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Angst (1983)

Sin dorar la píldora

Dentro del conjunto de apócrifos subgéneros del cine se encuentra el destinado a presentar en pantalla las vidas y andanzas de asesinos en serie, ya sea fictos o los a veces más imaginativos de la vida real. Todo esto ha creado una suerte de idealización de la imagen del asesino, desde el carismático Ted Bundy interpretado por Zac Efron, hasta el más reciente personaje de Lars Von Trier, Jack, el artista de la carne. Algunos dirían que el dilema moral  circunda al subgénero desde el simple hecho de intentar justificar a los asesinos poniéndonos en sus zapatos y volviéndolos casanovas del cuchillo. Pero, ¿qué opinarían aquellas personas que dudan del subgénero si se les presentara una película que nos pone en los zapatos del asesino, pero no para comprenderlo, sino para sentir lástima de su asquerosidad e inhumanidad? Es este el caso de Angst, dirigida por Gerald Kargl y basada en la vida y el caso de un asesino serial alemán que burló el sistema de reinserción social y mató a tres personas el mismo día que se le otorgó la libertad condicional. Su título, Angst (angustia en español) es el epítome de la sensación constante que la película ofrece y entrega de manera efectiva. La angustia de ver cómo algo no sale como se planeó y cómo cada decisión es más errónea que la anterior en esas situaciones donde nos damos cuenta que todo empeora más y más. Ahora imaginen esa sensación tan conocida por todos, aplicada al  plan de un triple asesinato y tendrán la experiencia visual y sensorial de Ansgt. 

¿Por qué verla?

La película, no solo ofrece un vuelco a las convencionalidades del cine de asesinos en serie y de suspenso en general, sino que también, es un viaje corto pero energizante a las posibilidades técnicas de una filmación que se sumerge en un sentimiento tan fundamental como lo es la angustia. Tanto la actuación retadora del actor principal —y de nadie más— como la música techno ambientadora y el movimiento constante y vivaz de la cámara, ofrecen una experiencia que puede llegar a trastornar al final, a enojar, a asquear, pero no a dejar indiferente. No es gratuito que Gaspar Noé la haya denominado como una de sus películas inspiradoras.