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Noticias / Opinión

11 de octubre de 2012
Las opiniones publicadas en esta sección son responsabilidad de cada columnista, y no representan necesariamente el pensamiento y la visión de la Universidad EAFIT.

La música, herramienta esencial para el mercadeo actual


Por John Calderón Viana, estudiante de Administración de Negocios. ​

¿Alguna vez notaste como sucedió algo en tu interior cuando escuchaste aquella canción, aquella melodía o aquellos sonidos?

El olvidado mundo del arte de la música… aquella disciplina mediante la que viajamos a momentos pasados y casi que sentimos como si estuviéramos reviviendo los recuerdos, evocados por la armonía del sonido de aquel momento.

Todo esto muchas veces sucede sin el consentimiento de la mente, y sus efectos son únicos en cuanto a la estimulación que dichas estructuras generan en el cerebro. 

La música, esta pieza esencial de la inteligencia, se define como el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, para crear un determinado efecto o emoción, es decir, que sea cual sea la manera como se exprese, posee aquella propiedad singular y fundamental para accionar los “botones” de compra de los consumidores.

La experiencia musical se manifiesta extrínsecamente cuando, por ejemplo, una multitud en un concierto percibe sentimientos, independiente de las secuencias musicales que se interpretan, aprecian aquellos asociados al movimiento de los intérpretes o a los efectos que aparecen en el desarrollo de la obra y que se diferencian de la musicalidad como tal.

Por otra parte, de la manifestación intrínseca de dicha experiencia no se posee una explicación determinada. Sin embargo, se postulan cuatro definiciones que intentan describir dicho fenómeno y, en síntesis, afirman que los sentimientos que se presentan durante la experiencia musical pueden surgir a partir de recuerdos de experiencias cotidianas; elementos exclusivos de esta y representativos de su esencia (tensión, relajamiento, ascenso, descenso, aceleración, resolución, estabilidad, entre otros); expresión de las emociones de un protagonista imaginario o el hecho de que la música produce un número limitado de sensaciones (intenso-suave, agradable-desagradable y dinámico-estático).

Sea cual sea el modo de expresión intrínseco de la música, es preciso saber que, en el instante de la experiencia musical, se llevan a cabo diferentes procesos neuronales.

Los estudios

Estudios y descubrimientos recientes destacan la importancia de la música en la toma de decisiones de los consumidores. De forma paralela, la tecnología cada vez avanza más y más rápido, lo que facilita la utilización de equipos especializados que revelan nuevas perspectivas, reafirman teorías y desmienten algunos mitos.

Así, advertimos el surgimiento de, por ejemplo, el neuromarketing, que se encarga de observar (usualmente mediante electroencefalogramas)  las raíces más profundas de las sinapsis que determinan el comportamiento del consumidor.

También se aprecian avances en estudios sobre inteligencia emocional y técnicas como la Programación Neurolingüística (PNL), donde se teorizan y aplican conceptos como el reaprendizaje emocional, y otras disciplinas que le han dado un nuevo significado a las emociones y a sus efectos en la conducta.

El especialista Hans Georg afirma que “el consumidor racional no es más que un mito. Como mucho, una tercera parte de las decisiones se toma de forma consciente, en el sistema cognitivo explícito; el resto se forma en la zona inconsciente del sistema cognitivo”.

Paul Mc Lean, neurofisiólogo del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, desarrolló un modelo de la estructura cerebral del ser humano, conocido como ‘cerebro triuno’, según el que este órgano está conformado por tres partes: el sistema reptílico, sistema límbico y sistema neocortex.

El primero es el cerebro más ‘viejo’ y se encarga de las funciones vitales y de supervivencia; el sistema límbico es el de las emociones, aprende por asociación y gracias a este podemos reconocer las expresiones de los rostros; y el sistema neocortex es el cerebro más ‘nuevo’ y, por decirlo así, lo que nos hace seres evolucionados, recubre y engloba a los otros dos cerebros y es el encargado de la parte lógica y cognitiva.

La música vendría a encajar principalmente en los procesos límbicos dejando en el mapa emocional del cerebro una ‘marca sonora’ o, bien, un reaprendizaje emocional.

Mientras mayor sea la emoción, mayor será la marca sonora implantada, y la música sí que puede lograr esto, más si se tiene en cuenta que la memoria comparte un espacio en el cerebro con los recuerdos y las emociones. Dicha marca puede llegar a ser casi que permanente si se logra implantar de forma adecuada.

Las empresas deben comenzar a incursionar en el mundo de la música aplicada al mercadeo si pretenden estar a la altura del siglo y de las nuevas tendencias. La música se ha convertido en una herramienta de alto valor para lograr ese objetivo, al que apuntan la mayoría de las estrategias de mercadeo y publicidad: la fidelización de los clientes.

Según lo anterior, la definición de música bien podría llegar a ser hoy como lo define Luis Asenjo Pérez: “Arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, para crear en los clientes un ‘efecto recuerdo’ de la marca que lo utiliza”.