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No existe la justa medida

Parece increíble pensar que la moderna capital antioqueña: centro del emprendimiento y la innovación; corazón del valle del Software; ganadora del “Nobel de las ciudades”; es la única ciudad de Colombia que tiene metro y, a la vez, la única que sigue pagando la deuda de su construcción 26 años después de la inauguración. La supuesta buena noticia es que, según estimaciones, el plazo de la deuda podría reducirse y pasar del año 2087 hasta aproximadamente el 2058. Sin embargo, no cuesta preguntarse: ¿las personas de Medellín saben de esto?, ¿qué piensa la ciudadanía de la alta deuda externa que tiene la ciudad y el departamento?

Como este son muchos los casos que dentro de los contratos tienen ciertas “irregularidades”, no obstante, más allá de la gravedad y de las nefastas consecuencias que estos acontecimientos le generan a la ciudad, existe otro fenómeno que ataca sin cuidado a las calles de Medellín: el silencio. Al igual que la corrupción, este genera serias repercusiones sociales y políticas tanto a nivel local como nacional. Son pocas las personas que se atreven no solo a denunciar, sino a visibilizar la incoherencia e ineficiencia de funcionarios públicos, gobernantes y personas que toman decisiones importantes en la ciudad.

Entre esas pocas se encuentra el colectivo Casa Morada ubicado en la Comuna 13, San Javier, cuyo objetivo es agrupar personas en torno a la cultura, el arte, la música, el baile y la literatura con el fin de intercambiar conocimientos y crear proyectos como el Corruptour. Si bien los integrantes de Casa Morada no fueron los autores originales del Corruptour, pues la iniciativa nació en Praga, República Checa y ha viajado por diferentes países, sí fueron quienes lo replicaron en Medellín. Se trata de un recorrido por seis lugares emblemáticos de Medellín que tienen vínculos con casos de corrupción y sobre los cuales ya hay sentencia en firme, es decir, un juez ya ha condenado y establecido jurídicamente que sí hubo corrupción y que se cometieron delitos. En otras palabras, no se trata de meras conjeturas, sino de hechos comprobados. 

En el Corruptour se expusieron casos de grandes magnitudes como el de la Contraloría General de Antioquia, donde el ex contralor, Sergio Zuluaga, cometió múltiples actos corruptos como cabeza de la institución la cual tiene como función velar por que los recursos públicos se manejen de manera debida, hacer veeduría y ser el máximo órgano de control del departamento. Es triste pensar lo profundamente arraigada que está la corrupción en cada una de las instituciones del Estado, de modo que no podemos confiar ni siquiera en la institución que debe evitar que se cometan hechos corruptos.

De esta manera, y como nos contó Julián Machado encargado de la estrategia, el tour fue realizado en buses y en bicicleta pasando por la Estación Parque Berrío del Metro, la Curaduría Segunda de Medellín, la sede de la Contraloría General de Antioquia, el Barrio Naranjal, el INDER y la Clínica de Saludcoop. Todo esto en el marco de la campaña Corrupción es Cero Imaginación, una estrategia para sacar la corrupción del paisaje y lograr que los ciudadanos dimensionen su gravedad y lo mucho que nuestra ciudad ha perdido por causa de ella. Según Julián, las reacciones de los asistentes del Corruptour fueron sumamente positivas, pues observaron que, aunque estaban medianamente familiarizados con los casos, la mayoría desconocían el impacto real que tuvieron en Medellín. 

Con el tour se ha logrado que las personas se den cuenta del daño realizado a las comunidades afectadas, pues con hechos, cifras y datos concretos, el Corruptour muestra lo que pudo haber pasado de no haber sido por las manos sucias de personas que buscan satisfacer sus intereses personales. Se hubiesen salvado 98 vidas perdidas en la tragedia del Space. Se hubiese apoyado a cientos de deportistas de bajos recursos que buscan transformar su vida a través del deporte. Se hubiesen podido costear 209.625 días de operación de camas UCI. Y así podríamos seguir, pues estos son apenas seis casos de los muchos que no han sido incluidos en el tour, solo seis de los muchos que son investigados y no condenados, seis de los muchos que no son siquiera denunciados y seis de los muchos que en este preciso momento se deben de estar ejecutando. 

El Corruptour cerró con broche de oro en el Parque Biblioteca de Belén, donde las personas votaron por cuál les pareció el peor caso del tour. A la fecha en que esta editorial se escribe, no ha sido electo el ganador, pero cuando los votos se tabulen, habrá un caso que se llevará el infame título de Corrup-Zar.  

Los medellinenses debemos dejar de ser conformistas, entender que podríamos estar siempre mejor y que la corrupción es una barrera inmensa para ello. Que esta no debe convertirse en el pan de cada día y que no existe una justa medida de corrupción como alguna vez lo dijo un presidente. Además, debemos de buscar un cambio cultural que tienda a dejar de observar estos hechos como paisaje e interiorizar que frente a estos no estamos indefensos y que existen herramientas para combatirlos. Hay de tipo político como el voto y la participación en partidos y asociaciones políticas; herramientas jurídicas como las denuncias o las acciones populares y de participación como el seguimiento a los presupuestos de la ciudad, de la inversión social y demás. En definitiva, el llamado es a tomar dichas herramientas para ejercer veeduría ciudadana y empezar a combatir el problema desde espacios como el Corruptour por el bien de nuestra ciudad y de nuestro país. 

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