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Viviendo en dedicatorias


María Fernanda González Molinares
mfgonzalem@eafit.edu.co

Sobre Mercedes Barcha se conoce poco. Los artículos sobre su vida ofrecen una única narrativa; la de la esposa comprensiva y solidaria de Gabriel García Márquez.

De personalidad reservada según biógrafos del escritor, lo acompañó por más de cincuenta años, durante los cuales trató de mantenerse alejada del espectáculo, otorgando un reducido número de entrevistas.  

Mercedes Raquel Barcha Pardo nació el 06 de noviembre de 1932 en Magangué, Bolívar. Primogénita de Raquel Pardo López y Demetrio Barcha Velilla, descendiente de árabes. Detalle que sería retomado por García Márquez en el personaje de Mercedes, la boticaria, en Cien años de soledad, descrita como “la mujer silenciosa de cuello esbelto y ojos adormecidos”. 

La pareja se conoció en 1941 en Sucre, un pequeño municipio del departamento homónimo, cuando Mercedes tenía nueve años y Gabriel que solía frecuentar la farmacia de Demetrio Barcha, catorce.  

No fueron solo los ojos rasgados de Mercedes lo que atrajeron al escritor, fue su actitud: “Ella no me hacía caso y eso les gusta mucho a los hombres” explicó García Márquez en una entrevista.

Cuatro años después hablaron por primera vez en uno de los bailes realizados por la temporada de vacaciones en Sucre, pero no fue sino diez años más tarde que comenzaron a intercambiar cartas, cuando Gabo trabajaba como corresponsal en Europa para El Espectador. 

Las cartas se suspendieron en 1958 con el regreso del autor a Colombia. En este mismo año, Mercedes y Gabriel, vestidos de azul celeste se casaron en la Iglesia del Perpetuo Socorro en el barrio Boston de Barranquilla.  

Para biógrafos y periodistas, ese día Mercedes: “Se convirtió en una extensión de la personalidad del nobel colombiano (…) quién se encargó de manejar el mundo real mientras él creaba universos mágicos con su literatura” como lo evidencia el artículo Gabo y Mercedes Barcha, un amor para toda la vida de la revista Cromos.

Los expertos coinciden, sin embargo, en que no es suficiente con saber el papel que desempeñó en la vida de su esposo para conocerla. Al acercarse con detenimiento a las pocas entrevistas que dio es inevitable no sentirse intimidada por su figura.

Un año antes de su boda de plata con el escritor y un mes después de que la Academia Sueca anunciara que García Márquez era el ganador del Premio Nobel de Literatura de 1982, Mercedes le concedió una entrevista a la revista Semana. En esta, las respuestas fueron cortas, cercanas e ingeniosas. Se rehusó a representar su papel de miembro de la historia cultural latinoamericana. 

También evadió contribuir a la narrativa sobre su relación con Gabo. Al decir que no recordaba cómo se conocieron. Con elegancia evitó ser convertida en un símbolo porque significaría “ser una cantidad de cosas que ella no era”. 

Años después, el periodista Héctor Feliciano comentó: “De ella se ha sabido únicamente lo que ha querido que se sepa; que ha sido buena esposa y madre; que ha acompañado a García Márquez en las buenas y en las malas”.

Tanto así, que el episodio más evocado por periodistas y biógrafos destaca su papel como proveedora de la familia García Barcha, a mediados de la década de 1960, cuando Gabo renunció a su trabajo como editor de revistas en México para dedicarse a escribir lo que más tarde se conocería como Cien años de soledad. 

“Gabriel está escribiendo un libro, cuando termine seguramente le podrá pagar” es tal vez la frase más citada de Mercedes, pronunciada en numerosas ocasiones a diferentes comerciantes de la colonia San Ángel Inn en Ciudad de México.  

Sin embargo, veinte años después, Mercedes dueña de su propia narrativa, comentó con tranquilidad que alrededor de esta época, se creó una leyenda de gran pobreza y que, en realidad, no fue tan dramático “cuando uno es joven no se da cuenta de los problemas y cuando es viejo ya no tiene” añadió entre risas. 

En esa misma ocasión diría que se casó con García Márquez porque siempre pensó que sería un hombre famoso. Casi como si supiera el desafío que representaría acompañar al joven periodista en su expedición literaria. Es comprensible entonces su modestia al referirse a los dieciocho meses en los que convenció a los vendedores de esperarlos en los pagos de los víveres, del alquiler e incluso de los folios donde escribió Gabo su obra maestra. 

Mercedes Barcha falleció el 15 de agosto de 2020 a los 87 años debido a una complicación pulmonar. Nunca se supo qué le gustaba leer o hacer en su tiempo libre. En sus más de sesenta años como personaje público, burló exitosamente a los mejores entrevistadores y se rehusó a desempeñar el papel que su contexto le había asignado.  Su rebeldía fue su silencio.