En esta segunda etapa de la transformación educativa, la Universidad continuó con el ascenso al conocimiento, pero esta vez desde una mirada diferente. En el año 2008 nace un nuevo Proyecto Educativo Institucional (PEI) donde la formación está centrada en el ser humano y en su capacidad de aprendizaje, en la formación teórico-práctica, el bilingüismo, la investigación formativa y el pluralismo participativo.
"Empieza otra gran ruptura que es el paso de la enseñanza al aprendizaje, es decir, el reflector deja de estar en el profesor para estar en el estudiante. Eso es un revolcón en la educación y, en ese proceso, todavía estamos. Es un gran cambio", manifestó.
Esa transformación, precisamente, de ser una institución destinada a la formación técnica y tecnológica para convertirse en una universidad con investigación, lo que sin duda es un factor determinante para el progreso social, económico, científico y cultural del país, fue uno de los grandes avances que impulsaron a los posteriores desarrollos científicos y a la innovación educativa dentro del campus.
Este propósito, aseguró el Rector, se consolidó a partir de la renovación de la Acreditación Institucional de Alta Calidad, entre el periodo 2010-2018, donde se construyó un plan de desarrollo alrededor de preservar la excelencia académica y mejorar la proyección nacional e internacional de la Institución. Hitos importantes en este proceso fueron la creación del Reglamento de Propiedad Intelectual (2009), la Declaración de principios de gobernabilidad y administración (2012), y del Comité de Ética (2014), pensados acordes con el principio de integridad.
Así mismo, durante estos años, también se comienza a realizar la gran reforma curricular que permitió generar una mayor flexibilización académica, creando la impronta que identifica a los egresados eafitenses. Esta renovación buscó articular los pregrados y los posgrados a través de sus líneas de énfasis. Por otra parte, en investigación se estructuró un modelo que conectó el ecosistema educativo y científico: Universidad de los Niños, semilleros, grupos de investigación y programas de doctorado y maestría.
Fue en este camino donde también se crearon los primeros centros de pensamiento, hoy determinantes para la divulgación de la producción académica y científica de la Universidad. Es el caso del Centro de Pensamiento Estratégico (2005), el Centro de Estudios Asia Pacífico (2006), el Centro de Análisis Político (2006), el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (2010), el Centro de Investigaciones Económicas y Financieras (2012) y el Centro de Estudios en Lectura y Escritura (2015).
Como parte de esta apuesta decidida por la investigación, se destaca que el Consejo Superior destinó al menos el 10 por ciento de los ingresos de la Universidad al desarrollo científico. De esta manera, el presupuesto en este campo ha ido creciendo: pasó de 6500 millones de pesos, en al año 2004, a cerca de 74.968 millones en el año 2020. Esta inversión se ha reflejado en el fortalecimiento de los 44 grupos de investigación, muchos de estos en las máximas categorías del Ministerio de Ciencias y Tecnología.
"Este cambio si no está acompañado de una formación permanente del profesorado no es posible. Por eso, inicialmente, se creó Proyecto 50 hace 10 años. Ahora es el Centro para la Excelencia en el Aprendizaje (EXA). Juntamos todas las unidades que estaban dispersas en la Universidad y se logró crear este potente centro de innovación para la transformación educativa", indicó el Directivo.
Esta evolución se ha materializado en una docencia e investigación más pertinente con la generación de conocimiento conectado a las necesidades de los territorios, también en la creación de nuevas escuelas y programas de aprendizaje activo como Kratos. A su vez, se han consolidado apuestas como EAFIT Social y el Centro de Filantropía como parte esencial de los ejes misionales.