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¿Personalidades mortíferas?

Juliana Londoño Noreña 
juliana.londono9@gmail.com 

“Tanto estrés te va a matar”, ya suena a dicho popular.  El estrés, la preocupación y la angustia constantes parecen ser las nuevas armas mortales. Cada vez son más los diagnósticos que se acompañan de causas no orgánicas como altos niveles de ansiedad que caracterizan cierto tipo de personalidad.

Entonces, ¿hay rasgos de personalidad que pueden predecir la enfermedad?

Juan tiene disautonomía, Pedro sufre de colon irritable, a María le diagnosticaron fatiga crónica y Patricia llora a causa de la fibromialgia, ¿qué tienen en común? Han ido a más de cinco citas con diferentes doctores y ninguno de sus padecimientos parece tener alteraciones biológicas ni bases fisiológicas, sin embargo, el dolor es real y sin explicación alguna, la frustración crece. A Juan, un amigo le sugirió tratar algo “alternativo”, visitar un psicólogo o un psiquiatra, pero Juan dice que él no está loco e insiste en ir donde su sexto neurólogo. 

Si su doctor hubiera sido Hipócrates en el 400 A.C a Juan ya le habrían hecho una sangría o cortado una extremidad.  El médico griego sostenía que existían cuatro humores o líquidos que componían el cuerpo humano: la bilis negra, la bilis amarilla, la flema y la sangre. Cuando estos entraban en desequilibrio se daba la enfermedad del cuerpo y del espíritu, es decir, los padecimientos de Juan, Pedro, María y Patricia serían un desbalance de fluidos. 

Luego, los integrantes de la escuela griega Peripatética asociaron los humores con los temperamentos de las personas. El predominio de bilis negra se relacionaba con tendencia a ser melancólico y ansioso; la persona flemática se caracterizaba por ser reflexiva y justa; el sanguíneo por la sociabilidad y el optimismo y en quienes predominaba la bilis amarilla, tendían a ser coléricos y vitales. Partiendo de los síntomas ansiosos de la disautonomía, Juan no solo podría tener problemas con sus elevados niveles de bilis negra, sino, también con su forma de ser caracterizada por la alta melancolía. 

De esta manera, Hipócrates, el “padre de la Medicina”, además de sentar las bases de la medicina moderna, instauró los cimientos para los tipos de personalidades actuales, que, aunque hoy no se curen por medio de sangrados, mantienen el uso de clasificaciones y de implicaciones en la salud. 

Los humores fueron reemplazados por el modelo de los cinco factores. Este se basó en estudios de los atributos más usados para describirse a sí mismo y a los demás.  Resultaron así cinco rasgos globales: el neuroticismo, la apertura, la extraversión, la amabilidad y la responsabilidad. Así como los líquidos de Hipócrates, estos rasgos pueden presentarse en marcados desequilibrios. Sin embargo, el desbalance más peligroso para la salud parece ser un alto nivel de neuroticismo, pariente de la bilis negra, que se refiere a las personas que suelen experimentar sentimientos negativos como preocupación, inestabilidad emocional, ansiedad, miedo, vergüenza, irritabilidad, culpa y melancolía.

Según Paul Costa y Robert McCrae, líderes del modelo, y demás científicos de la personalidad, la presencia de un alto nivel en el rasgo del neuroticismo se ha encontrado relacionada con niveles significativos de depresión, ansiedad y estrategias de afrontamiento pasivo como la evitación. A su vez, se asocia con mayores problemas físicos, donde incluso, en un estudio estadunidense con pacientes que sufrían insuficiencia renal crónica, se encontró que los que obtuvieron puntuación más alta en neuroticismo en el test de personalidad tenían un índice de mortalidad de 37,5% más alto que aquellos que obtuvieron una puntuación más baja. 

Lo más sorprendente radica en hallazgos de experimentos de países como Suecia y Holanda, donde la calidad de vida de los pacientes que son intervenidos quirúrgicamente parece no disminuir a causa del tipo de la operación escogida, sino de sus características personales preexistentes. Por ejemplo, una persona cuya personalidad se caracterice por ser melancólica con un alto neuroticismo tiende a aislarse, a inmovilizarse, a responder con excesiva emocionalidad a estresores externos como la noticia de una enfermedad y, seguidamente, a reducir su calidad de vida. 

Retomando las enseñanzas de Alfred Adler, psicoterapeuta austriaco, cabe recalcar que la personalidad es un constructo que se gesta en la niñez y suele ser altamente estable en el tiempo. Aun así, sería condenatorio decir que las personas que se ubiquen en estas descripciones están destinadas a enfermar con mayor probabilidad. De la misma manera como el neuroticismo es un factor de riesgo para desencadenar padecimientos, existen rasgos como la apertura y la extraversión que se caracterizan como factores de protección. De tal forma que, estimular aspectos intrínsecos como la sociabilidad, el dinamismo, el optimismo, la experimentación, entre otros, pueden llegar a ser más importantes para la evolución del paciente que decidir el método de intervención. 

Por lo tanto, ante una persona que ha sido diagnosticada con enfermedades altamente estresantes como un aneurisma intracraneal, un meningioma, algún tipo de cáncer o casos psicosomáticos sin base orgánica como el de Juan, Pedro, María y Patricia, la evaluación de la personalidad se vuelve un aspecto primordial. Incluso antes de que se escribiera La Biblia, Hipócrates ya exclamaba lo que hoy se afirma con asombro: “Es mucho más importante saber qué persona tiene la enfermedad que qué enfermedad tiene la persona”.

Sin embargo, el juramento Hipocrático, una de sus creaciones que hoy en día siguen proclamando los médicos para comprometerse con su labor, no incluye la anterior instrucción. De modo que al discurso se le podría agregar:

….Velar solícitamente, y ante todo, por la salud de mi paciente;
Conocerlo, tener en cuenta su manera de ser e implicaciones en su salud;
Guardar y respetar el secreto profesional…

Incluso el juramento podría mutar y ser ley de padres y maestros al observar qué rasgos refuerzan en los niños o más allá, qué rasgos ejemplifican y cuáles cambiarían en ellos mismos como seguro personal de salud. El doctor Rimshi Manchada, revolucionario de la medicina estadounidense, habla de cómo se debe superar el tratamiento de los síntomas para buscar y atender donde la salud en realidad comienza, bien sea en las circunstancias de vivienda, el ambiente de trabajo o, incluso, en la personalidad. Sin embargo, ¿cuántas veces un médico va más allá del síntoma y pregunta por posibles problemas emocionales, cuantas veces un profesor no se queda en el llamado disciplinario y busca comprender la situación familiar?, o, ¿qué tan a menudo un paciente habla de sus cambios de hogar, de alimentación o de sus preocupaciones con su médico?

Una personalidad saludable se convierte en una vacuna que no se inyecta, sino que se vive. Naturalizar aspectos alegres y positivos de una alta extraversión y apertura, o en cambio, practicar aspectos depresivos de un alto neuroticismo se considera un predictor consistente de la presencia o falta de bienestar emocional y satisfacción general con la vida. Ya en 1993 en Estados Unidos se encontró que los estudiantes universitarios extrovertidos tienen más probabilidad de experimentar un mayor número de experiencias positivas como buenas calificaciones, incrementos salariales y matrimonio y los de puntuación alta en neuroticismo son más predispuestos a experiencias negativas como la enfermedad, aumento de peso, multas de tránsito o rechazo en escuelas de posgrado. 

La bilis negra de Hipócrates sigue vigente, solo cambió de estado. Lo que antes consistía en un desequilibrio de líquidos evolucionó a un desbalance de pensamientos y emociones. Nuestra forma de ser puede jugar en contra de la vida, sin embargo, aunque se construya a partir de influencia biológica y social, puede ser transformada y convertirse en una aliada. Para lograrlo, conceptos como la depresión, el estrés crónico, la ansiedad y el pánico deben dejar de sonar como bichos raros que solo crecen en hospitales mentales de mala muerte. La salud mental es causa primordial para poseer una vida de bienestar, convirtiéndose en un seguro de vida e incluso de ahorro. Estigmas como el de Juan pueden arrebatar el lujo de conocer nuestros propios determinantes e incluso prevenir y curar enfermedades, ya que a veces cuando parece que no hay a dónde más ir, volver a sí mismo puede ser la respuesta. 



** Texto basado en una tesis de la Universidad Eafit donde se probó que los pacientes con aneurisma intracraneal no rota presentaban altos niveles de neuroticismo que se relacionaban con la presencia de trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y la reducción de la calidad de vida.