Por Luis Felipe Barrada C., estudiante de noveno semestre de Comunicación Social. 

Escribo esto con gran alegría, pero no una de cualquier tipo: de la que solo pueden sentir los aficionados al fútbol que están a punto de ver a su equipo lograr una de sus ansiadas metas.

Para toda la generación que nació después de 1990, si todo sale como se prevee, esta será la primera ocasión en que podremos ver a la selección Colombia, de manera consciente, en un mundial de fútbol.

Son muy pocos los recuerdos que una persona como yo, de 23 años, tiene del Mundial del 98, en Francia, aún menos de Estados Unidos 94 y, realmente, ninguno de Italia 90. Los tres mundiales consecutivos a los que nuestra selección clasificó, y de eso ya van sus años. Por eso, Brasil 2014 representa una oportunidad casi única.

Nuestro equipo se encuentra segundo en la eliminatoria con 23 puntos, tres por debajo de Argentina y dos por encima de Ecuador, el que será nuestro próximo rival el 6 de septiembre de 2013, en el Estadio Metropolitano de Barranquilla. No es por dármelas de triunfalista, pero la clasificación pareciera ser cosa de trámite.

Sí. Sé que si usted me está leyendo y es seguidor de este grandioso deporte sabrá que los colombianos hemos pagado con creces nuestras pretenciosas palabras (solo basta con pensar en la selección del 93 que iba a ser campeona del mundo…), pero esta vez estamos tan cerca y con un margen de error tan grande, que pareciéramos ya estar pensando en quiénes van a ser nuestros rivales de grupo en la competencia mundialista.

Ciñéndonos a las matemáticas puras,estamos prácticamente a un punto de asegurar el repechaje y a una victoria de clasificar de manera directa. Vale la pena recordar que la Conmebol tiene cuatro cupos directos al mundial y un repechaje con un equipo centroamericano, al que en este momento estaría asistiendo, como en las dos pasadas ediciones, Uruguay.

Ecuador y Chile en Barranquilla, Uruguay en Montevideo y la ya eliminada Paraguay en Asunción, la última fecha, nos muestran un buen panorama, aunque de ninguna podemos confiarnos totalmente. Hay que ganar el partido contra nuestros vecinos limítrofes para asegurar la clasificación y ya, a partir de ahí, pensar en diferentes variantes para los próximos partidos.

Es muy difícil no caer en el aire triunfalista, pero es que es tan buena la labor que el señor Pékerman ha hecho al frente del equipo, que pensar en otra generación de jugadores colombianos por fuera de un mundial se me hace muy complicado.

Ojalá, por allá en octubre, cuando terminen las eliminatorias, no tenga que arrepentirme de lo que acabo de escribir, pero es que es muy difícil señor lector… A la hora de la verdad yo no he visto a mi selección en un Mundial.