Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Inicio de sesión
Universidad EAFIT
Carrera 49 # 7 sur -50 Medellín Antioquia Colombia
Carrera 12 # 96-23, oficina 304 Bogotá Cundinamarca Colombia
(57)(4) 2619500 contacto@eafit.edu.co

Ediciones Skip Navigation Linksexploradores-extraterrestres Exploradores extraterrestres

EAFITNexosEdicionesExploradores extraterrestres

Exploradores extraterrestres


Eliana Tabares Sánchez

Llevamos cientos de años tratando de encontrar vida en otros planetas. Quizá nos sentimos solos, a pesar de estar rodeados de siete mil setecientos millones de personas;  a lo mejor los 194 países que tenemos para visitar no bastan.  Tal vez queremos sentirnos tan poderosos científicamente que no descansamos en esta búsqueda. 

En el universo observable hay entre cien y doscientos millones de galaxias; más de mil doscientos treinta y cinco exoplanetas (planetas situados fuera del sistema solar) y trescientos mil millones de estrellas en la Vía Láctea. La inmensidad y la abundancia nos rodea pero ¿A dónde nos inspira la vastedad?

Una de las principales características del hombre es la ambición. Siglos atrás la Tierra fue redescubierta con el fin de colonizar y conquistar nuevos territorios, una empresa colosal y arriesgada para aquel entonces. En la actualidad,  las disputas por la tierra y sus recursos son litigios exiguos;  el mundo se preocupa por quién será el primer país en lograr una exploración tripulada a Marte. Sin embargo, ¿por qué tanto apuro?, si lo que se pretende es encontrar vida  inteligente, ¿qué tan viable sería generar un vínculo con ellos?  En 1492, es decir  la llegada de Cristóbal Colón a América, las relaciones entre españoles e indios fueron de guerra y subyugación, entonces se podría decir que si nosotros, que tenemos características físicas y psíquicas similares tuvimos problemas de convivencia, las relaciones con extraterrestres no tendrían mucho éxito. 

Esta incansable exploración puede ser un efecto natural de la cuenta regresiva  de la vida en la Tierra debido a la contaminación y al efecto invernadero provocado por la  actividad humana. Pero pensemos, el más prometedor de los planetas hallados hasta ahora es la “supertierra”  Gliese 581 d, con una masa de siete veces nuestro planeta, y ubicada a 20 años luz de nosotros. Si Cristóbal Colón requirió de cuatro viajes para colonizar América, ¿cuántos necesitaremos nosotros para poder alcanzar este planeta? Es cierto que no se pueden comparar las distancias recorridas por los exploradores españoles con los millones de kilómetros que representan los años luz, y tampoco la velocidad de navegación de una carabela con la velocidad de una nave espacial. No obstante ¿Será nuestro tiempo suficiente?

Si acaso la curiosidad es el móvil de esta cruzada ¿Por qué no mejor terminar de entender los planetas vecinos antes de salir de la Vía Láctea a encontrar cuerpos celestes que tengan características similares a las de La Tierra? Hay un dicho popular que nos recuerda que el que mucho abarca poco alcanza, y aun cuando ha costado miles de años explorar nuestro planeta, y siglos entender la composición de los otros ocho que nos acompañan en el Sistema Solar, se pretende en 10 años mandar expediciones tripuladas a Marte o encontrar vida fuera de nuestro Sistema. Tal vez se quiera abarcar mucho, pero no alcance el tiempo, los recursos y la tecnología para conseguirlo todo. 

Ahora bien, se puede tomar uno de los hallazgos más recientes para dar un ejemplo de lo que han sido estas exploraciones, es decir, la presencia de Fosfina en Venus. Hasta hace unas semanas, dicho cuerpo celeste no era más que un infierno. Un planeta cuyo efecto invernadero ha sido tan extremo que ha cocinado su suelo a 462 grados Celsius. Para los religiosos, este sería el lugar perfecto para castigar a los pecadores. Se cree que hace millones de años Venus tenía océanos, pero ahora solo le queda  un mar de gases perfectos para ahogar a quienes en vida no han hecho más que daño a sus semejantes. Sus vapores son tal altamente tóxicos y corrosivos, que sus nubes sueltan gotas de ácido sulfúrico. Esto le da indicios a los científicos de que encontrar vida como la que conocemos es imposible. No obstante, recientemente se llenaron los titulares de las noticias con encabezados como: “científicos descubren vida en Venus”, “¿hay vida en Venus?, Vida en Venus: revolucionario hallazgo”. 

Esta contradicción entre las especulaciones de los científicos de la inviabilidad de la vida en Venus y los titulares de las noticias, es la que dificulta comprender la lógica ambiciosa de quienes, sin entender en su totalidad la composición de los cuerpos celestes más cercanos, se dedican a buscar algo más “familiar”: planetas que, así como la Tierra, orbiten sus estrellas a la distancia justa para que no sean ni muy fríos, ni muy calientes; en los cuales haya alguna esperanza de albergar vida. Aunque en esto no se queda la exploración, una vez identificado el planeta, quizá algún día un telescopio espacial pueda detectar posibles signos de vida biológica como metano, ozono y oxígeno.

Así como para Cristóbal Colón, para los investigadores de vida extraterrestre no ha sido fácil cartografiar la cara oculta de la Luna, buscar indicios de océanos bajo la superficie de Ganímedes, Calisto, Ío o Amaltea, y menos fácil será encontrar vida en otros planetas que no orbitan el sol. Pero es la ambición humana la que busca expandir los límites del conocimiento más allá de lo imaginable. 

Cuando Isabel de Castilla y Fernando de Aragón apoyaron la idea de llegar a Asia por el Oeste, nunca se imaginaron que iban a descubrir un continente nuevo, sabían tan poco del planeta que habitaban que su imaginación no les permitía vislumbrar lo que había más allá del vasto océano. Ahora, nuestra imaginación ambiciosa sobrepasa los límites de lo que nos rodea, de lo que ya conocemos. Los avances tecnológicos han evidenciado que la creatividad de la naturaleza supera por mucho la nuestra, cada día nos permite ver mundos nuevos y nos da la posibilidad de soñar con recorrer territorios diferentes a los ya conocidos.