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Cambio climático: ¿Casualidad o destino?


Anderson Amaya Saldarriaga
aamayas@eafit.edu.co


El lector de este texto se puede llegar a sentir aludido con el tema de un tal Coronavirus. 
 
¿Y si le dijera que hay una relación entre el Covid-19 y el cambio climático? 

Probablemente algunos me están imaginando en estos momentos con un gorro de aluminio sobre la cabeza, pero la verdad es que, haciendo análisis minuciosos sobre estudios ecológicos, podríamos darnos por enterados.

Este virus nos fue transmitido desde los animales, los mismos animales que hemos cazado, acorralado y llevado a la extinción sin piedad alguna. Al reducir de una manera tan precipitada sus hábitats,  el contacto entre ellos y el ser humano era inevitable, volviendo mucho más factible la propagación de este tipo de enfermedades. Algo que podemos llegar a creer que existe por azar o por capricho de la naturaleza tiene una gran influencia de la mano del hombre. 

La tierra se regula, es algo descabellado el pensar que puede haber crecimiento infinito en un planeta finito. 

La realidad es que difícilmente las personas se preocupan por estas cosas, pues el ser humano tiene una capacidad sumamente reducida para pensar a largo plazo, llegando a preocuparse solo por cuestiones que lo afectarán a corto y mediano plazo. 

El tema del cambio climático es un tópico tan hablado y debatido por años que ya hace parte de la conciencia colectiva, pero se limita a esto. Paradójicamente permanece en la mente sin llegar a que las personas o los gobiernos intervengan de forma coherente con la magnitud del problema, el cual puede llegar a ser subestimado y trivializado. La verdad es que la especie humana, sin llegar a exageraciones, si nos basamos en las evidencias presentadas concretamente por la ciencia, se enfrenta al colapso de la civilización tal y como la conocemos. 

De cierto modo, que algo esté en la conciencia colectiva no significa que cale en la conciencia del individuo, y en palabras del médico y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, “Lo que no hacemos consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino.” 

¿Será entonces el destino del ser humano condenar a millones de su propia especie a padecer por las consecuencias del cambio climático? La cruda verdad es que el Homo Sapiens (Hombre Pensante) lleva recorriendo ese sinuoso camino desde hace ya algunas décadas; apelando al engaño y al autoengaño en pro de justificar su conducta. La sociedad consumista le impone al individuo cómo debe vivir, por tanto el adoptar hábitos comparativamente más austeros para que otros no sufran y todos quepamos, no se alinea con la doctrina subliminal.

“Muchas de las catástrofes y muchos de esos efectos que a veces miramos con preocupación, y que atribuimos a la naturaleza, si bien tienen un sustrato en los fenómenos naturales, también es cierto que tienen un origen asociado con el hombre y el impacto de su actividad en los entornos naturales. Los efectos derivados de la industrialización, de los cambios en el uso del suelo, de la deforestación, de la ganadería, de la minería, entre otros factores, no son menos importantes en lo que está pasando y lo que estamos observando. Por supuesto no se trata de condenar o de satanizar las prácticas humanas per se ni mucho menos, se trata es de escuchar y de reflexionar sobre lo que la Ciencia tiene que decir al respecto, sobre los hechos, sobre las observaciones concretas y las consecuencias medibles desde distintos contextos”. Esto mencionaba el profesor Luciano Ángel Toro, Decano de la Escuela de Ciencias de la Universidad EAFIT, en la apertura de los XII Días de la Ciencia Aplicada, evento adelantado por la misma Universidad los pasados 22 y 23 de septiembre. El tema principal del evento fue: ¿variabilidad climática y/o efecto antrópico? 

Nuevamente un grupo de académicos se reunía para tocar un tema que no es ajeno a la agenda científica desde los últimos cincuenta años. El cambio climático es la variación del sistema de fenómenos más o menos regulares que constituyen el clima a nivel global. Esta variación ha sido medida por los científicos, quienes la han comparado con la historia geológica de la tierra, llegando a conclusiones sorprendentes y un tanto preocupantes. Es de aclarar que cuando se menciona la palabra “preocupantes” se está dentro de un contexto netamente antropocentrista, pues es válido preguntarse si la misma naturaleza se preocupa de lo que está pasando. 

La cuestión es que el clima en el planeta ha variado mucho en toda su historia, lo que ha hecho la mano del hombre es acelerar ese cambio. Se puede llegar a hacer una relación entre los cambios que han sucedido muy rápido y las grandes extinciones. Un par de ejemplos de esto son la caída de un asteroide en Yucatán hace 65 millones de años, extinguiendo el 76% de todas las especies del planeta, dando fin a la era Mesozoica, y la gran extinción masiva del final de la era Paleozoica, en la cual un evento masivo de erupciones volcánicas en Siberia exterminó aproximadamente el 95 % de las especies marinas​ y el 70 % de las especies de vertebrados terrestres hace 250 millones de años. Ahora bien, estos eventos no exterminaron toda esa vida en un instante, para ello fueron necesarios miles, en incluso cientos de miles de años de variación climática para lograrlo.
 
¿Pero es preciso comparar el cambio en la tierra generado por el hombre con las grandes extinciones masivas? La evidencia puede apuntar a que así es. Tal vez no induzcamos cambios tan grandes como la caída de un asteroide o una erupción masiva de volcanes, pero el ser humano ha demostrado ser igual de perjudicial para la biodiversidad del planeta. 

La extinción más reciente, la Gran Extinción Masiva del Holoceno, se alinea con la adopción del título por parte del ser humano como especie absolutamente dominante del planeta. Desde hace aproximadamente 13.000 años hemos llevado a especies a la extinción, efecto que no ha hecho más que multiplicarse cientos de veces en las últimas décadas. Debido a la gran cantidad de gases de efecto invernadero, como lo es el CO2, hemos propiciado que la tierra se caliente, lo que ha dado pie al cambio de las dinámicas ecosistémicas y geológicas. 

El quinto reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), arrojó como principal causante del cambio climático a la quema de combustibles fósiles y a la deforestación intensiva por parte de los países. 

Hemos superado las predicciones más desfavorables dentro de los modelos que la misma Ciencia propuso años atrás, llegando a deforestar el 50% de los bosques tropicales, y superando las 400ppm (partes por millón) de CO2 en la atmósfera. Se estima que cuando pasemos las 450 ppm los arrecifes de coral empezarán a morir por la acidificación de los océanos, dejando sin habitad a cerca del 25% de todas las especies marinas.  

Con la entrada de una nueva época geológica, el Antropoceno (llamado así de la palabra griega “anthropos” que significa hombre, debido a la gran huella que hemos dejado en la tierra) también es evidente una nueva especie del género Homo, especie que podremos acuñar con el nombre de Homo Mendax (Hombre Mentiroso), debido a la gran facilidad que algunos individuos tienen para engañar a los otros. En el pensamiento del filósofo Romano Lucio Anneo Seneca: “…la senda más transitada es la menos confiable, nada es menos aconsejable que seguir al rebaño, o sea, la opinión de la mayoría creyendo que es lo mejor para nosotros, eso sería acomodarse y no actuar racionalmente, porque resulta engañoso seguir a los que van adelante, ya que nos pueden guiar al precipicio”.

P.D. Este artículo fue realizado a finales de 2020. (Aclaración para los lectores de algunos años en el futuro).