Tendencias y retos para unir conocimiento científico y saber social

Marzo 22, 2021

El V Encuentro de Investigadores de EAFIT permitió conocer experiencias internacionales y de la propia Universidad en el área de apropiación social del conocimiento, así como analizar cómo y por qué es necesario profundizar el diálogo ciencia–sociedad.

Juan Gonzalo Betancur, Editor Revista Universidad EAFIT.

EAFIT han realizado una importante cantidad de proyectos en los que la sido exitosa la interacción de sus académicos y científicos con la sociedad. Su objetivo ha sido tan sencillo como profundo: involucrar a personas, organizaciones y comunidades no científicas en los procesos de generación de nuevo conocimiento, así como acercarlos a los resultados mismos de las investigaciones.

Las experiencias van desde programas de alto impacto como Universidad de los Niños hasta series radiales como la titulada Con la ciencia en la cabeza o la exposición Incomprendidos, que en 2019 unió la biología y la física en un montaje didáctico y lúdico.

También se han realizado y se siguen haciendo eventos culturales como la Serieclub Cuatro Ojos, que analiza algunas de las series de televisión más populares del momento, y las obras de teatro y los conciertos didácticos sobre ciencia que pusieron a personajes como Sócrates o Galileo como protagonistas.

Y, por supuesto, los proyectos de investigación de hondo calado que también han tenido componentes fuertes de apropiación, como la Expedición Colombia BioAnorí, que descubrió para la ciencia 14 nuevas especies de animales y plantas; Sin bata y con botas, diálogo de saberes en el Parque Natural Nacional Las Orquídeas y, más recientemente, las Georutas graníticas en el Museo Histórico del municipio de El Peñol.

Trabajos como esos, y muchos otros realizados en todas las escuelas de la Universidad, han evidenciado la responsabilidad de investigadores que, desde la planeación misma de los proyectos, han incluido momentos de interacción e intercambio de saberes y experiencias con comunidades o públicos diferentes a los de su círculo especializado.

En ese sentido, hay un camino ganado en la perspectiva de avanzar en esa relación. Pero, ¿cómo profundizar ese diálogo ciencia–sociedad y llevarlo a tantos otros proyectos de descubrimiento y creación que podrían tenerlo?

Esta pregunta fue uno de los ejes articuladores del V Encuentro deInvestigadores de EAFIT, realizado el 16 de febrero de 2021. La reunión permitió discutir sobre las tendencias y retos en torno a la apropiación social del conocimiento y proponer una reflexión que busca motivar a que la labor investigativa vaya también en esa línea de acción.

Hacer transferencia del conocimiento

"Lo que queremos con este espacio es tener la posibilidad de dialogar activamente alrededor del poder de investigar, de preguntarnos, de hacer transferencia de conocimiento y poder, a través de la indagación, ir más allá", manifestó Claudia Restrepo Montoya, rectora de EAFIT, en la apertura de este encuentro académico.

El evento se realiza cada semestre bajo la organización de la Vicerrectoría de Descubrimiento y Creación, como un espacio de encuentro y conversación entre todos los actores que participan en las labores de investigación dentro de la Universidad.

El vicerrector encargado de Descubrimiento y Creación, César Tamayo Tobón, resaltó la pertinencia de la discusión y expresó que "una las formas en que podemos medir la madurez de las instituciones y las organizaciones en su actividad de descubrimiento y creación es con la seriedad que se toma la apropiación social del conocimiento. EAFIT ha recorrido un camino más o menos largo, ya llevamos casi una década en que empezamos a volcarnos hacia todos estos procesos".

En dos conversaciones con profesores que conocen del concepto y lo han llevado a la práctica, se abrió un debate que se espera continúe dentro de los distintos grupos de investigación que tiene no solo la Universidad, sino otras instituaciones de educación superior y centros de investigación. A continuación, las principales conclusiones de esos diálogos.ica primero. Esas escalas de tiempo corresponden a dicho propósito”.

EAFIT estructura su propio esquema de trabajo

Como parte de su responsabilidad al generar conocimiento científico y artístico, la Universidad EAFIT empezó a definir el que será su “Subsistema de apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación”. La estrategia va más allá de responder a los lineamientos que ya empezó a trazar el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación; en realidad, surgió de la convicción institucional de darle la importancia que merece a la relación ciencia–sociedad.

El documento que define esta propuestra de trabajo es claro en afirmar que “todo grupo social que se precie de ser democrático debe garantizar que la ciudadanía incida y participe en las dinámicas de gestión, producción y aplicación del conocimiento”. Por eso, convoca a la empresa, al Estado, la academia y la sociedad civil a dialogar e intercambiar sus saberes, conocimientos y experiencias, “promoviendo entornos de confianza, equidad e inclusión para transformar sus realidades y generar bienestar social”.

Para Ana María Londoño, jefe de la Universidad de los Niños de EAFIT y articuladora del subsistema, uno de los primeros pasos hacia esa meta es conseguir que en todo proceso de investigación sea transversal el componente de la apropiación, pues esto puede movilizar una cultura institucional que tenga por principio que al investigar se involucre a la sociedad como un actor relevante y legítimo.

Objetivos del subsistema

El documento Sistema de Descubrimiento y Creación – Sembrar interacciones para generar conocimiento, elaborado por la Vicerrectoría de Descubrimiento y Creación, establece que son cinco:

 Analizar las estrategias de apropiación social del conocimiento de los proyectos de investigación de la Universidad y acompañar a los grupos de investigación para desarrollar e implementar sus estrategias.

Ejecutar proyectos de apropiación en las distintas dimensiones que incluye el concepto (comunicación, participación ciudadana, intercambio y gestión del conocimiento, transferencia).

Participar y aportar en la constante discusión frente al concepto de apropiación social del conocimiento, su puesta en marcha en el contexto local y en la formación de los actores involucrados en su ejercicio.

En articulación con el Sistema de Aprendizaje, formar capacidades en los investigadores en formación de la Universidad EAFIT en relación con la apropiación social del conocimiento.

5.Evaluar los procesos de apropiación adelantados en la Universidad.

Con la creación del subsistema, la Universidad busca facilitar, promover y favorecer la apropiación social del conocimiento que genera la Institución para consolidar los medios, estrategias, mediaciones y mecanismos de interacción con la sociedad. Incorporar sus visiones y aportes a la investigación científica ayudará a dar cumplimiento a lo que EAFIT declara como su propósito superior: “Inspiramos vidas e irradiamos conocimiento para forjar humanidad y sociedad.

Ideas para una reflexión: Los invitados especiales al Encuentro de Investigadores

Un sentido crítico sobre el ecosistema informativo digital

“Las innovaciones tecnológicas son altamente flexibles a partir de lo digital y eso también posibilita hablar de apropiación. Al ser flexibles, la sociedad crea nuevos usos que no vienen predeterminados por la gran industria. En las redes sociales hay un montón de pequeños modelos muy interesantes de apropiación que van proliferando. Esto nos lleva a pensar la información de otra manera: como lograr que la nuestra sea buena, precisa y que logre dar una respuesta al usuario. Tenemos que partir de un pensamiento crítico sobre el contexto en el que estamos operando porque, si no lo hacemos, el esfuerzo de apropiación puede venir permeado por vicios propios del proceso actual de información y comunicación mediado por tecnologías, y al final no se logrará avanzar”.

Carmen Gómez Mont (México), doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM con orientación en comunicación e innovaciones tecnológicas.

La tendencia hoy es llegar a los públicos no cautivos

“Una de las tendencias en esta materia se refiere a la búsqueda de los ‘no públicos’ porque ya tenemos unos públicos cautivos para la divulgación, popularización o apropiación de la ciencia, entre los que están las escuelas, los docentes y personas en general que poseen cierto interés previo sobre cuestiones científicas. Las tendencias internacionales de los últimos años intentan llegar a los públicos no cautivos: a poblaciones indígenas, de trabajadores...

Y hacer cocreación de exhibiciones, exposiciones cientificas, con ciertas poblaciones que naturalmente no estarían apeladas por los procesos de comunicación de la ciencia. Esa es una tendencia necesaria, difícil, pero creciente”.

Diego Golombek (Argentina), investigador, divulgador de la ciencia, autor de varios libros que acercan el conocimiento científico al ciudadano del común.

Científicos también tienen que apropiarse de los “otros”

“Hay que hablar de este tema porque no solo la sociedad necesita entrar en diálogo con los científicos. Los diferentes modos de producción de conocimiento que hemos tenido hasta ahora nos indican que las comunidades científicas también tienen que apropiarse de esos ‘otros’ conocimientos y entrar en diálogo con ellos, con esas ‘otras’ formas de entender el mundo.

En esos diálogos es donde está es quid del asunto, el punto clave de la apropiación. De otro lado, hemos pensado mucho la apropiación desde las ciudades, desde los centros urbanos, y estamos en pañales en pensar cuáles son las maneras de hacer ejercicios de apropiación, coproducción y comunicación desde la ruralidad”.

Sandra Daza Caicedo (Colombia), consultora en comunicación y apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación.

El reto de responder, ¿eso para qué sirve?

“Está muy bien que existan distintos tipos de investigadores: los que quieren profundizar en el conocimiento hiperespecializado que permite avances y transformaciones que, a la larga, inciden en la vida cotidiana de todos; pero también es importante que otros investigadores nos aproximemos a la gente común y corriente. Solo le veo ventajas a que podamos trabajar en una conexión directa con la gente, pues es un ir y venir entre lo que pensamos, producimos y elaboramos desde la universidad, y las preguntas que nos hacen afuera, la forma en que cualquiera nos reta cuando salimos y nos interroga diciendo: ¿y eso para qué sirve?”.

Marda Zuluaga Aristizábal, psicóloga, doctora en Ciencias Sociales y Humanas, profesora de la Escuela de Humanidades de EAFIT.

Una vía para ayudar a transformar el país

“Muchas personas consideran que llevar nuestro conocimiento académico a las comunidades es como lanzarlo en suelo infértil. Esa posición me parece prepotente y arrogante. Creo que la única forma de transformar un país, una sociedad, es llevando conocimiento de calidad a todas las comunidades. Si usted habla con cualquier niño de una escuela, sea campesino o de la ciudad, encuentra que absorbe esa información muy fácil. Me parece vital poder entregar un conocimiento de calidad sin subestimar a nadie. En gran medida, en nuestros proyectos nos preocupamos por eso, utilizando obviamente un lenguaje adecuado para cada público. Esa es, también, una forma de ayudar a romper barreras sociales”.

Juan Fernando Díaz Nieto, biólogo, doctor en Ecología, Evolución y Comportamiento, profesor de la Escuela de Ciencias de EAFIT.

Insertar la ciencia en un mundo dominado por el entretenimiento

“Divulgar la ciencia es un reto porque uno se inserta en el mercado de los contenidos y en la competencia por ganar la atención de las personas en momentos como el actual, donde es tan fuerte la idea de entretenimiento: si uno quiere competir con una serie audiovisual entretenida, quizás no salga bien librado. Lo que hay que hacer es descubrir las oportunidades, realizar productos con un lenguaje más cercano al entretenimiento. Ese es un reto para la academia, los profesores y científicos porque esa no es la lógica de la ciencia. Igualmente, el camino puede estar en generar experiencias en las personas; por ejemplo, con realidad virtual y realidad aumentada hay mucho por explorar en ese sentido”.

Agustín Patiño Orozco, comunicación social, encargado de estrategias de producción y divulgación de contenidos en la Universidad de los Niños.

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EAFIT exalta la labor de sus científicos

Mayo 2, 2022

El Premio Anual de Investigación 2022 reconoció la trayectoria y las labores de cinco docentes investigadores, cuyas contribuciones trascienden la académica e impactan a la sociedad.

Colaborador: Felipe Sossa.

Dedicar la vida a la búsqueda de nuevos conocimientos, y que esos resultados tengan un impacto positivo en la sociedad, que sean una respuesta o solución a algo específico de las comunidades, es la continua motivación de un científico. Y para ayudar a que ese deseo de investigar se mantenga vigente, la Universidad EAFIT otorga cada año el Premio Anual de Investigación con el propósito de reconocer a sus docentes, grupos o proyectos con resultados destacados.

En 2022, en ceremonia celebrada el 16 de mayo en el marco de la celebración del Día del Profesor, la Universidad exaltó la labor de varios investigadores que, con sus labores a favor de la ciencia y la academia, han alcanzado aportes significativos para el ámbito universitario y de gran trascendencia social.

El término 'científico' se deriva del latín scientificus (scientia –conocimiento– y fic, de facis, –hacer–). Y para estimular a quienes hacen conocimiento, en 2012 fue establecido el Premio Anual de Descubrimiento y Creación Universidad EAFIT, el cual cumplió ya una década y ha premiado a decenas de sus investigadores. 

Celebración del Día del Profesor 2022.

Este premio lo entrega cada año el Consejo Directivo de la Universidad y representa un reconocimiento público y económico que motiva la consolidación de la comunidad científica eafitense. El galardón se otorga en dos categorías:

Trayectoria de investigación: exalta a un profesor y científico por su desarrollo de proyectos y actividades con aportes significativos a su campo de estudio.Investigación de mayor impacto: se reconoce la labor con un aportes significativos en innovación, impacto social, científico y tecnológico.

En la ceremonia de entrega de los premios en su versión de 2022, la rectora Claudia Restrepo Montoya resaltó el significado que tiene entregar estos reconocimientos en mayo, pues fue justo en este mes que se fundó la Universidad, justo hace 63 años: “El mes de mayo nos conecta con muchas cosas: primero, tuvimos la oportunidad de celebrar lo que somos; y ahora estamos acá, reunidos, celebrando a todos aquellos que hacen posible la Universidad, la esencia de EAFIT".

Además de entregar el Premio Anual de Investigación, en ese encuentro de la comunidad universitaria se otorgaron tres más: Excelencia Docente, Proyección Social y Promoción de la Interculturalidad y Bilingüismo.​

El proyecto más impactante benefici​a el sector eléctrico​

​El Premio Anual de Investigación, categoría Proyecto de mayor impacto, fue para el profesor John Jairo García Rendón, como líder de Política, Regulación y Mercados, uno de los diez proyectos que conforman Energética 2030, una estrategia de transformación productiva del sector energético en Colombia que agrupa a varias universidades y centros de investigación del país y del extranjero.
“Ya nos propusimos un objetivo: diseñar los mecanismos institucionales para dar cabida a las energías renovables no convencionales y redes inteligentes en general en el mercado eléctrico nacional", explica el profesor García.

El equipo de Política, Regulación y Mercados generó conocimiento con seis artículos en revistas científicas internacionales; además, aporta experiencia y conocimiento en la formación de estudiantes de pregrado y posgrado; y contribuye a fortalecer la interacción entre Universidad y Empresa.

En este proyecto trabajan de manera mancomunada junto a EAFIT, cuatro universidades –Duke University, AARHUS University, Universidad Nacional Sede Medellín y Universidad Pontificia Bolivariana–; y dos operadores del mercado eléctrico colombiano –XM S.A. e Interconexión Eléctrica S.A.–.

Los investigadores ganadores

Cinco profesores fueron exaltados con el Premio Anual de Investigación 2022. Ellos fueron:

Categoría: Trayectoria de Investigación​

Diego Fernando Villanueva Mejía
Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería

Mención especial:

Jonny Javier Orejuela Gómez
Escuela de Artes y Humanidades

Categoría: Proyecto de mayor impacto

John Jairo García Rendón
Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno.​

Menciones especiales:

Alex Armando Sáez Vega
Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería

Mónica Lucía Álvarez Laínez
Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería

Reconocimiento especial:

Luciano Ángel Toro
Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería​​

 

"Este premio es consecuencia de muchísimos años de trabajo, de sacrificar grandes momentos con mi familia. Estoy muy feliz con lo que se ha hecho y con seguridad lo seguiré haciendo". Diego Fernando Villanueva Mejía, premiado en la categoría Trayectoria de Investigación.

Un premio a su trayectoria con la biotecnología​

Diego Fernando Villanueva Mejía recibió el reconocimiento en la categoría Trayectoria de Investigación del Premio Anual de Investigación EAFIT. “Fue algo supremamente gratificante, me sentí el hombre más feliz de la vida", dice el profesor, quien reconoce que lloró el día de la premiación porque se emocionó al sentir que valoraban su vida dedicada a la ciencia.

Nació en 1981 en la ciudad de Ibagué, capital del departamento de Tolima, y es egresado de Biología de la Universidad del Tolima. A Medellín llegó en 2002 a realizar su tesis de grado con la Corporación para las Investigaciones Biológicas (CIB) y laboró allí hasta 2012, cuando luego de algunos años como docente de cátedra y de liderar como contratista la creación del pregrado en Biología en EAFIT, se unió como docente e investigador de planta. Es magíster y doctorado en Biotecnología.

Su experiencia se enfoca, principalmente, en el mejoramiento genético de plantas y microorganismos con técnicas de biotecnología moderna como la ingeniería genética y la edición genómica.

Menciones de honor y reconocimiento especial

El investigador Jonny Javier Orejuela Gómez, de la Escuela de Artes y Humanidades, recibió una mención de honor en la categoría Trayectoria de investigación. Este científico es doctor en Psicología Social del Trabajo de la Universidad de São Paulo (Brasil) y Es un apasionado por la investigación en psicología y las ciencias sociales. Y reconoce que es un apasionado por la investigación en Psicología y las Ciencias Sociales.

Asimismo, Alex Armando Sáez Vega y Mónica Lucía Álvarez Laínez, adscritos a la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería, recibieron mención de honor en Proyecto de mayor impacto.

Profesores galardnados con el Premio Anual de Investigación. Categoría: Proyecto de mayor impacto. 

Sáez Vega, Doctor en Ciencias Químicas de la Universidad de Antioquia, ha profundizado en la captura a partir de microalgas de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases que produce el llamado efecto invernadero, contribuyendo así al calentamiento global. Sobre la mención recibida, expresa que “el significado más importante es el respaldo de EAFIT. Sentí un espaldarazo fuerte, un apoyo al trabajo que he estado haciendo. Ese es el contexto más significativo: el respaldo de una gran institución".

La profesora Mónica Lucía Álvarez, por su parte, ha investigado sobre el valor agregado y alternativas de aprovechamiento del látex de caucho natural del Bajo Cauca antioqueño. Igualmente, su profundización en la nanotecnología ha sido trascendental en proyectos como el escalado de nanofibras poliméricas para aplicaciones en sistemas de protección respiratoria, el cual obtuvo como resultado una membrana con una capacidad de filtración superior al 98%, muy valorada en el sector salud para fabricar elementos como tapabocas.

Finalmente, Luciano Ángel Toro fue distinguido con un reconocimiento especial por sus investigaciones en física y su compromiso académico y docente durante más de 30 años.

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Una apuesta por la ciencia al servicio de las comunidades

Marzo 22, 2021

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento. La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

Agustín Patiño Orozco, Colaborador.

La viceministra de Talento y Apropiación Social del Conocimiento, Sonia Esperanza Monroy Varela, lo deja claro desde el comienzo: “Cuando uno habla de apropiación, en general, se está hablando de uso, de aplicar algo, de hacerlo propio. La apropiación social del conocimiento va mucho más allá de la divulgación científica, es un concepto asociado al uso y la aplicación de conocimientos científicos y tecnológicos. Las preguntas son: ¿cómo estamos aplicando el conocimiento que generamos? Y, ¿cómo estamos poniendo a dialogar diferentes formas de generar conocimiento?”.

Durante el primer año de actividades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias, antes Colciencias), el Gobierno Nacional avanzó en la elaboración de un primer borrador de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que enmarcaría el diseño de programas y estrategias científicas para Colombia en la próxima década,

En esa línea, en el primer semestre de 2020 Minciencias puso a consideración de los diferentes actores del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (SNCTI) los lineamientos de otra política que subyace a esa: la de apropiación social de conocimiento. Con ella se busca, según la viceministra Monroy, “fortalecer una cultura científica incluyente que valore y gestione el conocimiento, y propicie el diálogo de saberes para mejorar la calidad de vida de los colombianos”.

Para ella, esto representa definir una línea para el país: “Es una apuesta por el diálogo de saberes y el intercambio entre diversos actores sociales, de forma que se generen nuevos conocimientos que puedan ser utilizados en la solución de problemáticas locales, regionales y nacionales. En eso queremos hacer la diferencia”.

En diálogo con la Revista Universidad EAFIT, la funcionaria explicó cómo se están diseñando estas políticas públicas, sus elementos centrales y las acciones de Minciencias en la línea de fortalecer la cultura científica en el país. En el V Encuentro de Investigadores de EAFIT, celebrado el 16 de febrero de 2021, la viceministra presentó igualmente estas ideas a la comunidad científica de la Institución.

Viceministra Sonia Monroy. Foto: Róbinson Henao

La apropiación social del conocimiento es uno de los ejes de la propuesta de Política Nacional de Ciencia, Tecnología en Innovación. De hecho, Minciencias viene construyendo una política pública específica para este tema. ¿Qué nos lleva como país a apostarle a la apropiación social como concepto clave del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Llevamos una década bajo el marco de la Estrategia Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, lo que nos ha permitido ser líderes latinoamericanos en el diseño de políticas en torno a este concepto. Sin embargo, el diagnóstico al que hemos llegado es que en nuestro país tenemos bajos niveles de apropiación social del conocimiento, el cual entendemos como un proceso que involucra gestión, producción y aplicación de conocimiento convocando al diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

Desde este viceministerio buscamos construir una nueva política pública que incluya a todos los actores del sistema de ciencia y tecnología, que promueva el fortalecimiento de capacidades regionales en ciencia, tecnología e innovación, de tal manera que diversas comunidades sean capaces de aplicar conocimientos científicos y generar proyectos de investigación y acción participativa en los que trabajen junto a investigadores y científicos para solucionar retos específicos locales. El diseño de esta nueva política de apropiación social del conocimiento inicia con la formulación de los lineamientos para la misma, los cuales fueron puestos a consideración de todos los actores del sistema a través de una consulta pública virtual en los meses de mayo y junio de 2020.

Recibimos muchos comentarios de universidades, empresas y asociaciones de la sociedad civil, y esos insumos nos permitieron revisar los lineamientos en mesas de trabajo internas de Minciencias y con diversos actores de la academia y el sector empresarial. En octubre logramos obtener el documento que consagra la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, el cual esperamos formalizar y finalmente publicar en 2021”.

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento. La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

¿Cómo se estructura esa política nacional sobre apropiación social del conocimiento?

“Desarrolla cinco líneas estratégicas que enmarcan, en primer lugar, los procesos de apropiación social de conocimiento y el trabajo con comunidades; segundo, los espacios para generar apropiación, donde se propicia el intercambio entre los actores del sistema a través de mesas de trabajo, simposios, eventos científicos, diálogo de saberes, entre otros; en tercer lugar están las capacidades para la apropiación, esto implica el monitoreo, mapeo de experiencias y la cualificación de prácticas en apropiación en torno a ciencia, tecnología e innovación; también está la investigación con enfoque de apropiación, donde ampliamos y damos mayor ponderación a los productos de apropiación social del conocimiento dentro del sistema de medición de grupos de investigación de Minciencias.

Por último, está el tema de gestión para descentralizar la apropiación. Ahí es importante el papel de las universidades que, además de generar nuevos conocimientos, los pueden difundir y apropiar junto a diversas comunidades a través de proyectos de investigación, extensión y proyección social; y, por su puesto, a través de sus programas académicos”

Colombia tiene bajos niveles de inversión en ciencia, tecnología e innovación y los recursos para apropiación social del conocimiento pueden no ser la prioridad, ¿cómo promover la apropiación en los proyectos de investigación?

“Minciencias lidera dos programas específicos para promover procesos de apropiación social del conocimiento y trabajo con comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas.

Uno de ellos es Ideas para el cambio y el otro es A ciencia cierta. Durante 2020, A ciencia cierta destinó recursos por 2.700 millones de pesos en 30 comunidades del país.

Aunque estamos hablando de proyectos pequeños, son ejemplo de cómo una comunidad, trabajando en conjunto con investigadores y científicos, puede integrar conocimientos de diversa índole y logra aplicarlos en la solución de un problema específico.

Hombre de camisa azul con gente de fondo

Foto: Róbinson Henao

Por otro lado, cada vez más los procesos de apropiación social del conocimiento son un requisito para acceder a la inversión pública en ciencia y tecnología, de forma que, además de generar conocimiento, hay un incentivo para que los investigadores desarrollen productos de apropiación en sus proyectos. Además, estos productos han incrementado su importancia relativa en nuestro modelo de medición de grupos de investigación. De esta manera, buscamos priorizar recursos para apropiación social del conocimiento y disminuir las brechas regionales en capacidades de ciencia y tecnología”.

¿Cuáles han sido los aprendizajes del primer año de gestión de Minciencias?

“El ministerio tiene dos viceministerios: el de Conocimiento, Innovación y Productividad, y el de Talento y Apropiación Social del Conocimiento. Quisimos que la arquitectura institucional reflejara, por un lado, los temas de investigación y generación de nuevos conocimientos y, por otro, todo lo relacionado con formación de capital humano, desarrollo de capacidades regionales y apropiación social del conocimiento.

Durante 2020 trabajamos sobre la hoja de ruta establecida por la Misión de Sabios a finales de 2019. Sus recomendaciones fueron a corto, mediano y largo plazo, así que en el primer año de Minciencias priorizamos dos recomendaciones: una que tiene que ver con gobernanza del SNCTI, y otra que tiene que ver con la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Frente a la primera recomendación, desarrollamos un proyecto de decreto de gobernanza del SNCTI, el cual sometimos a un proceso de diálogo y retroalimentación con los actores del sistema y se encuentra en revisión por parte de Función Pública y el área jurídica de la Presidencia de la República.

Con este decreto se crearía un Concejo Nacional de Política de Ciencia, Tecnología e Innovación para orientar nuestras políticas públicas en esas materias con perspectiva a largo plazo de los desarrollos científicos y tecnológicos. También se crearía el Consejo Científico, conformado por 10 científicos asesores del Gobierno Nacional para la toma de decisiones basadas en la evidencia y el conocimiento científico. También modificaría a los consejos departamentales de ciencia, tecnología e innovación que son presididos por los gobernadores y tienen un papel importante en identificar y priorizar las necesidades de cada región en esas áreas.

En cuanto a la política nacional, Minciencias, junto a Planeación Nacional, desarrolló un borrador de documento Conpes que esperamos poner en discusión con todos los actores del sistema en 2021 y así consolidar nuestra apuesta de país en materia científica y tecnológica a 2030”.

¿Cómo fue el proceso de conversación con los actores de SNCTI para la elaboración de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Para construir el borrador contábamos con insumos importantes: el libro de la Misión de Sabios; los planes estratégicos de cada uno de los 13 programas nacionales de ciencia y tecnología; y el Libro Verde 2030 “Política Nacional de Ciencia e Innovación para el Desarrollo Sostenible”.

Además, hay que tener en cuenta que desde 2020 Colombia es miembro formal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), y eso nos permite acceder a las tendencias en estas áreas de los 37 países miembros. Teniendo en cuenta lo anterior, y por su alcance, decidimos formular la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030 como un documento Conpes.

Esto nos permitió involucrar a todos los ministerios, puesto que todos los sectores sociales necesitan de la ciencia, la tecnología y la innovación, pero es Minciencias quien tiene la función primordial de coordinación interministerial, regional y sectorial en estas materias en el país.

Después de construir el borrador de este documento Conpes, realizamos 15 diálogos para poner esta política en consideración de todos los actores del sistema. Realizamos mesas de trabajo en cada una de las seis regiones en las que el país está dividido según el Sistema General de Regalías, y que contaron con la participación de universidades, empresas, asociaciones de la sociedad civil y entidades públicas locales. También realizamos diálogos con niños, niñas y adolescentes, representantes del sector empresarial, exintegrantes de la Misión de Sabios y exdirectores de Colciencias, entre otros”.

A grandes rasgos, ¿en qué consiste la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030?

"Esta es una política con enfoque incluyente y diferencial, dado que somos un país de regiones y que existen grandes brechas en materia de capacidades para la ciencia y la tecnología entre unas regiones y otras. Por esa razón, la política presenta un plan de acción en seis ejes:

Generación de conocimiento, donde hablamos de los proyectos de investigación y de la infraestructura tecnológica que se requiere para generar nuevos conocimientos.

Formación de capital humano: ahí tenemos en cuenta la promoción de vocaciones científicas en niños, niñas y adolescentes, y cómo articular toda la cadena, desde esos niños que sueñan con ser científicos hasta los investigadores que buscan desarrollar estancias posdoctorales, pasando por los jóvenes investigadores y los estudiantes de pregrado, maestría y doctorado. Además de la formación, está el tema de inserción laboral de ese capital humano.

El uso del conocimiento, donde hablamos de las condiciones para innovar y emprender, de la trasferencia de conocimiento entre universidades y sector productivo, de las nuevas tecnologías y la Cuarta Revolución Industrial.

Apropiación social del conocimiento que tiene que ver con cómo hacer una ciencia más inclusiva, que genere impacto social y que promueva una cultura científica y tecnológica. Ahí hablamos de la comunicación pública de la ciencia, de cómo acercar la ciencia al ciudadano; y hablamos de apropiación social, entendida como un proceso de gestión, valoración y aplicación del conocimiento, donde se busca integrar las diversas formas de conocimiento, incluyendo los ancestrales y tradicionales, y cómo entran en un diálogo de saberes con los conocimientos científicos y empíricos.

La gobernanza, donde promovemos el proyecto de decreto que ya mencioné.

Financiación de la ciencia y la tecnología: este gobierno se puso la meta para 2022 de duplicar la inversión en ciencia y tecnología con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) acercándonos a niveles del 1,5%. Sin embargo, esa meta no es fácil de cumplir. El presupuesto es insuficiente para todas las necesidades que tenemos, así que urge definir otras estrategias para estimular esa inversión”.

¿Qué estrategias se han planteado para empezar a acercarnos a los niveles de inversión pública y privada en ciencia y tecnología de los países de la Ocde que están alrededor del 2% del PIB?

“Este tema hace parte de las conversaciones con Planeación Nacional, pero por lo pronto sabemos que no vamos a cumplir la meta de duplicar nuestra inversión a 2022 si no hacemos algo desde ya.

Entre las estrategias que hemos contemplado está hacer uso de inversiones en el marco de gasto de mediano plazo; y también ver cómo los otros ministerios, con los rubros que tienen destinados para investigación, se puedan enlazar con las estrategias lideradas por Minciencias. También está el tema de cooperación internacional, es decir, cómo promover el desarrollo de proyectos conjuntos con otros países donde nosotros ponemos recursos, pero ellos también.

Un aspecto clave son las alianzas público-privadas, donde el Estado jalona recursos del sector privado para investigación. También está el porcentaje de regalías y todo lo relacionado con la banca multilateral. Pero, más allá de duplicar la inversión en ciencia y tecnología en el corto plazo, la meta del Gobierno es lograr un financiamiento sostenible de todo el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación”.

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Saber para Sanar, apuesta por un mejor país

Mayo 2, 2022

Esta estrategia de intervención, que ha desarrollado diversas acciones en lugares públicos, pretende motivar
conversaciones amplias sobre temas complejos para la sociedad como la guerra y la paz.

Sus resultados animan a sus promotores a continuar abriendo nuevos espacios de diálogo.

Colaboradora: Vanessa Reyes Restrepo.

El semillero de Psicología y Ciencia Política de la Universidad EAFIT, a través de su estrategia Saber para Sanar, busca con múltiples iniciativas de apropiación social aportar a la construcción de paz en el país. Combinando saberes y metodologías colaborativas, ha logrado construir espacios seguros de diálogo y reflexión sobre el impacto de la guerra en la sociedad colombiana, propiciando conversaciones incómodas sobre temas que pocas veces nos atrevemos a abordar.

A mediados del año pasado, este semillero inició una serie de actividades de interacción con públicos diversos, tanto de la comunidad universitaria, como con otras personas interesadas en su propuesta. No obstante, el lanzamiento del informe final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV) a finales de junio del año pasado, que explica lo ocurrido durante 50 años de guerra, se convirtió en la oportunidad para abrir el diálogo que venían teniendo internamente e integrar a otras personas para abordar, desde un enfoque psicológico, los efectos que ha dejado la violencia en nuestra sociedad, y así, empezar a sanar las heridas.

Semillero en evolución

El semillero nació en 2015 por iniciativa de la profesora Marda Eucaris Zuluaga, quien atrajo el interés de algunos estudiantes del pregrado en Psicología para reunirse y explorar temas relacionados con el arte en su profesión. Posteriormente, producto de su trabajo de grado de doctorado, se conectó con temas ligados a la memoria y el conflicto, y decidió proponer un cambio de enfoque en el semillero.

Fue así como en el 2019 iniciaron reflexiones e investigaciones sobre psicología social y política. Para la docente, el arte siguió presente en sus actividades, pues, tal como ella lo resalta, “es una de las muchas manifestaciones expresivas a través de las cuales los seres humanos se pronuncian políticamente".

Ese mismo año, varios de sus integrantes participaron en la Cátedra Colombiana de Psicología Mercedes Rodrigo, espacio virtual que reunió a estudiantes, investigadores y docentes universitarios de diversas regiones del país. En esa oportunidad, el encuentro académico abordó el tema de reconstrucción de subjetividades e identidades en contexto de guerra y posguerra.

Esa experiencia les permitió acercarse a diversidad de trabajos y enfoques psicológicos como el de la institucionalización de la guerra, que despertó un interés especial en el semillero y los llevó a iniciar su primera investigación en la que analizaron actitudes y creencias sobre la paz y la guerra en Colombia a partir de las interacciones en los foros de Facebook de El Colombiano y El Espectador en cinco noticias publicadas por estos diarios relacionadas con el proceso de paz.

Actualmente, se encuentran en el proceso de escritura de los hallazgos de esa investigación, que posteriormente publicarán, pero que, desde ya, les deja reflexiones que nutren las labores que llevan a cabo con distintas comunidades.​

“Surgieron un montón de cuestionamientos y también se generaron muchas emociones de la lectura, pues los testimonios que trabaja la Comisión de la Verdad son muy fuertes…" Luisa Martínez, integrante del semillero.​

Co-creación para la apropiación

Las actividades que realiza el semillero cuentan con el apoyo de varias áreas de la Universidad y de algunas organizaciones de la ciudad, lo que les ha permitido ampliar la participación y el diálogo con varios sectores sociales, así como la diversificación de formatos y metodologías de apropiación social del conocimiento.

Ana María González, coordinadora de Cultura de la Apropiación del área de Apropiación Social del Conocimiento adscrita a la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación, ha impulsado la conexión de experiencias dentro y fuera de la Universidad con el semillero. A ella le llamó la atención las formas como la profesora Zuluaga y los estudiantes vinculan los contextos sociales en la apropiación social de los conocimientos que aborda el semillero.

Para González lo más interesante de la creación colaborativa y colectiva de esta experiencia es “que les permitió afinar cosas metodológicas de la mediación, porque no solamente es en función de los temas… Le aporta al método la genuinidad de los problemas reales que tienen las personas".​

La primera alianza que realizó el semillero con la estrategia Saber para Sanar fue en mayo del 2022, cuando compartieron con la Universidad de los Niños un espacio en el evento Días de EAFIT. Allí compartieron una carpa y material didáctico para que el grupo realizara la actividad Tendedero de Verdades, diseñada para invitar a la comunidad universitaria y a los visitantes a pensar maneras conjuntas de cruzar lo personal y lo colectivo como aporte a la construcción de paz, a propósito del anuncio de la entrega del informe final de la CEV al país, programado para el 28 de junio de ese año.

La actividad consistió en dejar pequeños papeles con preguntas como ¿hay alguna verdad que te haya cambiado la vida? El propósito era motivar a los visitantes a leer y a escribir sus reflexiones para luego colgarlas en las cuerdas dispuestas en la carpa, y así poder ser leídas por otros asistentes.

El segundo evento de la estrategia Saber para Sanar fue el club de lectura que co-crearon con el profesor de la maestría en Estudios Humanísticos, Juan Pablo Pino Posada. En su primer ciclo, se reunieron en una de las salas de la Biblioteca Luis Echavarría Villegas a leer el capítulo testimonial de la CEV.

Tuvo convocatoria abierta y contó con la participación de una veintena de personas quienes, durante cuatro meses, asistieron a la cita cada miércoles a las siete de la mañana para activar el diálogo y la reflexión.

“Surgieron un montón de cuestionamientos y también se generaron muchas emociones de la lectura, pues los testimonios que trabaja la Comisión de la Verdad son muy fuertes… Entonces fue muy duro, pero también ha sido un proceso muy bonito, es como sanar el trauma colectivo en colectivo, que es uno de los propósitos de Saber para Sanar", detalla Luisa Martínez, integrante del semillero.

Debido al éxito que tuvo esta actividad, decidieron continuar para el 2023 con estos encuentros. Para su segundo ciclo, están planeando la lectura de los otros capítulos del informe de la CEV.

Adicional a ello, el semillero adoptó Cuatro Ojos, estrategia de cine foro de la Universidad de los Niños con el fin de propiciar diálogos sobre la importancia de tener conversaciones incómodas. Para su primera edición, eligieron la película Encanto, dedicada a Colombia y que la productora Disney estrenó en noviembre de 2021, para reflexionar con los asistentes sobre las emociones y la conexión de estas con la política.

Decenas de jóvenes concurrieron a los espacios públicos convocados por el proyecto para participar en los distintos diálogos.

Amiga Date Cuenta fue la última actividad que realizó el semillero en 2022. Contaron con el apoyo de la red ciudadana Antirumores y se llevó a cabo en las instalaciones de la Corporación Región. Se trató de un taller en el que los asistentes, 25 en total, reflexionaron sobre estereotipos, creencias e ideologías a partir del análisis colectivo del dicho popular 'El pobre es pobre porque quiere'.

“En el taller y el cine club que hicimos, nos dimos cuenta que las personas tienen mucho por decir, que las personas quieren hablar de muchas cosas que pueden ser incómodas. Nos sorprendió también que las personas contaban sus historias de vida, su relación con el conflicto armado, eran muy abiertos en esos temas y es que buscan esos espacios en los que se pueda hablar y conversar desde el respeto", reflexiona Laura Correa, estudiante y coordinadora del semillero.

Actualmente, el semillero está integrado por ocho personas entre estudiantes activos, egresados y una estudiante de maestría, quienes esperan continuar activando el portafolio de estrategias que han construido alrededor de la estrategia Saber para Sanar.

Al respecto, la profesora Zuluaga, su creadora, asegura que es una gran motivación seguir ampliando el semillero por una razón fundamental que ella expresa con claridad: “La paz la construimos entre todos, todos los días, con acciones pequeñas".​

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Inversión privada en justicia, posibilidad para mejorar acceso ciudadano

Mayo 2, 2022

Investigadores de la Universidad EAFIT indagaron sobre las posibilidades y reparos que tiene las empresas privadas en invertir en el sector de la justicia, y así mejorar estas condiciones que hoy son precarias.

Colaborador: Pompilio Peña.

Son múltiples las dificultades que sufre el ciudadano de a pie al momento de acceder a la justicia. Muchos de los sistemas locales de justicia, que constituyen una sinergia que concentra la oferta de la defensa de derechos, no cuentan con funcionarios suficientes, carecen de infraestructura adecuada, falta mobiliario apropiado, trabajan con computadoras desactualizadas, adolecen de buen acceso a Internet y hasta de tinta para imprimir acuerdos conciliatorios.

Esa crítica situación fue abordada por investigadores de la Universidad EAFIT a través de la consultoría titulada ¿Debe invertir el sector privado en el acceso a la justicia?, financiada con recursos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y liderada por Alejandro Gómez Velázquez, profesor titular de la Escuela de Derecho.

Del contexto de insatisfacción al acceso a la justicia surgieron dos preguntas rectoras: ¿existe el deber del sector privado de intervenir en las posibilidades de acceso a la justicia en Colombia? ¿Qué rol juega el sector privado en esta contingencia?

“Para responder estos interrogantes, la consultoría tuvo dos momentos. El primero fue un acercamiento teórico a la problemática; y el segundo, como ejercicio práctico, lo constituyó una serie de entrevistas semiestructuradas a empresas privadas. A ellas se les consultó si hacían o no inversiones para apoyar al ciudadano para acceder a la justicia, cuáles eran las razones para hacerlo y cuáles eran sus reparos", explicó Gómez.

La investigación –agregó el docente– arrojó tres hallazgos principales y se identificaron cuatro mitos que frenaron a los empresarios para dar el salto a la inversión.

"Hay intervenciones muy puntuales que pueden darse en infraestructura o donaciones, y que no afectarían la independencia de los funcionarios judiciales". Alejandro Gómez Velázquez, profesor titular de la Escuela de Derecho.​

​​Los hallazgos

El primer hallazgo fue que, al menos teóricamente, desde una percepción amplia del acceso a la justicia, existen fundamentos como el de grupos de interés (stakeholders) que hacen deseable, e incluso provechoso, para el sector privado invertir en este campo. Esto quiere decir que no solo por razones filantrópicas sino también estratégicas, el sector privado tiene buenas razones para incrementar su aporte en el sector.

“El segundo hallazgo fue sorpresivo. Nos preguntamos si las empresas venían o no ya interviniendo en temas de justicia. Esto tiene que ver con el marco práctico que desarrollamos donde hicimos entrevistas. Este hallazgo fue sorpresivo porque si bien las empresas en un principio fueron bastante renuentes a darnos información, algunas de ellas sí lo hicieron y pudimos constatar que ya venían invirtiendo en justicia desde una concepción amplia", precisó el docente.

El tercer hallazgo desveló las razones que tienen las empresas para intervenir o no. La investigación comprobó que ellas lo hacen por razones altruistas, pero también por razones estratégicas. Lo que indica que algunas empresas ven necesario intervenir en temas de acceso a la justicia incluso con el propósito de mejorar procesos internos que tienen que ver con sus actividades productivas.

En esta fase fueron consultadas 13 empresas (de los sectores minero-energético, agroindustrial, alimentos y bebidas, energía, financiero, construcción, manufacturas y servicios públicos), ocho fundaciones empresariales, dos universidades privadas, tres cámaras de comercio y tres expertos.

​Mitos a romper

De estos hallazgos se desprendieron cuatro grandes mitos que funcionan como reparos que limitan a las empresas a la hora de invertir más ampliamente en el sector de la justicia.

El primer mito se refiere a que las empresas no sabían medir el impacto de su inversión. “Ahí lo que hicimos fue una revisión juiciosa de la bibliografía comparada, y encontramos que ya en otros países se viene midiendo tal rédito. A partir de allí realizamos una aproximación de dichos cálculos al ámbito colombiano. La relación encontrada fue bastante alentadora: nos mostró que un peso invertido podría generar casi nueve pesos de rendimiento social de esa inversión", indicó el docente.

El segundo mito apunta a los riesgos reputacionales. Las empresas temen invertir en justicia por lo que se pueda desprender de tal acción, afectando su imagen. Sin embargo, el grupo de investigación concluyó que este mito podría disminuirse y controlarse si las inversiones se dieran en las primeras dimensiones del acceso a la justicia, que tienen que ver con propiciar un ambiente favorable, con el acceso a la información, a la tecnología y otros servicios. Las empresas, incluso, podrían contribuir y mejorar infraestructuras y hacer donaciones en especie.

El tercer mito está relacionado con que las empresas entienden que invertir en justicia puede causar una injerencia indebida en la autonomía judicial. Al respecto, Gómez aclaró que “si bien somos conscientes de esos riesgos, también creemos que hay estrategias para disminuirlos. Hay intervenciones muy puntuales que pueden darse en infraestructura o donaciones, y que no afectarían la independencia de los funcionarios judiciales".

El cuarto mito hizo referencia a la asunción de funciones estatales por el sector privado. Explicó el docente que “algunas empresas nos dijeron que la función de administrar justicia es propia del Estado y que ellas no deberían intervenir en ello. Si bien reconocemos que es así, creemos que las empresas pueden y deben sumarse a los esfuerzos que ya en este campo realiza el Estado para incrementar el impacto y hacer sostenibles en el tiempo dichas inversiones. No se trata que los privados paguen los salarios de los jueces, los comisarios de familia o los defensores de familia, pero sí que pueden aportar para garantizar el acceso a los servicios que ellos presten en todo el territorio nacional".

¿Las empresas invierten hoy en el acceso a la justicia?

La respuesta es sí. Se hallaron diversas empresas que invierten en generar un ambiente favorable para evitar disputas entre ciudadanos. “Y ahí encontramos, a manera de ejemplo, que hay entidades que pagan la formación de jóvenes mediadores de conflictos", afirmó el docente.

Las empresas también invierten en empoderamiento legal, que consiste en instruir a las personas en el reconocimiento de sus derechos y cuándo son vulnerados. De igual forma, se encontró inversión en la asistencia legal, consistente en el pago de asesorías para la titulación de tierras. Fueron igualmente reconocidas inversiones en materia de acceso a las instituciones para la resolución de conflictos.

A la par, se encontraron casos de fundaciones empresariales que pagaron la implementación de sistemas de gestión y control de calidad a jueces civiles a fin de mejorar su eficiencia. Frente a esto, el docente dijo que “nos llamó la atención esto porque son intervenciones directas en la rama judicial, pero que creemos no por ello afectan la autonomía y la independencia de los jueces, sino que por el contrario ayudan a mejorar su desempeño".

Finalmente, el acercamiento a este tema por medio de la consultoría arrojó que es “esperanzador" el rendimiento social y de inversión que el sector privado puede llegar a hacer en la justicia y que este debe precisarse con estudios posteriores en la materia.

En palabras del profesor Gómez, “el principal mérito de esta consultoría es atrevernos a romper paradigmas y abrir una conversación que parece ser esperanzadora en torno al vínculo que puede tejerse entre el sector privado y el derecho de acceso a la justicia en condiciones más accesibles, inclusivas y oportunas para todos los colombianos"

Esta investigación hace parte del programa de Justicia Inclusiva que ejecuta Chemonics, con recursos de USAID. El equipo de la consultoría fue conformado también por las abogadas Carolina Rojas y Mariana Toro, con el apoyo de la docente de la Escuela de Administración, María Alejandra González Pérez, y de Henry Puerta, profesor de cátedra de la Escuela de Economía, Finanzas y Gobierno.​

Algunas otras recomendaciones para disipar los mitos sobre la inversión del sector privado en el acceso a la justicia​

1. Propiciar la transferencia de conocimiento entre las organizaciones y las instituciones del sistema de justicia. 

2. Considerar la destinación de recursos en especie -tales como papelería, implementos de oficina, material publicitario y equipos-, de infraestructura o de conectividad para ampliar la capacidad de atención de núcleos institucionales como las Casas de Justicia.

3. Promover la celebración de convenios de impulso o de asociación entre entidades privadas sin ánimo de lucro que aglutinen inversiones en justicia y las distintas entidades estatales.

4. Implemetar estrategias de redireccionamiento a las instituciones como parte de las actividades de la organización.

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El desafío de usar el conocimiento para mejorar la sociedad

Marzo 22, 2021

Desde la Misión de Sabios de los años 90, hasta la nueva política que presentará el Gobierno Nacional, el concepto de “apropiación social del conocimiento” se ha posicionado en Colo​mbia para definir el empeño por democratizar la ciencia. Enfoques para el debate sobre esta idea.

Diana Milena Ramírez, Colaboradora.

Para algunos investigadores todavía resulta llamativo, y hasta problemático, que en Colombia se insista en denominar el interés por que la sociedad participe de la ciencia, la tecnología y la innovación bajo el concepto de apropiación social del conocimiento. Ello, sobre todo, porque no es un término ampliamente usado en el mundo y puede derivar en muchas interpretaciones que hacen más complejo medir su impacto en las comunidades.

Sin embargo, por su trasegar, esta forma de nombrar dicho acercamiento del conocimiento a las personas y a los grupos sociales se mantiene a través del tiempo. La definición más actualizada para entender a qué se refieren quienes hablan de apropiación social del conocimiento en Colombia se puede apreciar en el documento que traza los lineamientos para la nueva política de apropiación que divulgó en 2020 el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias).

Esta dice: “La apropiación social del conocimiento que se genera mediante la gestión, producción y aplicación de ciencia, tecnología e innovación, es un proceso que convoca a los ciudadanos a dialogar e intercambiar sus saberes, conocimientos y experiencias, promoviendo entornos de confianza, equidad e inclusión para transformar sus realidades y generar bienestar social".

Según el investigador James Alberto Morales Chinca, coordinador del Proceso de Innovación Social de la Universidad de Antioquia, esta definición “se propone como una alternativa que permite acercar la ciencia y la tecnología a la sociedad, de tal manera que la misma sociedad pueda utilizarlas para apoyar la resolución de las problemáticas que existen en los territorios”.

El término se ha renovado. Primero se llamó apropiación social de la ciencia y la tecnología; después, empezando el siglo XXI, apropiación social del conocimiento; y, recientemente, apropiación social del conocimiento, la tecnología y la innovación. Sin embargo, mantiene la esencia de los ideales que plantearon los primeros investigadores que lo acogieron en los años 80 y que luego, en los 90, se establecieron en la primera Misión de Sabios instaurada por el gobierno de César Gaviria cuando quiso preparar al país para el mundo globalizado.

Cada vez toman más fuerza las iniciativas que buscan que la relación cienciasociedad sea más cercana y como una forma de alimentar a ambos sectores.

Foto: Róbinson Henao

 

Por ejemplo, en el informe de Rodolfo Llinás y Eduardo Posada Flórez titulado Ciencia y Educación para el Desarrollo, de la Colección de Documentos de la Misión, se recomienda establecer la primera política de apropiación social de la ciencia y la tecnología para el país. Ahí se indica que esta “es una estrategia –no una propuesta– de cambio social y cultural”.

Como un concepto rector de políticas para acercar la ciencia a las comunidades, se acogió definitivamente en 2005, cuando se planteó el diseño de la primera. Luego, en 2010, se generó el primer documento.

Y el hito más reciente es el de 2020, cuando se actualizaron los lineamientos, bajo el concepto de apropiación social del conocimiento. Proyectos que se inscriben en este campo, como Universidad de los Niños EAFIT, trabajan desde la perspectiva de esta estrategia.

“Entendemos que hay que garantizar la participación en la gestión, en la producción y en el debate sobre el conocimiento científico, y eso se logra a través de estrategias de apropiación social. Es una dimensión política de la ciencia en que se reconoce a la sociedad como una interlocutora legítima”, explica Ana María Londoño Rivera, jefe de Universidad de los Niños. 

¿Es igual a polític​a de divulgación?

Algunos académicos insisten en que por más que se haya tratado en Colombia como un concepto que trasciende las políticas de divulgación científica –es decir, aquellas que buscan que las personas tengan una percepción positiva de la ciencia y la tecnología para que se acerquen a esta– la apropiación social del conocimiento se inscribe en las mismas.

“Surge en el marco de discursos de divulgación científica y, hasta donde se puede saber, se acoge en Colombia. De ahí se va extendiendo a Iberoamérica y ha ido ganando fuerza con los años. Aunque se quiere diferenciar la apropiación de la divulgación, como si fueran cosas encontradas, cuando uno mira los textos se da cuenta de que a veces se tratan como iguales”, puntualiza el académico Jorge Manuel Escobar, docente investigador del Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM), de Medellín.

Es un asunto sobre el que se han empleado diferentes denominaciones, como lo explica el profesor de EAFIT Daniel Hermelin Bravo en uno de sus trabajos sobre políticas de divulgación de la ciencia.

“En Colombia ha habido una serie de estudios recientes que se han ocupado de las relaciones entre los diseños de políticas, la participación ciudadana en ciencia y tecnología, y los modelos en los que se sustentan. En dichos estudios se usan, para referirse al mismo problema o a problemas similares: comunicación pública de la ciencia y la tecnología, apropiación social de la ciencia y la tecnología (ASCyT) y popularización de la ciencia y la tecnología”.

Esa falta de delimitación es, para algunos, un asunto que hace muy complejo comprender el concepto y medir el impacto de las políticas de apropiación social en el país. Y, también, dificulta entender cómo participa la sociedad de estos procesos. Por eso sugieren cambiarlo.

La nueva política se propone generar procesos de apropiación social que fortalezcan la cultura científico-tecnológica y que permitan gestionar un conocimiento que mejore la calidad de vida de los colombianos.

Lo importante es el vínculo ciencia-sociedad

El profesor Óscar Felipe García, director del Centro Internacional de Investigación en Innovación Social de la Universidad de Guadalajara, en México, quien conoce el trasegar de esta definición en Colombia, considera que sigue siendo abstracta.

“El sistema mexicano ha venido transformándose. No le llama apropiación social sino innovación social, que es el término que recoge la apropiación social. Este último, en sí mismo, no garantiza que se dé una solución. La apropiación social significa que lo planteado gustó, pero no significa que es lo que la comunidad necesitaba. Puede haber programas sociales muy bien recibidos por una comunidad, pero que no son basados en evidencia, que incluso pueden hacer más daño que bien. El concepto debe ampliarse a si realmente la apropiación es efectiva, genera impacto y es adecuada. Se debe trascender a cómo funciona en un marco científico aplicado, riguroso, pero acorde con las necesidades de los contextos, y que genere un cambio cultural importante”, expresa.

Ana María Londoño Rivera agrega que el término no excluye a Colombia en la búsqueda de objetivos similares de los que establecen otros países cuando se trata de promover la participación de la sociedad en asuntos de ciencia, tecnología e innovación: “Es un fenómeno de nuestra manera de usar el lenguaje, pero no de entender cómo se relaciona el vínculo entre ciencia y sociedad. Hay ejemplos latinoamericanos de apropiación social del conocimiento, así estén enmarcados dentro de otra sombrilla conceptual; y, por supuesto, los encontramos también en Estados Unidos y Europa”.

Enfoque territorial, nueva perspectiva

Una de las características de la nueva propuesta del Gobierno para mejorar la relación de la sociedad colombiana con el conocimiento científico, y que pretende subsanar las discusiones, es el enfoque territorial.Este tiene en cuenta que la apropiación depende de los contextos.

Desde esta perspectiva, Minciencias apunta a mejorar los que se considera indicadores bajos de apropiación, que de hecho fueron punto de partida importante para su diseño.

Entre otras, se referencian investigaciones según las cuales hay una muy baja participación de la ciudadanía en procesos de ciencia, tecnología e innovación; así como un desarrollo de capacidades en investigación y desarrollo muy pobre en los departamentos (solo seis lo han hecho).

Personas en charla en una calle

Foto: Róbinson Henao

 

También, se menciona como una preocupación que los recursos invertidos en convocatorias de apropiación social del conocimiento solo representaron el 0,7 % del total del presupuesto de Colciencias entre 2011 y 2018.

Pese a la declaración de la política de buscar mejorar estos indicadores, Jorge Manuel Escobar insiste en que la nueva política se queda corta en la medición efectiva de la forma en que se invierten los recursos. También señala que falta delimitar cómo participa la sociedad en los procesos de ciencia y tecnología: “Sigue siendo simplemente funcional para el propósito de mejorar la productividad”.

Otros investigadores, por el contrario, consideran que la renovación sí resuelve parte de los problemas de interpretación del concepto y de enfoque de la política, sobre todo porque se declara la participación de la sociedad. “Uno de los elementos fundamentales para generar procesos de apropiación es la participación, que ella desate una innovación transformativa: quedó al menos mencionado y eso es muy importante. Se cambia el enfoque hacia la divulgación de la apropiación por el de la forma en que se puede generar ese resultado. Va muy de la mano con los temas de innovación social. No se deja de lado la competitividad, pero se piensa en el apoyo a las problemáticas territoriales y que esa solución convoque a diferentes actores para que generen capacidades”, indica el profesor James Alberto Morales Chinca.

Una co-construcción del conocimiento

La jefe de la Universidad de los Niños EAFIT, quien participó en el comité asesor de estos lineamientos, es optimista sobre el nuevo alcance que persigue la apropiación social del conocimiento en Colombia: “Tiene deudas, pero avanza en aspectos importantes como el de proponer una definición, que de alguna forma neutraliza el debate. Esa declaración formaliza lo que el Ministerio espera lograr”.

También, resalta que se incluyera la confianza como un principio (porque da una dimensión humana al concepto), la descentralización de las acciones hacia los territorios y la promoción de la investigación en apropiación social, que motivará a los investigadores. Con mayor o menor expectativa de lo que pueda lograrse en el futuro desde esta nueva forma de acercar a los colombianos a la ciencia, cada uno de los académicos destaca como un avance que dicha actualización del concepto ponga al país a pensar en ello.

Porque, dicen, sin el apoyo ciudadano es muy difícil mejorar la sociedad a través del conocimiento. Al fin de cuentas, como concluye el profesor Daniel Hermelin, la apropiación social del conocimiento también se propone promover una confrontación sana de saberes entre los científicos y los conocimientos de las comunidades y de las organizaciones sociales, lo que conlleva a una co-construcción del conocimiento. Y eso acerca y beneficia tanto a los investigadores como a la sociedad civil.

10 experiencias a las que hay que seguirles la pista

Parque Astronómico La Punta. Argentina. Se dedica a la enseñanza y al aprendizaje de conceptos fundamentales de la astronomía a todo tipo de públicos.

Sala de Ciências del Sesc de Taguatinga Norte. Brasil. Promueve la consciencia del público sobre las implicaciones del cambio climático, a través de talleres, charlas, observaciones y experimientos.

Museo Interactivo de Osorno. Chile. Promueve que en escuelas urbanas y rurales se apropie la ciencia y su aplicación en situaciones prácticas, por medio de 20 módulos interactivos en diferentes áreas del conocimiento.

Parque Explora. Antioquia, Colombia. Promueve la cultura científica y ciudadana por medio de experiencias interactivas, charlas, obras de teatro y actividades para diferentes públicos.

Museo de Electricidad. Perú. Además de contar de manera lúdica e interactiva la historia de la electricidad y su funcionamiento, ofrece talleres de electricidad y robótica para niños y adolescentes.

Universidade Júnior (U. Jr). Portugal. Programa de educación para estudiantes de básica y secundaria que les permite iniciarse en la investigación en diversas áreas del conocimiento.

Junge Uni Bonn. Alemania. Proyecto de la Universidad de Bonn que ofrece una experiencia de inmersión en la ciencia y la investigación para niños y adolescentes.

Red de Investigación Escolar de Medellín y Antioquia. Colombia. Fomenta la discusión en torno a la investigación en la escuela y al rol que tienen los maestros en este proceso.

Cactus Santander. Santander, Colombia. El Proyecto Apropiación Social del Conocimiento en Salud (Cactus) promueve escenarios para democratizar la ciencia y que las personas den uso práctico al conocimiento generado en las investigaciones en salud.

AproCiencia. Tolima, Colombia. Proyecto de la Universidad del Tolima y la Gobernación de ese departamento que acerca la ciencia a los niños con prototipos que viajan en maletas didácticas y aulas interactivas.

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El conocimiento como bien común y al alcance de todos

Marzo 22, 2021

César Eduardo Tamayo Tobón, Vicerrector (e) de Descubrimiento y Creación de la Universidad EAFIT.

El mundo actual –el de la incertidumbre, la transformación, los avances científicos– ha visto en las últimas décadas un crecimiento exponencial en la producción y el intercambio de conocimientos. Hoy, en medio de la compleja coyuntura resultado de la pandemia, se refuerza la necesidad de que ese conocimiento incluya dentro de su proceso de producción algunos mecanismos para el diálogo y el contraste de visiones con diversos actores de la sociedad.

Tal necesidad ha sido planteada durante más de cuatro décadas en Colombia, que le ha apostado a una visión dialógica de la gestión del conocimiento, asunto que hoy se hace urgente y tiene una relevancia radical: no hay accesos privilegiados al saber, no hay personas más calificadas que otras para su discusión y el conocimiento no se encierra en claustros para la disponibilidad de unos pocos.

La lógica de esta nueva visión, que se ha denominado apropiación social del conocimiento, se fundamenta en entender el conocimiento como un bien común y, como tal, de dominio general sin distinción de edades, género, ocupación o nivel educativo.

Luego, es importante considerar una particularidad adicional: las ciencias no se marginan de los contextos; por el contrario, están directamente relacionadas con ellos.

En la actualidad, el contexto es el de un mundo globalizado e intercomunicado, transdisciplinar, dinámico y diverso. Esta comprensión implica que generar conocimiento tiene impactos que involucran a más personas, territorios y problemas. Y, a su vez, esos impactos se comunican y reproducen de forma más veloz.

El contexto es, pues, una riqueza y un reto para las comunidades científicas e implica un cambio estructural en la manera de concebir la gestión del conocimiento, toda vez que involucra a la sociedad como coproductora y parte implicada en la creación de ese mismo saber.

Este cambio persigue el propósito declarado en la reciente política de apropiación social del conocimiento liderada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que pretende entrelazar las ciencias, la cultura y la sociedad.

Esta es una aspiración que se engloba en los principios que rigen este concepto de apropiación social del conocimiento y con los que la Universidad EAFIT se alinea proactivamente: el reconocimiento del contexto, la participación en el diálogo de saberes y conocimientos, la gestación de confianza y la reflexión crítica.

Desde su creación, la Vicerrectoría de Descubrimiento y Creación gestiona el vínculo estrecho entre las ciencias y la vida cultural, lo cual es una oportunidad adicional para enriquecer el diálogo de la Universidad con la sociedad a través de los múltiples lenguajes que tiene la investigación-creación. Ellos alimentan y realimentan los contenidos, los medios y las estrategias tradicionales para trazar nuevas alternativas en este campo.

Con su dossier central, esta edición de la Revista Universidad EAFIT es una invitación a la reflexión y al intercambio de concepciones sobre la apropiación social del conocimiento desde la convicción de que son necesarias estructuras que propicien el logro de sus aspiraciones y aporten a tener una sociedad mejor informada, participativa e implicada en la generación del saber científico.

¡Que disfruten de este nuevo número de la Revista Universidad EAFIT, Descubre & Crea!

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Telemedicina y democratización de la salud

Septiembre 10, 2020

José Fernando Arango Aramburo, Médico anestesiólogo Hospital Pablo Tobón Uribe.

El mundo de la medicina está transitando del cuidado junto al paciente a su atención con el apoyo de medios que se enmarcan en lo que se denomina “telemedicina”. Este es un concepto amplio que cobija a muchos elementos, desde la obtención de una opinión entre dos médicos que están en lugares distantes hasta la integración de un ecosistema de dispositivos tecnológicos avanzados interconectados que cumplen distintas funciones.

Aunque esos dispositivos no van a desplazar al médico, sí lo van a conectar con centros mayores de atención que pueden estar en diversos sitios del mundo para ayudarlo en situaciones complejas que él solo no podría solucionar.

Estos avances permiten que, por ejemplo, un robot sea ya capaz de hacer suturas en intestino o piel con resultados tan buenos o mejores que los logrados por seres humanos. Y existen dispositivos que posibilitan a un médico dirigir un robot mientras esa máquina hace directamente una operación en una persona. Esas cirugías son más precisas, producen menos sangrado y llevan a una recuperación más rápida de los pacientes.

Más allá, hay aplicaciones clínicas de inteligencia artificial en las cuales se recogen miles de imágenes de tomografías de pulmón para, en estudios clínicos, tener un diagnóstico más preciso y hasta un año antes que lo pudiera establecer un ser humano sin esa ayuda.

Lo mismo se ha hecho en dermatología, en específico en cáncer de piel, cuando con inteligencia artificial se integran miles de imágenes y estas, frente a la foto de un paciente, permiten un análisis que llega a un diagnóstico más temprano.

Pero, ¿la tecnología nos está acercando a que todos tengamos acceso más rápido y mejor a la salud? En Colombia, desde el año 2010 existe el decreto 1419 que regula la telemedicina. Esta se inició con algún entusiasmo en los antiguos territorios nacionales, pero una década después se ve que muchos centros asistenciales no tienen siquiera conexión a internet o que es intermitente o mala.

Del mismo modo, que los diagnósticos o interconsultas que deberían hacerse en cuestión de minutos u horas se demoran días, por lo que llegan en momentos en los cuales el paciente se complicó o ya tuvo un desenlace desfavorable. Los desarrollos de telemedicina han tenido mucha acogida en los centros urbanos y en grupos poblacionales que ya tienen acceso a la salud, personas que pueden acceder a una consulta rápida con un especialista.

Sin embargo, el sistema de salud no ha logrado que esos desarrollos estén al servicio de una amplia población vulnerable que los requiere: falta que todo esto llegue a los sistemas públicos de salud, que tengan divulgación y que se construya una buena infraestructura.

Este problema es debido a múltiples factores, pero uno significativo es que los modelos de negocio en el sector salud se han enfocado hasta ahora en personas que ya están aseguradas y tienen alguna capacidad económica. Por otra parte, muchas personas que podrían  necesitarlos  no  tienen,  por  ejemplo, acceso a una buena conexión de internet.

Ambos factores están en caras opuestas de la moneda y son limitantes. Ello, a pesar de que la ley permite que los servicios de telemedicina a través de los regímenes subsidiado o contibutivo sean cobrados y pagados.Desde el punto de vista filosófico se plantea el dilema de que en el futuro la tecnología llegue a un nivel tal que el personal médico no sea necesario.

Por ahora vamos en que todas estas herramientas son una ayuda para médicos y personal de salud que siguen ausentes en regiones apartadas donde urge un apoyo especializado, así sea virtual.

Contrario a lo que pasa en empresas financieras y del sector de negocios, por ahora la telemedicina no ha llegado a que sea un robot el que responda preguntas, sino que siempre se designa a personal de médicos, especialistas o enfermeras para que estén pendientes, den respuestas y brinden apoyo.

Pero el asunto va más allá de unas capacidades básicas en un celular o computadora portátil: los mismos dispositivos médicos pueden estar conectados a la red a través de internet de las cosas para que, pongamos el caso, un electrocardiograma tomado en un sitio alejado esté conectado con un centro de mayor complejidad. Por eso hablamos de todo un ecosistema que se debería desarrollar.

Las empresas prestadoras de salud deben pensar incluso que esto representa una oportunidad de llegar a la gente, de acceder a zonas donde puede haber solo un médico general o una enfermera para que el paciente tenga acceso a conceptos de un médico internista o de un especialista, que las citas no se tengan que demorar semanas o meses y que algunas actuaciones médicas se puedan solucionar a través de la tecnología.

Esto es una oportunidad que los servicios de salud no han explotado de manera eficaz. Le corresponde al gobierno y a los gremios médicos impulsar este tipo de iniciativas porque tenemos una falta grande de personal de salud en zonas rurales y áreas remotas. Existe por ley la facilidad de hacerlo y las compañías tienen no solo la posibilidad sino la obligación de implementarlo. Eso sería ayudar a democratizar más la salud.

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¿Emisiones a la atmósfera?, ¿por qué no mejor de bonos verdes?

Enero 22, 2025

Al igual que en el fútbol, el tiempo juega contra quien necesita resultados. Hoy, aparte de tiempo, el medio ambiente requiere de acciones que financien iniciativas que mermen las emisiones de efecto invernadero. Los bonos verdes son una opción que crece y se consolida en el mercado de deuda.

Juan Carlos Luján, Colaborador Revista Universidad EAFIT.

Habría que vivir en Marte para no percibirlo. Fuertes aguaceros que generan enormes inundaciones, tifones y huracanes que se forman con mucha más intensidad, olas de calor o frío que golpean amplios sectores del mundo, fenómenos atmosféricos que desconciertan a la ciencia.

Quienes habitamos la Tierra, como en un partido de fútbol definitivo, jugamos en contra del tiempo por cuenta del cambio climático y desde diferentes ámbitos, incluidas las finanzas, y por tanto, es un imperativo buscar soluciones que permitan revertir una situación tan determinante para el futuro de la humanidad y de las diferentes especies que conforman el planeta.

Sí, hay que movilizar recursos para generar efectos resilientes alrededor del medio ambiente, pues como lo menciona Juan Felipe Franco, director general de Hill Consulting –firma colombiana que se encarga de trabajar por territorios amables y saludables–, la gestión para hacerle frente al cambio climático no puede
ser exclusivamente financiada a través de recursos de donación o de cooperación internacional.

“Definitivamente se necesita de la inyección de capital importante para lograr acciones transformadoras”, menciona el consultor, quien agrega que una alternativa para hacerle frente al asunto son los bonos verdes, financiación que se requiere con prioridad teniendo en cuenta las ambiciosas metas internacionales de Colombia frente al cambio climático y la consiguiente movilización de recursos para su cumplimiento.

Además, no se trata de un asunto filantrópico, sino de gestión de un riesgo, como lo son las acciones en beneficio del medio ambiente. Famosos desde 2007, cuando un grupo de inversionistas nórdicos se acercó al Banco Mundial con el fin de gestionar herramientas que les permitieran invertir en los mercados financieros, pero a la vez tener unos impactos positivos en el medio ambiente, se trata de instrumentos de deuda cuyos recursos solo deben utilizarse en proyectos con efectos ambientales positivos.

La definición de lo que son está en el estudio internacional El potencial de los mercados de bonos verdes en América Latina y el Caribe, financiada por la Fundación EU-LAC y en la que participaron académicos de EAFIT, la firma Hill y Get2C.

En palabras de Diana Constanza Restrepo Ochoa, docente del Departamento de Finanzas de EAFIT y una de las autoras del estudio, los bonos verdes permiten visibilizar los recursos dirigidos a la financiación de iniciativas relacionadas, por ejemplo, con eficiencia energética, energías renovables limpias o infraestructura sostenible, entre otras.

La profesora explica que “esto nos ayuda a entender mejor cómo se mueven los recursos hacia estas áreas, acordes con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y también con el Acuerdo de París, que busca un compromiso global por limitar el aumento de la temperatura en el planeta a menos de dos grados centígrados de aquí a 2030. Idealmente a no más de 1.5 grados centígrados”.

Un mercado de crecimiento

Utilizados por instituciones públicas y privadas, los bonos hacen parte de un mercado de valores de deuda, es decir, en el que se presenta un  financiamiento por medio de la emisión de dichos bonos. Son también conocidos como valores de renta fija, pues entre emisores y compradores se sabe con exactitud la cantidad de dinero que se obtendrá y el interés fijado.

Los bonos verdes integran dicho mercado y, a 2019, se habían tranzado 1397 billones de dólares en el mundo, según el registro que desde 2014 hace The
Climate Bonds Initiative (CBI). A su vez, durante 2021 se han movido 298.4 billones de dólares en todo el planeta en bonos verdes.

La profesora Diana Restrepo especifica que son los actores privados quienes más han intervenido en este mercado con la emisión de más del 50% de los instrumentos. El sector público como tal tiene una participación cercana al 30% y la banca de desarrollo un 16 o 17%.

El estudio subraya que, según datos de 2019, Europa se erigía como el principal emisor con un 40% de bonos, mientras que América Latina aportaba
solo un 2%.

Imagen Noticia EAFIT
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Los bonos verdes son más que un asunto de financiación o de corte filantrópico. Son también una forma de gestión de un riesgo, como todas las acciones en beneficio del cuidado del medio ambiente. Foto: Róbinson Henao.

 

Y aunque es un mercado en crecimiento, corresponde al 1 % del mercado general de bonos, como lo indicó el Banco Interamericano de Desarrollo en 2019 y que se reseña en la publicación. “Llegar a ese tamaño del mercado global de deuda no es algo desdeñable porque este es un mercado bastante grande”, dice la académica, y más aún cuando su auge comenzó en 2014, siete años después de la emisión del primer bono. En lo concerniente a Latinoamérica, Diana Constanza Restrepo comenta que una de las razones para que falte más consolidación es que se trata de un sector con mercados de deuda aún muy pequeños.

“La mayoría de nuestro tejido empresarial está conformado por empresas pequeñas y medianas, y se necesita salir con una cantidad relativamente grande de deuda (una emisión competitiva de deuda en el mercado colombiano es de más de 200 mil millones de pesos)”.

A 2019, Europa se erigía como el principal emisor con un 40% de bonos, mientras América Latina aportaba un 2%. El mercado mundial de bonos verdes corresponde al 1% del mercado general de bonos.

Su uso en el país

En Colombia, para mostrar ejemplos de emisión de bonos verdes, se destacan las hechas por Bancóldex,
organización que en 2017 emitió un bono verde de 200 mil millones de pesos que le permitió conceder
créditos verdes por cerca de 330 mil millones de pesos.

ISA, en 2020, hizo una emisión de 300 mil millones de pesos para el financiamiento de dos proyectos en la región Caribe y así permitir la conexión de energías renovables no convencionales (eólica y solar) al Sistema Interconectado Nacional. Además, hubo unas colocaciones privadas de Bancolombia (350 mil millones de pesos) y Davivienda (433 mil millones de pesos), ambas en 2017, lo que las convirtió en las primeras en abrir este tipo de bonos en el país.

Ambas emisiones fueron adquiridas por la Corporación Financiera Internacional (IFC) para darle prioridad a proyectos que combatan el cambio climático. Por lo anterior, para la docente, uno de los aspectos
positivos en Colombia es que los bancos han entrado mucho a dicho mercado y esto es un caso especial dentro de Latinoamérica.

A su vez, Colombia emitirá bonos soberanos verdes este 2021, ofrecidos por gobiernos nacionales. “Ellos han tenido acompañamiento del Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial en la estructuración de esta emisión. Esperaríamos, eso sí, que la colocación resulte exitosa”, expone la profesora Diana Constanza Restrepo, quien considera que aspectos como la no firma del Acuerdo de Escazú, muy relevante para la protección del medio ambiente en el país, seguramente no afectará la intención de los inversionistas, teniendo en cuenta la especificidad de los bonos y su destinación, y el respaldo que ha tenido el Gobierno durante el proceso de estructuración.

¿Qué son los bonos verdes?

Instrumentos de deuda cuyos recursos solo deben utilizarse en proyectos con efectos ambientales.
Los pueden emitir empresas, gobiernos, municipios o entidades supranacionales.

¿Bonos verdes soberanos?

Son aquellos emitidos por gobiernos nacionales. Su emisión permite a un gobierno atraer directamente a los mercados de capital para financiar los compromisos.

Dificultades y marcos normativos

En el estudio es clara la explicación que se hace sobre la regulación de los bonos verdes, aunque como dice la misma publicación, detallar lo que es “verde” no es tan sencillo. Fue la International Capital Markets Association (ICMA) la que definió los Principios de los Bonos Verdes (GBP, por sus siglas en inglés), los que, de acuerdo con la investigación, son “directrices de proceso voluntario que recomiendan la transparencia y la divulgación y promueven la integridad en el desarrollo del mercado de bonos verdes al aclarar el enfoque para la emisión”.

La académica anota: “Los GBP dan unos lineamientos sobre cómo se debe estructurar el bono, cómo se deben informar los proyectos en que se va a invertir y cómo se debe reportar. Ese es uno de los problemas que tiene el mercado, y es que los emisores pueden o no acogerse a los principios de los bonos y aun así etiquetar como verde”.

Volviendo sobre lo que es “verde”, una de las dificultades del mercado está relacionada con el greenwashing que es, por ejemplo, cuando una petrolera o una mina de carbón emite un bono verde para eficiencia energética, y aunque ahorren energía, su foco de actividad económica continuará siendo muy contaminante.

Aspectos como el desconocimiento del funcionamiento y las ventajas de estos instrumentos, la actualización aún más de su regulación y la socialización de su operación también se hacen necesarias para fortalecer el aumento del mercado. En la actualidad, los bonos verdes se utilizan para iniciativas en energía renovable, infraestructura verde.

El escenario pospandemia

La contingencia del COVID-19 priorizó otras necesidades para el mundo. Tanto en América como en Europa, las zonas en que se centró la investigación –y por sus diferencias sociales y económicas–, se viven escenarios en los que se hace necesario revisar el futuro de este mercado, aunque las previsiones son positivas.

Según la investigación, en el caso de Latinoamérica y el Caribe, “a pesar de la incertidumbre pandémica, todavía existe la oportunidad de apelar al mercado de deuda para financiar la recuperación y los bonos verdes podrían ser un instrumento importante con el fin de movilizar recursos financieros de apoyo a una recuperación económica alineada con la construcción de emisiones cero”.

Los europeos, por su parte, acordaron el próximo presupuesto a largo plazo (1824,3 mil millones de euros). Allí incluyeron medidas de recuperación del COVID-19 pensando también en un futuro más sostenible que apoye la inversión en las transiciones verde y digital.

 

El transporte limpio es uno de los campos que se puede financiar con este tipo de bonos. Foto: Róbinson Henao.

"Ante este panorama, Juan Felipe Franco, de Hill Consulting, cree que el mercado no se verá afectado de forma negativa. “Por el contrario, cada vez más los países, los territorios y la empresa privada van a demandar más de este tipo de instrumentos de deuda para sacar adelante la recuperación pospandemia sostenible, y que empiece a tener criterios de desarrollos bajos en carbonos y resiliente al clima”.

Cambio climático, futuro, financiación, proyectos alternativos, verde... Más que palabras claves, la supervivencia de la humanidad en la Tierra, así como de las especies que hoy habitan el planeta, necesita de acciones.

Los bonos verdes, y por ende las finanzas sostenibles, como lo reitera la profesora Diana Constanza Restrepo, permiten anticiparse a esos eventos. “Si entendemos que el ambiente es una fuente de riesgo y no actuamos sobre lo que estamos haciendo para cambiar la trayectoria, seguro vamos a estar peor”.

Ah, y que quede claro, en voz del líder de Hill Consulting, que los bonos no son el único instrumento financiero para este problema. “Requerimos de esfuerzos para que haya una combinación de distintos instrumentos, a través de los que se movilicen recursos para la acción climática en Colombia y en América Latina”.

 

¿Cuál es el negocio de invertir en ellos?

Los bonos verdes son, básicamente, acuerdos en los que un grupo de inversionistas se compromete a comprar la deuda a los emisores de dichos bonos
y los emisores, a cambio, se comprometen a pagar unos intereses mientras el bono se vence.

Para Juan Felipe Franco, de Hill Consulting, los bonos terminan siendo una deuda por la que quien utiliza los recursos debe pagar unos intereses por ese dinero que recibe. Frente al mercado de bonos convencionales, la diferencia con los verdes es que en el caso de los segundos los recursos que se recogen con la emisión
solo se pueden utilizar en proyectos con beneficios ambientales.

Se trata, entonces, de instrumentos de deuda o financieros que son ampliamente usados por los países, por el sector privado y por los gobiernos. Lo interesante, además de la destinación de estos recursos, son los requisitos para acceder a estos, los que en ocasiones son entregados al usuario final bajo unas condiciones: tasas especiales, plazos de deuda quizás más amplios y períodos de condonación.

El aporte de estos instrumentos de financiación pasa por la necesidad de beneficiar acciones que tengan impactos ambientales positivos, en la reducción de emisiones y en la forma como las comunidades cada vez son más resilientes a los impactos del cambio climático.

 

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Autor
Juan Carlos Luján
Edición
Edición 177

Descubre tu entorno con esta guía de observación de flores y polinizadores

Mayo 2, 2022

¿Conoces las flores que hay cerca de tu casa o en tu barrio?, ¿a qué huelen?, ¿qué animales has visto visitando las flores? Utiliza esta guía de observación de flores y polinizadores, elaborada en el proyecto “Ciencia entre montañas”, y explora tu entorno para descubrir todo lo que la naturaleza nos enseña.

Colaboradores: Daniela Cepeda Zúñiga, Susana Galvis Bravo y Agustín Patiño Orozco.

Ilustradora: Carolina Arango Hurtado.

¿A los osos les gusta la miel?, ¿por qué los aguacates tienen semilla?, ¿cómo la niebla se convierte en el agua que tomamos?, ¿cómo son las flores que hay cerca de tu casa? Estas son preguntas de los niños y niñas participantes del proyecto “Ciencia entre montañas", liderado por la Universidad de los niños EAFIT en los municipios de la Provincia Cartama, de la subregión del Suroeste antioqueño.

A través del juego, la pregunta, la experimentación y la conversación, más de 1100 niños y niñas participantes viven experiencias de aprendizaje activo que los acercan a la ciencia y la investigación. Los acompañan mediadores locales, capacitados por el área de Apropiación Social del Conocimiento de EAFIT y asesorados por investigadores invitados.

Entre 2022 y 2025, Ciencia entre montañas realizará un total de 960 talleres en 40 sedes educativas rurales de los municipios de Caramanta, Fredonia, Jericó, Montebello, Pueblorrico, Santa Bárbara, Támesis, Tarso, Valparaíso y Venecia.

Una de las experiencias de aprendizaje desarrolladas en las sedes educativas participantes buscó responder la pregunta ¿De dónde sacan las flores su aroma? en compañía del investigador Luis Fernando Echeverri, químico farmacéutico y doctor en Ciencias Químicas.

Durante este taller, los niños y niñas estudiaron la anatomía básica de las flores, realizaron recorridos por su vecindario para identificar distintos tipos de flores y animales polinizadores, diseccionaron flores observando su estructura interna con una lupa, y experimentaron con la extracción de aceites esenciales de canela, clavos de olor y eucalipto macerándolos en alcohol durante un par de semanas.

“Hola Luis, hoy aprendimos sobre la polinización de las flores, jugamos e hicimos un experimento, y aprendimos que las flores sueltan su aroma desde sus células vegetales y los insectos vienen a polinizar. Las flores cuando se sienten atacadas sueltan un aroma que huele mal. Nos gustó tu carta ¡y muchos abrazos!".
​Darcy Cañaveral Ciro y Yakeline Álvarez Tangarife, I. E. Sabanitas Sede Educativa Rural Sabanitas, Municipio de Montebello.

¡Ahora es tu turno!
Guía de observación de flores y polinizadores

Los polinizadores que visitan nuestras flores

Realiza un recorrido por las zonas verdes que están cerca de tu​​​ casa o en tu barrio

y observa las flores que hay en el suelo, en los árboles o creciendo en las grietas de los andenes. Lleva papel y lápiz y registra todos tus hallazgos en el siguiente formato:

1. Elige una flor, obsérvala, tómale fotos, huélela y escribe tus hallazgos:

¿Cómo es la flor? Describe el color, tamaño y forma de la flor:

¿Tiene polen? ¿Cómo es?

¿Tiene olor? ¿A qué huele?

¿La flor tiene visitantes? Describe los animales que observaste visitando la flor.

2. Identifica el sexo de la flor

Observa muy bien cada una de las partes de la flor y trata de identificar:¿Es hermafrodita?

La mayoría de las plantas angiospermas (plantas con flores) son hermafroditas, es decir, tienen flores con partes masculinas y femeninas, como el curubo antioqueño (Passiflora antioquiensis) o el aguacate (Persea americana).

¿Es femenina?

Estas flores tienen solo la parte femenina que se encuentran en las hermafroditas. En ellas se puede identificar el estigma, que es la parte del pistilo que recibe el polen. También el estilo alargado en cuyo interior se encuentran los óvulos

¿Es masculina?

Estas flores tienen solo la parte masculina. En ellas se pueden las anteras, que por lo regular tienen polen.​
 

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