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Ser humano

¿Por qué nos enamoramos?

Preguntan: Laura Cristina Castaño, 14 años; Marlon Restrepo, 15 años;​​​​​​ Carolina Monsalve y Luisa Ceballos, 13 años.
Responde: Luisa Fernanda Gaviria, 17 años.

Era viernes en la tarde, el cielo estaba nublado y la temperatura descendía con el paso de las horas. Lu​​​cía estaba en su habitación y se preparaba para un día muy especial. Entre vestidos, bolsos y accesorios se iba volviendo toda una hermosa princesa. Pero ¿quién sería su príncipe esta noche?

Esta no era una salida más, era el principio de un juego prohibido que probablemente terminaría mal. Ya hacía un mes que esta jovencita de diecisiete años, que apenas estaba empezando a vivir, había perdido la noción de la honestidad y se dedicaba a arriesgarse para encontrar a su verdadero amor.

Su debate era simple de explicar, pero complicado de resolver. Lucía se sentía atraída por dos hombres diferentes, pero ¿cuál de estos sería realmente el indicado? Al estar frente a ambos, experimentaba los típicos síntomas a los que comúnmente se le denominan “estar enamorado”: el cosquilleo en el estómago, el calor que sube por todo el cuerpo, las rápidas palpitaciones del corazón, las mejillas coloradas y hasta un leve temblor, eran algunas de las señales que le hacían pensar a esta mujer que estaba enamorada de dos hombres.

Todos alguna vez en la vida hemos experimentado estas sensaciones, donde creemos que somos únicos y que nadie más podrá algún día llegar a sentirse del mismo modo. Es toda una experiencia que nos hace sentir llenos de vida, pero que a la vez roza con la tortura y el temor. Aunque parezca increíble, para todas estas reacciones existe una explicación científica.

El cerebro es la parte de nuestro cuerpo que hace posible experimentar estas sensaciones, es como el motor del amor. Cuando estamos enamorados, una gran carga de neurotransmisores, hormonas y otros compuestos químicos son secretados por nuestro cuerpo. Primero es producida la Feniletilamina, un neurotransmisor de la familia de las anfetaminas que es llamada la molécula del amor. El cerebro al inundarse de este compuesto orgánico, secreta inmediatamente otro neurotransmisor llamado dopamina, que es responsable de la capacidad de las personas de desear algo o de repetir un comportamiento que produce placer. Si el sentimiento continúa, el cerebro procede a sintetizar Norepinefrina, una sustancia química que aumenta los síntomas y crea una sensación única de estar fuera de la realidad. En el momento en el que estas tres sustancias entran en plena actividad, empiezan todas esas sensaciones inconfundibles, que en síntesis dejan claro que nos hemos enamorado.  Estas tres sustancias unidas a otras hormonas y neurotransmisores que el cuerpo va produciendo a raíz de los estímulos, como la testosterona, crean una especie de máquina química del deseo sexual y son las responsables de que los enamorados puedan quedarse horas enteras hablando o teniendo relaciones sexuales sin sentir cansancio.

Era claro que en el cuerpo de Lucía, el motor del amor estaba encendido y cada vez marchaba más fuerte. No era fácil, no, realmente no lo era. Sus emociones eran tan fuertes que no lograba pensar con claridad y la duda de sus dos enamorados no la dejaba en paz. A medida que pasaba el tiempo, era cada vez más difícil para ella tomar una decisión y prefería arriesgarse a ser descubierta, que enfrentar su realidad.

Con el paso de los días Lucía empezaba a preguntarse qué significaba que un hombre fuera el indicado. Uno de estos dos afortunados, que desvelaban todas las noches a Lucía, se llamaba Alejandro. Los padres de Lucía le tenían mucho aprecio, lo que era importante para ella. Además era un gran futbolista, y tenía unos ojos grandes y resplandecientes color aceituna.

El otro, por el contrario, era siete años mayor que ella y por esa razón nunca iba a poder ser aceptado en su familia.  Se llamaba Camilo, era un joven alto, fuerte, con metas y aspiraciones muy claras en la vida que evidentemente lo diferenciaban de los demás. Esa madurez y esas ganas de salir ​​​​ adelante eran​ lo que a Lucía tanto la gustaba; no solo le atraía físicamente, sino que también sentía una gran admiración por la persona que era.  A pesar de esto, ella tenía claro que su relación con él solo iba causar problemas y peleas en su familia, lo que convertía esta situación en un dilema entre la razón y el corazón, entre lo que más le convenía y lo que ella realmente quería.

Las semanas iban pasando, la etapa inicial en la que todo se ve color rosa se iba alejando y Lucía sentía un deseo cada vez más fuerte de entregar sus labios solamente a un hombre. En el momento del enamoramiento, los impulsos y sensaciones son tan fuertes que cuesta mucho controlarlos, pero una vez termina esta etapa, entran en juego la razón y la atracción para evolucionar en una unión duradera y segura. En esta nueva etapa, con la que Lucía estaba a punto de enfrentarse, es necesario que socioculturalmente exista una empatía entre ambas personas. Como seres humanos estamos diseñados biológicamente para buscar una pareja y para esto, es necesario crear mecanismos que sustituyan en un momento dado el “combustible” que ofrecen las hormonas y los neurotransmisores en lo que podríamos denominar la etapa inicial del amor. Una grata convivencia, intereses comunes, costumbres similares y hasta el tipo de religión de cada individuo son factores que entran a jugar un papel muy importante. 

El hombre como ser racional y egoísta está en constante búsqueda de su propia felicidad. Pero ¿cuál sería entonces la felicidad de Lucía? Sin lugar dudas, ella sentía que era Camilo, el que aparentemente por su edad no le convenía, pero a quien ella realmente quería.

Ella supo desde el momento en que tomó su decisión que no iba a ser fácil y que el camino que les esperaba estaría lleno de obstáculos, pero decidió que era mejor arriesgarse por alguien que quería, que perder a alguien que quería por no arriesgarse.
 
La ciencia ha logrado descubrir qué sucede en nuestro cuerpo cuando nos enamoramos, ha logrado predecir cómo nos comportaremos bajo este hecho, pero hasta el momento no ha logrado encontrar la causa por la que cierta persona desencadena en nosotros todo esta descarga neuroquímica. Por eso a veces hay que dejar a un lado la razón y hacerle caso al corazón, porque no importa si un amor acaba, nuestro sistema nervioso está programado para enamorarse todas las veces que sea necesario hasta encontrar al indicado.​
Última modificación: 19/05/2016 16:37