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14 de noviembre de 2012

Las opiniones publicadas en esta sección son responsabilidad de cada columnista, y no representan necesariamente el pensamiento y la visión de la Universidad EAFIT.
La primera pediatra de Colombia, una mujer ejemplar

Por: Daniela Henao Zapata, estudiante de séptimo de Comunicación Social.

 
La primera nefróloga pediatra mujer de Colombia fue Vilma Piedrahíta, quien además fue la única decana en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, y la primera en la Rectoría de dicha universidad.

En 1952 finalizó sus estudios de bachillerato y, al siguiente año, comenzó sus estudios en la carrera de Medicina. Esto sucedió en una época en la que no era muy común el ingreso de mujeres estudiantes a las universidades, pues allí solo les ofrecían cursos de orientación familiar, en los que se les preparaban para el matrimonio.

Sin embargo, en esa época, en la Universidad de Antioquia ya adelantaban estudios unas pocas mujeres en carreras como Odontología y Derecho. Los cupos para estas carreras eran muy reducidos, y para las mujeres era de un solo cupo por semestre. De 100 posibilidades que se ofrecían para la carrera de Medicina, solo cinco eran para este género, aunque en aquel entonces solo cuatro se matriculaban.

Para muchas fue bastante difícil su estadía en la universidad, no solo porque tanto profesores, como compañeros y pacientes las miraban con recelo, sino porque para ellas había más exigencia en cuanto al desempeño y logros para poder obtener su grado. A pesar de esto, a la doctora Piedrahita nunca se le presentaron mayores problemas o contratiempos.

Aunque las restricciones contra las mujeres cada vez eran menos, no faltaban las normas contra la libertad. Se presentaba aún mucho machismo en casos como en la vestimenta, que siempre tenía que ser de vestido y no pantalones; el puesto en el vehículo en que se transportaban les era escogido o en la mesa de la cafetería los puestos eran, en su mayoría, para de los hombres.

Vilma nos contó que: “en una ocasión mi hermano, que también estudiaba medicina, se bajó y me dio el puesto, pero le hicieron la rechifla más grande, ellos no sabían que era familiar mío, alguien por ahí afirmó que eran hermanos y por fin nos creyeron, pero me dio el puesto de bondad, cosa que no hacía ninguno de los hombres”.

También se presentaban diferencias en el modo de trato hacia ellas, como lo presenció Vilma cuando realizaba sus prácticas profesionales, donde una de sus compañeras se encontraba discutiendo con una de las enfermeras porque a los hombres los llamaban doctores y a las mujeres señoritas, a lo que ella le contestó: “Déjala tranquila que es más difícil ser señorita que ser doctora”.

El 6 de diciembre de 1958, compartió su grado con 49 compañeros, después de haber finalizado su residencia en Valparaíso, un pueblo en donde no estaban muy acostumbrados a ver una mujer desempeñarse en el campo de la medicina.

Por su promedio de 4.36 viajó a Boston, gracias a una beca que le otorgó la Fundación Kellog, en la Universidad de Harvard, donde realizó su especialización en nefrología.

“Fue una experiencia súper enriquecedora. Aunque era la única, ninguno de mis compañeros me trató diferente, antes me tenían mucho respeto solo por ser mujer y ya una doctora” comenta orgullosa la doctora Vilma.

Vilma finalizó sus estudios en el extranjero en 1967, año en el que regresó a Colombia para comenzar a ejercer su profesión.

Y en ese momento en Colombia no había nefrología infantil, pues apenas estaba comenzando a surgir en el mundo esta especialidad, pero ya se veían muchos niños con glomerulonefritis y con síndrome nefrótico, tema de su tesis, así desarrolló el servicio y laboratorio de nefrología pediátrica, y se dedicó a la docencia y al manejo de pacientes. También inició el grupo de Nefro-urología Pediátrica con el doctor Bernardo Ochoa, para discutir en juntas médicas los pacientes con patología nefrourológicas.

Ella ha sido una trabajadora incansable por los niños y por la nefrología pediátrica.

Su mérito está en que avanzó en un saber en un momento en el que no se contaba con tantos instrumentos para medicina. Para saber que había un malestar, dolor, alguna irregularidad en el cuerpo, debía confiar en su tacto y oído para establecer un diagnóstico.

En cuanto a sus otras ocupaciones, ella fue nombrada Subsecretaria de Salud, en 1970, cargo que desempeñó por un año. Luego, fue vicedecana de Medicina en la Universidad de Antioquia y, más adelante, se desempeñó como decana por dos años más.​​​​