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EDICIÓN Nº 1 / 15 de febrero de 2024

Entrevista


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​​​Esta conversación comenzó con un café a la sombra de la ceiba, en una versión silenciosa y poco común del campus universitario. La voz resonante y rítmica de Adolfo Eslava Gómez, quien hace una pausa cada vez que quiere remarcar una frase o una palabra, narra cómo su familia ha ocupado un lugar clave en su vida. Además, cómo sus experiencias han definido hoy los enfoques y prioridades del Centro Humanista de EAFIT​.

​El lugar de las personas y la familia​​

​“Mi casa es mi mamá Ana Luisa, mi papá don Euclides, mi hermano mayor, a quien amo —a todos los amo profundamente—. Ahora tengo mi familia, la que logré construir junto con mi esposa. Eso me parece vital. Mi hermano mayor nos casa y ahí comienza, eso ocurrió hace 19 años, la historia de la centralidad de la familia en mi vida, de las personas, de los sentimientos y la razón de ser. La familia es clave en mi vida”​​.​

​Para hablar sobre quién es Adolfo, también habría que mencionar su capacidad de adaptación. En su búsqueda, la economía y los estudios políticos son parte de su bagaje intelectual​.​

​Cambio​​

​“Creo que la clave es permitirse como ser humano la versatilidad. A mí en particular la vida me ha tratado muy bien y me ha llevado por caminos donde van surgiendo cosas (…) Formarse en los años 90 en la Universidad de Antioquia, en donde el movimiento estudiantil alcanzó a mi modo de ver uno de sus momentos estelares, para lo bueno y lo malo, porque fue multitudinario, pero también violento. Ver morir compañeros y toda esa violencia metida en la universidad y en las aulas es tremendamente doloroso y formativo.

​La educación que me da la universidad pública tanto en las aulas, como fuera de ellas, luego el salto que di gracias a una beca en la Universidad de Los Andes —el otro extremo—, después ir a la Universidad Nacional —allá hice la maestría— y finalmente hacer el doctorado en la Universidad Externado con todo el músculo financiero y la convicción académica de la Universidad EAFIT, que me pagó y dio el tiempo para ese doctorado, son formaciones muy distintas, que enriquecen, pero también son un vaivén disciplinar. Reniego un poco de ese origen, pero eso también me da unas capacidades, pelear con la economía, reincidir, terminar en los estudios políticos, y hoy felizmente decir que me muevo en un terreno amplio de las ciencias sociales y humanas”.

​Faros​​

​​“No te cabrían en un cuaderno” menciona entre risas Adolfo. Además de sus padres, su esposa y sus tres hijos, destaca la inspiración que ha sido su hermano, Euclides Eslava. “Mi hermano ha sido el gran faro, es la persona que más admiro en la vida, no solo por el afecto, sino porque el tipo tiene una cabeza brillante. Él fue el primer profesional de la familia, el primero que se fue del país, el primer doctor —es médico— luego hizo un doctorado en bioética y es sacerdote. Entonces es una riqueza tenerlo”.

​Divergencia​​

​Adolfo, al pensar en los grandes retos que ha debido asumir, recuerda las enseñanzas de intelectuales como Adela Cortina y Fritz Schumacher, quienes plantean que en la vida más que dilemas se tienen problemas, y que en la divergencia se pueden encontrar mejores soluciones. “Estaba en el bloque 18 el 13 de marzo de 2020 cuando la Universidad por primera vez toma la decisión —sin precedentes— de cerrar. El cimbronazo que significó la pandemia para nosotros es una invitación a decir que los problemas son divergentes. A la pandemia hay que llegarle no solamente desde un enfoque de salud pública, también desde la economía, la literatura, la música. Mi experiencia biográfica me ha mostrado eso”.

​Los retos del presente​​​

​“Es un momento de permitirnos comprender las crisis para que sean fecundas (…) Hay que mirarlas de manera esperanzada. Es un momento donde podemos cambiar para bien, es una oportunidad que tenemos. Y esto es un momento de la humanidad que claramente tiene unas expresiones locales, que en el país se manifestó cuando alguien el año pasado dijo ‘cambio’, y el país votó por el cambio, pero no solamente en ese momento, el encuadre de los mensajes políticos viene siendo eso, cambio. A nosotros desde la Universidad nos corresponde darle fundamento a ese grito de cambio que habita en nosotros. Y ese es el reto desde el Centro Humanista en particular, conservar, custodiar conocimientos, pero también cuestionarlos”.​

​El Centro Humanista​​​

​​La visión de Adolfo imprime un sello único al Centro Humanista. Su idea de un abordaje de los problemas divergentes, le plantea preguntas y retos sobre cómo actuar desde lo colectivo. “Deseamos darles centralidad a las personas y, para ello, otorgamos centralidad a la palabra. Creo que las apuestas individualistas están proscritas. La mejor manera de construir colectivamente es la conversación. Decimos en el Centro Humanista que queremos poner la palabra en el centro, como un activo social para la comprensión de problemas divergentes, para identificar soluciones colectivamente (…) En general, tenemos la habilidad de expresar nuestras opiniones, pero el reto es dar un paso adicional para fomentar y capacitar la habilidad de escuchar los argumentos ajenos. Pero, sobre todo, hay un tercer paso y tiene que ver con la disposición a cambiar de opinión, a cambiar mi argumento y dejarlo nutrir después de un ejercicio de escucha. Expresar, escuchar, enriquecer, a eso puede aportar el Centro Humanista”.​

​El futuro esperanzador​​​

​​“Estamos absolutamente convencidos que podemos construir razones para la esperanza. Decir ‘nosotros, como personas y comunidades, tenemos la posibilidad de construir razones colectivas, acuerdos y arreglos’. Esto parte de la convicción de celebrar desacuerdos y decir ‘yo puedo estar en desacuerdo para que luego construyamos acuerdos colectivos’, de tal manera que esas razones nos alimenten la esperanza. En un mundo y en un país donde pareciera que se avecinan algunos nubarrones en materia económica, las famosas ‘3 P’ de las que habla Moisés Naím —populismo, posverdad y polarización— nos imprimen pesimismo, pero sí se pueden construir cosas a través del protagonismo de la palabra, por ejemplo, a partir de preguntas sobre por qué nos comportamos del modo en que lo hacemos, y dándole un lugar central al papel que la educación puede jugar en esa respuesta al pregón de cambio que como humanidad estamos reclamando hoy”​.​​



Entrevista Adolfo