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En el mundo de una maid

Nicole Rubinstein Ángel​

–¡Okaerinasaimase, Goshujinsama, Ojosama, bienvenidos!

Dos voces melodiosas hablando al unísono nos dijeron eso cuando terminamos de bajar las escaleras de Haiku Maid Café. Más tarde, las dueñas de aquellas voces, Lala y Yoko, me explicarían que esa frase significa ‘bienvenidos amo y ama’ en japonés. En ese momento, mis amigos y yo nos paralizamos, sin saber cómo reaccionar; ante nosotros estaban dos niñas que llevaban puestas unas orejas de gato y un uniforme de empleada doméstica, haciendo una venia en una demostración de respeto y llamándonos sus ‘amos’ en japonés. Así, en ese salón subterráneo de luces neón y dibujos anime, comenzó mi primera experiencia en un maid café.

Para alguien que no sea japonés, la idea de un maid café puede parecer algo bizarra y ajena. Sin embargo, los cafés temáticos son muy populares en Japón, y estos en particular son de los más famosos. Los maid cafés aparecieron por primera vez en los años 2000 en Akihabara, distrito de Tokio que es mundialmente conocido por ser el lugar que más frecuentan los otakus o amantes del anime y el manga. Eventualmente, este fenómeno llegó a Medellín en 2014 con la apertura de Haiku Maid Café y hasta la fecha es el único lugar de su estilo en la ciudad.

En esencia, la idea de estos lugares es ir a comer y ser atendido y tratado como realeza por un elenco de meseras que se visten y actúan exactamente como lo haría un personaje de anime. Su misma existencia resulta bastante problemática: la posición en la que ponen a sus meseras puede dar lugar a situaciones de acoso sexual y cosificación de la mujer. Debo admitir que se sintió un poco raro que nos trataran de ‘amos’, como si las maids fuesen menos que nosotros y debieran atendernos desde la sumisión.

Me comencé a preguntar si las maids de Haiku habían pasado por alguna situación incómoda en su trabajo. Se veían tan alegres atendiendo a los clientes, siempre sonriendo y soltando frases en japonés cada cierto tiempo. Aunque en el momento solo estaban Lala y Yoko, sabía que el equipo de meseras de Haiku es más grande. Por Instagram me enteré de que cada una de las maids tiene su propia cuenta asociada al café. Revisando los comentarios en las fotos noté que la mayoría provenían de hombres y casi todos repetían palabras como “bella” y “hermosa”. Puede que Haiku tenga una buena selección de comida en su menú, pero los clientes van al café a ver a las maids. Una cosa es comentar repetidamente en las publicaciones, otra muy diferente es interactuar con ellas en la vida real. ¿Realmente es tan bueno ser maid? Les pregunté a Lala y a Yoko.

Sus vestidos blancos con delantal negro me recordaron mucho al que usaba Misaki en Kaichou wa Maid-sama!, un anime que coincidencialmente toma lugar en un maid café. Las orejas de gato que llevaban puestas tenían moños con cascabeles, un detalle muy fiel al amor que tienen los japoneses por los gatos. Una vez se desocuparon, me sonrieron y me preguntaron si podían ayudarme. 

Al agradecerles por el servicio, Lala soltó una risita y se tapó la boca con ambas manos. El gesto me pareció caricaturesco, muy similar a la ficción. Me di cuenta de que ella y Yoko de verdad parecían personajes animados, desde su aspecto hasta su comportamiento. ¿Sería todo intencional, una especie de actuación para hacer de la experiencia más creíble? ¿En qué consiste ser una maid, exactamente?

–Somos meseras comunes y corrientes –explicó Yoko – hacemos todo lo que haría una mesera normal, pero la diferencia es que nos disfrazamos así y nos metemos en el papel. Las niñas que llegan a buscar trabajo aquí piensan que es como un cuento de hadas o estar en un anime, pero es más complicado de lo que parece. Hay que tener buena actitud y saber cómo tratar a los clientes, no es solo hablar japonés y actuar tierno. 

–Soy la más nueva en el café. Supe de Haiku por una publicidad y desde que me contrataron me encanta trabajar aquí –intervino Lala –. No solo estoy rodeada de todo lo que más me gusta, sino que puedo disfrazarme y pasarla bien con las otras maids, porque todas somos muy amigas. Cada una tiene una personalidad diferente y un nombre único.

–¿Ustedes escogen sus nombres?

–Cuando llegamos aquí nos sugieren un nombre o lo escogemos nosotras. Yo por ejemplo escogí llamarme Lala porque así se llama la protagonista de To Love Ru.

–¿Y hasta ahora les ha ido bien en Haiku? ¿Nada de experiencias negativas?

Las maids solo sonrieron como lo habían hecho durante toda nuestra estadía, evadiendo mi pregunta.

–Cuando se llena el café es un poco agotador, pero aún así nos gusta mucho –dijo Yoko – A través de Haiku hemos conocido a muchas personas que aman el anime como nosotras. 

Consideré lo que me dijo Yoko sobre cómo ser maid está lejos de ser el anime en el que todo otaku sueña estar. Sin embargo, ella y Lala se quedan en Haiku por vocación propia a pesar de cualquier situación incómoda que les pueda pasar, aunque no hablen de eso en voz alta. Nuevamente, recuerdo a Misaki de Kaichou wa maid-sama! y cómo su historia como maid termina en una relación amorosa con uno de sus clientes. El hecho de ser maid continúa siendo romantizado por la comunidad otaku. No es difícil pensar que el mundo es perfecto para una persona que se gana la vida usando trajes lindos y actuando tierno.​