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Lo ensecial. Ayer, hoy y mañana

Lo esencial. Ayer, hoy y mañana

Tomás Quintero Meza- Presidente NEXOS

La rata ha sido considerada, en la cultura occidental, como un animal sucio, de mal gusto, un ser despreciable, no solo de cuatra patas, sino también de dos. Es el animal que sobra, que no importa, cuya existencia trae muchos problemas. No obstante, es el animal que se esconde hasta que todo vuelve a estar en calma, es aquel que sobrevive las crisis. Es curioso que este año sea la rata quien acompaña a los chinos en su horóscopo, a pesar, incluso, que ellos la ven como símbolo de prosperidad y protección. 

Como Periódico Estudiantil, también decidimos que nos acompañe en esta nueva edición 219, la primera que se ve en la tarea de continuar aún cuando los planes cambiaron. Para esta teníamos planeado una serie de reportajes en la ciudad de Medellín: una entrevista a una partera en Santa Elena, una crónica sobre personas musulmanas en pueblos del oriente antioqueño, las diferencias y semejanzas de la improvisación entre trovadores y raperos. Y en medio de nuestra emoción por crear, el mundo dio un vuelco como no lo hacía hace años. Nosotros no fuimos ajenos al cambio. Nos preguntábamos una y otra vez ¿Cómo continuar con nuestra labor? ¿Cómo un conjunto de estudiantes de diversas carreras y con distintos intereses debían afrontar los retos de la creatividad y la cultura en este nuevo escenario? La respuesta fue una sorpresa: volver a la ficción con una edición completa de cuentos y poemas. Con esta nueva entrega mantemos nuestro deber de construir cultura.  

Y es con la continuación del deber de construir cultura a través de individuos que escriben, publicitan, distribuyen, gestionan el dinero y junto a otros muchos más que consumen, entre esos está usted, querido lector, no podemos dejar de insistir en afirmar el valor que debe tener esta en nuestra sociedad, aun cuando las prioridades en este momento sean la salud pública y la economía, la cultura es proyecto de construcción actual y a largo plazo. Sin embargo, la cultura o el arte ha sido descrita por muchos con las mismas palabras que se le atribuyen a ese roedor del horóscopo: desde “problemática” hasta “generadora de conflictos”, “sucia y vulgar”, “inaportante” o  la han tachado de “sobrante”, le han dado un lugar similar al de las ratas. Y por el otro lado, La cultura se ha entendido, además de rebelde, como algo de una élite intelectual, o ha sido demarcada en ideales que la restringen, mientras que esta debería ser el encuentro de múltiples voces que narran y contruyen la realidad.  

En tiempos de cuarentena y en tiempos “normales”, es la cultura quien siempre nos acompaña y acompañará: desde un buen libro, una película taquillera o una joya escondida, o hasta la canción de moda, ahí está la cultura. Nos invita a pensar, nos despierta la curiosidad, es aquella que potencia el deseo de crearnos o encontrarnos, así como de expresar nuestras ideas y sentimientos. También son las actividades que disfrutabamos juntos, ir a cine, al teatro, visitar con un amigo una librería para escoger el libro perfecto para la ocasión, asistir a un concierto, comentar un libro en un club de lectura, ahí, cuando estabamos juntos (tal vez demasiado) también estaba ella, sutil y desapercibida por tantos. 

La cultura que nos ha acompañado de forma incondicional no puede ser ajena a los planes que buscan volver a la normalidad. Ella también necesita reactivarse y promoverse. Las editoriales y librerías necesitan antiguos y nuevos lectores, así como los teatros y museos deberán volver a tener sus salas llenas para su debido mantenimiento. Sí, la reactivación económica está encaminada a priorizar el trabajo, la salud y que el dinero circule, pero no por ello la cultura puede seguir estando en un último plano, aquella que satisface al ser y es ahí, donde el hombre encuentra y construye su propio sentido de existencia. 

Darle a la cultura el lugar que se merece implica convertirnos en colaboradores de la obra, quizás artistas: apoyar los eventos artísticos, el cine local, las obras de teatro, los conciertos, las editoriales. También, como ahora lo hacemos, vestirnos de naranja, para hacer un llamado a que todos los sectores protejan sus instituciones culturales, no solo ante esta crisis, sino para siempre. Hoy muchas instituciones culturales de la ciudad se visten de naranja para llamar la atención (la que siempre han merecido), porque varias de estas están al borde de desaparecer, esta es una forma de darle el lugar que se merece, recordándole a las personas que esta es clave para construir nuevas sociedad, hoy, un objetivo totalmente vigente.