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Noticias / Opinión

27 de octubre de 2011

¡Sálvese quien pueda!

Por Sergio Monsalve Castañeda, representante estudiantil ante el Consejo Directivo y Ludwig David Zuluaga, estudiante de octavo semestre de Negocios Internacionales.

Está circulando un video en internet titulado: ¿Por qué los colombianos somos pobres?, en el que se demuestra que a pesar de vivir en un país infinitamente rico, los colombianos tenemos mentalidad de pobres. También muestra que la dinámica de nuestras sociedades es la suma del accionar individual. Por lo tanto, nuestras actitudes, nuestras posiciones y nuestras opiniones influyen en el rumbo de la nación.

Estamos inmersos en una dinámica en la que todos jugamos un papel crucial, en la que ciertas actitudes (que se cree son problemas de cada uno), pueden llegar a una invisible generalización en el entorno social y se verán inminentemente reflejadas a nivel macro, a nivel político.

En términos sencillos, la aceptación de una práctica tan inofensiva como arrojar basuras en algún lugar, junto con su posterior generalización, podría convertirse en un problema de salud pública en una ciudad, incluso, ocasionar un daño irreparable a un ecosistema por contaminación.

De la misma manera, la indiferencia por parte de los estudiantes, sea por falta de compromiso o por incapacidad física real, es un fenómeno generalizado que impacta de manera directa la dinámica de la democracia colombiana. La vida en la Universidad se podría entender como un modelo a escala de Colombia. Solo basta preguntarle a cualquier estudiante por cuál representante estudiantil votó y si conoce su gestión, para así comprender que la misma situación se replica con nuestros representantes ante el consejo municipal, asamblea departamental y congreso.

Es claro que la participación activa en las dinámicas sociales no es solamente una oportunidad, sino un deber como estudiante universitario, como ciudadano de Medellín, de este país y del mundo. Un estudiante-ciudadano no puede excusar su forma de actuar en su desconocimiento de la norma, pues las leyes no aplican solo para quienes las conocen, todos estamos inmersos en el sistema normativo y social, por lo que no conocer dónde estamos parados, y peor, ser indiferentes, es tan absurdo como no querer ver la silla en la que nos vamos a sentar.

La consolidación de una sociedad democrática y libre no depende de la destacada actuación de un solo individuo mientras la mayoría juega un papel de espectador pasivo, sino del compromiso concreto de la suma de muchas personas y de una actuación coherente de parte de ellos.

En nuestro país el individualismo impera y solo algunos se han dado cuenta de que nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona, aunque piense o hable diferente. Como lo sabe bien y lo expresa en su constitución la etnia Wayúu, porque pocos como ellos lo han entendido: la sociedad es una construcción colectiva, con responsabilidades colectivas.

Por todo lo anterior es necesario lograr una conciencia para que el accionar individual esté en función del bienestar de nuestra sociedad. Por esto debemos entendernos como sujetos importantes e influyentes y comprometernos sin vacilación con los mecanismos de participación tanto en la Universidad como en el sistema electoral nacional, aprovechar los espacios de debate y lecturas críticas de opinión que nos formen como estudiantes-ciudadanos responsables.

Así dejaremos de ser mentalmente pobres, o si no ¡sálvese quien pueda! ​