 por ciento de los hogares hay al menos un automóvil. Así mismo, el 30.3 por ciento de los viajes diarios se realizan a pie y alrededor del 30 por ciento en transporte público. Esto quiere decir que la gran mayoría de las personas no utilizan el automóvil personal como medio de transporte (muchos usan transporte público o caminan) y, pese a esto, las vías no dan abasto.

Pensarán algunos lectores que esto se debe a la falta de vías en la ciudad. Sin embargo, en ciudades como Houston y Los Ángeles se ha comprobado, con la experiencia, que construir más vías en realidad genera más congestión; un fenómeno conocido como el tráfico inducido. Para desarrollar más esta idea, la siguiente analogía: “Decir que se pueden solucionar los problemas de tráfico en una ciudad, simplemente construyendo más vías, es como pretender solucionar la obesidad, simplemente aflojando un poco más la correa del pantalón”. (Se puede leer más en http://bit.ly/PlanMedellin).

¿Construir más parqueaderos en EAFIT, fomentando el uso del auto particular, soluciona los problemas de parqueo?, ¿contribuye a mejorar la movilidad en Medellín, a transformar nuestra ciudad o siquiera preservar nuestros recursos? Nosotras lo dudamos. La experiencia y los mismos datos demuestran que no es así.

Es sencillo entender por qué el auto individual no es un medio de transporte sostenible, tanto en términos económicos como medioambientales y de movilidad.  Una ciudad en la que la mayoría de las personas usan un carro para transportarse (o una parte pequeña pero considerable, como es el caso de Medellín), cuando mucho con un acompañante, es una ciudad en la que los tiempos y los costos de transporte son altos, y el impacto ambiental asociado al transporte es muy grande.

Entendemos que, con las filas que se estaban presentando, había que hacer algo. Y bueno, también sabemos que con la tendencia actual nos va a tocar cubrir de cemento lo que queda del lote de Los Guayabos, construir un edificio de parqueaderos y estudiar apretados para que el eafitense promedio pueda venir a la universidad solo en su carro, que a propósito cada vez es más grande y ocupa más espacio.

Si esto es lo que hay que hacer para que ir a la Universidad no sea una completa tragedia, pues hay que hacerlo, porque los problemas se tienen que solucionar. Nuestro punto es que, si de verdad queremos no solo preservar, sino transformar nuestro medio ambiente, es justo que empecemos a pensar con miras a lo que es mejor para la ciudad, para nuestros tiempos de transporte, y no en lo que parece inmediata y aritméticamente lograble.

Con esta columna no se pretende obligar a nadie a que cambie sus hábitos o su forma de transporte, es más bien un cuestionamiento a los mensajes contradictorios de EAFIT, quienes ni siquiera hicieron obligatorio el día sin carro, como en años pasados.

Si es verdad que queremos (o quieren, porque todavía no sabemos a quiénes se refieren con EAFIT) preservar el planeta y transformar nuestra sociedad, vivir en una ciudad segura, en la que no mueran niños por problemas respiratorios asociados a la contaminación, que sea equitativa y amena para quienes queremos vivirla a pie, en bicicleta o en transporte público; es justo y necesario que comencemos a practicar lo que predicamos, no a construir parqueaderos para promover lo contrario.

No estamos diciendo que no construyan más parqueaderos, pero creemos que existen otras medidas que podrían ayudar a disminuir el uso del carro particular. La Universidad de los Andes, por ejemplo, ha desarrollado un programa de carpooling, que consiste en incentivar el transporte colectivo en carros particulares, y es una solución para una ciudad mucho más compleja que Medellín.

Esta medida podría crear incentivos como una disminución en el precio del parqueadero a quienes vayan en su carro con más de tres personas y, así, no sólo ayudaríamos al planeta sino que, al mismo tiempo, promoveríamos la cooperación.

Es también viable que la Universidad, en su compromiso de preservar y transformar el mundo que habitamos, se comprometa a construir ciclorutas alrededor del campus. Hay una buena cantidad de ciclistas en EAFIT ¿Qué tal si promovemos este tipo de medio de transporte, que es bueno para el medio ambiente y para nuestra propia salud (y finanzas) y no obstaculiza el tránsito? Sabemos que en hora pico, el ciclista promedio se desplaza un 50 por ciento más rápido que en carro.

¿Es posible soñar con una ciudad distinta y que sea la Universidad la abanderada de propuestas sostenibles? Nosotras creemos que sí.​​​​​