El Congreso de Colombia es un plato difícil de digerir. Por un lado, nos encontramos con una de las instituciones que más desconfianza genera a los colombianos: según las mediciones del Barómetro de las Américas, la confianza que tenían los ciudadanos en esta institución para el año 2018 era tan solo del 24.6%. Para el año 2021, la encuesta Pulso País desarrollada por Datexco dio un panorama aún más sombrío: la desaprobación alcanzó un máximo histórico del 86% y una aprobación de tan solo el 10%. La conclusión es clara: los colombianos no confían en el Congreso de la República.
Por el otro lado, y sumado al escenario de desconfianza, nos encontramos con un amplio desconocimiento sobre cómo funciona esta compleja y paquidérmica estructura llamada Congreso de la República. ¿Quiénes lo conforman?, ¿cuál es la diferencia entre el Senado y la Cámara?, ¿cuáles son las funciones de los congresistas?, ¿qué es un proyecto de ley y cuál es su trámite?, son preguntas que en apariencia deberían tener una respuesta ampliamente conocida, pero en realidad, son interrogantes incrustados en un hermetismo que resulta indeseado para cualquier democracia. Quienes estamos inmersos en el mundo político y académico damos por sentado –erróneamente– que la ciudadanía tiene pleno conocimiento sobre el congreso, pero no es así. Es necesario un mea culpa y el diseño de una estrategia decidida por la pedagogía.
La combinación de estas dos variables –desconfianza y desconocimiento– es catastrófica; ambas se alimentan entre sí. Y es que, con más frecuencia de la esperada, los congresistas presentan, niegan y aprueban leyes que modifican el día a día de la ciudadanía. Un escenario de tanta importancia para el quehacer cotidiano de los colombianos –interesados y desinteresados– debería contar con los canales y los esfuerzos de actores diversos para comprender, comunicar, hacer seguimiento, exigir y proponer; dejar la política exclusivamente en manos de políticos es ignorar la diversidad de espacios que surgen desde la sociedad civil, la empresa privada y la academia.
En un esfuerzo por arrebatarle el monopolio de la política a los políticos, por responder el tipo de preguntas presentadas en este texto, por acercar el Congreso a la ciudadanía a través de la pedagogía, por llevar a cabo procesos de observación y aportar desde la investigación, surge desde la Universidad EAFIT el semillero de investigación Antioquia Visible. Con más de 10 años de experiencia y una producción académica meritoria, el semillero busca reactivarse y repensarse manteniendo los aciertos que se venían desarrollando. La crisis en la confianza y el ya cercano escenario de elecciones son la coyuntura perfecta para la formulación de nuevas apuestas alrededor de un espacio de vital importancia e incidencia. Si bien nuestro enfoque es en los y las congresistas antioqueñas, también dirigimos la mirada a acciones, coyunturas e investigaciones que van más allá del departamento.
Como mensaje final, queremos expresar que una de nuestras grandes apuestas es acercar la academia a la ciudadanía y a los congresistas. Entender es el primer paso para apropiarnos de un escenario donde se toman decisiones que afectan nuestra cotidianidad. Así pues, buscamos cualificar la actividad legislativa, hacer pedagogía y comunicar de manera clara sin disminuir el rigor técnico e investigativo que nos caracteriza. Desde la Universidad EAFIT estamos comprometidos en la realización de investigación aplicada; sacar la academia del campus universitario y llevarla a las calles. Cambiarle el sabor a cómo entendemos el Congreso de la República.
Nota al pie: invitamos a los(as) congresistas electos y a los(as) candidatos antioqueños, a contactar a Antioquia Visible por medio de su correo o sus redes sociales. Conocer sus perfiles, su labor legislativa y sus propuestas es de gran importancia para nosotros.