Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Inicio de sesión
Universidad EAFIT
Carrera 49 # 7 sur -50 Medellín Antioquia Colombia
Carrera 12 # 96-23, oficina 304 Bogotá Cundinamarca Colombia
(57)(4) 2619500 contacto@eafit.edu.co

Noticias / Opinión

Crisis, resistencia civil y revoluciones

PorLudwig Zuluaga, estudiante de octavo semestre de Negocios Internacionales. ludwig.zuluaga@gmail.com 
Twitter.com/LudwigZuluaga

“Yo no soy anti-sistema, el sistema es anti-yo”
Movimiento 15M, indignados en España.

La masificación de internet con sus invaluables herramientas ha permitido que surja una comunicación horizontal entre los ciudadanos sin que esta pase por un filtro que la acomode o tergiverse para que responda a un interés en particular: el monopolio de las comunicaciones se está desmoronando y, con esto, la aceptación de discursos monótonos y desgastados.

Así, con las herramientas puestas, están resonando con mayor fuerza los movimientos sociales que más fácilmente se comunican y se organizan. Y estos se masifican porque los crecientes sentimientos de impotencia y de perplejidad frente a las injusticias se encuentran, se contemplan, esperan.

Solo ahí hace falta un detonante para que toda una mezcla de voces sedientas de dignidad y justicia se pronuncie y la candente lava se extienda sin marcha atrás a pesar de los daños.

Hace falta un corto, pero fundamental análisis para ver con otros ojos los cambios que se están presentando. La acumulación desmesurada de capital sin meta alguna por parte de particulares tiene en vilo al mundo. Y no estamos hablando del simple ahorro –donde se cuenta con planes futuros para dichos fondos- sino de acumular por acumular, de acumular por demostrar que se es más capaz que el otro, dejando de ser un medio para convertirse en el fin mismo.

Este desenfreno llamado más románticamente “amor por el dinero” ha acaparado todas las infinitas capacidades de nuestra especie, ha secuestrado su potencial creativo y ha reducido a la humanidad a una máquina que insistentemente mantiene un pequeño (pequeñísimo) porcentaje de su funcionalidad en detrimento del resto de su estructura operativa.

Estas fallas estructurales que no permiten siquiera un funcionamiento básico, están poniendo en riesgo a nuestra especie, junto con varios millones de formas de vida más.

El dinero acumulado, más allá del ahorro y de la capacidad de gasto de los individuos, espera con paciencia ser puesto en circulación bajo la condición de que al final sea devuelto con una ganancia (interés).

Esto conlleva a crecientes fortunas que esperan ser incrementadas ad infinitum en oportunidades de negocios, y de esta lógica provienen los proyectos neoliberales que buscan 'liberalizar' las economías y crear nuevos mercados, lejos de los controles estatales, para que los mencionados capitales adormecidos, pero hambrientos, tengan de nuevo un lugar donde ser puestos.

La escases de dinero no es el detonante de las crisis financieras, sino la falta de circulación de este. Cuando la economía crece, estos capitales circulan y se alimentan, dinamizando la economía, pero siempre se llega a un punto en el que los capitales acumulados no pueden crecer más y se vuelven a guardar en la caja de pandora: aquí llegan las crisis.

Todo en el planeta tierra es limitado, pero pareciera que estos capitales necesitan alimentarse ilimitadamente, y son estos los que están jugando un papel tan dañino como perverso en todos los aspectos de nuestras comunidades.

En las sociedades desarrolladas hoy estamos viendo crisis por doquier. El motor de estas crisis es la hiper acumulación de capital por parte de individuos -donde hay que recordar que no es un ahorro– el que no podrá ser gastado por varios cientos de años por solamente un grupo de personas.

Estos capitales bien administrados podrían haber llevado a la especie humana a una época donde el hambre y la miseria sean historia de museos, y donde la ciencia y las artes sean las que impulsen el progreso.

Los grandes capitales solo deciden entrar en circulación para alimentarse del bienestar de los demás. Ya no solo extraen las riquezas de vastos continentes como América y África que han sido, y siguen siendo, fácilmente explotables, sino que recientemente han socavado los derechos fundamentales de sus propios compatriotas, llevando la situación de los trabajadores al límite: podemos ver el desmonte de programas sociales en Estados Unidos y en Europa, y todo tipo de recortes presupuestales que garantizaban los derechos promulgados en las leyes de los diferentes países.

Se dice que las naciones están entrando en quiebra, pero lo que realmente ha sido quebrado es la fortaleza del estado como institución, pues fue saqueado por los grandes bancos que no dejan de presentar ganancias récord. Ahora cualquier gran compañía transnacional podría tener más recursos que los que maneja un estado cualquiera.

Noticias recientes mostraron que Apple poseía más efectivo que el gobierno de los Estados Unidos, además nos enteramos, día tras día, de despidos masivos por parte de las empresas más grandes del mundo mientras presentan ganancias históricas en sus balances. Esto último con el fin de reducir costos en su nómina e incrementar la rentabilidad del período.

La fuerza laboral solo le es útil a la acumulación de capital mientras las empresas presentan ganancias, y es la primera de la que se prescinde en momentos de crisis, mientras lo único que se mantiene intacto es el capital acumulado.

El mismo sistema de acumulación de capital tiene una característica destructiva que no es deseable sino para los pocos beneficiados. Las crisis vienen, luego vuelven, y seguirán viniendo: no consiste en una jugada de la mala suerte, como tampoco lo es el estar desempleado.

Por eso, hemos sido testigos de manifestaciones desesperadas de movimientos sociales por todo el mundo. Esta resistencia civil ha surgido como respuesta a la agresión de los grandes capitales, que están acabando con los más pequeños, incluyendo los ahorros que sí tienen un plan de ser usados y de los que depende el desarrollo y hasta la supervivencia de comunidades.

Las manifestaciones anti-globalización no son contra la integración y el intercambio entre culturas, conocimientos y tecnologías, sino contra la globalización neoliberal, que convierte todos los aspectos de la vida en un mercado para continuar con la dinámica de la acumulación. Entiéndase: comunidades contra capitales transnacionales.

Ahora las condiciones han traído un nuevo límite a la acumulación: el equilibrio de la biósfera. Un nuevo desafío se nos cruza en el camino y es de tipo biológico. Es natural que la auténtica defensa por el planeta tome un lugar importante en los movimientos sociales, pues es el mismo bienestar de la humanidad en su totalidad y el de las futuras generaciones lo que se está defendiendo.

La degradación ambiental es resultado de la competencia por el que más logre acumular, entre otras razones, porque las empresas no tienen otra opción que la de fabricar los productos más desechables posibles para inducir a una nueva compra, mientras mantienen la ilusión de la buena calidad. Esta tragedia global afecta en todos los niveles a la vida en el planeta tierra, y nosotros somos otra de sus víctimas. ¿Víctimas de su propio invento?

La continuación de esta dinámica solo puede traer los mismos resultados, al menos que se tomen medidas que conlleven a garantizar una circulación del capital y eviten la hiper acumulación, como lo harían los altos impuestos al capital ocioso.

Claro está que para esto deben desaparecer completamente los paraísos fiscales y revolucionar nuestra forma de relacionarnos con el dinero. Esta circulación permitiría invertir en los aspectos más urgentes, como en proyectos que hagan las comunidades auto suficientes y sustentables, en programas que erradiquen el hambre y conviertan la educación e investigación en los pilares fundamentales para el progreso.

Ninguna institución humana que dicte políticas y leyes podrá estar por debajo de las instituciones que se dediquen netamente a generar ganancias. Tendremos que recuperar la legitimidad del Estado y poner las mentes más capaces a su servicio, pues ahora están trabajando para incrementar un capital privado porque son remunerados con mayores salarios. Sería tentador pensar que es muy idealista, pero ¿no valdría esto la pena si logramos relacionarnos más entre iguales?

La competencia es algo muy humano, pero no puede ser antihumano. La conciencia de pertenecer todos a una misma unidad planetaria y el entender que el destino de todos los seres vivos aquí está profundamente vinculado podría servir para replantear y corregir el rumbo, o podemos seguir generando crisis, resistencia civil y revoluciones. ​