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El futuro es prometedor

Es alarmista el artículo Menores crecen en medio de balaceras, que el sábado 14 de mayo publicó el periódico El Tiempo sobre el contexto social en el que crecen hoy los niños de Medellín, a propósito del estudio realizado entre la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el programa Buen Comienzo de la Alcaldía.

No es que no haya violencia en la ciudad, sino que el informe habla de los efectos negativos que esta problemática tendrá para los niños en el futuro, como agresividad, trastornos disociadores y comportamientos negativos, consecuencia de los entornos violentos en los que viven.

Pero esta realidad no es nueva para Medellín. Durante los últimos 20 años la ciudad ha experimentado problemáticas asociadas al narcotráfico, la delincuencia común y la disputa entre combos de barrios periféricos, que han ocasionado la muerte de más de 40.000 jóvenes entre los 14 y los 26 años de edad.

Si contrastamos la realidad de las últimas dos décadas con la actualidad, Medellín ha avanzado de forma contundente en la implementación de programas sociales que han dignificado las condiciones de vida de miles de personas en pobreza extrema, a través de la instalación de servicios públicos domiciliarios, la consolidación de la presencia institucional del Estado y el desarrollo de proyectos de urbanismo.

La novedad no es el conflicto y la forma en la que éste afecta a los niños en Medellín, lo es el hecho de que por primera vez en la historia de la ciudad existe un programa consolidado en la protección y la promoción del desarrollo para la primera infancia de la ciudad.

Buen Comienzo actualmente atiende a más de 83.000 niños y niñas, pertenecientes a los niveles 1 y 2 del Sisbén (Sistema de identificación de beneficiaros potenciales para los programas sociales), lo que representa el 87 por ciento de la primera infancia vulnerable de la ciudad, consolidándose como una estrategia pionera en el escenario nacional y regional.

Según la Alcaldía, esta atención posibilita la construcción de una sociedad renovada a través de la transformación de espacios, la atención cualificada de los niños con profesionales sociales, la conciencia de las familias sobre la importancia de las vivencias que tienen los niños, y la garantía de sus derechos.

Estas apuestas suelen ser minorizadas en entornos como el nuestro, en el que los ciudadanos al igual que los medios de comunicación, se resignan con el presente desabrido, olvidan el pasado y no tienen paciencia para digerir procesos que son a largo plazo.

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