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Los deseos


Salomé Arango Botero
sarangob1@eafit.edu.co
@salomearanbo_b

Todos conocen esa sensación previa cuando se sopla la vela para pedir el deseo más anhelado, o cuando una pestaña se posa sobre la mejilla; se cierran los ojos y se imagina aquello que se quiere, o cuando se logra ver el destello del cometa más rápido en el cielo; se añora por los sueños. También cuando preguntan por ahí qué es lo quieres hacer en la vida. Existe una creencia que dice que los deseos no están hechos para cumplirse, sino solo para el anhelo. Porque una vez se cumplen algo de cada ser se pierde. Fanny Buitrago, escritora nacida en 1943 en Barranquilla, describe en sus historias esos deseos que están tan presentes en la vida del ser humano. Con gran trayectoria en la novela, en el cuento y en el teatro ha ganado premios como el Nacional de Teatro en Cali, el Premio Villa de Avilés y el Premio Felipe Trigo.  

La editorial EAFIT recopiló varias obras de la autora, algunas inéditas y otras ya publicadas, para realizar una antología llamada Cuentos (2017) que reúne veinte relatos de Buitrago. Las historias están envueltas en el mar del Caribe, en islas y en tradición costera. Los personajes encarnan al ser humano soñador que anhela estudiar teatro, conseguir una casa en la playa o casarse con el amor de su vida. En esos cuentos algo de cada personaje se pierde por los sueños que alguna vez desearon. Tres cuentos serán los seleccionados: New York, New York (2017), Sirena del Caribe (1976) y Mar insomne (2010). Los tres comparten finales pesarosos, esos que se acercan a la realidad. 

New York, New York narra la historia de Lorenzo Andrade: un joven que desea estudiar teatro, pero sus padres no están muy a gusto con esa decisión. Lorenzo “quería a Bogotá y a Bogotá, la ciudad de lo impensable, de la lluvia y de los árboles, ir a estudiar teatro, lo cual había escandalizado a toda la familia”. Sin siquiera llevar la mitad de sus estudios el muchacho tiene que huir por haberse visto inmiscuido, indirectamente, en zonas de la mafia de su país. La historia termina con el consejo que su padrino le pide: “Tienes que salir del país enseguida, ¡y felicitaciones! Ahora puedes estudiar en Nueva York, Madrid, en París o en Moscú”. Aquel sueño se le resbaló entre los dedos.

En Sirena del Caribe Buitrago cuenta la historia de Leandro Palma, un hombre que compró un terreno al lado del mar porque era su sueño. Lo describe como “el deseo vehemente, nostálgico, por el disfrute de un pedazo de tierra”. Este rozaba los límites con la obsesión. En la historia del señor Palma ese sueño que tanto anhelaba y que luchó para conseguirlo le costó la vida. Algo tiene de razón el filósofo argentino Luciano Lutereau en su ensayo Una enfermedad llamada “deseo” (2021) cuando nos dice: “Un deseo es algo que se realiza, si es que uno está dispuesto a perderse un poquito en ese paso”, el señor Palma se fue perdiendo en el camino hasta verse asesinado por la envidia del ser humano. 

En Mar insomne, Damaris Wilson, una muchacha de buena familia, se enamora de Josué Guevara, un amante de los caballos que es poco querido por la familia Wilson. Los padres “no imaginaban que Damaris soñaba con el príncipe a caballo que la libraría de limpiar, fregar, sacudir, despertar cada mañana para complacer a las voces exigentes”. Una vez que se dieron cuenta de este amor pañamán, el padre planeó la boda sorpresa con el hombre deseado: cachaco, pero de mal corazón. Finalmente, lo que nadie podía impedir “es que Damaris Wilson [...] tuviese pensamientos propios, acceso a los libros que sacaba de la biblioteca pública, ideas concretas acerca del futuro. Su presente estaba allí, al alcance y, además, el deseo”. 

En el budismo el deseo es considerado la causa de todo sufrimiento. Esta idea se contrapone al concepto de Occidente donde es visto como un motor movilizador e inspirador para vivir. No obstante, pensar en el deseo de forma tan idealizada es sumergirse en un mundo alejado de la realidad. Precisamente, esto es lo que nos muestran los cuentos de Fanny Buitrago. La autora nos invita a preguntarnos ¿qué es lo que se pierde cuando los sueños se cumplen? ¿la vida misma, una parte de ella? ¿El pasado? ¿El presente? ¿El mismo ser humano?

Lo único que le es verdaderamente propio al ser humano es el deseo. Sin embargo, su incesante persecución, como nos demostró Buitrago en el relato de Damaris Wilson, conduce a una irremediable pérdida de nosotros mismos. Esta idea budista, junto con la psicoanalítica, aterriza la idea que se tiene sobre los deseos. En los tres cuentos, los personajes sufren y sacrifican amistades, amores, la familia, sus propias vidas para que sus sueños se vean cumplidos. Esto último se relaciona con la idea capitalista de que debes esforzarte por conseguir lo que quieres, sin embargo, no se enseña al ser humano a disfrutar, sino que su vida se convierte en una perpetua búsqueda de los sueños, en la cual la única vez que le son suyos es al momento de pedirlos, porque una vez se cumplen dejan de serlo, se pierde el control sobre estos y los otros entran a jugar un papel que antes no tenían. El deseo deja de ser algo privado para convertirse en algo público, que les pertenece a todos, donde todos toman partida y opinan. 

Algo de cada ser humano se sacrifica para poder conseguir sus metas y a su vez se ven interrumpidas por los otros: Damaris pierde a su amor por culpa de sus padres, Lorenzo debe irse de su lugar soñado por conocer los movimientos de un narcotraficante y el señor Palma pierde su vida porque lo asesinan los vecinos envidiosos. Una vez estuvieron cumplidos se los arrebataron de las manos y algunos ni pudieron disfrutarlos. ​