En enero de 2012, cuando llegué por primera vez al bloque 12, no sabía la importancia que iba a cobrar esta ‘casita’ en mi vida universitaria, pues allí estaba todo aquello con lo que quería complementar mi formación profesional.
Durante ya casi tres años, en Desarrollo Artístico he encontrado diferentes espacios para escapar de la rutina y, a la vez, conocer y potenciar mis habilidades artísticas. Por ejemplo, todos los jueves, desde hace un año, practico con mis compañeros en la sala musical llamada Fuego, donde la Universidad pone a disposición de los estudiantes, egresados y empleados instrumentos musicales en un espacio que no tiene nada que envidiarle a los ‘Ensayaderos’ de la ciudad.
Hace dos años pertenezco al coro universitario de EAFIT donde hemos tenido el honor de representar a la Universidad en festivales nacionales. De hecho, he participado en tres ocasiones en el Festival de la Canción y también he estado en talleres de teatro y algunos cursos.
Pero también hay espacios para la relajación total en las hamacas o en el segundo piso donde usualmente subo a leer.
Sin duda, una de las cosas que más me agrada de Desarrollo Artístico es la calidad humana de los empleados, el gran equipo de trabajo y la dedicación que le ponen a las cosas y considero que esto se evidencia en cada una de las actividades organizadas por ellos. Así que ¡la invitación está hecha!