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Ni galantería ni coqueteria


Ni galantería ni coquetería
María Fernanda González Molinares — mfgonzalem@eafit.edu.co @mafsince99
Gabriel Amador Yepes  — gabayepes@gmail.com​

El viernes 14 de febrero en Morada Noticias programa radial del colectivo Morada de la Comuna 13 de Medellín, un grupo de mujeres realizaron  cinco denuncias de acoso sexual al periodista y profesor universitario Guillermo Zuluaga. Las mujeres expresaron sentirse vulneradas por actitudes del profesor mientras recibían clases de periodismo.
El profesor había sido anunciado el 27 de enero como director de Eventos Del Libro. Diez días después el movimiento político Estamos Listas, con una curul en el Concejo de Medellín, y el colectivo Oh Posición publicaron comunicados sobre las denuncias. Lo publicado por Morada noticias ocasionó el martes 18 de febrero la renuncia de Zuluaga a la postulación y una acción de tutela por parte de este que resultó en una medida provisional del Juzgado Séptimo Administrativo Oral de Medellín, en  la que le ordena a Código Secreto (de Noticias Caracol) y a Morada Noticias que "cesen las publicaciones que tenga relación con el supuesto acoso sexual que se le endilga al accionante, hasta tanto, se resuelva de fondo" lo cual es, como expuso la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) un limitación a las labores periodísticas y la libertad de prensa. 
En medio de las acusaciones y el posterior proceso legal, se cancelaron algunas clases de este profesor. Más de veinte sillas vacías, un profesor ausente, el “ejemplo” silencioso del periodista y profesor que calló a sus colegas. Las clases no se impartieron, sin embargo, los estudiantes de periodismo aprendieron mucho sobre la censura ¿La libertad de prensa solo sirve cuando el cuestionado es el otro? 
Guillermo Zuluaga nunca comenzó sus labores en el cargo para el que fue nombrado. ¿La razón? En sus palabras: “los sentimientos que me generan ser víctima de una persecución femenina, acoso y autoacoso”. La declinación al nombramiento iniciaba con el comentario de: “Hoy, al cabo de 21 días, comienzo a salir del infierno”, aparentemente, un fin de semana para él, insoportable. También calificó como “supuestas víctimas” a las mujeres que, según él, malinterpretaron sus actos de “galantería y coquetería”, agregó además, que es víctima de “grupos viudos del poder político que han visto en esta coyuntura la posibilidad de presionar a una administración que recién inicia”. 

Tan preocupante como las acusaciones son las respuestas de Zuluaga, de esas palabras él no puede exigir duda o silencio. La naturalización de un fenómeno cancerígeno y común a varias generaciones como lo es el acoso. Una normalización que el profesor reprodujo cuando expresó que las víctimas malinterpretaron sus intenciones.  
Pareciera ser que un designado para dirigir la Fiesta del Libro, mínimo, un buen y ávido lector, desconociera la desactualización del prototipo de hombre instaurado, por las aventuras del Don Juan más desvergonzado. También este personaje literario, cuando se jactaba de haber tenido mil en Francia, nueve y una en Turquía y en España, mil tres, pudo haber justificado la confusión de estas mujeres con sus actos de galantería y coquetería. En su comunicado,  Zuluaga también escribió de su salida de un infierno. ¿Será este infierno parecido o comparable al que experimenta una estudiante cuando es objeto de las miradas y comentarios incómodos, así como los contactos no consentidos de un profesor? ¿Será igual al de una estudiante forzada a repetir materias por no aceptar las invitaciones de un educador? 
También cabe resaltar con una luz de duda a la Alcaldía de Medellín, que realizó el nombramiento inicialmente, pero no detuvo el proceso de contratación, manteniéndose al margen de la situación de las víctimas. Es evidente que tanto la Alcaldía de Medellín como Zuluaga se han encargado de crear un discurso de contradicciones. El alcalde Daniel Quintero olvidando las “gafas violetas” con las que prometió tener una administración con enfoque de género y el profesor y periodista censurando a sus pares. 
En el proceso de escritura de esta columna de opinión, en diferentes universidades privadas de la ciudad se organizaron plantones para protestar en contra del acoso sexual y de la falta de protocolos para las víctimas. Las estudiantes exigen la creación conjunta, entre todos los miembros de la comunidad educativa universitaria, de protocolos que incluyan atención psicosocial para las víctimas, proceso disciplinario para los profesores y estudiantes, con garantías para todas las partes involucradas además de acompañamiento en procesos judiciales de esta índole. 
También, la sentencia de fallo frente a la tutela interpuesta por Zuluaga aún está a la espera de emitirse en el transcurso de esta semana, la última de febrero. La cual puede ser apelada por Noticias Caracol y Morada Noticias, en caso de ser perjudicadas con la decisión. 
Fenómenos como la normalización del acoso sexual, la revictimización y la censura a los medios de comunicación que cubren estos temas son reprochables, desconocen las afectaciones a las vidas de las víctimas y la labor de los periodistas que como lo recordó la FLIP en su comunicado: “no están limitados a informar u opinar únicamente sobre asuntos o hechos que hayan sido llevados a la justicia o que estén en proceso de investigación”. Es este un asunto que propone preguntas necesarias y una reflexión más profunda sobre al acoso sexual, las posiciones jerárquicas que posibilitan este fenómeno y la libertad de expresión en un país donde con gran facilidad periodista calla a periodista.  

Para denuncias referentes a Zuluaga se dispuso la línea 123 mujer con el código 10434758. 
Para denuncias de acoso, abuso, matoneo o discriminación, los estudiantes de EAFIT pueden contactarse al correo centrodeintegridad@eafit.edu.co este es revisado diariamente y es el primer paso del protocolo establecido por la universidad para dar respuesta a problemáticas de género.