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Microrrelatos serie #2

Andariego

María Camila Gómez Ortiz


El andariego carece
todo le falta, nada posee
excepto camino.
Sus suelas raídas cuentan
los pasos que lo rebasan.
Su caminar no fue en vano
ni su cansancio inútil,
subió una cuesta
no de tierra ni arena
sino de incertidumbre.
El andariego añora
un acto de justica
poseer al fin un lugar.
Reposar los pies
del camino inconcluso,
sentarse y nunca retomar
su perpetuo transitar.
Sus pasos regresivos
lo abandonan, siempre,
en el mismo punto.

El andariego se aferra.
sin poder irse, completamente,
avanzando en círculos
huyendo de algo
quizá de alguien.
Olvidando que,
lo que se lleva dentro
lo acompaña en el camino,
lo carga en las pantorrillas,
lo ancla sin suerte
al para siempre.

El andariego extraviado
no es de nadie
ni de él mismo.
No hay linaje que lo proteja
No tiene apellidos ni nación.
El sendero es su hogar
su única certeza es continuar
e ir dejando atrás
los apegos.

El andariego abandona
la mirada fija al horizonte.
Olvidando viejos caminos,
buscando a alguien
con quien permanecer
y ser por fin, residente.
Finalizando los anhelos,
quemando los zapatos
que lo hicieron andariego.




Mujer

Juan J. Mesa

Donde empieza tu idilio acaba
mi juicio en tus portales
de tiempo y los presagios
que haces en tus ojos

Iluminan
la luz de mis verdades
que han nombrado a los misterios
y alzan los pilares

Fuiste Eva en mis jardines
el hecho primigenio, de lo bello 
    [y el pecado
así es tu femenino: infierno 
[y bondades.
No eras la manzana sino el octavo día




Mesa

Tony Jerónimo Beltrán Gómez

No hay otros pies
con los que choque 
bajo la mesa, 
ningunos dientes que me muerdan 
o pelos que me rocen. 

Podría
Agarrar un tenedor con la derecha
y el cuchillo que sean mis dientes.

Raspar el último untado de sopa de 
               [un plato cuadrado.

Ver mensajes antiguos mientras me 
    [sigo escurriendo en la silla.

La comida se enfría.

Puedo subir los codos y comer de 
[la olla. 

Puedo no terminar o empezar 
[sin rezar. 

Puedo comer con la boca abierta 
[mientras hablo, 
pero ya no lo hago, 
ya no hay a quien dirigir mis sentidos.





Órbitas

Pablo Patiño

Estar sin ti es mi peor error
Buscarle un horizonte al universo
Recorrer una órbita
De una extensión absurda
Tan absurda como la idea
De recorrerla sin que tus huellas hundan 
     [el vacío a mi lado
Orbité dos años y el tiempo se negaba a consumirse
Caminé buscándote en las cornisas de los muros [que se forman
Con polvos y metales
 
Sin ti me enloquezco como Júpiter
Contando sus lunas
Y los días de su rotación sobre su colosal eje
Sin ti soy como Marte
Con sus cielos bañados en sangre
Con sus ríos de lágrimas congeladas
Dispuesto a iniciar mil guerras en tu nombre
Sin ti soy como Mercurio sin sus talones alados
Un Urano sin magia
Un Neptuno sin letra en su coro
Un Plutón sin música
Pero contigo siento que Venus ya no porta la belleza
Ni Saturno la vejez
Estar sin ti es la traslación más eterna al Sol. 



Líneas y fe

Se me vio feliz por las calles
Alabando a un nuevo creador
Negándolo por tu ave de corral
Temiendo que mi adoración te espantara
Idiotizado por tus profecías
Amorosas, adelantadas
Gozando de orar 
Orar para ti, por ti, en ti. 


Altares para las almas magnéticas
Ritos para las descendencias que tendrán 
                      [nombres arrugados
Besos para tus pies, haciendo brotar la sangre 
                            [blanca del hombre
Olores de los lechos testigos del sacrilegio
Lunas enteras dedicadas a adorarte
El arte de amarte
Dios mío, Santo mío
Amante mío

Aires de café y sudor
Religión de mi futuro
Ícono de mis catedrales
Arrepentimiento de mis plegarias
Santo de mis milagros


Gemido rojo

Mariana Arango Trujillo


Soy el mar,
acopio de lágrimas del náufrago,
terreno de los huesos sumergidos,
llamado a zambullirse en el latir,
el redentor del cielo que cae.

Soy el nacimiento,
el despertar de la pureza,
agonía de ser uno más y 
al instante uno menos
gemido rojo

Soy la noche,
el último grito del ocaso,
hija de la luna,
antítesis de la luz.
En mí,
el búho se pavonea 
y ulula con devoción.

Soy la muerte,
el asalto contra el último aliento,
atentado contra el parpadeo,
sueño que reduce lo mortal,
flor marchita,
polvo al viento.

Soy el olvido,
sótano de perdón y venganza,
bucle de negación,
homicida del recuerdo,
ruinas de lo que fue,
  tierra negra.



No se salve quien pueda 

Juliana Londoño Noreña

Hoy, 26
balanceándose en un limbo
vieja para ser astronauta
joven para lamentar lo no sido  
Miro la llama, pienso:
¿Cuántas velas he apagado con el mismo deseo? 

Dolió caer al vacío.
¿Y si no se cumplen los anteriores!
¿Y si la niña no me abraza orgullosa de lo que me he convertido!
 
Me recojo y deseo de nuevo
¿no es eso lo que hacemos? 
anhelar y anhelar hasta dar con uno eterno
Para qué un ideal, frágil y 
sobrestimado. Lo eterno 
desear, lo revolucionario 
desear seguir deseando. 

No vaya a ser que llegue el día, 
apague la vela tranquila
y me “salve” 
respirando sin estar viva.


Serrana me das candela

Juan J. Mesa 

 
Acá has de estar
aunque tu recuerdo haga
palidecer la rosa
pues mi juicio errante sería
si no fuera en el poema
tus ojos verdes de platería
verdes como el trigo
verde
 
​En tu trazo liviano
cuenta el canto coral
danzas en el pasto
de una tierra fecunda
y el fruto
son tus ojos verdes
verdes como la albahaca
verde
 
Quiero el resplandor
dando forma a mi portal
de tu piel de luna
tras la celosía,
porque solo llego a ti
en el sueño
de tus ojos verdes
verdes como la uva
verde
 
Si el jitón cubre como éter
tus pezones que imagino
no hay pena en el idilio,
hago con la tibieza
que aviva tu cabello
una estrofa que te aclama
y a tus ojos verdes
verdes como el futuro
verde