La Encuesta de Percepción Ciudadana 2016, en Medellín, reportó que el mayor nivel de satisfacción de la ciudadanía en esta capital estaba en la cantidad de árboles (50 por ciento), pero los niveles bajaron cuando se les mencionó las basuras (26 por ciento), la contaminación visual (20 por ciento), los escombros (20 por ciento), el ruido (19 por ciento), el agua (14 por ciento) y, por último, el aire (13 por ciento), algo que parece lógico teniendo en cuenta las difíciles condiciones atmosféricas que experimentó el Valle de Aburrá en los años reecientes, cuando en marzo de 2016 y 2017 se declaró la emergencia ambiental por la alta cantidad de presencia de partículas contaminantes en el aire y se tomaron algunas medidas restrictivas en circulación vehicular y peatonal, además de la operación industrial para procurar proteger la salud de sus habitantes.
De acuerdo con Luis Miguel Roldán, profesional adscrito a Medellín Cómo Vamos, es notorio que la gente percibe que la calidad del aire no es la mejor en la región y, por tanto, en la encuesta muestra su insatisfacción no solo con el problema en sí mismo, sino con las acciones administrativas que se desarrollan para mejorar la situación.
Pese a esto, recalca el especialista, durante la reunión en noviembre de 2016 de la mesa temática sobre medio ambiente que tiene el programa, los especialistas invitados coincidieron en que aún la ciudadanía no es consciente de las afectaciones que este problema provoca en su salud. “Como la gente no percibe inmediatamente los daños que la mala calidad del aire les genera, cree que no es un asunto que la toque, entonces dentro de sus acciones para ayudar al medio ambiente no incluye las relacionadas con este tema, aun cuando es consciente de su gravedad”, dice Luis Miguel, quien, además, resalta la necesidad de que se eleven los niveles de corresponsabilidad ciudadana, sin esperar a que sean solo las autoridades las que actúen. Deben tomarse iniciativas por voluntad propia y por pequeñas que sean.
En este sentido, el profesional sugiere que, para que haya una correlación entre la percepción de la gente y sus acciones cotidianas, se realicen estudios epidemiológicos que demuestren el impacto que la calidad del aire tiene en la salud de las personas, y así motivar a que haya mayores iniciativas tanto de las autoridades como de la misma ciudadanía para que se pase de la percepción a la acción, como ocurre, por ejemplo, con otros asuntos como no arrojar basuras a las calles, quebradas o ríos, que según la encuesta lo aplican el 78 por ciento de los consultados, mientras que el 69 por ciento manifestó que ahorra agua y el 60 por ciento desconecta los aparatos electrónicos que no usa en casa.
“Todavía la incidencia que tienen programas como la Red de Ciudades Cómo Vamos es muy local,
aún no tenemos la capacidad de realizar aportes en el ámbito nacional.
Nos falta tener más incidencia en los ministerios. Por ahora estamos en 14 ciudades con 11 programas”:
Alejandro García, coordinador de la Red de Ciudades Cómo Vamos.
En Bogotá hay insatisfacción con la contaminación de las fuentes hídricas
El río Bogotá y sus afluentes han sido, desde hace varios años, uno de los dolores de cabeza para sus gobernantes y habitantes, al que no le ha valido ninguna clase de remedio para solucionar sus problemas de contaminación. De hecho, el año pasado la Gobernación de Cundinamarca anunció una inversión cercana a los 450 mil millones de pesos para atender los cerca de 365 kilómetros de extensión que tiene. Si a eso se le suman los más de 200 ríos, quebradas y humedales con que cuenta la ciudad (según el sitio web de la Administración Municipal), es evidente lo importante que son estos cuerpos de agua para los bogotanos.
Así lo demostró la Encuesta de Percepción Ciudadana 2016 en la capital del país, en la que el 79 por ciento de los encuestados manifestó estar insatisfecho con la contaminación de sus fuentes hídricas, mientras un porcentaje muy similar, el 78 por ciento, dijo estarlo, pero con la mala calidad del aire, aun cuando en esta ciudad no se han tenido emergencias como las que vivió Medellín en 2016 y 2017, sin decir que el aire que allí se respira sea de buena calidad.
“El reto de las ciudades es cómo conectarse y cómo leer las aspiraciones de los jóvenes actualmente,
para tratar de involucrar a colectivos de distintos sectores y tratar de incidir en las políticas públicas”:
Omar Orestegui, director de Bogotá Cómo Vamos.
En cuanto a las acciones para cuidar el medio ambiente, el 82 por ciento de los encuestados dijo cuidar el agua, el 76 por ciento no arrojar basuras a las calles y quebradas, el 68 por ciento reciclar, el 63 por ciento desconectar aparatos electrónicos y el 41 por ciento no llevar bolsas plásticas al supermercado.
La gran preocupación para Omar Orestegui, de Bogotá Cómo Vamos, es que además de expresar su insatisfacción con el estado medioambiental de su ciudad, los bogotanos poco suelen participar en las discusiones sobre este y otros asuntos. En resumen, el líder del programa insinúa que pocas veces la gente recuerda que tiene deberes como ciudadano que no debe eludir y que, en general, hay apatía frente a estos temas cuando llega la hora de opinar de forma colectiva, y solo lo hacen en el momento en que el asunto los afecta directamente.
Orestegui apunta que uno de los hallazgos más interesantes de la encuesta fue ver cómo los jóvenes cada vez se preocupan más por estos temas. De hecho, apunta que al preguntarles si están de acuerdo con multar a quienes no reciclan en Bogotá, el 77 por ciento de los encuestados en el grupo de 18 a 25 años dijo estarlo, mientras en el grupo de más de 55 fue el 60 por ciento, y en los demás conjuntos consultados ninguno superó el 69 por ciento.
“Esto nos invita a repensar en los escenarios donde estamos dando estas discusiones, potenciando la virtualidad. Ese es un reto que tienen los gobernantes hoy, identificar los intereses comunes de los habitantes y cómo los incentivas para que participen y construyan ciudad”, concluye Omar.
Pereira pide más parques y espacios verdes
En la capital risaraldense, con una población mucho menor a las de Medellín y Bogotá, la discusión pasa por el espacio público que hay en promedio por habitante, en especial los parques y las zonas verdes. Si bien también coinciden con esas grandes capitales en problemas como la contaminación de aire, ríos y quebradas, la presencia de escombros en las calles y el ruido.
Según la encuesta, el aspecto en el que sus ciudadanos se encuentran más satisfechos es la cantidad de árboles, pero con un 35 por ciento que es muy bajo, lo que comprueba que los pereiranos no están nada contentos con el contexto ambiental en su ciudad. Otras variables fueron la contaminación visual (18 por ciento de satisfacción), basuras (17 por ciento), ruido (16 por ciento), contaminación del aire (14 por ciento), el estado de aguas, ríos y quebradas (12 por ciento) y escombros (12).
Alejandro García, director de Pereira Cómo Vamos y a su vez de la Red de Ciudades Cómo Vamos, sostiene que uno de los reclamos más persistentes en la ciudad es la necesidad de contar con más espacio público para sus habitantes. “El 69 por ciento de los encuestados así lo solicitó cuando se lo preguntamos. Actualmente la ciudad tiene 1,5 metros cuadrados de espacio público por persona, cuando el ideal, de acuerdo con las normas internacionales, es de 10,15. Lo preocupante es que no vemos proyectos o políticas que nos indiquen que eso va a cambiar”, sostiene.
No ocurre lo mismo, por su parte, con la cantidad de árboles en la ciudad, pues Ale jandro valora el esfuerzo de la Administración Municipal que se ha comprometido con sembrar más de 50.000 unidades arbóreas, y eso la gente lo percibe, de allí los resultados de la Encuesta.
En cuanto a las acciones para cuidar el medio ambiente, los pereiranos se inclinan por el ahorro de agua (82 por ciento), no arrojar basuras a las calles o quebradas y ríos (79), desconectar aparatos electrónicos (75) y cuidar las zonas verdes (53). Sorprende que un 2 por ciento dijo no realizar ninguna actividad.
En conclusión, aunque las tres ciudades padecen problemas ambientales muy similares, es evidente que las necesidades y las percepciones de sus habitantes no son las mismas. Sin embargo, en todos los casos es importante que exista una articulación entre lo que perciben sus habitantes y lo que ofrecen como soluciones las autoridades responsables, de manera que exista siempre una corresponsabilidad y que sea la sociedad, como conjunto, la que atienda sus urgencias medioambientales con mayor prontitud.