La carrera es en la playa de San Luis. Son solo dos caballos en una competencia que dura alrededor de un minuto en algún momento de la tarde de los sábados. Disfrutar con su papá, su mamá y su hermano de la carrera, una tradición en San Andrés, y luego dar la vuelta a la isla es el momento más familiar de la semana de Kenya Daneil Escalona Smith.
Son esas tardes en las que Kenya piensa cuando se le pregunta por los valores y enseñanzas familiares que le sirven de apoyo hoy que vive en Medellín, a donde llegó hace tres meses para estudiar Ingeniería Agronómica en EAFIT. En esta ciudad comparte apartamento con una amiga que también nació en la isla.
Aunque no vive con sus padres hace parte de una familia trashumante y, pese a que no tiene lazos sanguíneos con su amiga, en algunos ordenamientos jurídicos esa relación se concibe como familia transitoria no permanente, pues cabe entre los casos en los que, por ejemplo, varias personas se van a estudiar juntas a una misma ciudad y comparten domicilio.
Visibilizar el impacto del núcleo familiar en la vida de las personas y en la forma en la que se relacionan y dialogan, así como reconocer la diversidad que tiene como agente activo en la toma de decisiones públicas son posibilidades de conversación en Tenemos que hablar Colombia, plataforma que busca reunir diversas voces sobre el futuro del país y en la que pueden participar colombianos de todas las regiones, géneros y visiones.
En su caso, Kenya tiene clara la estructura de la familia que conformará cuando le llegue su tiempo. Replicará la de sus padres, la nuclear que se define por su conformación con padre y madre con o sin hijos (biparental), o por padre o madre con hijos (monoparental). Esa tipología, según datos del Observatorio de Familia del Departamento Nacional de Planeación (DNP), es la más común en Colombia con cerca del 55 por ciento de los hogares conformados de esa manera, pero no es la única.
En el país existen diferentes tipologías establecidas y emergentes de familia, algunas reconocidas legalmente y otras no, pero todas con la misma incidencia en el para el futuro, pues “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad”.
Así lo establece el artículo 42 de la Constitución Política de Colombia de 1991. Para Ana Silvia Gallo Vélez, profesora de la Escuela de Derecho de EAFIT, esa declaración es una evolución fundamental en términos jurídicos. La anterior carta magna, la de 1986, solo contenía dos normas en relación con la familia y tenían que ver con bienes, mientras que hoy en la Constitución “el Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución básica de la sociedad” (artículo 5).
¿Pero conservamos hoy los mismos modelos familiares de 1986 o 1991? Carlos Julio Arango Benjumea, profesor del Departamento de Derecho de la Universidad que ha dedicado gran parte de sus investigaciones a este campo, explica que la familia es un grupo inmanente en la historia de la humanidad, pero al mismo tiempo en constante dinámica de transformación.
“Las formas de familia dependen de los momentos históricos en los que se esté viviendo, de las realidades socioculturales, políticas y económicas en determinado espacio y momento. La familia se mantiene, pero la familia cambia”, dice el profesor para referirse a cómo esta construcción social se adapta y sigue siendo funcional para el hombre.
Elegir en la diversidad
Las posibilidades que puede tener una mujer de fecundarse con procedimientos médicos sin comprometerse o involucrarse con un varón. La libertad social para que alguien se defina en el género con el que se siente más a gusto, o que no se decida por alguno. La aparente mayor apertura a las relaciones poliamorosas. Las parejas que deciden convivir bajo diferentes techos.
Esos son algunos de los casos y fenómenos que permean la concepción de familia y aceptar esos cambios es fundamental para el desarrollo social. Así lo considera Carlos Julio, quien dice que el reconocimiento real y efectivo de la diversidad es el elemento común para poder garantizar todos los derechos fundamentales de los ciudadanos, así como con el progreso, la armonía económica y el desarrollo sostenible. En ese concepto de diversidad incluye a la familia.
El docente está convencido de que el ser humano debe tener alternativas. “Le debemos permitir un abanico de posibilidad de elección, y entre estas la conformación de la familia. Cuál modelo le sirve, entre cuáles puede transitar. Que no se tenga que quedar en un solo modelo de tipología, sino que también elija de acuerdo con las necesidades del entorno”.
Sobre esa libertad que defiende el profesor los colombianos deberíamos conversar en espacios como los que ofrece Tenemos que hablar Colombia. Así lo cree Mariantonia Lemos Hoyos, coordinadora de la maestría en Estudios del Comportamiento de EAFIT, quien coincide con Ana Silvia Gallo en que esa diversidad de tipologías familiares no está siendo legitimadas por la sociedad.
Tal como define el Observatorio de Familia, además del papel fundamental en el desarrollo del individuo y como eje de la sociedad, la familia es el primer contacto con el mundo, el espacio en el que se aprenden normas, hábitos, valores y comportamientos. “Es el apoyo que tiene la persona desde que nace para su crecimiento, para su desarrollo”. Por eso hablar de la familia es hablar de país.
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