Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Inicio de sesión
Universidad EAFIT
Carrera 49 # 7 sur -50 Medellín Antioquia Colombia
Carrera 12 # 96-23, oficina 304 Bogotá Cundinamarca Colombia
(57)(4) 2619500 contacto@eafit.edu.co

​​Noticias / Opinión​​

14 de marzo de 2013

Las opiniones publicadas en esta sección son responsabilidad de cada columnista, y no representan necesariamente el pensamiento y la visión de la Universidad EAFIT.

Aníbal Gaviria, el insolente

Por Sebastián Díaz López, estudiante de Comunicación Social.

 
Entre más uno conoce a Aníbal Gaviria menos le gusta. Él la tiene clara. Sabe a la perfección qué es ser un político y cómo utilizar el poder. Él sabe que si la ciudad queda bien, su gestión como alcalde queda bien y será recordado como el alcalde innovador. Infortunadamente, nuestro compañero eafitense lo único que hace es posar frente a la cámara. Un pantallero como decimos.

A Aníbal, más que su falta de gerencia y mano dura contra los criminales, lo está matando su exceso de lobby. Calcula a quién debe traer a la ciudad para que seamos noticia, pero noticia para bien. Calcula cómo debe manejar la imagen de la ciudad para bien. Le huye a las problemáticas, le gasta tiempo al invitado internacional, lo presenta como su trofeo, se toma foto con él y chao. De recuerdo. Para el álbum.

Todo para alimentar el ego de una ciudad que, por cierto, no tiene nada de innovadora. Es una ciudad en desarrollo, con uno que otro edificio nuevo, como cualquier otra ciudad que lucha por eliminar su estigma de inseguridad. Para la muestra un informe de derechos humanos publicado en marzo de este año que muestra a Medellín como una de las ciudades más desiguales del mundo o el último reporte de la Organización Mundial de la Salud en el que Medellín quedó entre las ciudades más contaminadas de América Latina, junto con Cali y Bogotá. El río Medellín es un ejemplo de esa contaminación.

Medellín ganó ese premio porque, además de que el 50 por ciento de ese reconocimiento fue con voto popular, tres de los cuatro medios de comunicación con más trayectoria de la ciudad tienen una estrecha relación con Aníbal Gaviria. El Colombiano realizó una alianza con el entonces candidato a la Alcaldía para que no ganara Luis Pérez. Esa alianza aún sigue. El Mundo ni se diga de la relación con los Gaviria, ellos son los dueños de ese periódico. Telemedellín es el canal de alcalde  y el contenido de su noticiero es un alto porcentaje institucional. De pronto, aunque no lo suficiente, Teleantioquia Noticias le ha hecho contrapeso a algunas políticas del alcalde. Si a lo anterior le sumamos un regionalismo a ultranza, ¿cómo no iba a ganar Medellín?

Cuando tuve la oportunidad de hablar con el alcalde hace unos meses, le pregunté que si no cree que la seguridad de Medellín se le está saliendo de las manos. Gagueó y me dijo que no. Me respondió argumentándome con las cifras en cuanto a la disminución de los homicidios, pero no consideró la percepción de seguridad.

Este alcalde, un neoliberal con todas las de la ley, piensa que Medellín es una ciudad escandinava en la que no sucede nada. La Estocolmo de América Latina. Muy insolente de su parte. Y no. Medellín es una ciudad que se está cayendo bajo las sombras de los pequeños grupos armados ilegales, cosa que la administración de Gaviria no ha querido entender. No ha diseñado un plan de choque que logre coger el toro por los cuernos. En saber cuál es la estructura criminal y económica de las bandas criminales. En saber cuál es su modus operandi y su campo de acción. Es saber quiénes son los que están extorsionando en barrios donde nunca habían sucedido esos casos.

La masacre del 31 de diciembre en Envigado, en donde, por cierto, fue asesinada una compañera de mi pregrado, es una clara muestra de que, como lo dijo el decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad Jorge Giraldo: “Masacres como esa reflejan una paradoja: se ha logrado bajar la tasa de homicidios pero una nueva violencia difusa se resiste, alimentada por el desplazamiento, la fragmentación social y las rivalidades políticas”.

Si bien esa masacre no sucedió en Medellín, es una muestra de lo que está sucediendo en la ciudad. No son hechos aislados como los ha querido hacer ver Aníbal. Las extorsiones, vacunas y asesinatos en las comunas de Medellín son hechos colaterales de la masacre de Envigado.

Si bien es cierto que en 2012 disminuyeron en un 25 por ciento los homicidios en la ciudad: 1.247 frente a 1.657 de 2011, es indudable que la percepción de inseguridad es muy alta por cuenta, entre otras cosas, del asesinato de dos niños en la comuna 13 hace un par de semanas, las extorsiones  y las balaceras en la 8 y la 16. El alcalde, más que gobernar bajo cámaras, fotos y espectáculo, está obligado a tomar decisiones y salir a la luz pública para hablar de los enfrentamientos entre combos delictivos, paros de buses, fronteras invisibles y extorsiones: de la seguridad de la ciudad.

Enhorabuena le aceptó la renuncia a Eduardo Rojas, secretario de seguridad de Medellín, un ingeniero de sistemas de EAFIT que tenía perfil de todo menos de secretario de seguridad.

Si Aníbal Gaviria no articula soluciones concretas a la inseguridad de la ciudad, no elimina la estructura burocrática de la Secretaría de Seguridad y no se le mete de lleno a la confrontación de bandas criminales, va a seguir bajando en las encuestas, que ya va en un 54 por ciento de favorabilidad, según la última encuesta de Gallup.