En una pequeña embarcación, investigadores de cinco universidades se adentraron en las aguas del Golfo de Urabá. Allí, superaron largos recorridos, tormentas y riesgos. Su recompensa fue la emoción que experimentaron cada vez que recibían datos en tiempo real a través de la pantalla que llevaban a bordo, especialmente cuando vieron los hallazgos y detectaron la formación de tres capas con corrientes distintas en la columna de agua.
Este proyecto, financiado por las instituciones que hacen parte del G8 y la Gobernación de Antioquia, contó con la participación de EAFIT, U. de A. y Universidad Nacional. También recibió apoyo académico de la Universidad de Florida, la Universidad Utrecht y la US Naval Academy, además, se unió con el programa Pimecla del Dagran —Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres de Antioquia—.
La misión que los convocó fue comprender cómo se mueven las aguas del río Atrato y del mar en el Golfo de Urabá, incluyendo las magnitudes de velocidad, el movimiento de tierra y arena, la calidad del agua, entre otros aspectos. Inicialmente, los investigadores pensaron que la influencia de la marea no era un asunto notable por ser pequeña (micromareal), sin embargo, los análisis revelaron un efecto importante, especialmente en la zona delta del río, lugar donde se incrementa el flujo de agua de estos afluentes.
El comportamiento identificado en las aguas del Golfo de Urabá no es común, como lo explica el profesor eafitense Juan Felipe Paniagua Arroyave. “Este es un estuario complejo en el que es difícil establecer y predecir los procesos que lo gobiernan, pero si no entendemos cómo funciona el Golfo desde el punto de vista oceanográfico y geológico, será difícil implementar planes efectivos de manejo para las comunidades”, dice.
La circulación del agua en este ecosistema se puede analizar en tres puntos: la zona norte, donde hay un intercambio directo del agua con el mar Caribe; la zona media, que recibe la descarga del delta del río Atrato y forma una barrera hidrodinámica que impide el flujo de agua entre el norte y el sur; y la zona sur, donde se ubica Bahía Colombia y se mezclan las aguas dulces y saladas, aunque, debido a la interferencia mencionada, la renovación del agua no es la esperada.
Durante las dos salidas de campo que realizaron los equipos de investigación, en junio de 2022, reconocieron en una ocasión tres capas con corrientes distintas, mientras que en un momento posterior detectaron dos capas. A partir de los datos recopilados, la modelación numérica y la modelación analítica, se pudo hacer una aproximación de lo que ocurría en el Golfo a lo largo de varios años en caso de una liberación hipotética de partículas. Los resultados indicaron que, si las partículas se encontraban a una profundidad considerable, podrían permanecer hasta 90 días en Bahía Colombia —actual zona de pesca—. Esto tendría un impacto perjudicial si se estuviera hablando de derramamiento de hidrocarburos, por ejemplo.
Anderson Amaya Saldarriaga, ingeniero civil y colega del profesor Juan Felipe Paniagua en el Grupo de Investigación en Hidrología de los Andes del Norte de EAFIT, señala que la fricción generada por los sedimentos transportados por los ríos Turbo y Atrato es una variable de peso en la formación de estas capas. Además, agrega que el Golfo se comporta de forma similar a los fiordos —golfos estrechos y profundos formados entre montañas— a pesar de no tener una gran profundidad.
Si bien este proyecto contempló los factores físicos que controlan el agua en este ecosistema estuarino, el componente biológico es otro aspecto que los investigadores esperan abordar más adelante. Esto se debe a que el hecho de tener un intercambio poco efectivo de agua en el sur del Golfo puede generar pérdida de oxígeno que impida el desarrollo de especies marinas.
Un polo de desarrollo
Los investigadores advierten que el Golfo de Urabá es un polo de desarrollo que experimentará un importante impulso económico con la construcción de los puertos marítimos Antioquia, Pisisí y Darién, así como de las vías que permitirán un acceso más rápido al mar antioqueño. Por eso, resaltan, es clave prevenir cuanto antes afectaciones para las comunidades que habitan esta zona.
Casos como el de Bahía Cartagena los llevan a considerar la integración multidisciplinaria como un escenario ideal para continuar la investigación, buscar el apoyo de instituciones en la implementación de sistemas de alerta temprana en el Golfo y lograr incidir en la adopción de medidas que reduzcan los impactos ambientales en este territorio.
Mayores informesAlejandro Gómez Valencia
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