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Yo no soy la tía Nancy

Yo no soy la tía Nancy 

María Giraldo Vargas

Cuento originalmente publicado en nuestra edición n°200

Creo que mi tío Alberto está loco. Hoy, cuando mi mamá me dejó en su casa para visitarlo, me confundió con la tía Nancy. ¿Cómo me confundió si ella es grande y yo no? La tía Nancy tiene el pelo mono y el mío es negro, y, además, ella siempre está trabajando cuando yo voy a comer bocadillo con leche a su casa que queda al lado de la mía. En todo caso, creo que se volvió loco porque pensó que yo era ella.

Cuando toqué el timbre me abrió sonriente como siempre y me dijo “¡Hola mi amor! ¿Cómo estás? ¡Qué felicidad que vuelvas por acá! Hoy te tengo una sorpresa porque como cumpliste 8 la semana pasada, tenía que darte un regalito de niña grande”. El tío siempre me saluda así, contento, pero esta vez me abrazó por más tiempo que de costumbre. Supongo que era para felicitarme por lo de mi cumpleaños.

Me senté en la sala y me llevó el bocadillo de siempre al sofá, mientras yo veía Bob Esponja. Al lado del plato había una bolsa de regalo que decía “de Tío Albert para Sofi. Feliz cumpleaños”. Me puse súper feliz porque amo los regalos y, además, estaba empacado en un papel de mariposas, mi animal favorito. Lo abrí y era una falda de blue jean con flores rosadas. Le di las gracias y me dijo que por qué no la estrenaba de una vez, entonces me la puse y me encantó.

Albert se sentó a ver Bob Esponja conmigo mientras me comía el bocadillo y me dijo que se me veía muy bonita la falda, que nunca me había visto tan linda. Yo lo miré y le dije que gracias, pero en ese momento noté que el tío estaba un poco extraño, parecía como si se hubiera cansado mucho cuando fue a la cocina a traer el algo porque respiraba rápido y duro y estaba sudando un poco aunque no estuviera haciendo mucho calor.

Me dijo: “Voy a cerrar un poco las cortinas para que veas la pantalla mejor. A ti te encanta Bob, ¿cierto? Siempre te ríes viéndolo”.

Le dije que sí y él se volvió a sentar a ver el programa conmigo, pero yo creo que no le gustó casi ese capítulo porque no estaba mirando la pantalla sino que miraba más mi falda. Me repitió que me veía muy bonita con ella puesta, pero el tío le dice solo a la tía Nancy que está linda, entonces creo que ahí fue cuando pensó que yo era ella, porque además me empezó a hacer cosquillitas en mis brazos y en mis piernas. Yo una vez vi en una de esas telenovelas que veo con Rosa, mi empleada, que solo los esposos y los novios se hacen cariñitos como esos.

Yo no le dije nada al tío. Pobrecito, ¿por qué estaría pensando que yo soy la tía? Seguimos viendo el programa y cuando terminé mi bocadillo, Albert me corrió las tiritas de mi camisa y me empezó a hacer cosquillitas en los hombros. No sé por qué mi cuerpo se quedó congelado, yo no era capaz de moverme. Pensé que lo mejor era no ponerle cuidado y seguir viendo el programa, pues igual ya casi se iba a terminar y yo tendría que volver a mi casa. Ahí le iba a decir a mi mamá que llevaran al tío a un médico porque estaba loco de remate. 

Seguí entonces viendo la televisión pero todavía me sentía extraña y no era capaz de moverme. El tío me dijo que tenía que revisar algo debajo de mi camisa pero la verdad ya no me acuerdo bien qué más dijo. En ese momento estaba tan asustada, que me concentré en la televisión y pensé que ojalá el capítulo se acabara rápido. No sé por qué ya no me acuerdo bien de lo que quería revisar en mí, ni siquiera estoy segura si sí me dijo, sólo sé que después de hacerme cosquillitas por las piernas y los brazos me levantó la falda. Ahí ya no recuerdo bien lo que pasó después. Sólo sé que pensé en pararme pero las piernas no me respondían. Bueno, demás que estaba muy concentrada en el programa de Bob Esponja.

Cuando por fin se acabó el capítulo, le dije al tío que ya tenía que irme porque mi mamá me iba a regañar si me quedaba mucho. Él me dijo: “Claro mi amor, vete para que la mamá no te vaya a regañar”. Y me dio un beso en los labios como esa gente de las novelas que ve Rosa.

Me llevó a la puerta y me dijo: “Sofi, mi amor, acuérdate que ya eres una niña grande y las niñas grandes saben guardar secretos. Mejor no le digas a tu mamá que te tuve que revisar para que nada malo pase. ¡Feliz cumpleaños otra vez y espero que te haya gustado tu falda!”

Cuándo cerró la puerta me puse a llorar. Tenía miedo y también pesar de que mi tío favorito, el tío Albert, se hubiera enloquecido.

¿Cómo es posible que me haya confundido con su esposa Nancy?