La flexibilidad cognitiva y el pensamiento crítico, la recursividad para la innovación, las habilidades blandas en racionamiento e inteligencia emocional, además de la polivalencia y la alta capacidad para trabajar en equipos presenciales y virtuales, entre otras habilidades, son algunas de las competencias en las que se deberían preparar los profesionales ante la inminente cuarta revolución industrial.
Las competencias las sugiere Jonny Javier Orejuela Gómez, profesor del programa de Psicología de EAFIT, ante el rápido avance de la era digital, que parece ser más veloz que la misma actividad humana. La cuarta revolución industrial y las nuevas demandas laborales es uno de los retos que la Universidad tiene estipulados para enfrentar en la hoja de ruta para su futuro, denominada Itinerario 2030 EAFIT.
La cuarta revolución industrial, justamente, es uno de los temas que se abordan en el actual encuentro del Foro Económico Mundial, en el que más de 100 gobiernos y mil representantes de organizaciones y empresas hablan sobre el impacto de la digitalización y automatización en los procesos productivos. En esta reunión anual se anunció la creación en Medellín (en la sede de la Corporación Ruta N) del Centro de la Cuarta Revolución Industrial, precursor en Latinoamérica y noveno en el mundo, con el cual la ciudad se integra a una red que comparte con capitales líderes en esta materia como San Francisco (EE. UU.), Tokio (Japón), Mumbai (India) y Pekín (China).
¿Qué impacto tiene esa designación para el futuro económico y social de Colombia? Alejandro Torres García, profesor del Departamento de Economía de EAFIT, explica que “lo que estamos viendo en el mundo es una tendencia cada vez más acelerada hacia las nuevas tecnologías y de cómo usarlas para mejorar el bienestar de las sociedades, no solamente para la productividad de las empresas sino para desarrollar ciudades más seguras, con mejores sistemas de salud, de educación. Hacer parte de esta red de ciudades es una señal muy clara del gobierno local para vincularse de manera activa a la cuarta revolución industrial. Es una declaración de principios muy importante, pero a lo que nos tiene que llevar es a un cambio en términos sociales”.
La llamada cuarta revolución industrial, también conocida como industria 4.0, es una nueva etapa de transformación social y económica, gracias a la penetración de la era digital y la de inteligencia artificial en la vida cotidiana y procesos de producción industrial del mundo.
Sobre los desafíos que presenta esta nueva etapa para la educación, Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, considera que esta revolución establece retos para la educación que se desprenden de los cambios que se presentan en la relación profesor-estudiante y de la posibilidad de acceder con un click a la información que la humanidad ha acumulado en su historia. El directivo cree que el sistema educativo debe aprender a crear los métodos para entregar a las personas formación para toda la vida. “Parte esencial de la educación es ayudar a las personas a encontrar sus habilidades. La educación no es solo para hacer, también es para ser”, dice.
Esa idea de estar constantemente aprendiendo está acorde con las apreciaciones de Jonny Javier Orejuela, quien destaca a la flexibilidad cognitiva entre las competencias que deben tener los profesionales en este nueva era. Explica que se refiere a “la capacidad de ser flexibles para aprender y reaprender constantemente porque el mundo va a cambiar vertiginosamente, antes nos demorábamos mucho en producir un cambio, ahora nos vamos a demorar poco tiempo. No vamos a tener el mismo panorama en el trabajo porque muchas tecnologías van a cambiar”.
Otras competencias que menciona el profesor Jonny son desarrollar un pensamiento crítico que permita identificar la calidad, veracidad y relevancia de la información, también poseer un pensamiento sistémico capaz de ver los fenómenos en su complejidad reconociendo las ventajas y desventajas, los límites y los alcances, las ganancias y las pérdidas. La capacidad para resolución de problemas, tomar decisiones eficaces, trabajar en equipos virtuales, la creatividad, la recursividad y el relacionamiento en el trabajo con otros, son otras habilidades.
La producción
Esta revolución, según manifiestan los analistas, con la convergencia de las tecnologías digitales, promete construir sistemas más eficientes y eficaces, en áreas como la producción de alimentos o el transporte de mercancías, entre otras, que ayuden a combatir problemas sociales como la desigualdad y la pobreza.
“Esta revolución va a combinar los sistemas digitales y cibernéticos, pero también va a tocar unas esferas desde lo físico, con las emergencias tecnológicas. En el mercado laboral van a verse afectadas las ocupaciones que tienen posibilidad de ser realizadas por máquinas aprendidas o con inteligencia artificial. En Colombia, para que se pueda ver esa trasformación, se requiere de unos capitales muy altos y por eso aquí toma más tiempo que en otros países. Sin embargo, son temas de los cuales debemos estar alerta”, dice Maria Alejandra Gonzalez-Perez, profesora del Departamento de Organización y Gerencia de EAFIT.
Uno de los temores entre quienes estudian el impacto de esta revolución y la nueva globalización en el mundo está relacionada, precisamente, con las posibles crisis de empleo que producirá la desaparición de profesiones. Esto consecuencia de la digitalización y el desarrollo de campos como la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología, el internet de las cosas, la computación cuántica o herramientas como el blockchain, que actualmente usa el sistema financiero.
El docente Jonny Javier Orejuela opina que “no hay que satanizar el desarrollo tecnológico ni la automatización. El fantasma del desempleo tecnológico es relativo porque los estudios históricos muestran que sí hay un descenso transitorio de los empleos, pero que con el tiempo se recupera gracias a la emergencia de nuevos trabajos. Lo que hay que entender es que hay trabajos que desaparecerán, pero hay otros que nacen como expertos en seguridad informática, en tiendas virtuales, en control de drones, etc”.
Frente a la aplicación de esos desarrollos en el ámbito local, Alejandro Torres cree que “estamos bastante atrás en lo que implica la cuarta revolución industrial. La tecnología 4.0 para la producción agrícola o en industria es algo relativamente desconocido por las empresas y economías emergentes. El paradigma de la producción ya se mueve en otro sentido y es un esfuerzo, no solo en términos de apropiarnos de esa tecnología donde tenemos unas limitaciones, hay que cambiar la cultura que tienen los empresarios y la sociedad en cómo generar valor. Pero si no iniciamos esa carrera, definitivamente dentro de un par de décadas vamos a estar desconectados de los sistemas de producción globales”.
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Alejandro Gómez Valencia
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