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Breviario: universos paralelos

​​Yonatan E. Gómez Rico

yegomezr@eafit.edu.co

@yonatanrico27

La vida es una cómica tragedia en la que estamos –como diría aquel hombre de ojos saltones– condenados a elegir. Arrojados a la existencia sin origen ni fin. Considerándonos todo el tiempo en planos y escenarios, ocupando posiciones sociales. Vidas que no hemos podido pensar nosotros, ninguna. Aún así, la cordura de una persona depende de su capacidad para imaginarse a sí mismo en alguna de esas posiciones, e imaginarse feliz. Aprendemos demasiado tarde que las emociones deben ser racionalizadas, que la razón debe ser animada. 

En repetidas ocasiones, y consideraría que no soy el único al que esto le sucede, siento la nostalgia de la elección no hecha, del boleto no gastado, de la noche a la que no asistí. Nos arrepentimos con la conciencia de que la elección contraria a la tomada debió ser, que esa era la correcta. Los nervios se apuntalan en cada dedo, en cada mirada, en cada respiro. Cada segundo puede ser el que determine la vida en adelante. El arrepentimiento es considerar que no se ha podido uno encontrar. Surge, por lo tanto, la indecisión que nos abruma con constancia. Y cuando “nos hallamos”, entonces nos arrepentimos porque no nos vimos con claridad en el pasado. Es ahí donde reside la tragedia: no somos los que decidieron ayer, los que decidieron esta mañana, y tampoco somos los que no decidieron. Por dos razones. Primero: cambiamos cada segundo, cada día, con cada palabra. Segundo: sí elegimos aquello que no sucede.

Pensar que al haber hecho una elección se ha perdido toda posibilidad de elegir otro camino es una obviedad. Pero, ¿y si no lo fuese? ¿Y si en realidad esas decisiones que no tomamos pudiesen ser tomadas?
Imaginemos que por cada elección realizada, la omisión se ejecuta, pero en otro universo. Más aún, todas nuestras decisiones generan universos en los que elegimos lo contrario a lo que hicimos… Cada decisión que tomamos, como leer estas pequeñas líneas, está siendo una entre todas las posibilidades que nosotros mismos –¿nosotros?–, hemos realizado. Estos pensamientos, tal vez, puedan darnos la anhelada percepción de haber hecho todo cuanto se quería en la vida, aunque no necesariamente en este universo.