El conocimiento y el aprendizaje son los mayores recursos renovables que posee la humanidad para responder a los desafíos y crear alternativas. Esta es una de las premisas que plantea Naciones Unidades para responder a la pregunta sobre qué tipo de futuros queremos consolidar como sociedad. Cada 24 de enero, en la celebración del Día Internacional de la Educación, ese organismo plantea propuestas ante esa cuestión y, en la de este 2024, invita a reflexionar bajo el lema “aprender para una paz duradera”.
Las sociedades más pacíficas, justas y sostenibles están cimentadas en la educación. Así justifica la ONU la necesidad de un aprendizaje para la paz que sea transformador y dote a los estudiantes de conocimientos, valores, actitudes, competencias y comportamientos para que sean agentes de valor en sus comunidades. ¿Cómo se puede aportar a ese propósito desde las universidades?
En EAFIT, lo que en otras instituciones se conoce como pénsum complementario, existe la formación humanística y científica. El nombre institucional es Núcleo de Formación Institucional, y tiene el propósito de formar y fortalecer las competencias ciudadanas, entendidas como una formación amplia en democracia.
Así lo explica María Rocío Arango Restrepo, decana de la Escuela de Artes y Humanidades de EAFIT, quien indica que la formación humanística contribuye ampliamente a la construcción de paz porque gracias a esta “somos capaces de entender la otredad, la diferencia, el multiculturalismo, la importancia y la riqueza que tiene para una sociedad que la gente sea distinta y piense distinto. Que las personas puedan expresar sus opiniones a través de los diálogos deliberativos, a través del arte, de la literatura, de la pintura, del teatro, de la música y del baile. Las humanidades nos preparan para conversaciones y discusiones difíciles, pero respetuosas y armoniosas”.
De esas conversaciones, Adolfo Eslava Gómez, director del Centro Humanista de EAFIT de la misma Escuela de Artes y Humanidades, destaca la escucha. Se refiere a que la paz es un bien común supremo que exige una reflexión que se puede incubar desde las instituciones de educación superior. En el caso específico de la Universidad, dice, se propicia con un proyecto humanista, dentro y fuera del campus, que crea escenarios de escucha social que detona llamados a la acción.
El objetivo, agrega el profesor Adolfo, es afianzar la escucha profunda mediada por prácticas de innovación educativa e innovación deliberativa que generen procesos de innovación social. “En particular, el año 2024 es un momento crucial para darle sentido y contenido al propósito común de la paz anhelada, de ahí que sea necesario concebir la experiencia formativa del proyecto humanista en la Universidad como ocasión fecunda para juntarnos, escucharnos y construir paces en sintonía con los retos de experiencias de aprendizaje promotoras de sensibilidad social y sostenibilidad”.
Común a todas las áreas
En la más reciente bienvenida a los estudiantes de pregrado de EAFIT, Ricardo Taborda Ríos, decano de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería, les habló a los universitarios de la importancia de los cursos del Núcleo de Formación Institucional. Lo hizo, expresa, por el interés de formar profesionales con capacidades y habilidades de interactuar con otras personas y otras disciplinas. “Capaces de ver el bosque y no solo el árbol. Capaces de aportar desde lo técnico-disciplinar de manera competente, pero también a las dinámicas humanas y de trabajo. Y eso solo es posible cuando los estudiantes han tenido una formación que valora eso que se denomina formación complementaria”.
En esos cursos, agrega Marda Zuluaga Aristizábal, profesora del Área de Cultura de la Escuela de Artes y Humanidades, se abordan asuntos relacionados, entre otros, con el desarrollo sostenible, la historia del país, la toma de decisiones, la convivencia y el reconocimiento de las culturas. Esas asignaturas alternativas, expresa, contribuyen a que las instituciones educativas sean un espacio para el reconocimiento de la diversidad y la pluralidad, para el análisis de las actitudes y las creencias que tenemos respecto a distintos temas, y al reconocimiento de la responsabilidad que tenemos como ciudadanos de crear una sociedad donde podamos convivir mejor.
Esa responsabilidad pasa por la necesidad de reconocer el mundo. Por eso identificar en una clase de historia que el tiempo es una variable y entender cómo han sido los procesos humanos a lo largo de los años tiene una relevancia indudable para cualquier profesional. En el caso de los programas de Administración, Cristina Vélez Valencia, decana de esta Escuela, resalta que ese conocimiento que algunos consideran alternativo es vital para poder liderar, guiar, anticiparse al mercado e identificar oportunidades. “La capacidad de construcción de paz pasa por la sumatoria de experiencias, por las intersecciones entre la clase de matemáticas y la de democracia, la de historia y la de procesos”.
Como testigo directa del efecto que puedan tener esas experiencias en los estudiantes, la profesora Gloria Gallego García tiene presente que una de las sorpresas más bellas que ha vivido como profesora universitaria es que los estudiantes de la Cátedra de la Paz, la Memoria y la Reconciliación, que ella dirige en EAFIT, le expresan cómo esa asignatura complementaria se les convirtió en un acontecimiento y en una oportunidad muy reveladora. Para ella eso se corresponde con la claridad de la Universidad frente a la tarea de que los eafitenses desarrollen facultades del pensamiento, la imaginación, la empatía y la sensibilidad por el entorno.
Se trata de un aporte —concluye la profesora Gallego— a crear una cultura de paz desde la vida cotidiana, desde el aula, desde la Universidad y desde el territorio, “de tal manera que lo complementario se vuelve central cuando se trata de que los profesionales, de cualquier cualquier área, aporten al desarrollo desde la educación”.
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Alejandro Gómez Valencia
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