​Al rescate de los saberes ancestrales en un paraíso selvático

​Los sonidos de la manigua, unidos a las rugientes olas del océano Pacífico, acompasan los pasos de negros e indígenas en su camino por rescatar el conocimiento propio. En ese proceso los acompañan investigadores de la Universidad EAFIT y de la Fundación ACUA.

Autor:  Por Juan Diego Restrepo E.

Foto: Ana María González Cotes, Juan Santoyo Sánchez, Marcela Gutiérrez Ardila.​ 

En las selvas chocoanas, los espíritus velan porque los hombres y mujeres que crearon en un pasado remoto no los olviden. Al ritmo de la música, los ancestros son estimulados para que actúen contra duras enfermedades, crudos inviernos y guerras interminables. La naturaleza provee toda clase de plantas que refinan la comunicación con aquellos que no pueden ver, pero que saben que están ahí, protegiéndolos.

Durante cientos de años, negros e indígenas se han aferrado a esas creencias para mantener la cohesión de sus comunidades, honrar los lugares sagrados, fortalecer sus labores agrícolas –así como la caza y la pesca–, conservar la naturaleza, atacar sus dolencias y proyectar el futuro.

Los mayores, sean curanderos en las comunidades negras, o jaibanás para los indígenas, tienen la responsabilidad de fortalecer su cosmogonía, preservar la identidad de sus pueblos y mantener el contacto con los seres superiores. Todo ello supone una sabiduría que ha pasado de generación en generación de manera oral, pero esa transmisión de conocimiento se ha ido debilitando con el paso del tiempo.

Y ese debilitamiento lo ha vivido el departamento del Chocó, una de las regiones con mayor biodiversidad de Colombia y el mundo, y habitado por comunidades étnicas desde hace varios siglos. De sus exuberantes bosques surgen corrientes cristalinas y abundantes que alimentan una rica flora y fauna, y nutren los océanos Atlántico y Pacífico. De sus aguas también se sirven las poblaciones ribereñas. Pero ese ecosistema que mantiene la vida está en riesgo.

En Nuquí, uno de los treinta y un municipios que conforman el Chocó, el decaimiento de los conocimientos ancestrales y el deterioro del medio ambiente es motivo de preocupación de líderes y lideresas de las comunidades. Sus reflexiones revelan el afán por evitar que todo quede en el olvido.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia porque se está olvidando entre nuestros jóvenes", afirma Gudiela Charampia Banuvi, indígena del pueblo Embera Dobidá –que significa “Gente del Río"– y gobernadora de la comunidad Villa Nueva. Su preocupación es compartida por el líder nativo Balbino Charampia Banuvi: “Hemos estado perdiendo nuestra cosmovisión, nuestro pensamiento propio".

Voceros de las comunidades negras también están preocupados por el deterioro de sus prácticas culturales ancestrales y del medio ambiente. “La tala de madera ha abundado", dice la lideresa y empresaria Ana Yadira Córdoba Mosquera. “Llegamos a tener el árbol de níspero en extinción".

Acércate a las historias ancestrales del municipio de Nuquí, Chocó, visitando el sitio web de la estrategia transmedia “Nuquí Vivo​”. 

 Un diagnóstico más amplio lo esboza Leyner Murillo Mosquera, líder local y exfuncionario de la Alcaldía de Nuquí: “Hay unos conocimientos tradicionales ancestrales en las dos etnias que habitan el territorio que, a través del tiempo, se han ido perdiendo, diluyendo, por la falta de interés de los jóvenes y de los mismos mayores por no pasar el conocimiento a las nuevas generaciones".

Las comunidades étnicas tienen el propósito común de rescatar todo aquello que representa su pasado y fortalece su identidad: El conocimiento de sus orígenes, la simbología de los animales, el poder curativo de las plantas, el valor de sus sitios sagrados y el conocimiento del territorio. Todo ello está en sus agendas de trabajo y en sus conversaciones cotidianas. Paso a paso, vuelven sobre su pasado, para hacerlo presente y futuro.

Tras los saberes del monte

 

Mira el Proyecto "Saberes de Monte" en Nuquí​, Chocó - Interpretación en Lengua de Señas Colombiana (LSC)​​

 

¿Qué tienen en común Gudiela, Balbino y Ana Yadira? Son líderes y lideresas formados como talleristas durante la ejecución del proyecto Saberes de Monte, una iniciativa de investigadores de la Universidad EAFIT y la Fundación ACUA, quienes se aliaron para ofrecerle a las comunidades indígenas y negras de Nuquí un acompañamiento en su camino al pasado para rescatar sus saberes y prácticas ancestrales, y dejarlos plasmados en documentos para no olvidarse de ellos y, por el contrario, fortalecerlos.

La idea del proyecto surgió en 2019 bajo dos circunstancias: de un lado, el interés de profundizar el concepto de bio-culturalidad, sobre el que estaba trabajando la investigadora Yulieth Hillón, de EAFIT, y que se basa en las relaciones humano-no humano; y de otro, de la importancia que tenía para las comunidades étnicas nuquiseñas mirar el monte en vez del mar, pues había la necesidad de conocer mejor esos territorios y definir cómo debería ser su ordenamiento y gobernanza.

“Se les preguntó a las autoridades étnicas, tanto afros como indígenas, sobre la posibilidad de hacer este proyecto y dijeron que sí", cuenta Hillón. Ese diálogo se dio previa conversación con Jaime Duarte, integrante de la Fundación ACUA, quien venía adelantando labores con las comunidades de Nuquí.

La autorización de las autoridades étnicas llevó a la investigadora de EAFIT a buscar los recursos necesarios para ejecutar el proyecto y logró que lo financiara el programa Laser Pulse, una organización estadounidense que recibe recursos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Todo estaba proyectado para que comenzara a finales de 2020, pero a inicios de marzo de ese año se tomaron las primeras medidas restrictivas para contener la expansión del virus covid-19. El mundo se encerró.

“A octubre de 2021 nos dijeron que sí y firmamos los documentos el 23 de diciembre de 2021 para empezar en enero de 2022", recuerda la investigadora de EAFIT. Pero surgió otra dificultad: el cambio de las autoridades étnicas, cuyos periodos de gobierno, en el caso indígena, están limitados a un año. “Había que esperar a que concluyeran esas elecciones para volver a hablar con ellas y refrendar la autorización inicial. Y si bien hubo que esperar a que discutieran internamente, al final dijeron que sí".

De esa manera se vincularon el Consejo Comunitario General Los Riscales y tres resguardos indígenas del pueblo Embera Dobidá que se encuentran en el municipio chocoano. “Las comunidades se apropiaron del proyecto y hablan de Saberes de Monte, sobre lo que hacemos todos. Esa es una forma de apropiación importante", dice Duarte, de la Fundación ACUA.

Este investigador destaca la participación de las comunidades étnicas en el proyecto y la vinculación de sus líderes y lideresas como talleristas en los procesos de formación promovidos por EAFIT y ACUA, todos ellos elegidos por sus propias comunidades: “Fue un gran acierto lo que hicimos con la escuela de formadores porque se han vuelto agentes de cambio en cada una de sus comunidades y se han apropiado del proyecto de la mejor forma posible".

Por su parte, Hillón, resalta el fortalecimiento de relaciones interétnicas que el proyecto ha propiciado, en especial con el territorio que habitan. “Ha sido interesante que las comunidades se pregunten por un territorio mucho más amplio y con más diversidad de la que piensan, y que deben pensarse colectivamente", subraya la investigadora de EAFIT y agrega como logros la participación de los niños, niñas, jóvenes y mujeres en este proceso. Todos ellos también han aprendido a mirar a Nuquí más allá del mar.

​Bajo mirada indígena

Gudiela es una de las talleristas formada por el proyecto Saberes de Monte. En sus reflexiones sobre cómo ha evolucionado esta iniciativa piensa en los avances que han logrado las comunidades del pueblo Embera Dobidá nuquiseñas en la formulación del Plan de Vida, un documento esencial para ellas, pues allí están registrados sus fundamentos cosmogónicos y principios de vida individuales y colectivos.

“Nosotros en el territorio nunca habíamos escrito un Plan de Vida", dice Gudiela. “Lo teníamos oral, en nuestra memoria, y carecíamos de apoyo para recoger la información y escribir". Balbino, quien también se formó como tallerista, ratifica lo dicho por la lideresa: “No teníamos una ayuda, quien nos diera la mano para empezar a trabajar en la construcción del Plan de Vida. Y fuera de eso, no contamos, por temas de costumbres y tradición, con una persona que lleve la relatoría".

Con el proyecto Saberes de Monte, los Embera Dobidá de Nuquí encontraron los socios ideales para adelantar la escritura del Plan de Vida y plasmar allí todo aquello que los identifica como comunidad. Tanto Gudiela como Balbino aseguran que con este proceso van a recuperar su memoria ancestral para tenerla viva en el territorio.

​Conoce la Exposición “Saberes de monte: Viaje al corazón de un territorio y su gente​​" en el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia", insiste Gudiela porque, según ella, asuntos como la medicina tradicional se está olvidando entre los jóvenes y desconocen qué plantas tienen en el monte. Por ello también los han involucrado en la construcción del Plan de Vida. “Es que el Plan de Vida para nosotros es importante para tener una resistencia en el territorio, es nuestra historia, la memoria ancestral, la cultura, nuestras propias leyes, la ley de origen".

“Con este proyecto –plantea Gudiela– les queremos dejar una huella a los niños en conservación de los peces, los árboles, la montaña y el agua".

Balbino, por su parte, hace un recuento de Saberes de Monte para reiterar la importancia de sus metas: “El proyecto está enfocado en un mejor conocimiento del territorio, los peces, los animales, las cuencas, los ríos, la biodiversidad, la cultura, la medicina tradicional, la cosmovisión, el pensamiento y gobierno propio, que hemos estado perdiendo. Eso es lo que se ha querido implementar para mantener y fortalecer esa tradición en nuestros territorios".​

Entre ojos negros

Yadira también se formó como tallerista y sus aprendizajes los considera una bendición. “He aprendido sobre el valor de nuestro territorio y de las costumbres ancestrales. Por falta de capacitación no sabíamos en qué territorio vivíamos y cuál era su importancia". Con lo aportado por Saberes de Monte hay situaciones en las comunidades negras que han comenzado a cambiar.

“La gente ya ha empezado a concientizarse", reconoce Yadira, quien además de tallerista es una empresaria del turismo. “Antes veíamos a Nuquí como un lugar donde se vive de la pesca y la agricultura, pero no sabíamos de la riqueza que tenemos ni de todos los daños que ocasionaba la tala de madera".

Las reflexiones sobre la gobernanza del territorio que conforma Los Riscales y las acciones que de allí se desprenden han fortalecido la autoridad del consejo comunitario. De acuerdo con Yadira, “los consejos comunitarios están sancionando la tala de árboles, hay multas, porque la gente antes entraba al monte, tumbaba madera y nadie le decía nada. Pero ahora si te ven cortando un árbol, el consejo comunitario interviene. Ya lo impiden porque la gente está informada, está capacitada, ya saben que si no hay arboles estaremos en problemas". Estas autoridades locales también han prohibido la caza de iguanas, guaguas, zaínos y tortugas para evitar su extinción.

Leyner, por su parte, destaca el método que se adoptó para generar confianza con las comunidades: “Ha sido un proyecto concertado con afros e indígenas. Le ha permitido a la gente participar y conocer cómo avanza, se le va devolviendo la información de cada paso que se da, y las comunidades son activas en la construcción del documento que se viene haciendo, lo revisan, dan sus opiniones. No es un proyecto que está de espaldas a las comunidades".

Ese método de acercamiento a las comunidades ha sido clave para el equipo de Saberes de Monte porque las comunidades han perdido la confianza en la ejecución de este tipo de proyectos, muchas veces impulsados por entidades del Estado y organizaciones no gubernamentales, pues nunca conocían los resultados de las investigaciones ni cuándo terminaban.

Leyner recuerda que se ha trabajado sobre temas relacionados con las aguas dulces, el bosque y el monte. “Ha sido muy bien recibido", insiste y explica que, ante la pérdida del conocimiento ancestral en las nuevas generaciones, el proyecto les permite a las comunidades “esa transmisión de conocimiento, sobre la riqueza que tiene este territorio, sobre todo lo ancestral".

Y sus objetivos van más allá: se trata también de fortalecer sus autoridades propias, representadas en el consejo comunitario, definir qué uso se le dará al territorio y cómo se va a proteger. “A partir de allí, las comunidades empiezan a buscar su propio desarrollo, teniendo por delante la conservación de un territorio que es de todos", afirma Leyner.

Saberes de Monte llegó en un momento fundamental para Los Riscales, pues sus autoridades están en proceso de actualizar el Plan de Etnodesarrollo, un documento que se ha convertido en la brújula que orienta las políticas propias de desarrollo, y que se escribió hace catorce años. “Anteriormente, los nuquiseños y nuquiseñas no tenían tanta oportunidad de formarse académicamente y eso hacía que los planes de desarrollo municipal casi siempre se hicieran a espaldas de las comunidades, lo que se puede evidenciar en los documentos de aquella época, donde se encontraban escritos nombres de otros municipios o departamentos, lo que indicaba que la ruta de desarrollo y planificación de nuestro municipio la hacían cortando y pegando de documentos que nada tenían que ver con nuestro territorio", expone Leyner.

“Hoy gracias a Dios –agrega– contamos con una gama muy amplia de profesionales comprometidos con el bienestar de sus comunidades y estas, a la vez, cada día exigen más y sobre todo del papel que desempeñan los consejos comunitarios y cabildos indígenas con respecto a lo que se proyecta en el territorio".

Junto con EAFIT y ACUA, en este consejo comunitario nuquiseño están fortaleciendo esa actualización, propiciando un mejor cruce de información para que corresponda con la realidad y esté en consonancia con el contexto del territorio. “El Plan de Etnodesarrollo es la guía para que las comunidades empiecen a caminar según sus objetivos propuestos sobre la conservación y el respeto por el territorio. Es un documento que clarifica la ruta hacia dónde las comunidades quieren ir", explica Leyner.

Los pasos que vienen

La investigadora Hillón plantea que en la etapa final del proyecto se sistematizó toda la información obtenida con el fin de escribir un conjunto de informes para las autoridades indígenas y negras, así como para las comunidades. El primer bloque de informes abarca una radiografía de cada una de las veintidós comunidades participantes en el proyecto; el segundo documento se centra en los desafíos y planes que tienen estas comunidades por resguardo y consejo comunitario; y el tercero es el documento final que abarca lo realizado durante los dos años de implementación y sus conclusiones más significativas.

Conoce los resultados del proyecto entregados a las comunidades de Nuquí visitando el sitio web “Saberes de Monte”.

“Se hizo una socialización para que las comunidades aprobaran cada uno de los veintidós documentos que les ayudarán a construir sus planes de vida y de etnodesarrollo, nada se publicó y nada se entregó hasta que la comunidad diera su aval. Se hizo una gira para presentar esos documentos, se recogió información adicional, y escuchamos qué les gustaba y qué no", expone la investigadora de EAFIT.

“También se diseñaron materiales pedagógicos para profesores y estudiantes de primaria", agrega Duarte, de ACUA. Ese kit pedagógico acerca a los niños y niñas a la diversidad biológica y cultural de Nuquí y a los saberes de los mayores, desde una perspectiva de intergeneracional y de género, con el objeto de que ellos sean los embajadores dentro de sus comunidades de la protección de su territorio.

Pero todo no termina allí. Las expectativas de indígenas y negros con el proyecto son altas, pues esperan seguir fortaleciéndose para transmitir ese conocimiento a sus comunidades. Tanto la Universidad EAFIT como la Fundación ACUA, así como las comunidades indígenas y negras en su autonomía, tienen nuevas herramientas para consolidar los Saberes de Monte y continuar avanzando en ese camino de conservar y consolidar el espíritu ancestral que gravita sobre Nuquí, un ecosistema que reclama mayor protección.​

Este artículo hace parte de una estrategia transmedia en la que participan estudiantes de la maestría en comunicación transmedia de EAFIT y el Laboratorio de Divulgación Científica de la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación para la divulgación y apropiación social del conocimiento del proyecto “Saberes de monte, diversidad, memoria y derechos bioculturales: mecanismos para la protección de la comun-unidad en Nuquí, Chocó”, liderado por la Escuela de Derecho y la Universidad de los niños EAFIT.

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​La alquimia del tiempo y la roca

EAFIT celebra 40 años del pregrado en geología participando en la mayor expedición paleontológica en la historia de Colombia

Autores:

Ángela Posada-Swafford. Periodista científica egresada del MIT Knight Fellowship.

Ilustración:

Camilo Montoya Castaño

cmonto41@eafit.edu.co​ 

Las mañanas aquí pueden ser frescas y acogedoras. A veces hasta se levanta una brisilla suave que anima a salir a campo. El engaño, no obstante, dura poco.

Llegan las 10:30 y es como si una mano in​visible encendiera un gran horno... 30, 35, 40 grados centígrados. El sol se cierne agresivo sobre el paisaje de cactus, arbustos y matorrales creciendo a parches sobre el suelo expuesto y los turupes de las cárcavas rojizas por las que alguna vez fluyó el agua. Un par de horas después la lengua se pega al paladar y desaparecen del morral los obligatorios dos litros de líquido.

Tal es la bienvenida del desierto de la Tatacoa, Huila, a los novatos que venimos a “fosilear" durante una semana de mayo junto a paleontólogos, geólogos, paleobiólogos y otros profesionales curtidos por experiencias de campo, de al menos diez instituciones nacionales e internacionales.

Se trata de la expedición paleontológica más grande que se haya dado en Colombia, y el contingente de EAFIT es el más numeroso.

Dos profesores investigadores, una estudiante de doc​torado, cuatro estudiantes de pregrado y cuatro miembros de un equipo de comunicaciones vienen a demostrar lo que afirma Carlos Jaramillo, geólogo y palinólogo del Smithsonian Tropical Research Institute, y líder de la expedición: que la paleontología en Colombia está sucediendo hoy en Medellín y que “EAFIT es donde está el centro de esa a​ctividad".

Para la muestra, un botón: el profesor Andrés Cárdenas Rozo extiende sobre el suelo un enorme mapa geológico que muestra detalladamente la estratigrafía de la zona, y que junto con el geólogo Camilo Montes de la Universidad del Norte y otros colegas, elaboraron en 2021.

El mapa es crucial para saber qué edades tienen las rocas a nuestro alrededor, dónde está cada estrato y dónde ir a buscar qué. Examinamos atentamente el colorido plano, y luego, con los ojos de la imaginación, escaneamos el terreno bajo nuestros pies. Capas y capas de fósiles y trozos de huesecillos anidados entre sedimentos antiquísimos se agolpan como capítulos de una enciclopedia esperando ser hallados, leídos e interpretados. 

Cada uno, un lapso de tiempo geológico con su propio glosario, sus propios organismos, sus propios secretos sobre la vida y el clima del pasado profundo del norte de Sudamérica.

Pero es el intervalo que transcurrió entre hace 16 y 11,6 millones de años, un período geológico conocido como el Mioceno medio, el que les roba el sueño a todos estos investigadores, que acarician el suelo con la mirada y le rompen la piel con sus martillos.

Después de todo, la Tatacoa es parte de La Venta, hasta ahora el lagerstätte, o repositorio de fósiles del Mioceno más rico y en mejor estado de preservación de los trópicos, en todo el mundo. Tanto así que se le honró oficialmente con su momento geológico distintivo, el “Laventense".

La Venta nos da una idea de cómo era la vida del norte de Sudamérica en ese entonces. No hay otro lugar ni remotamente parecido a este en términos de su capacidad para mostrarnos cómo fue ese momento, cómo era la fauna en la región antes de la oleada principal del Gran Intercambio Americano de criaturas, cuando América del Sur era una isla gigante completamente separada e independiente del resto de las Américas.

Los fósiles que se han venido sacando a la luz en este bosque desértico y caluroso del presente están permitiendo entender que hace 13 millones de años este era un lugar totalmente diferente.

Un paisaje más bien plano, compuesto por pantanos, lagos someros, ríos, planicies de inundación, todos interconectados entre sí, cuando aún no existían los Andes, ni el río Magdalena, el Amazonas o el Orinoco. Un ecosistema llamado “Pebas", aparentemente más de selva proto-amazónica que de otra cosa, donde convivía un alucinante número de especies totalmente distintas a las actuales.

Desde peces de agua dulce, incluyendo un género que era capaz de vivir bajo y sobre el agua porque tenía pulmones, hasta hermosas tortugas gigantes, una asombrosa variedad de especies de cocodrilos tanto terrestres –una verdadera rareza– como acuáticos, serpientes, armadillos, aves, crustáceos, gliptodontes, ungulados, marsupiales, roedores y más murciélagos y especies de monos del Nuevo Mundo que en cualquier región fósil de América del Sur.

Las damas de los xilópalos 

Lo que poco se ve por aquí son fósiles de plantas. Los pastos, el polen, o las grandes hojas de los árboles, brillan hasta ahora por su ausencia por razones que los frustrados expertos no acaban de comprender. Aunque en esta expedición se hallaron hojas de palmas y algunas hojitas de un tipo de helecho acuático llamado salvinia, en parches muy pequeños.

Las plantas son la base de un ecosistema. Las que nos hablan del clima, de la humedad del ambiente, del tamaño de los bosques, de la fauna que podían sostener. Es decir, sin ellas, la película está incompleta. Lo cual es irónico porque los paleobotánicos que las estudian son contados en la mano.

La Universidad EAFIT, a falta de una paleobotánica, cuenta con una profesora y tres estudiantes. Dos de ellas están de suerte, porque lo que sí abunda en la Tatacoa es su especialidad: las maderas fósiles.

Las inspectoras de estos bosques distantes son la profesora Camila Martínez Aguillón, bióloga especialista en la ecología evolutiva de plantas tropicales, y su estudiante de doctorado Diana Karen Pérez Lara, una bióloga que vino a EAFIT desde su natal México siguiendo su interés en estos hermosos trozos de leños mineralizados.

Las seguimos por el desierto de Tatacoa admirando su destreza para detectar visualmente los troncos. Las científicas han recibido ayuda de los pobladores locales, que demuestran cómo, al ojo no avezado, una madera puede parecer una roca cualquiera.

“Nosotros no tenemos que excavar para sacar las maderas, sino que las vamos encontrando en el suelo, y es como que le dicen a uno 'oye, recógeme, acá estoy'", dice Diana Karen agachándose al lado de un fragmento de fósil de vetas jaspeadas alineadas en una misma dirección.​

“¿Ves estos poritos?", añade acercando las narices a la lupa de geología sobre el trozo previamente humedecido para ver mejor el detalle.​

“En realidad son vasos, tubos. De entrada, me están diciendo que no solo es una madera fosilizada, sino que se trata de un árbol que producía flores. Una angiosperma. Los poritos son vasos que transportan el agua desde la raíz hasta las hojas. Eso es una innovación evolutiva dentro de las angiospermas. Y también una indicación de que probablemente el fósil está bien preservado".

Eso significa que la alquimia que reemplazó el tejido de este tronco con minerales comenzó hace millones de años cuando el árbol quedó cubierto por sedimentos llenos de sílice, que junto a la acción del agua, se fueron filtrando y sustituyendo cada célula de la madera.

En el laboratorio, las investigadoras cortan las muestras en láminas de 5 milímetros de espesor, para luego pulirlas manualmente con polvos abrasivos hasta reducirlas a un grosor de entre 60 y 100 micras, que permita pasar la luz para observarlas bajo el microscopio. Cuando la madera está bien fosilizada, es posible ver las células “como cuando el árbol estaba vivo".

Por eso el subyugante nombre de Xilópalo, por la combinación de palabras griegas 'madera' y 'piedra preciosa'. Pero los xilópalos de la Tatacoa son mucho más que joyas.

De hecho, según ambas científicas, las plantas nos dan información más confiable que los vertebrados porque los animales se mueven. “En cambio, ellas se tienen que quedar ahí. Entonces han desarrollado ciertas adaptaciones para poder tolerar el estrés ambiental", dice Diana Karen. “Las maderas específicamente nos pueden dar pistas de cómo eran la precipitación y la temperatura, o si había temporada seca o no, y cuánto duraba".

​Conoce la Exposición “Bosques del pasado: semillas que viajan en el tiempo​" en el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas. 

Los paleobotánicos miden los anillos de crecimiento –que en plantas tropicales son menos conspicuos por la ausencia de estaciones marcadas–, aunque quizás lo que más se mide en las maderas tropicales fósiles son el grosor y la cantidad de los vasos, o poros, por milímetro cuadrado.

La presencia de menos de 20 vasos gruesos por milímetro cuadrado en la muestra indica que esa madera vivió en un lugar donde había mucha agua, mientras que más de 80 vasos muy delgados anuncian que se trataba de un bosque seco.

“En tres géneros de maderas leguminosas reportadas previamente para La Venta, Goupioxylon, Leguminoxylon y Terminalioxylon, se ha visto que no tienen vasos muy grandes", explica Diana Karen. “Pero tampoco son vasos típicos de un lugar seco, como el bosque seco de la actualidad. Estos árboles del pasado tenían una disponibilidad de agua bastante aceptable, pero no extrema".

Lo cual suena muy interesante porque en los últimos años se ha estado debatiendo qué tan húmedo era realmente el ecosistema Pebas. “Se podría pensar que esta parte del sistema Pebas en el que hoy es la Tatacoa era un poco más seca de lo que se calcula –​propone la investigadora–​​ pero por ahora sólo tenemos los reportes de esos tres géneros que hemos hallado hasta el momento, entonces no podemos hacer esa afirmación. Necesitaríamos al menos otros 20 morfotipos".

Tiene sentido, añade, que en la Tatacoa haya tantas leguminosas, que a diferencia de lo que uno pudiera pensar no son endebles plantas verdes, sino que el grupo también incluye árboles leñosos como la acacia y el tamarindo. Porque se sabe que las leguminosas siempre han sido más abundantes en zonas calientes. “Y justamente en Tatacoa las tenemos por montones durante este óptimo climático del Mioceno, cuando las temperaturas y los niveles de dióxido de carbono eran altos".

Otra madera que les está hablando muy claro a las dos expertas es la Goupia, que hoy en día es un componente importante del Amazonas y que crece también a orillas del Magdalena. “Estas goupias nos cuentan acerca de la conexión que existía entre Amazonas y Tatacoa. Eran árboles de unos 20 a 30 metros de alto, con unos 100 centímetros de diámetro. Nos podrían llegar a indicar si se trataba de un bosque húmedo tropical, o bien un lugar altamente inundable".

 

​​Mira el documental “Bosques del Pasado".

El trópico es la clave​

Para la profesora Camila Martínez, una clave del estudio de las maderas fósiles está en la ubicación tropical de la Tatacoa.

“El registro fósil de las plantas se ha explorado muy poco en general en el planeta y en los trópicos aún menos. Entonces cada pequeño hallazgo que uno hace en esta región es un gran descubrimiento para la ciencia. En Colombia la investigación que se ha hecho en ese campo es mínima o casi nula".

La otra clave es estudiar las maderas modernas porque “para poder interpretar el registro fósil tenemos que entender muy bien cómo funcionan las plantas hoy en día".

El plan ahora es proveer material didáctico para los museos y otros espacios en el desierto visitados por turistas. Eso incluye montar una exhibición sobre maderas fósiles en el Museo de Historia Natural de La Tatacoa, en La Victoria, donde se vive la paleontología de avanzada de esta región.

El museo, dirigido por los hermanos Andrés y Rubén Vanegas –oriundos de La Victoria–, con ayuda del Smithsonian Institute en Panamá, guarda unos 3,000 fósiles hallados por ellos mismos con sus colaboradores y por paleontólogos como los de esta expedición.

Los especímenes están estupendamente bien preservados y van desde huesos sueltos hasta el cráneo perfecto de un mico, tortugas, purusaurios y enormes gaviales con mandíbulas y vertebras articuladas, para mencionar solo algunos.

El museo es también el sitio de reunión donde los cansados pero emocionados investigadores se reúnen cada noche a mostrar los tesoros recogidos ese día en campo, tesoros que se quedan aquí mismo. Otros más, colombianos y extranjeros venidos de otros países, prefieren pasar horas sentados en el bien equipado laboratorio examinando e identificando fósiles de sus especialidades con los que hasta ahora solo han podido soñar.

En medio de todos ellos está Diego Urueña, un joven estudiante de geología y paleontología nacido en La Victoria que desde pequeño se dejó seducir por los tesoros del museo y los que están enterrados a su alrededor. Entonces fue becado por EAFIT y otros patrocinadores, y está en Medellín, metido de cabeza entre fósiles.

Bien podrá terminar dedicado a los de su Tatacoa natal, o por qué no, seguir las huellas de ballenas o dinosaurios. Pero de lo que está seguro es del enorme impacto social que la paleontología profesional ha tenido en la vereda.

“Nadie en este pueblo pensaba que era posible de vivir de recoger piedras, que eso era una pérdida de tiempo", dice durante un recorrido guiado por el museo, que cada vez atrae a más turistas. “Pero cuando ven que a alguien de acá se le presenta una oportunidad de estudiar en una ciudad, ven que eso vale la pena. Y es importante para el desarrollo de la comunidad, ya que a través del museo ha habido más desarrollo económico".

 

Una semana de calor y polvo en La Victoria se hace corta a la luz de los fósiles, las conversaciones fascinantes y la camaradería que hay en las expediciones. También, con los planes para el futuro. Durante la última salida de la expedición, nos sorprende un maravilloso caparazón de tortuga. Ayudando a mover a la criatura de piedra había al menos dos familias, incluyendo una pequeña paleontóloga en ciernes, brocha en mano.

Todos ellos escucharon las conferencias nocturnas que dieron los expedicionarios en un auditorio. El pueblo entero acudió a la celebración de los 100 años de investigación paleontológica de La Tatacoa, con todo y torta de cumpleaños a los fósiles de la región.

Esos fósiles merecen todas las tortas de cumpleaños del mundo. Porque son mensajeros de ese Mioceno medio, ese período que resulta ser el mejor ​análogo disponible para nuestra futura Tierra bajo el cambio climático exacerbado por los humanos.

 

Este artículo hace parte de una estrategia transmedia del Laboratorio de Divulgación Científica de EAFIT para la divulgación y apropiación social de la Colección Paleobotánica de la Universidad EAFIT, administrada por la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingenierías.

 

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Pre-Textos, una “acupuntura pedagógica” para avanzar con imaginación y rigor

Autores:

Doris Sommer​

Profesora de Lenguas y Literaturas Romances, Estudios Africanos y Afroamericanos, Harvard University.

dsommer@fas.harvard.edu 

Victoria Eugenia Mena

Especialista en Innovación y Pedagogía Universitaria y profesora asociada de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

​victoriamena@gmail.com  

Vivimos un momento clave para el futuro de la educación a nivel nacional e internacional. Los bajos niveles de lectoescritura y de comprensión lectora atentan contra el desarrollo humano y la construcción de una paz sostenible. Las bajas tasas de alcance educativo representan una crisis que debemos abordar con imaginación y rigor. Sin imaginación, los patrones improductivos seguirán haciendo estragos en la escolarización, y sin rigor justificaremos la pérdidas cognitivas y sociales que conlleva el retroceso escolar.​

Pre-Textos es una apuesta para sanar este mal y avanzar. Eficaz y validada a lo largo de más de una década, esta metodología anima el deseo de aprender y logra altos niveles de avance intelectual.

Tenemos una herramienta sencilla, intuitiva, basada en prácticas populares y nutrida por el placer de explorar tanto las materias escolares como las relaciones interpersonales, lo cual fortalece la autoestima y mitiga problemas causados por la ansiedad y la depresión.

Hace unos veinte años, los finlandeses estaban desesperados con los resultados de sus pruebas PISA entre los más bajos del mundo. El país decidió c​​​ambiar la pedagogía de sus escuelas públicas primarias y secundarias y remplazar sus prácticas convencionales por otras interactivas y amables, semejantes a las de Pre-Textos. Con el modelo finlandés, esta metodología comparte los fundamentos de la pedagogía Montessori y los de la educación popular de Paulo Freire y Augusto Boal, entre otros.

Los beneficios para los estudiantes finlandeses se han atribuido a su identidad nórdica y a la inversión en los sueldos de los maestros. Sin embargo, es importante también tener en cuenta lo que han logrado modelos como Pre-Textos con un cambio en la “coreografía" escolar, incluso en ámbitos desfavorecidos como un asentamiento informal en Kenia.[1]

[1] Ver Una intervención de alfabetización artística para los síntomas de depresión y ansiedad de los adolescentes: resultados de un ensayo controlado aleatorio de Pre-Textos con adolescentes de Kenia. Original en inglés: Osborn, T.L., Ndetei, D.M., Sacco, P.L., Mutiso, V., Sommer, D. (2023). An arts-literacy intervention for adolescent depression and anxiety symptoms: outcomes of a randomised controlled trial of Pre-Texts with Kenyan adolescents. eClinicalMedicine 66: 102288. https://doi.org/10.1016/j.eclinm.2023.102288

"Describimos Pre-Textos como una 'acupuntura pedagógica' porque con la consigna 'haz arte de este texto' se activa toda una gama de facultades cognitivas, emocionales y cívicas. Este método representa un protocolo, no un contenido, ya que los textos son propuestos por los maestros desde la variedad de materias que se pueden trabajar".

Todos los campos de aprendizaje dependen de la lectura. Hasta en matemáticas, un problema se debe entender bien para empezar a manipular los números.

Pre-Textos invita a cualquier persona a facilitar una dinámica tan intelectualmente desafiante como entretenida. “Peca de sencilla", es la observación del rector de una universidad paraguaya frente a esta herramienta. Si el pecado se entiende como la falta de necesidad de expertos, se aprecia por qué los mismos expertos, ofendidos, suelen rechazar la propuesta, y por qué hace falta una decisión política.

Los contenidos de un texto son, a veces, técnicos. Pueden ser de cálculo, astrofísica, biología –campos que hemos abordado con la osadía y la humildad que caracterizan al artista y al emprendedor–.

Entonces, si nos preguntan ¿qué hacer para aumentar la comprensión de estos textos y campos del conocimiento?, respondemos: siguiendo el protocolo.

Primero, formamos un círculo y escuchamos el texto en voz alta mientras hacemos alguna manualidad. Luego, cada uno le hace preguntas al texto, las pone en común y juntos hacemos una interpretación creativa de él. Sometemos el texto a operaciones creativas y lúdicas, para así disfrutar la dinámica artística mientras dominamos la materia. 

El texto no proviene de la experiencia personal o particular del técnico, el especialista o el neófito. Es un objeto que se somete al escrutinio de todos, para abordarlo desde la ignorancia y para llegar a entenderlo en profundidad gracias al conjunto de los participantes.

Se comparte, se recicla, se lee y se interpreta múltiples veces hasta que quienes se enfrentan a él alcanzan altos niveles de comprensión y de pensamiento crítico.

El texto, como un textil, se compone de hebras que se pueden sacar y volver a tejer. También se pueden generar nudos y diseños y ver cómo se relacionan unos con otros para formar una urdimbre social, cultural y espacial que dé sentido al lenguaje y estreche lazos entre los intérpretes.

​Para resumir, ¿cómo hacemos para disfrutar un texto difícil? Pues lo leemos en voz alta, mientras nos ocupamos con una manualidad. Los neurólogos saben que las manualidades nos ayudan a concentrarnos. Por ejemplo, nos gusta dibujar y fabricar “libros a la cartonera", que son librillos con materiales reciclados. Otras veces cosemos, tejemos... Así entramos a un texto desafiante por gusto.

Además, promovemos la dinámica natural de los niños y las niñas, que es hacer preguntas, en lugar de decirles que no hagan tantas. Limitar las preguntas es contraproducente cuando se busca desarrollar la capacidad de pensar de manera crítica y de escuchar. Cada participante es un investigador, un interrogador del texto. Todas las preguntas se validan sin competir.

Cuando nos preguntaron sobre terapia psicológica en un congreso sobre justicia restaurativa escolar, respondimos con otra pregunta sobre el origen de la agresividad en los estudiantes. Una causa clara y poco reconocida es la competencia por lucir dentro del aula de clases.

Sentamos a los niños y a las niñas en filas militares y les hacemos competir por la única respuesta correcta. Alguien gana y los demás pierden. Después preguntamos por qué están deprimidos. ¿Qué enseñamos con esa dinámica, si no autoritarismo y agresividad?

Por eso, una de las diferencias fundamentales entre Pre-Textos y la educación convencional es que en la primera se sienta a los participantes en círculos: todo el mundo se mira, se habla y comparte el acto de mirarse los unos a los otros. Es la disposición espacial más ética, según Emmanuel Lévinas, ya que nos responsabiliza frente al otro.

Pensemos en cualquier sociedad tradicional y nos daremos cuenta de que “reunirnos" quiere decir formar un círculo, estar en la maloca. Si la gente no se mira, no hay comunicación, no hay paz sustentable. Cambiar una cosa tan básica y sencilla como la coreografía del aula es cambiar el mundo.

 

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Palabras que cruzan el charco

Autores:

Sara Zuluaga Correa

Amateur profesional en disciplinas dispersas. Estudiante de la maestría en Traducción Literaria de la Universidad de East Anglia y graduada del pregrado en Literatura de la Universidad EAFIT. Hace parte del colectivo de traducción Lenguas de agua.

​szulua29@eafit.edu.co

Maria José Galeano Agudelo

Profesional en literatura de la Universidad EAFIT y estudiante de la maestría en Traducción Literaria en la Universidad de East Anglia. Hace parte del colectivo de traducción Lenguas de agua.

​majo.galeano.agudelo@gmail.com 

​ Jorge Uribe Lozada

Doctor en Teoría de la Literatura, Universidade de Lisboa (Portugal). Profesor de la Escuela de Artes y Humanidades de EAFIT y coordinador del Semillero en Poética y Traducción del pregrado en Literatura.

jauribel@eafit.edu.co​​ 

Las metáforas nos ayudan a pensar en la traducción. Este oficio –que se beneficia del trabajo con herramientas digitales– corre el riesgo de perder su potencial formativo si se le equipara con el hacer de la máquina. 

La traducción literaria se resiste a la automatización porque las equivalencias apresuradas nos hacen perder de vista matices fundamentales del lenguaje literario. 

Este texto explora la riqueza del matiz en las palabras (notarán los colores utilizados) para hacer visible la labor creativa, inmersiva y ética que implica nadar entre lenguas.​

El discípulo

Cuando Narciso murió, la fuente de sus placeres dejó de ser un estanque de aguas dulces y se transformó en un estanque de lágrimas saladas, y las Oréades vinieron sollozando por el bosque para cantarle a la fuente y darle consuelo.

Y cuando vieron que la fuente ya no era un estanque de aguas dulces sino un estanque de lágrimas saladas, soltaron las trenzas de sus verdes cabellos y lloraron sobre la fuente diciéndole: “No nos sorprende que guardes este luto por Narciso, tan hermoso era."

“¿Acaso Narciso era hermoso?", dijo la fuente.

“¿Y quién debería saberlo mejor que tú?", respondieron las Oréades. “A nosotras ni siquiera nos miraba, fue a ti que él buscó, y recostado junto a tus orillas te miraba fijamente, y en el espejo de tus aguas veía su propia belleza reflejada."

Y la fuente respondió, “Pero yo amaba a Narciso porque cuando se recostaba junto a mis orillas y me miraba fijamente, en el espejo de sus ojos yo veía siempre el reflejo de mi propia belleza."

«La práctica hace al maestro», dicen. Pero antes de convertirse en uno, se es primero aprendiz… o discípulo, como propone Oscar Wilde (1854-1900) en este poema. Leemos el texto y no entendemos de inmediato a qué práctica se refiere, quién enseña, quién aprende y qué es lo que aprende. Pero «la práctica hace al maestro», dicen, así que seguimos practicando.

En el Semillero en Poética y Traducción de la Universidad EAFIT los reunimos cada semana a leer textos de literatura en otras lenguas y practicamos cómo traerlos a la nuestra. Leemos el poema de Wilde en su lengua y nos preguntamos si esa “pool"[1] es la misma en la que nadamos en español, si nuestra tarea es buscar su equivalente más literal:

 

Figura 1. (Falso) manuscrito de The Disciple, de Oscar Wilde.

 

When Narcissus died the pool of his pleasure…

Cuando Narciso murió, la piscina de sus placeres…

También nos dio risa leerlo. Seguro no estaría Wilde pensando en los calores de Santa Fe de Antioquia. Y seguro que alguien más, al traducir este poema a otro idioma, ya se habrá topado con una pregunta parecida. Fernando Pessoa (1888-1935), otro compañero recurrente de nuestros encuentros, tradujo en su tiempo este mismo texto al portugués, así que quisimos mirar en su versión del poema qué fue eso que él vio como equivalente:

Quando Narciso morreu, a fonte do seu prazer[2]

Cuando Narciso murió, la fuente de su placer

 

Figura 2. Manuscrito de la traducción de Pessoa de O Discípulo, Biblioteca Nacional de Portugal / Espólio 3: 94-7r y 94-8r.

 

​¡Ya va cogiendo más cuerpo de poema! ¿No creen? Aunque a nado de perrito, vamos avanzando. Cada palabra que se muestra nos lleva a cantidades de preguntas similares y la comparación con la versión de Pessoa hace de este proceso uno incluso más emocionante: su traducción al portugués se desborda en nuestra versión en español y sus decisiones salpican las nuestras.

Y eso de los cuerpos de agua parece que no nos abandona. En la traducción, el texto original con el que se trabaja se llama “texto fuente", pero recordar esta definición nos complica las cosas. Al usar una palabra para traducir a Wilde, porque la leímos en Pessoa, ¿estamos cambiando la fuente de nuestra traducción?

Hay quien piense que esto no es sino dar brazadas, que eso ​de 'traducir' no es tan difícil, que puede hacerlo cualquier Google Translate o Chat GPT. Decir eso sería mentir, la máquina solita no sabe nadar. Si no ¿para qué venimos todas las semanas al semillero?

Es que lo que nos interesa no es una foto de la piscina… la gracia está en ir a Santa Fe de Antioquia, ir incluso un poco más lejos y conocer el Puente de Occidente… ¿Parar en San Jerónimo[3] quizás? Pero volvamos a “El discípulo".

Es extraño lo que pasa en el poema, ¿sí vieron? Las Oréades, esas ninfas griegas, creen que la piscina fuente está triste porque ya no recibirá las visitas del beautiful​ hermoso Narciso, quien iba a mirarse en su superficie.

Atrás se escuchan otras voces decir:

Vyvyan: Triste como Wilde al ver que, en vez de mirar en su fuente poema, ¡nos fuimos más bien a chapucear con Pessoa!

Cyril: Triste como Pessoa que nunca pudo publicar sus traducciones de Wilde, más bien.

Pero esa fuente… ¡quién la ve! Dizque cuál Narciso beautiful belo hermoso. Lo mismo diría Pessoa, que cuál poema original, sabiendo que nos zambullimos más bien en sus aguas suaves, que para nosotros son dulces. Que cuál Discípulo, le preguntamos aún a Wilde. ¿Y cuál maestro? 

Seguimos conversando y nos parece muy curioso que la gente vaya a leer nuestra traducción del poema de Wilde y diga “es que Wilde dice fuente, Wilde​ dice hermoso …". Y es que sí, Wilde dice, pero dice en nuestras palabras, porque Wilde no escribió en español, ni se metió a la piscina en Santa Fe de Antioquia, y tal vez no podía imaginar que sería él la fuente de [nuestros] placeres.

Pero sabemos que tanto Wilde como Pessoa pasaban bueno escribiendo, que se demoraban en escoger un pronombre[4], tachaban una palabra y ponían otra que servía mejor al poema, que el uno leía al otro y hasta le “copiaba" cositas…

Él nunca lo hubiera reconocido. Obvio. Pessoa no era de esos.

–¿Y es que Wilde Narciso era belo hermoso? –seguro habría dicho.[5]

Pero, y entonces ¿para qué lo traducía?

[1] Ver el poema en la figura 1. Esta es una recreación nuestra. Una reproducción del original y la transcripción pueden verse entrando al sitio de la Morgan Library de Nueva York: https://www.themorgan.org/collection/oscar-wilde/manuscripts-letters/18.

[2]Ver figura 2. Este poema lo tradujo Pessoa más o menos en 1913, con veinticinco años, y poco después de comenzar a leer a Wilde. Su traducción nunca fue publicada. Quedó, como tantas otras cosas, guardada en su baúl para la celebridad póstuma.

[3] Fácil pensar en el pueblo que queda antes de Santa Fe de Antioquia, pero hay razones que vinculan este municipio con el histórico patrono de la traducción (pista: La Vulgata).

[4] En la versión manuscrita del poema original de Wilde (ver figura 1) vemos cómo tacha los artículos 'thee' y los convierte en los posesivos 'your/yours'.

[5] Wilde fue, sin duda, una de las fuentes más provechosas de la originalidad de Pessoa, valga la paradoja. Fernando leyó a Oscar, lo tradujo y escribió sobre él casi de forma obsesiva; en suma, lo admiró intensamente. Sobre la relación entre ellos véase el primer capítulo de la tesis doctoral Um drama da crítica: Oscar Wilde, Walter Pater e Matthew Arnold lidos por Fernando Pessoa (Universidade de Lisboa, 2014).​​

La fuente, el espejo y la mirada atenta

«La práctica hace al maestro», dicen. Y traducir es una práctica de insistentes aproximaciones. La traducción y la escritura, como oficios de la literatura, se comportan de manera similar. Ubicadas una frente a la otra, como dos espejos que se miran, es difícil decir quién es reflejo y quién reflejado. 

Decidimos traducir el poema The Disciple (Oscar Wilde, 1894) y O Discípulo (Pessoa, c. 1913) y hablar de ese proceso en este espacio –de esta manera tan del siglo XXI– precisamente porque nos interesa escenificar nuestro argumento:

Entendemos la traducción literaria como un proceso de aprendizaje que nos permite entrar en contacto con una lengua como código lingüístico, pero también en toda una tradición artística y cultural que se desborda siempre hacia otras tradiciones, otras artes y otras lenguas. Tradición, traducción, traición: no son lo mismo, pero nacieron en cunas vecinas.

Entendemos la traducción como un prisma [6] que nos permite observar cada variación como un matiz de color que aporta a un significado más grande producido en la combinación de varios colores. La unidad contiene multitudes.

Entendemos la traducción, sobre todo, como un proceso divertido, formativo y dialógico –colectivo al fin y al cabo– donde el valor está en la inmersión en el texto, en el trazado del cauce de influencias y genealogías de la escritura, en el recorrido de los afluentes que irrigan un texto.

Como Pessoa –como Narciso–, nos miramos en las palabras de Wilde como fuente para nuestro proceso de aprendizaje. Wilde, como Narciso también, vive ahora tanto en el español como en el portugués en la condición de reflejo y fuente.

Vyvyan: Triste que la traducción literaria se vea reducida a un ejercicio automatizado que solo pasa por una máquina…

Cyril: ¡Triste uno ir a Santa Fe de Antioquia y no meterse a la piscina!

Algo nos dice que a esa piscina sí se metió León de Greiff, quien también leyó a Wilde, y que en otra traducción vio una charca donde nosotros pusimos la fuente. O entonces, parado sobre el Puente de Occidente, estaría pensando en el río Cauca, al que llamó “Narciso añejo".

 

Figura 3. Imágenes de la Revista Panida, n° 3, 1915, Sala Patrimonial Biblioteca Luis Echavarría Villegas de EAFIT.

 

A continuación, se puede ver un ejemplo de lo que hacemos en el semillero:

Columna 1: el poema original de Oscar Wilde en inglés.

Columna 2: nuestra traducción al español.

Columna 3: la traducción de Fernando Pessoa al portugués.​

Columna 4: nuestra traducción de la versión de Pessoa al español.

Columna 5: la​ traducción​ de León de Greiff.

 

¿Qué variaciones identificas? ¿Cuáles te parecen que funcionan mejor? ¿Por qué? ¡Envíanos tus comentarios, ideas e impresiones al correo ​semilleropotra@eafit.edu.co!

 

[6]Una de las teorías que más nos ha calado en el semillero es la propuesta por Matthew Reynolds en Prismatic Translation (2019), de donde entendemos la traducción como un acto multiplicatorio y plural en el que “traducciones diferentes se hacen por diferentes personas que trabajan desde distintos lugares y temporalidades" (p. 3).

[7] “El discípulo" fue publicado en la revista Panida en 1915. La traducción en la revista no está atribuida, pero en favor de una hipótesis de autoría degreiffiana apelamos a su gusto por las aguas narcisas (cf. De Greiff, 2004, pp​. 624-625) o a la “Pequeña balada riente de los sapos en las charcas", además de que un libro de obras de Wilde, en inglés, hace parte de su biblioteca particular, conservada hoy en EAFIT. Agradecemos al poeta Matías Godoy por las referencias líricas.

 

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¿Por qué no he podido comprar una casa?

​​​*Para el desarrollo de este contenido se contó con la asesoría técnica de integrantes del Laboratorio Financiero de la Universidad EAFIT, del Semillero de Investigación en Bufete Financiero, y del economista y profesor de Economía Internacional, Germán Tabares.

Autores:

Miguel Orlando Alguero Montaño y Magíster en Estudios Políticos.

Hace 10 o 15 años, comprar una casa en Colombia no era fácil, pero tampoco era una tarea titánica. Ahora, el panorama ha cambiado drásticamente por el alza de precios.

En 2005, una familia de clase media en Bogotá, Medellín o Cali, en un estrato cuatro, pagaba unos 63 millones de pesos por un apartamento de 65 metros cuadrados.

Para 2015, esa misma familia, si quería estrenar un apartamento parecido, tenía que desembolsar cerca de 167 millones. O sea, en 10 años, el precio se multiplicó por 2,6.

Ahora, en 2024, un apartamento nuevo de ese estilo tiene un precio promedio de 326 millones. En otras palabras, ese apartamento de 63 millones de hace casi 20 años hoy cuesta 5 veces más.

Por eso, en Medellín, por ejemplo, las ventas de vivienda nueva han caído más del 25%, según la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) y La Lonja, gremio inmobiliario más grande del país.[1] Entonces, ¿qué está pasando?

No hay ca(s)a para tanta gente

El déficit habitacional en Colombia es alarmante. Según cifras de Camacol,[2] cada año se forman cerca de 380.000 hogares nuevos, pero solo se están construyendo alrededor de 74.400 viviendas al año.

Para cerrar esta brecha, se necesitarían construir aproximadamente 520.000 casas anuales en los próximos 10 años y al menos 305.600 en la actualidad.

En 2013, que fue uno de los mejores años para el sector, se construyeron 270.000 viviendas, lo que muestra la enorme diferencia entre lo que se necesita y lo que se está haciendo.

Este déficit equivale a unos 5,28 millones de hogares que no tienen una vivienda propia en Colombia, entre 2023 y 2024. De estos, alrededor de 1,3 millones necesitan una casa nueva para salir de la pobreza.[3]

Si se sigue a este ritmo, el mercado no alcanzará a cubrir ni el 30% de las viviendas necesarias. Y ya lo sabemos: a menor oferta, mayor precio. Sí, consecuencias de la escasez.

Todo está (muy) caro

Otro factor clave en esta problemática es el costo de financiar una vivienda. Las tasas de interés para créditos hipotecarios en Colombia están entre el 15% y el 20%efectivo anual, según la Superfinanciera.[4]

Es decir, si se adquiere un crédito de 100 millones de pesos con plazo de financiación de 15 años, al cabo del periodo se estaría pagando al menos 325 millones de pesos. Es decir, se desembolsaría tres veces el valor prestado, si no realiza ningún abono anticipado.

Otro factor que ha afectado los precios de las viviendas es el costo de los materiales de construcción, como argumenta Mateo Rivera, magíster en economía de la Universidad EAFIT. Por ejemplo, el cemento, el acero y otros materiales han subido de precio debido a la inflación y a la falta de suministros.

Es el aumento generalizado y sostenido de los precios. Cuando la inflación sube, el poder adquisitivo disminuye. O sea, con la misma cantidad de dinero se puede comprar menos cosas que antes: la plata rinde menos. Por ejemplo, si antes un botella de aceite de cocina costaba 8000 pesos y ahora tiene un precio de 12.000, se debe pagar 1.5 veces más por el mismo producto​.​

También los hábitos de consumo también han cambiado. Los jóvenes adultos colombianos “prefieren ahorrar o endeudarse para viajar o comprar cosas, antes que pensar en comprar una casa propia", como explica Juan Manuel Cruz, especialista en Derecho Urbano.

Este cambio de prioridades refleja una adaptación a las realidades económicas, donde comprar una vivienda se ve como un objetivo difícil de alcanzar.

Todo esto sin contar que la falta de empleo estable y bien remunerado en el país es un dolor que afecta a la población.

Por ejemplo, de cada 10 trabajadores colombianos, casi 6 lo hacen desde la informalidad: sin un contrato formal, y sin aportes a salud y pensión.[5] Además, cerca de la mitad de las personas ocupadas laboralmente en el país ganan menos de un salario mínimo.[6]

[1] Quiceno, J. (2024). La compra de vivienda nueva en Medellín cayó 25% y los arrendamientos aumentaron 27%. El Colombiano. https://bit.ly/462b4Dm

[2] Casas, R. (2024). El déficit habitacional se cerraría con construcción de cerca de 520.000 casas anuales. La República. https://bit.ly/4bCq3oV

[3] Estimación del Departamento Administrativo Nacional de Estadística.

[4] Sánchez, V. (2024). Conozca cuáles son las mejores tasas de interés para adquirir vivienda propia en 2024. La República. https://bit.ly/461QEKK

[5] Ministerio del Trabajo. (2023). Políticas de empleo del Gobierno Nacional mantienen en un dígito la tasa de desocupación. Ministerio del Trabajo. https://bit.ly/4cPSjFw

[6] Casas Lugo, R. (2023). Más de 2,2 millones de personas ganan un salario mínimo, 9,9% del personal ocupado. La República. https://bit.ly/3Y1b6cT

¿Somos (los) únicos?

Si se compara la situación de Colombia con la de países como Perú, Chile, México y Brasil, hay diferencias y similitudes.

En Chile el acceso a la vivienda ha mejorado gracias a políticas de subsidios para la compra de casa nueva por cinco años, con el fin de entregar 260 mil unidades hasta 2026. Esto, en medio de una economía que creció 2,3% en los primeros tres meses del 2024 y una tasa de empleo informal de solo 25% aproximadamente.[7]

En Perú y México, aunque también se enfrentan desafíos, las tasas de interés para créditos hipotecarios son más bajas, lo que facilita un poco el acceso a la vivienda.

En Brasil, la situación es más parecida a la de Colombia, con un déficit habitacional significativo de 6 millones de hogares y altos costos de financiamiento.

¿Y (ahora)?

Esta es una problemática global con especial repercusión en América Latina, donde se acentúa especialmente en las principales urbes. Entre 1970 y 2000, la población en las ciudades de la región aumentó en 240%.[8]

Además, una de cada cinco personas en esta parte del mundo vive en asentamientos informales[9] y se estima que se necesitarían más de 30 años de ahorro en los hogares latinoamericanos para adquirir una vivienda.[10]

Ante este panorama, se necesita una gestión territorial integral a través de políticas públicas y planes de ordenamiento que mejoren tanto la infraestructura urbana como rural, implementar financiamiento e incentivos para proyectos sostenibles, y enfocar la planificación urbana en comunidades inclusivas y resilientes para todos los colombianos.

[7] América Económica. (2023). Informalidad laboral en Chile se elevó al 27,5% durante el cuarto trimestre de 2023. América Económica. https://bit.ly/3Wh1HMR

[8] UN HABITAT. (2012). Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe. UN HABITAT.

[9] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2021). Las ciudades y la vivienda brindan una oportunidad para transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe hacia uno más inclusivo, igualitario y sostenible. CEPAL. https://bit.ly/3zGjG6A

[10] Daude, C., Fajardo, G., Brassiolo, P., Estrada, R., Goytia, C., Sanguinetti, P., … Vargas, J. (2017). Crecimiento urbano y acceso a oportunidades: un desafío para América Latina. CAF. https://bit.ly/3zFHjMF

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Inventar es creer a ciegas en el futuro del mundo

Autor: Stiver Peña Guzmán

Comunicador de Nodo EAFIT

spenag3@eafit.edu.co 

Quienes hacen ciencia para desarrollar tecnologías innovadoras trabajan con la convicción de que, en el futuro, las soluciones que movilizan sus investigaciones serán escuchadas y aplicadas para resolver los problemas del mundo.

Para muchos científicos innovadores, sus proyectos se parecen a la idea de un equilibrista que inicia su camino sabiendo que hay un puerto seguro del otro lado.

Sin embargo, el viaje no siempre es lineal y muchas veces la sociedad o el mercado no están preparados para aprovechar el conocimiento o los inventos que apasionan a los científicos.​

Melissa Londoño Ávila, jefa de Transferencia de Tecnología y Conocimiento de EAFIT, reconoce que muchas iniciativas de innovación perecen antes de que el mercado las acoja: "el valle de la muerte es ese abismo en el que muchos desarrollos científicos y tecnológicos caen, sin lograr financiamiento, a pesar de su inmenso potencial".

A veces no basta con investigar e idear soluciones.

Además de las habilidades científicas, hay otras que también son necesarias para transformar el futuro, habilidades que se acercan más a las de un emprendedor.

Aunque se muevan los cimientos

Juan Carlos Botero, doctor en estructuras y docente investigador de EAFIT, ha dedicado años al desarrollo de una plataforma de monitoreo sísmico automatizado para edificios y estructuras. Su objetivo es aprovechar sensores para medir las vibraciones del suelo y detectar riesgos y daños potenciales para las construcciones.

Pese al reconocimiento que ha obtenido en seminarios y congresos, su iniciativa ha encontrado obstáculos que no permiten su aplicación a nivel industrial.

"Buscamos determinar cómo se mueven los edificios e identificar en tiempo real si hay algún riesgo o daño que pueda comprometer su integridad", explica el investigador.

Su investigación lo ha llevado a proponer cambios en las normas de sismorresistencia en Colombia, esperando que estas modificaciones beneficien la implementación de su tecnología y protejan la vida de muchas personas.

Sin embargo, el desinterés del sector privado –el cual suele preferir las inversiones de rentabilidad inmediata– ha retrasado la adopción de su desarrollo. "Es frustrante ver cómo una tecnología que podría salvar vidas y proteger edificaciones no se implementa por no estar aún en la norma", comenta Botero.

Mientras un automóvil actual tiene en promedio ciento cincuenta sensores que ayudan a conservar la vida de quienes viajan en él, un apartamento típico colombiano, que es uno de los patrimonios más importantes para muchas familias, no tiene un solo sensor que pueda anticipar riesgos y evitar tragedias.

“En Colombia se encuentra uno de los 'nidos sísmicos' del mundo, regiones que tienen una gran concentración de actividad sísmica, es decir, lugares en donde tiembla mucho. Está ubicado el municipio de Los Santos, Santander, y para prevenir el riesgo, tanto el sector privado como el gobierno y la academia tienen la tarea de unir esfuerzos para innovar más en sismorresistencia".

​​—​ Juan Carlos Botero Palacio, docente investigador de EAFIT.

De científica a emprendedora

Laura Sierra Zapata, doctora en ingeniería y bioprocesos, docente investigadora de EAFIT y fundadora de Astrolab Biotecnología S.A.S., ha comenzado a ver cómo sus ideas son acogidas por el mercado. Sierra ha trabajado en soluciones de diagnóstico y tratamiento para los microbiomas humano y animal que permiten entender cómo funciona el cuerpo y ayudan a comprender cómo interactúan los microorganismos con él, cómo afectan la salud y cómo podemos intervenir de manera más eficaz para prevenir y tratar enfermedades.

"Tuve que aprender a vender mi idea, educar al consumidor y encontrar aliados estratégicos en laboratorios clínicos", explica Sierra, quien debe alternar su trabajo en el laboratorio con las responsabilidades de ser emprendedora y líder de un equipo de trabajo.

Así, tiene la mira puesta en el microscopio y los datos, pero también en las oportunidades de promoción de su portafolio de servicios basados en conocimiento.

“La medicina está tendiendo hacia una mayor promoción de la salud. Mi trabajo podría resultar en que el microbioma, que es la comunidad de microorganismos que viven en nuestro cuerpo, se convierta en un biomarcador de nuestro estado de salud. Esto podría ser una realidad en el futuro cercano a través del desarrollo de tecnologías de uso rutinario".

​​—​ Laura Sierra Zapata, docente investigadora de EAFIT y fundadora de Astrolab Biotecnología.

Laura Sierra ha logrado algo crucial: hacer que su conocimiento sea relevante y útil para el desarrollo de una tecnología accesible para un público amplio. Mes a mes ve el crecimiento en la demanda de sus productos y servicios, aunque reconoce que aún queda un largo camino por recorrer.

"Es un esfuerzo continuo de educación y promoción, pero cada vez más personas y médicos reconocen la importancia del microbioma en la salud", destaca.

El desafío de ser un científico emprendedor

No basta con esperar a que el mercado esté dispuesto a escuchar. Los científicos deben ir más allá de la investigación, la ideación de soluciones y la divulgación. Necesitan desarrollar habilidades ligadas al mundo del emprendimiento que les permitan llevar sus innovaciones al mercado y hacerlas accesibles para la sociedad.

Las historias de Juan Carlos Botero y Laura Sierra muestran cómo los científicos son pioneros que hacen preguntas que el mercado muchas veces no anticipa y, a veces, parecen querer eludir.

Los altos costos, la ausencia de normas que exijan su avance para el beneficio común y la actitud centrada en retornos rápidos a la inversión son desafíos que solo algunos científicos y emprendedores de base tecnológica se atreven a enfrentar.​

Conoce más ideas y experimentos que salen del laboratorio para convertirse en soluciones innovadoras para el futuro.

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El suelo del Suroeste antioqueño: una historia de relaciones y “bichos” incomprendidos

Autor: Juan Carlos Luján Sáenz.

Periodista, Magíster en Comunicación Transmedia

​jlujans@eafit.edu.co 

El suelo es un pilar de los procesos ecosistémicos. En un suelo sano ocurren las relaciones que hacen posible la buena salud de todos los seres vivos, incluidos los seres humanos. El Observatorio de Suelos y Ecosistemas del Suroeste Antioqueño (OSESA), liderado por EAFIT, busca monitorear la salud de los suelos y los ecosistemas de esta región biogeográfica, donde se está presentando un cambio acelerado, de una vocación agrícola a una habitacional. Es importante volver los ojos al suelo.​

¿Alguna vez te han suministrado penicilina para combatir una infección? Puede que algún día la necesites para estar sano, y te la apliquen por vía oral, intravenosa o intramuscular. Antes de la aparición de este antibiótico, la gente, en especial los niños, morían con frecuencia por infecciones bacterianas.​

Fue en 1928 cuando el científico escocés Alexander Fleming descubrió la acción bactericida de un moho dentro de un cultivo bacteriano. ¡De un moho!​ , o como lo llama el biólogo Nicolás Montoya Rojas, “un bichito del suelo".​

Nicolás Montoya dice que el mismo suelo que pisas cuando sacas al perro a pasear todos los días, lo vemos como la mugre que se nos pega de los zapatos. Sin embargo, pocas veces observamos y escuchamos la vida que emerge de él. Aunque lo vemos claramente, entendemos poco de todo lo que sucede en él, es como una caja negra.​

¡Ojo a lo que pisas!​

Una porción de suelo se parece a una ciudad con sus habitantes, infraestructura y conexiones. Esa es la semejanza que usa Nicolás Montoya con los aliados y clientes de SaBio, un emprendimiento que fundó a partir de su trabajo de grado como biólogo en EAFIT.​

Esta empresa de base científica es una de las aliadas del Observatorio de Suelos y Ecosistemas del Suroeste Antioqueño (OSESA), liderado por EAFIT, y del que también hacen parte organizaciones como Comfama.​

OSESA nació a comienzos de 2024 bajo el liderazgo del investigador Nicolás Pinel Peláez, profesor de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT. Allí, los que tienen bien puestos los pies sobre el suelo –o bueno, sobre la tierra– estudian lo que sucede en municipios como Valparaíso, Támesis y Tarso, en la Provincia Cartama, en el Suroeste antioqueño.​

Lo que busca el observatorio es establecer una línea base y monitorear la diversidad biológica de estos territorios para identificar posibles vacíos o ausencias de algunos grupos biológicos y de relaciones ecosistémicas que deberían estar en ese suelo.​

¿Quiénes se la llevan bien?​

El profesor Nicolás Pinel explica que las plantas han evolucionado durante casi trescientos cincuenta millones de años a partir de las relaciones que establecen con bacterias, hongos y otros organismos que habitan en el suelo.​

Si, por ejemplo, una planta necesita molibdeno para sus procesos biológicos, buscará estimular la relación correcta con un organismo que movilice este mineral esencial desde el suelo para poder tener la cantidad que requiere, cuando la requiera.​

El suelo, un sistema complejo, es mucho más que la mugre que se nos pega en los zapatos.​

​“OSESA toma una foto del territorio mediante el estudio de los suelos –en este caso del Suroeste Antioqueño– para mirar dónde están y qué están haciendo los bichitos de esos​​ suelos en un instante preciso, cómo se relacionan entre sí, o cuáles no están presentes, lo cual, en algunos casos, podría afectar la salud del ecosistema".​

​​—​ Nicolás Montoya Rojas​​, Biólogo de EAFIT y cofundador del​ OSESA.​

El reto es entender el suelo como el pilar del paradigma de la “buena salud". La salud del suelo es necesaria para la salud animal, la salud humana y la salud ambiental. Si algo busca OSESA es que el suelo y los procesos ecosistémicos que emergen de él, hagan parte central de la conversación sobre las transformaciones del Suroeste antioqueño.​

Sanar el suelo​

Para sanar el suelo hay que buscar soluciones en la naturaleza. Para el profesor Nicolás Pinel, el camino es fomentar las relaciones que ya sabemos que existen en el suelo y en los ecosistemas saludables para que estos puedan encargarse de garantizar, por ejemplo, una alimentación sana y un sistema alimentario resiliente.​

“Las plantas que nos sirven de alimento crecen en un contexto de relaciones. Ellas producen los fitoquímicos –que para nosotros son antioxidantes y anticancerígenos– para defenderse de los patógenos que las atacan", explica el investigador. ​Gracias a las relaciones complejas que existen entre las plantas y otras formas de vida se fortalece todo el sistema. Esto, por extensión, beneficia en gran medida a los seres humanos.​

“Estudiar la salud del suelo es estudiar un sistema complejo, porque en el suelo se manifiestan cinco variables distintas: la geología –formación de los suelos–, la topografía –configuración de la superficie–, el clima, los fenómenos biológicos y el tiempo. Si no partimos de la salud del suelo, no le apuntamos al concepto de salud en los ecosistemas".​

— ​​Nicolás Pinel Peláez, doctor en Microbiología y docente investigador de la Universidad EAFIT.​

En el trópico​

¿Qué es un suelo sano en el Suroeste? Como lo subraya el biólogo Nicolás Montoya, el contexto es determinante para estudiar la salud del suelo, pues no es lo mismo estudiar un suelo de Antioquia que, digamos, uno de los Países Bajos.​

En nuestro caso, el objetivo es entender los suelos tropicales, desde las selvas húmedas hasta los páramos. También los suelos fértiles y aquellos en los que se depositan los registros fósiles de nuestro país. Cada suelo ofrece oportunidades de descubrimiento y aprendizaje únicas.​

Además, es preguntarse por los cambios en el uso del suelo. En la Provincia Cartama, al Suroeste de Antioquia, la vocación agrícola y los bosques han perdido terreno frente a la ciudad-pueblo, y uno de los objetivos de OSESA es proporcionar las herramientas y el soporte científico para decidir qué acciones tomar durante este proceso.​

De ahí la importancia de la participación del sector público y privado en esta sinergia liderada por la academia. Con su empresa SaBio, por ejemplo, Nicolás Montoya entrega herramientas a productores agrícolas para monitorear, entender y mejorar sus suelos.​

Pala, cámaras y datos​

¿Cómo trabaja un observatorio de suelos y ecosistemas? Es toda una expedición científica y tecnológica que incluye salidas de campo, toma de muestras de suelo y fotografías de distintos tipos de cobertura vegetal: bosque nativo, bosque degradado, pastura, pastura afectada por ganadería, pastura recuperada con ganadería y cultivos de aguacate y de cacao, entre otros.​

A esto se le suman el uso de datos de fuentes secundarias y la modelación de los suelos, el clima, los cambios de cobertura y las transformaciones del ecosistema. Toda esta información se analiza, se convierte en conocimiento y se presenta a diversos actores que necesitan comprenderlo y tomar decisiones sobre el territorio.​

Suelo y cambio climático​

Una preocupación sobre el buen uso del suelo es cómo se mitiga y cómo se adaptan los ecosistemas al cambio climático. "Gran parte de los problemas que tenemos hoy en la atmósfera terrestre se deben al mal manejo del suelo", explica el investigador Nicolás Pinel, para quien no hay mejor estrategia ante el cambio climático que fortalecer la salud del suelo.​

Un terreno con una buena cobertura vegetal aumenta la cantidad de carbono orgánico capturadodesde la atmósfera. Además, durante tiempos de sequía, los suelos con más materia orgánica retienen mejor la humedad. ​Si, por el contrario, el suelo está descubierto, se libera gas carbónico, lo cual aumenta el efecto invernadero y contribuye al aumento de la temperatura global promedio.​

El suelo tropical sano es biodiverso y tiene relaciones saludables que repercuten también en la salud humana. Como dice Nicolás Montoya, el suelo es el resultado de todo lo que pasa sobre él y de todo lo que pasa dentro de él.​

El microbioma o “comunidad de bichitos" del suelo tiene mucho que enseñarnos sobre la salud. Sus formas de relacionarse tienen eco en la superficie y en la atmósfera, y en la vida de cada uno de nosotros.​​

 

Divulgación científica estudiantil

Sebastián Correa es estudiante de Biología y coordinador del Semillero de Investigación en Microbiología y Astrobiología de EAFIT. Junto a sus compañeros de carrera adelanta el proyecto de investigación formativa Posicionamiento de los microorganismos como actores fundamentales para el mantenimiento de los bosques andinos a través de la divulgación científica.

El trabajo lo hacen en la Reserva El Globo, ubicada en La Cuchilla, en el municipio de Támesis. Allí, han tomado muestras de suelo que hacen parte del conjunto inicial de datos de OSESA.

“La estrategia de divulgación incluye una ruta guiada para visitantes, estudiantes y turistas en la Reserva El Globo, donde aprenderán sobre las diferentes relaciones entre los microorganismos del suelo y cómo estas influyen en otras formas de vida, como las orquídeas. También aprenderán sobre el proceso geológico de formación de la cordillera de los Andes y todo esto se conectará con contenidos audiovisuales para internet y con publicaciones científicas”.

Sebastián Correa Gallego​, estudiante de Biología EAFIT.

El reto actual del semillero es divulgar el rol de los microrganismos en las interacciones biológicas de los Andes tropicales, un escenario privilegiado para comprender la biodiversidad del país.

 

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La ciencia en las manos

Imaginantes de mundos en la divulgación científica.

En este texto exploramos la representación de las personas con discapacidad en la divulgación científica.[1]

Esto incluye a aquellas personas que, a partir de una condición física, psicosocial, intelectual o sensorial, se encuentran con barreras que puedan impedir, en el largo plazo, su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.

Si lo consideramos una oportunidad, este puede ser el inicio de la construcción de acciones de divulgación científica en la ciudad y en el país ejecutadas por personas que encarnan la diversidad.

Por eso, aquí incorporamos algunas voces de aquellas personas que enfrentan desafíos cotidianos y, con su trabajo y posiciones de incidencia, luchan para facilitar su resolución y abrir espacios para poder vivir plenamente, ya que esta población vive el encierro desde todas las miradas, la privación de sus voces, de sus señas y de sus voluntades. Aún así, quiere salir al mundo.

Contexto

La comprensión de la discapacidad está influenciada por el contexto histórico. Se plantean tres modelos: el modelo médico, el modelo social y el modelo de la representación.

Por un lado, está el modelo médico, en el que la discapacidad se ve como una desviación de la norma biológica que necesita ser corregida o mitigada para que la persona pueda funcionar dentro de los parámetros considerados "normales" por la sociedad.

En los años sesenta emerge el segundo modelo: el modelo social de la discapacidad. Este modelo marca un punto de inflexión en su comprensión, ya que cuestiona la percepción tradicional que centra la discapacidad en la persona y sitúa el problema en un entorno que no realiza los ajustes razonables.

Este cambio de perspectiva ha llevado al desarrollo de enfoques innovadores en el diseño de espacios y experiencias accesibles. Algunas empresas que se especializan en diseño universal ejemplifican este avance. BUA, por ejemplo, se dedica a crear productos, espacios y experiencias con un enfoque en diversidad, equidad e inclusión (DEI). La premisa es que el diseño de espacios físicos y experiencias tradicionales tiende a ser excluyente, y que simplemente pertenecer no es suficiente; es crucial asegurar una representación adecuada.

Las voces

Los medios de comunicación que se dedican a divulgar la ciencia juegan un papel crucial en la transformación. En el cine, por ejemplo, la falta de representación de personas con discapacidad contribuye a su invisibilidad y cuando se les representa desde una perspectiva inspiracional se perpetúan estereotipos y se refuerza su exclusión.

Por tanto, el último paradigma, centrado en la representación, propone pasar de la inclusión a la participación. Aquí, los medios de divulgación científica son actores fundamentales en los procesos de comprensión acerca de la diversidad. Son los llamados a plantear una estrategia de comunicación y divulgación que rompa con varios mitos asociados.

Hasta este momento, hemos explorado poco la conexión entre la divulgación científica y la población con discapacidad. Esta omisión se debe a que, hasta ahora, nos encontramos frente a una hoja en blanco, un espacio por llenar.

Bien es cierto que existen algunos avances en la ciudad, pero el desafío está en avanzar más allá de la mera accesibilidad. Para ello, hay que reconocer que, históricamente, las personas con discapacidad han sido presentadas de forma despectiva, lo cual impide la comprensión de su realidad.

Durante más de cincuenta años, en Colombia existió el régimen de interdicción, el cual despojó a las personas con discapacidad de sus derechos e hizo que terceros tomaran decisiones en su nombre, vulnerando su autonomía.

“Hoy no se les ata físicamente las manos a las personas sordas, pero se les excluye de los grandes debates del país, se les considera sujetos pasivos, a lo sumo receptores de información en una lengua ajena a la suya. Establecer un diálogo con esta población sería un gesto de reparación histórica", como lo dijo Arturo Charria, politólogo y literato.[2]

Corporación Parque Explora, con modelos táctiles para personas ciegas

Universidad EAFIT, con la elaboración de contenidos con representación de la población

​Universidad de Antioquia: gracias al activismo de las comunidades sordas, cuenta con más de treinta intérpretes de lengua de señas colombiana, e​studiantes sordo señantes en la UdeA

[1] Hemos decidido utilizar este término, dado que los entrevistados generalmente lo emplean. Sin embargo, existe el término diversidad funcional. En el contexto colombiano, esta denominación invisibiliza los ajustes necesarios. Este término surge en un entorno en el que hablar de “diversidad" es más natural y hay más accesibilidad. Tampoco consideramos otro término existente, “disca", acuñado por Diana Vite Hernández, que busca eliminar la discusión sobre la “capacidad". Además, “discapacidad" es como lo ha establecido la convención sobre los derechos de esta población.

[2] Charria, A. (24 de febrero de 2016). La paz también es con los sordos. El Espectador. 

La paz también es con los sordos

 

 Perspectivas anticapacitistas en la divulgación científica 

Aquí se enunciarán algunas ideas que nos permitirán pensar la divulgación desde la representación.

  1. Percepción: el primer paso es cuestionar nuestras percepciones sobre la población con discapacidad. Debemos abandonar el modelo lastimero o de admiración, ya que ambos son igualmente dañinos.
  2. Contexto: cuestionar cuáles son nuestros grupos de interés permite definir el compromiso con la accesibilidad, que es un derecho, no una opción. Los avances en la terminología y la comprensión de la diversidad funcional son significativos, pero es necesario un esfuerzo mayor en la educación de la sociedad con respecto a las situaciones anexas a la diversidad.
  3. Medios: la accesibilidad a convocatorias e información es crucial para la participación activa. Es importante utilizar diversos medios y enfoques, y explorar nuevas formas de comunicación. Para esto se deberá:
    Incluir interpretación a lengua de señas colombiana y formar a personas sordas para que presenten estos contenidos.
    Adaptar los textos a lectura fácil para garantizar la comprensión, validando estos contenidos con personas con discapacidad intelectual.
    Agregar textos alternativos a contenidos audiovisuales para permitir el acceso a personas ciegas con sus lectores de pantalla.
  4. Necesidades: es fundamental acercarse a las comunidades para entender sus requerimientos y deseos y explorar de manera colaborativa. Es usual que, en muchos proyectos de ciencia y tecnología –en los cuales está asociado un ser humano dentro de sus procesos de creación o experimentación–, los investigadores no tengan en cuenta una mayor diversidad del público. Falta entrenamiento para que los investigadores tengan en cuenta estos aspectos, y para que los consideren no como un criterio importante, sino como uno necesario.

En suma, la práctica de la divulgación científica implica un análisis de nuestros prejuicios para dar lugar a voces subrepresentadas, evitando caer en el exotismo y la instrumentalización.

En la búsqueda de una sociedad equitativa, es imperativo que las personas con discapacidad no solo sean incluidas, sino que también lideren y definan los espacios: pasar de la inclusión a la participación activa y significativa. Esto no solo enriquece el conocimiento, sino que también desafía y redefine las estructuras tradicionales que perpetúan la exclusión.

Al romper con los modelos capacitistas y abrir paso a la representación, avanzamos hacia un futuro en el que la ciencia está verdaderamente cada vez más cerca de nuestras manos.​​

Este artículo fue posible gracias a los referentes transgresores y disruptivos que inspiraron su contenido:

Juanpish, activista e influencer, con quien podrás dialogar sobre sexualidad y discapacidad, trabajo social, luchas de la población LGTBIQ+ y mucho más. Síguelo en redes como @juan.pish.

Adriana Villa, ingeniera biomédica especializada en rehabilitación, magíster en Ingeniería con énfasis en Diseño de EAFIT.

C​​arl​os Mario Jaramillo, persona ciega y cisgénero, abogado, especialista y magíster en Seguridad Social. Docente de posgrado en el CES y en EAFIT y miembro del Equipo de Discapacidad de la Secretaría de Inclusión Social y Familia de Medellín.

Cristian Andrés​ Díaz León, jefe del pregrado en Diseño Interactivo, doctor en Ingeniería de la Universidad EAFIT, magíster en Informática de la Universidad EAFIT e ingeniero biomédico de las universidades EIA y CES.​​​

Texto:

María Antonia Soto Sánchez, magíster en Educación Inclusiva e Intercultural.

 

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La ciencia en el corazón de todos

Mayo 2, 2022

Antonio Copete, Vicerrector de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Apreciados lectores de la Revista Universidad EAFIT “Descubre y Crea",

Es un gusto poder dirigirme a ustedes nuevamente a través de esta nota editorial, de un número de la revista que no solamente marca un giro importante en enfoques, contenidos y formatos, como ventana a la actividad científica e investigativa que realiza nuestra comunidad eafitense, sino también como reflejo del proceso de transformación institucional en el que nos encontramos, incluyendo el de nuestro sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI).

Como bien lo apuntábamos en nuestro número anterior, la transformación del sistema de CTeI se fundamenta en una concepción integral de las Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación (ACTI) que realizamos en EAFIT, que buscamos que se articulen de una manera horizontal e interdependiente, es decir, que nuestro éxito en una de estas actividades –como lo es la investigación– necesariamente dependa del éxito en las demás. El nombre que ahora lleva por más de un año nuestra Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación es símbolo de una transformación que continúa liderando nuestra rectora, Claudia Restrepo, y que se ha dado de la mano con transformaciones paralelas en Escuelas, Centros de Estudios e Incidencia, y otras áreas de soporte, entre muchas dependencias que trabajan por el fortalecimiento de nuestro sistema de CTeI.

​“Y en el centro de todo este trabajo sigue estando siempre nuestra gente, nuestra comunidad eafitense que dinamiza y genera impacto en nuestra sociedad, al tiempo que individualmente crecen en su propia ruta del conocimiento".​

Entre muchos avances importantes, es de especial agrado compartir la creación del Laboratorio de Divulgación Científica, como área adscrita a la Vicerrectoría de CTeI, y que desde un conocimiento profundo y sistemático de la actividad científico-tecnológica de la universidad busca visibilizar ante públicos externos e internos, la diversidad, la importancia y la sofisticación de estos avances. Como lo hemos declarado en nuestro propósito, buscamos poner la ciencia en el corazón de todos. Más que generar cierto número limitado de productos sin una conexión coherente ni un propósito superior, la misión de esta área será la de generar estrategias a través de la conjunción de recursos comunicativos que atraigan a una gran variedad de públicos, y se conviertan en una fascinante puerta a la Apropiación Social del Conocimiento. 
La imagen de esta transformación en enfoques y visiones en nuestra estrategia de divulgación científica se refleja en este número de Descubre y Crea, en el que de manera intencionada mostramos desarrollos y perspectivas en cada una de las actividades comprendidas en nuestro sistema de CTeI: Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación, Apropiación Social del Conocimiento y Formación en CTeI. Sumado a esto, incluimos perspectivas a nivel transversal y sistémico, como las relacionadas con el desarrollo del Distrito de Ciencia, Tecnología e Innovación de Medellín, un proyecto de ciudad en el que como EAFIT hemos buscado tener un rol de liderazgo, en línea con nuestro compromiso con el desarrollo del sector en la ciudad, la región y el país. De esta manera, los cientos de proyectos de CTeI que como institución desarrollamos cada año, y de los que este número sólo recoge una muestra representativa, se comprenden como la materialización de una estrategia coherente y ambiciosa, de naturaleza transdisciplinar, y que busca ser más que la suma de sus partes.

Y en el centro de todo este trabajo sigue estando siempre nuestra gente, nuestra comunidad eafitense que dinamiza y genera impacto en nuestra sociedad, al tiempo que individualmente crecen en su propia ruta del conocimiento. Desde los niños, niñas y adolescentes que participan en la Universidad de los Niños y son nuestros primeros investigadores, hasta los profesores que con su pasión y excelencia producen resultados transformadores en la frontera del conocimiento de sus respectivas disciplinas, de cara a nuestra sociedad y a las organizaciones con las que trabajamos, al tiempo que forman las próximas generaciones de profesionales e investigadores.

Reciban un cordial saludo, con el deseo sincero de que disfruten de este número tanto como nosotros hemos disfrutado en hacerlo.​

Antonio Copete, Vicerrector de Ciencia, Tecnología e Innovación

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Tecnologías para comprender lo que se filtra por la nariz

Ciencia y desarrollo tecnológico para la gestión ambiental del Área Metropolita​na.

Autor: Jonathan Montoya Corre​a​

Periodista, Magíster en Comunicación Transmedia.

jmonto74@eafit.edu.co​​

Ilustración: Carolina Arango Hurtado​.

carang25@eafit.edu.co​ 

La forma más común de estudiar la contaminación del aire es con sensores en tierra que miden las emisiones de origen natural y humano que llegan a la altura de nuestra nariz.

Sin embargo, la atmósfera terrestre es mucho más extensa: llega hasta los 10.000 kilómetros de altura.

Por eso, investigadores y profesores de la Universidad EAFIT, en alianza con otras universidades de Colombia, van más allá para comprender las partículas contaminantes en el aire, gracias a herramientas ópticas, matemáticas y computacionales, que aportan información y metodologías valiosas para la gobernanza ambiental y la gestión del riesgo.​​​

Cada nueve nanosegundos se dispara un rayo láser hacia el cielo. Cada pulso de luz choca con diversas partículas suspendidas en la atmósfera,​ transformándose, cambiando su dirección y longitud de onda. Todo esto lo observa un telescopio en tierra y luego analiza un computador de alto desempeño.

Este método permite estimar la altura de las partículas contaminantes, su cantidad, su forma y su composición química. En resumen, el rayo láser detecta la polución del aire a una escala mucho mayor que la que pueden los sensores en tierra.

Todo esto es posible gracias a una tecnología llamada LiDAR (por su nombre en inglés: light detection and ranging), un sistema de medición y detección de objetos mediante láser, que es uno de los instrumentos empleados en el programa de investigación aplicada 4Dair.

​"La diferencia entre estudiar la calidad del aire y la polución atmosférica es que la primera se refiere a lo netamente urba​no, a una ciudad como Medellín, por ejemplo. La segunda busca entender el fenómeno a ni​vel macro, con todos sus impactos locales, nacionales, regionales e internacionales"​.

​​—​ Elena Montilla Rosero, investigadora líder del Proyecto 4Dair en EAFIT.

 El proyecto 4Dair

Pronunciado en inglés for the air, “4Dair" es un juego de palabras que significa “por el aire". Este programa de investigación, financiado por MinCiencias, busca entender la polución atmosférica en las ciudades de Bogotá, Medellín y Cali. Participan profesores de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT​, en alianza con académicos de las universidades Nacional, La Salle y del Valle.

Desde EAFIT, 4Dair está liderado por Elena Montilla Rosero, doctora en ciencias físicas e investigadora del Grupo de Óptica Aplicada. El programa se desarrolla en tres fases: la primera comprende el desarrollo de tecnologías de medición y estimación, la segunda implica la caracterización química de materiales particulados en la atmósfera a partir de técnicas geoambientales y la tercera propone modelos matemáticos para predecir estos fenómenos en el futuro.

Además de la tecnología LiDAR, el programa 4Dair despliega otras tecnologías convergentes aplicadas al estudio y a la toma de decisiones sobre la contaminación atmosférica de las ciudades ubicadas en el valle de Aburrá y de otras áreas metropolitanas del país.

Sensores in situ, instalados en puntos estratégicos del valle de Aburrá y de otras ciudades del país. Están dotados con sensores de gases y de partículas contaminantes y fueron desarrollados por la spin-off de EAFIT Simple Space, la misma que en 2018 lanzó un microsatélite espacial creado a partir de una lata de gaseosa.

Espectómetro solar (DOAS), ubicado en la terraza del Bloque 38 de EAFIT, recibe la radiación solar y, a partir de técnicas de óptica aplicada, determina la concentración y composición química de los gases contaminantes de la atmósfera. Esta tecnología fue desarrollada por la Universidad del Valle, una de las instituciones aliadas del programa 4Dair.

Estudiar la contaminación atmosférica requiere de un análisis multidimensional; no es un problema exclusivo de una ciencia. Es por eso que en el programa 4Dair convergen la física, las matemáticas, la geología ambiental y la biología, que son integradas gracias a la ingeniería y aplicadas al desarrollo tecnológico, la innovación y la apropiación social del conocimiento.​

Cada año, según indicadores de la Organización Mundial de la Salud, se producen alrededor de siete millones de muertes en todo el mundo debido a la contaminación atmosférica. Unas trescientas mil solo en el continente americano. 

La ruta del dato

El programa de investigación 4Dair busca generar conocimiento e información pertinente para la vigilancia atmosférica y la toma de decisiones por parte de las autoridades ambientales y la ciudadanía.

Además, podría complementar la capacidad tecnológica del Sistema de Alertas Tempranas del Valle de Aburrá (SIATA).

Este sistema ayuda a identificar y predecir la ocurrencia de fenómenos, naturales o provocados por el ser humano, que pueden alterar las condiciones ambientales de la región, suponiendo riesgos para la vida.

Para eso, SIATA vigila y analiza una gran cantidad de datos sobre el clima, la meteorología y la hidrología del valle de Aburrá las veinticuatro horas de los siete días de la semana, lo cual permite entender los fenómenos y contribuye a la prevención de situaciones de riesgo. La ruta es la siguiente:

Ocurrencia del fenómeno → Monitoreo y generación del dato → Transmisión del dato → Análisis del dato → Generación de información relevante para las comunidades a partir del dato → Entrega de información a las comunidades y autoridades ambientales → Divulgación científica alrededor de la información → Evaluación del impacto de la información.

SIATA es un proyecto estratégico para la gestión ambiental y de riesgos del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y la Alcaldía de Medellín, operado por la Dirección de Innovación y Desarrollo Tecnológico de EAFIT. Pone al servicio de la ciudadanía del segundo centro urbano más poblado de Colombia toda la capacidad de generación de nuevo conocimiento, desarrollo tecnológico e innovación social de la universidad y sus aliados académicos, gubernamentales y sociales.

“¿Cómo lo hacemos? A partir del conocimiento profundo de lo que pasa en el ecosistema de ciencia, tecnología e innovación (CTeI) del país y lo que sabe hacer la comunidad investigadora de EAFIT para solucionar problemas concretos. Detectamos necesidades en el entorno y las conectamos con nuestras capacidades de CTeI".

​​—​ Camilo García Duque, director de Innovación y Desarrollo Tecnológico de EAFIT.

Tecnología para decidir​

La operación de un proyecto estratégico como SIATA ha evidenciado las capacidades científicas de la Universidad EAFIT en temas de meteorología, hidrología, generación de dispositivos y sensores de monitoreo ambiental con internet de las cosas, y divulgación y apropiación social del conocimiento para la toma de decisiones, así como el constante desarrollo de tecnologías convergentes que facilitan la captura, transmisión, procesamiento y analítica de datos.

Todo esto ha contribuido a la comprensión de los fenómenos complejos que intervienen en la gestión ambiental de un territorio como el valle de Aburrá.

La ruta nos lleva desde los fenómenos de la naturaleza hasta su comprensión, gracias a la tecnología y a la toma de decisiones basadas en la evidencia. La ciudadanía y las autoridades demandan mejores herramientas e información pertinente para poder gestionar mejor los sistemas naturales y los riesgos ambientales de sus territorios.​

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